A VUELTA DE PÁGINA. 'Cuatro golfos' muy golfos.
FRANCISCO ROSELL
- Chaves, Griñán, Zarrías y Viera han demostrado su indignidad hasta última hora aferrados al escaño que los aforaba
- Díaz no podrá, como decía Quevedo, llenar de promesas los santos en la tempestad para luego desnudarlos.
A MODO DE JUSTICIA poética, el destino -llamemos así
a la tenacidad del periodismo de investigación y a la labor ímproba de la juez
Alaya- ha querido que uno de aquellos «cuatro golfos» a los que se refirió
Chaves para quitarse de encima el mochuelo del fraude de los ERE y depositarlo
en subalternos de tercera, sea el propio expresidente de la Junta. Encabeza el cuarteto de la iniquidad con sus exconsejeros Griñán,
luego su sucesor en el Palacio de San Telmo, Zarrías y Viera, según el auto de inculpación del juez del Supremo, Alberto
J. Barreiro. Juzga que perpetraron un delito de prevaricación administrativa,
añadiendo la posible malversación por parte del último de la cuerda. Éstos han
demostrado su indignidad hasta última hora aferrados al escaño que los aforaba.
......Afortunadamente, la
validación del trabajo minucioso de la juez Alaya por parte del Supremo, ha
salvado un momento crítico. Tras su ascenso a la Audiencia de Sevilla, su sustituta, María
Núñez Bolaños, parecía más empeñada en instruir a Alaya que a sus sumarios,
deconstruyéndolos a velocidad pasmosa si se tiene en cuenta que no diligencia una causa
penal desde hace catorce años y se trata de una enmarañada madeja liada durante
diez años (2001-2010). Hay indicios que malician que Bolaños ha entrado como elefante en
cacharrería. Es elocuente que el fiscal-consejero Llera,
colocado por Díaz para monitorizar a Alaya y supuesto padrino de su sucesora,
declare que el fallo del Supremo «no significa» que ésta «gane» ni la Junta
«pierda». Excusatio no petita, accusatio manifiesta.
..... Contra la evidencia, el problema parecía no ser la corrupción,
sino Alaya por meterse donde no la llamaba nadie más que su conciencia, en vez de estarse quieta y sumar
trienios haciendo como que hacía. Por ejemplo, troceando la causa para que
perdiera su sustancia de corrupción institucionalizada y se diluyera en cosa
de «cuatro golfos».
TRIBUNALES.. Caso
ERE, fraude de la formación y caso de los avales de la Junta
- Guerra abierta por el reparto de las 'macrocausas' de la juez Alaya
- El CGPJ aplaza la ratificación del reparto y pide un nuevo informe el TSJA
- Las jueces Alaya y Bolaños se oponen al plan de trabajo aprobado
¿Formación, avales empresas públicas....también cosa de cuatro golfos....?
Caso ERE, calderilla.
A VUELTA DE PÁGINA.
'Cuatro golfos'
muy golfos
FRANCISCO ROSELL
A MODO DE JUSTICIA poética, el destino -llamemos así
a la tenacidad del periodismo de investigación y a la labor ímproba de la juez
Alaya- ha querido que uno de aquellos «cuatro
golfos» a los que se refirió Chaves para quitarse de encima el mochuelo del
fraude de los ERE y depositarlo en subalternos de tercera, sea el propio
expresidente de la Junta. Encabeza el cuarteto de
la iniquidad con sus exconsejeros Griñán, luego su sucesor en el Palacio de San
Telmo, Zarrías y Viera, según el auto de
inculpación del juez del Supremo, Alberto J. Barreiro. Juzga que perpetraron un
delito de
prevaricación administrativa, añadiendo la posible malversación por parte del
último de la cuerda.
Éstos han demostrado su indignidad hasta última hora
aferrados al escaño que los aforaba.
La suprema resolución revela treinta años de práctica
impunidad en las más altas magistraturas del régimen andaluz, donde la
corrupción ha sido el sistema de gobierno. No hay comunidad
autónoma en la que dos expresidentes y siete exconsejeros hasta sumar una cincuentena de altos cargos se encuentren imputados
en el mayor caso de corrupción registrado en una
Administración Pública. Ello demuestra que la realidad andaluza supera a la ficción de la cueva
de Alí Baba y sus 40 ladrones.
Chaves, Griñán, Zarrías y Viera han demostrado su indignidad
hasta última hora aferrados al escaño que los aforaba
Queda claro que el anticipo de las
elecciones andaluzas ha evitado que el suelo se abra bajo los pies de Susana
Díaz, al tiempo que deja en ridículo a Ciudadanos, quien le otorgó un cheque en
blanco, tras borrar las líneas rojas que
su líder, Albert Rivera, estableció para sentarse a negociar. En su ceguera, C's se ha atado a
los muertos del PSOE, sometido al suplicio al
que el sátrapa Mecencio, rey de Etruria, rendía a sus prisioneros amarrándolos
a un cadáver con lo que la aterrorizada víctima sufría su descomposición y la
ajena.
