¿Parece que carecemos de "sentido común"?
- España retrasa su necesaria reforma territorial porque no interesa a los partidos políticos.
- •Varios países europeos han adoptado reformas territoriales, como Francia e Italia.
- Los españoles lamentaremos salir los últimos en esta carrera, gracias a la ambición y ceguera de los dos partidos que nos han gobernado, PP y PSOE.
domingo, 17 de enero de 2016
Los últimos de Europa
Artículo de Luis Escribano
- España retrasa su necesaria reforma territorial porque no interesa a los partidos políticos.
- •Varios países europeos han adoptado reformas territoriales, como Francia e Italia.
- Los españoles lamentaremos salir los últimos en esta carrera, gracias a la ambición y ceguera de los dos partidos que nos han gobernado, PP y PSOE.
Mientras que en otros países
europeos de nuestro entorno se están adoptando medidas trascendentales para
optimizar recursos, en los que las reformas territoriales, de los sistemas administrativos y
reparto de competencias están jugando un papel trascendental, en España estamos perdiendo el
tiempo soberanamente (y nunca mejor dicho) en debates estériles, que sólo les conviene a los
partidos políticos.
Los españoles nos estamos jugando nuestro futuro
inmediato, por no hablar del de las venideras generaciones. Mientras los
partidos políticos en España se dedican a entorpecerse unos a otros por una
desalmada ambición de poder (que implica el manejo del erario
público),
incluso dentro de cada uno se lucha encarnecidamente por llevar sus riendas, en
Europa hay países como Italia y Francia que han entendido que sin esas
necesarias reformas no sería posible lograr optimizar sus recursos. Pero,
claro, hablamos de países cuyos políticos se toman en serio los intereses
comunes de sus compatriotas, sean conservadores, socialdemócratas o liberales.
El modelo territorial en España
parece que fue diseñado para que los partidos políticos pudieran tener su
“clientela” agradecida, creando y ocupando el mayor número de puestos de
trabajo con nóminas del sector público, y con el mayor número de niveles de
gobierno:
local (que incluye el municipal y provincial), autonómico y estatal. Si lo analizamos con
detalle, el actual
modelo territorial español es insostenible en el tiempo, salvo que el objetivo sea la pobreza de
todos.
La “cartelización” de los partidos políticos en
España (siguiendo a los politólogos
Katz y Mair), proceso por el que todo partido pasa a fin de mantenerse
en el poder, a base de engordar al máximo el erario público y así manejarlo
para financiarse con subvenciones,
contratos administrativos, convenios, contratos laborales, etc., está frenando esa necesaria
reforma territorial que España necesita imperiosamente. Para ello, sería
necesario reformar la Constitución.
Que yo recuerde, sólo UPyD ha reclamado una reforma
de la Constitución que avance hacia un federalismo real, con un reparto de
competencias basado en la igualdad de todos los españoles, es decir,
absolutamente simétrico; también reclamó un proceso de fusión de ayuntamientos,
la eliminación de las diputaciones y no se cerró a una reconfiguración del mapa
autonómico. En Andalucía, UPyD realizó una propuesta de reordenación municipal
en la que proponía reducir de 771 a 174 el número de municipios andaluces a
través de la fusión de los ayuntamientos de menos de 20.000 habitantes con el
objetivo de "racionalizar, simplificar y aumentar la eficiencia de las
administraciones", así como para ahorrar un total de 1.264 millones de
euros "que podrían destinarse a la inversión en servicios básicos".
Y ya conocen el resultado cuando un
político o un partido plantea en España medidas racionales que acaben con la
oligarquía de los partidos políticos: se le hace el vacío, tanto en la política como en
los medios de comunicación, hasta su desaparición. Los españoles tenemos mucha
culpa por no abrir los ojos en estos casos.
En 2012, Italia eliminó 35 provincias (proceso
iniciado por Mario Monti), y en 2015 ha eliminado sus 51 provincias (proceso
que mantuvo Enrico Letta y concluido por Matteo Lenzi), cuyas competencias han pasado
a regiones y municipios. Por tanto, sólo se quedan con el Estado, las Regiones
y los Municipios. Con ello se ha conseguido acabar con unos 3.000 cargos
políticos, y se ahorrarán, al menos, 800 millones de euros.
Mientras tanto, en Francia, gobernada
por los socialistas, dos leyes aprobadas en 2015 han diseñado un nuevo mapa regional
mediante algunas fusiones, de manera que su número ha pasado de 22 regiones a
13. Me refiero a la “Loi n° 2015-29 du 16 janvier 2015 relative à la
délimitation des régions, aux élections régionales et départementales et modifiant le calendrier
electoral”, y “Loi n° 2015-991 du 7 août 2015 portant nouvelle organisation
territoriale de la République”. Como
manifestó el ministro del Interior, Bernard Cazeneuve, a la Asamblea antes de
que aprobara el nuevo mapa regional, “queremos territorios más fuertes y mejor
organizados que compartan sus gastos de funcionamiento”.