Afortunadamente, la
validación del trabajo minucioso de la juez Alaya por parte del Supremo, ha
salvado un momento crítico. Tras su ascenso a la Audiencia de Sevilla, su sustituta, María
Núñez Bolaños, parecía más empeñada en instruir a Alaya que a sus sumarios,
deconstruyéndolos a velocidad pasmosa si se tiene en cuenta que no diligencia una causa
penal desde hace catorce años y se trata de una enmarañada madeja liada durante
diez años (2001-2010). Hay indicios que malician que Bolaños ha entrado como elefante en
cacharrería. Es elocuente que el fiscal-consejero Llera,
colocado por Díaz para monitorizar a Alaya y supuesto padrino de su sucesora,
declare que el fallo del Supremo «no significa» que ésta «gane» ni la Junta
«pierda». Excusatio no petita, accusatio manifiesta.
Con pareja perplejidad a la que movió a Alicia a seguir
hasta su madriguera al enchaquetado conejo de ojos rosados y reloj de leontina
que exclamaba: «¡Dios mío! ¡Dios mío! ¡Qué tarde voy a llegar!», Alaya
se metió en la gazapera entre zarzas de los ERE desembocando en un mundo de
hallazgos que no deja de producir sobresaltos bien distintos a los de aquel
País de las Maravillas. Para bien de la
Justicia, Alaya se corresponde con esa categoría de togados que, como aseveraba el malogrado juez Falcone, servidor del
Estado in partibus infidelium y promotor de la cruzada contra la Cosa Nostra, nunca se preguntan si deben afrontar un problema, sino cómo.
Más cuando la
corrupción, como la Hidra de Lerna, reaviva dos cabezas por cada una segada.
Se sitúa en los antípodas del juez Mettrick de Sólo ante el
peligro. Después de tratar de persuadir al sheriff Will Kane, encarnado por
Gary Cooper, de que se marche antes de que irrumpan los hermanos Miller, mete
en unas alforjas los atributos de su encomienda (bandera, balanza y mazo) y
sale en estampida. Como «siempre amor, interés o miedo
corrompieron la Justicia», según el clásico, la garantía del Derecho no reside en exclusiva en la Ley,
sino en la recta conciencia de los que han de guardarla. Los regentes del
Régimen andaluz, como los personajes parasitarios de Los miserables, de Víctor
Hugo, han gozado de «la alegría de sentirse irresponsables y de que pueden
devorarlo todo sin inquietud».
Durante esas décadas
ominosas -oh paradojas del
destino-, los mismos que callaban la corrupción, al beneficiarse de ella,
desataron la
caza de los denunciantes y de la juez Alaya, buscando inhabilitarla, por no
referir los insultos que proferían. Tales
tuertos de conveniencia agrandaban las anécdotas para que el robo mayúsculo
eludiera la sanción penal que ahora parece abrirse paso. Esta oposición fue
endureciéndose a medida que se verificaba que uno de los «cuatro golfos» de los
que habló Chaves, en el primer momento, podía ser precisamente el «bueno de
Manolo» (González, dixit), al que disculpaban
con que era imposible que estuviera en el ajo del mecanismo que preservaba la
hegemonía del PSOE o que, en última instancia, se enriqueciera, como si lo
primero no redundara en lo segundo.
Si Alaya ha esclarecido las
complicidades de este latrocinio consentido es porque ha estado dispuesta a
complicarse la vida. En su
carrera de obstáculos, en la que marchó entre celadas y zancadillas, pocos han sido sus
yerros comparados con la poca vergüenza de estos desvalijadores de lo público,
a quienes guardan la espaldas abogados de postín,
entre los que descollaba algún lenguaraz que hubo de dejar la política por
sospechas de una corrupción que paseaba en coche de lujo. Frente a personajes sin escrúpulos que jamás habrán de
encontrar la vergüenza que yace en el suelo como sus máscaras, contrasta el valor de jueces como Alaya sin más armas que la
ley, pero sin inclinarse servilmente a una partitocracia que pretende hacer de
la Justicia una dependencia anexa.
Difícilmente, las cosas habrían alcanzado
tal abyección si el PSOE no hubiera puesto el grito en el cielo alegando que
era víctima de una «causa general» o poniendo la mano en el fuego, como
González con Chaves, como si no estuviera escaldado de su etapa en la Moncloa.
De hecho, éste ha presumido del respaldo de su secretario general y de la
presidenta de la Junta.
Contra la evidencia, el problema parecía no ser la corrupción,
sino Alaya por meterse donde no la llamaba nadie más que su conciencia, en vez de estarse quieta y sumar
trienios haciendo como que hacía. Por ejemplo, troceando la causa para que
perdiera su sustancia de corrupción institucionalizada y se diluyera en cosa de
«cuatro golfos».
Díaz no podrá,
como decía Quevedo, llenar de promesas los santos en la tempestad para luego
desnudarlos
Con todo, lo peor del fraude de
los ERE es su contribución a la socialización de la corrupción, cuyo efecto es
letal en una sociedad subsidiada como la andaluza a la que se hace cómplice de
la estafa. Mediante el manejo de ese fondo de reptiles empleado en pagar favores políticos
y usado con la opacidad de los fondos reservados
que llevaron a la cárcel a Rafael Vera en los años de plomo del felipismo, el botín de los ERE
ha sido un gran negocio del PSOE que, al estallar, ha hecho saltar un polvorín
de iniquidades que encenaga Andalucía.
Frente al desastre, no se puede
aparentar normalidad, sino
que Díaz, en nombre de su partido, debe públicas excusas y emprender una
regeneración que vaya a la raíz del mal, aunque arriesgue segarse la hierba
bajo los pies. Tal vez sea exigirle
demasiado, pero la gravedad del momento no admite excusas. Es el reto que tiene
ante sí para devolver el prestigio a las instituciones. Entonces sí que se
podría hablar de un nuevo tiempo, desprovisto de retórica estomagante.
Pierda toda esperanza Díaz, por tanto, como decía Quevedo,
de llenar de promesas a los santos en medio de tempestad para luego, cuando
amaine, desnudarlos con olvido de todo. El tiempo, que puede que todo lo cure,
agrava irremediablemente este mal, como se ha visto con la madre de todas las
corrupciones retratando de pies a cabeza a «cuatro golfos» muy golfos.
TRIBUNALES. Caso
ERE, fraude de la formación y caso de los avales de la Junta
Guerra abierta por
el reparto de las 'macrocausas' de la juez Alaya
- El CGPJ aplaza la ratificación del reparto y pide un nuevo informe el TSJA
- Las jueces Alaya y Bolaños se oponen al plan de trabajo aprobado
El Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) ha aplazado la
aprobación del reparto del trabajo en el Juzgado de Instrucción 6 de Sevilla porque tanto
la juez Mercedes Alaya como su sustituta, María Núñez Bolaños, se han opuesto
al plan aprobado por el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA).
Ante esta situación, el CGPJ ha decidido no
incluir la ratificación del plan de trabajo en el orden del día de la comisión
permanente que se hoy y ha emplazado al TSJA a realizar un nuevo informe antes
de pronunciarse, según han confirmado a EL MUNDO fuentes judiciales.
La situación es de guerra
abierta por hacerse con la instrucción de las 'macrocausas' que inició la juez Mercedes Alaya: el 'caso ERE', el
fraude de los cursos de la formación y el caso de los avales otorgados por la
Junta de Andalucía.
El conflicto se produce tras el relevo de
Alaya al frente del Juzgado de Instrucción 6 de Sevilla en favor de la juez
Núñez Bolaños y la aprobación, por parte del TSJA, de un plan de refuerzo para
el juzgado y, posteriormente, de un plan de reparto del trabajo.
Para reforzar el juzgado, se acordó crear dos comisiones
de servicio. Alaya solicitó una de ellas y le
ha sido concedida por el CGPJ, pero
todavía no puede trabajar en el juzgado porque no hay una organización del
trabajo aprobada.
A la espera del Supremo
El TSJA aprobó un
reparto que consistía en adjudicar a la juez Núñez Bolaños la instrucción de
los casos de lo cursos de formación y los avales y asignar a Alaya el 'caso ERE'.
En su propuesta, la nueva titular del Juzgado de
Instrucción pidió dejar fuera del reparto el 'caso ERE', ya que se está a la espera de decidir si se divide en
piezas separadas (más de 200), lo que obligaría a cambiar de planes. Alaya, por su parte,
confiaba en mantener al menos dos de las tres 'macrocausas' que ella inició y
que ha venido instruyendo hasta ahora.
En cambio, el TSJA
asignó provisionalmente el 'caso ERE' a Alaya, pero sólo mientras la causa
permanezca unida, y le dio categoría de 'macrocausa' al
delito societario de Mercasevilla, una investigación que está prácticamente terminada
ya, asignándola
también a la juez sevillana.
Hay que recordar que
Alaya ya se opuso por dos veces a la propuesta de la Fiscalía Anticorrupción de
separar la causa, obteniendo incluso el respaldo de la Audiencia de Sevilla. Pero aprovechando el relevo en el Juzgado, los fiscales han
vuelto a proponer lo mismo a la nueva titular, que está tramitando la petición.
La Fiscalía propone
crear una pieza sobre las comisiones pagadas a mediadores, otra sobre el
procedimiento específico y, finalmente, tantas como ERE se hayan financiado o
ayudas se hayan concedido: más de 200.
Si ello ocurriera, la
clave estaría en qué juez se hace cargo de la pieza del procedimiento
específico, que es la que afectaría a los ex presidentes de la Junta de
Andalucía Manuel Chaves y José Antonio Griñán y a sus ex consejeros imputados. Y lo que viene ocurriendo hasta ahora
invita a pensar que la estrategia de la nueva titular del Juzgado sería hacerse
cargo ella de esa pieza principal ¿¿???
Cuando se conoció que
Alaya sería magistrada de la Audiencia de Sevilla, el TSJA aprobó un plan de
refuerzos del Juzgado de Instrucción 6 de Sevilla que ya permitía intuir una
maniobra para apartar a la juez que ha puesto bajo su lupa la gestión de la
Junta de Andalucía en la última década.
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