Según estimaciones del Gobierno francés, podrían ahorrar entre 12.000 y
25.000 millones de euros en los próximos años. El objetivo es
lograr una gestión pública más ágil y menos costosa. Igualmente se ha previsto para
reducir costes que las competencias de los departamentos (provincias) serán
asumidas en buena medida por las regiones. Por eso, el Gobierno prevé que en
2020 desaparezcan los consejos generales o asambleas provinciales con sus más
de 4.000 cargos electos.
Respecto a los municipios, las propuestas para que
cambie el mapa municipal llegan desde la Unión Europea. El Consejo
de Europa recomienda la fusión de municipios de menos de 10.000 habitantes. Según un informe que ha
publicado el Consejo, Grecia ha reducido su número desde 1.034 municipios a
325; Islandia, de 7.200 (1990) a 76; Letonia, de 500 a 118; y Dinamarca, de 271
a 98.
En España, de sus 8.124
municipios, el 84% tienen menos de 5.000 habitantes (6.823 municipios), y residen
en ellos unas 6 millones de personas (12,7% del total). ¿Se imaginan el ahorro si se
fusionaran los municipios y nos quedáramos con un número entre 2.000 y 4.000
municipios, menos del 50%? El ahorro en cargos locales, funcionarios municipales y
gastos corrientes sería enorme. Además, con la reducción en el número de
mancomunidades y la eliminación de las Diputaciones, que no tendrían ninguna
utilidad (ya no habría municipios pequeños que apoyar), el ahorro sería aún
mayor. Por
supuesto, las provincias se eliminarían, porque hoy día no tienen ningún
sentido (los
límites provinciales son líneas administrativas creadas históricamente para la
recaudación de impuestos).
Por otro lado, España necesita urgentemente una reforma
como la ejecutada en Francia con las regiones. La nación española
tiene 17 Comunidades Autónomas, además de Ceuta y Melilla, y de ellas, 6 son
uniprovinciales. ¿Es racional mantener este diseño tan absurdo? Es racional, y por tanto
necesario, disminuir su número, ya sea por fusiones o por rediseños de los
límites.
Una inteligente y astuta reforma de esta división
territorial podría incluso reducir el problema de los nacionalismos. Tengo la
seguridad de que si se explicara adecuadamente, los españoles apoyaríamos
mayoritariamente una reforma que redujera el número de las regiones. Esta
medida conllevaría una disminución de Asambleas o Parlamentos y de muchos
cargos públicos, consiguiendo ahorros enormes, por no hablar de la igualdad en
cuanto a competencias que podría lograrse en todo el territorio. Además, con la
misma reforma se conseguiría acabar con los agravios comparativos entre
regiones.
Si el reparto de competencias entre el Estado,
Comunidades y Municipios se hiciera con la claridad suficiente, y todas las
regiones tuvieran las mismas competencias (también los municipios), quedarían
en evidencia los gobiernos con deficientes gestiones, sean del nivel de
gobierno que sean, lo que facilitaría a los ciudadanos su decisión a la hora de
votar. Hoy no ocurre porque unos y otros se culpan de nuestros males
aprovechándose precisamente de esa falta de claridad, en la que se diluyen las
responsabilidades.
Mientras que muchos de los países
de Europa llevan años diseñando y ejecutando reformas territoriales, aquí en
España la pasividad en ese sentido es absoluta. Aquí se ha optado por exprimirnos a los
ciudadanos a base de impuestos y tasas sin disminuir las
elefantiásicas Administraciones Públicas, especialmente las instrumentales
(llamadas “paralelas”, que son graneros de allegados de los partidos
políticos), y todo ello gracias a la ambición y ceguera de los dos grandes partidos
que han gobernado España, PP y PSOE, que ni siquiera ahora se ponen de acuerdo
en formar un Gobierno de coalición estable que apruebe y desarrolle esa gran
reforma territorial que necesita España sin demora.
Un proceso así necesita voluntad política, amplitud
de miras y políticos con visión de Estado que lo ejecuten contando con una mayoría
suficiente. Y como esto, visto lo visto, es imposible con la panda de mediocres
que inundan los partidos, la única salida que nos dejan a los españoles es
exigir un proceso constituyente del que España saliera fortalecida con un nuevo
diseño territorial. Este nuevo modelo debe cumplir varias condiciones, entre
otras que la igualdad fuera efectiva (sin excepciones en ninguna región), que
la reducción de regiones y municipios se llevara hasta los niveles necesarios
para optimizar los recursos, y que la distribución territorial de competencias
(iguales para todas las regiones y municipios, y que podrían disminuirse para
todo el Estado, por cierto) tuviera como objetivo fundamental la eficiencia, es
decir, una calidad óptima de los servicios públicos con el menor coste posible.
Lo lamentable de todo esto es que no lo veremos, salvo por imposición de la
UE. En España, como casi todos los partidos son bandas
organizadas que dedican su esfuerzo en llegar al poder y mantenerse lo que
puedan a costa de sangrarnos a los españoles, se resistirán –y utilizarán los medios de
comunicación para ello- a cualquier cambio que signifique
reducir los cargos y presupuestos públicos. Desgraciadamente lo pagaremos caro,
pues iniciar esta carrera en Europa los últimos nos perjudicará sin duda.
Cosas
de España
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