martes, 9 de febrero de 2016

Editoriales. recomendadas. España carnavalea, por Javier Redondo + El fiasco de los nuevos alcaldes: sectarismo y gestión ineficaz + Los 'descuidos' de Podemos, por Carlos Cuesta = ¿Que esta pasando...?. La convivencia pacífica y la paz social, un bien incalculable que hay que proteger.


España carnavalea, por Javier Redondo.



Con populistas y neocaudillistas pavoneándose en las instituciones la defensa de la ley y la concordia será mucho más difícil: porque aumenta su influencia y quien los necesita se obliga a mirar para otro lado. Su proceder es de manual: uso, abuso y desuso de la ley. Toda cuestión se traslada a la calle. El fervor popular disuelve los argumentos y genera división. Las personas somos muy parecidas, hacemos lo mismo cada día; nos conmueven, motivan y decepcionan las mismas cosas. Pero los populistas fomentan la división. Inoculan en la sociedad el virus de la discordia. Esos padres fueron con sus hijos a una función infantil. No esperaban que se les corrompiera con los agravantes de disfraz y circunstancias. A estas horas España se fragmenta meliflua, inane y folclórica entre quienes piden «¡ay! libertad de expresión» -las hay feministas pata negra- y quienes acusan a los titiriteros de enaltecimiento del terrorismo. Nada que hacer.
  
El precipicio moral al que se asoma nuestra sociedad está muy relacionado con el deterioro estético y la calidad de nuestras élites, no sólo políticas. Esta España festivalera y popular carnavalea hasta cuando pretende ponerse reflexiva y seriecilla. Sin embargo, el desorden intelectual en el que nos han sumido tantos años de corrección política, promoción de la anomia y desafección hacia las formas afecta a nuestra capacidad para el discernimiento, sobre todo cuando colisionan objetos políticos que enfrentan a los biepensantes -en pinza hoy con los «liquidacionistas»- con sus contradicciones.

Apenas una minoría de intelectuales y casi ningún político se atreve con según qué dilemas: pasó con los abusos de mujeres en Colonia; y después cuando las autoridades venezolanas retuvieron, desnudaron, vejaron y coaccionaron a Lilian Tintori en un aeropuerto. La ideología lo pudre todo, y la de género se olvida con frecuencia de las mujeres. Un bebé expuesto en el Congreso es un insulto a los cientos de miles de mujeres que «concilian» a base de estirar el día hasta la extenuación y llevar las ojeras puestas a diario.


EDITORIAL

El fiasco de los nuevos alcaldes: sectarismo y gestión ineficaz

Resultado de imagen de Historia enciclopedica del mundo al reves

Las elecciones municipales de mayo del año pasado rubricaron un viraje político de calado en algunos de los principales ayuntamientos de España. Manuela Carmena y Joan Ribó reconquistaron para la izquierda las alcaldías de Madrid y de Valencia, tras 24 años de hegemonía del PP, mientras Ada Colau y su partido instrumental se impusieron por la mínima en Barcelona. A ellos se sumaron Pedro Santisteve, quien se convirtió en primer edil de Zaragoza con una marca similar a la de sus homólogas madrileña y barcelonesa; José María González, Kichi, alcalde de Cádiz; y los ediles de las denominadas 'mareas' gallegas en La Coruña, Santiago y Ferrol. Medio año después, las promesas de cambio y de regeneración que auparon al poder a estos dirigentes han devenido en una gestión ineficaz, huera y marcada por el sectarismo de quien antepone la imposición de sus parámetros ideológicos a un municipalismo basado en dar solución a los problemas de los ciudadanos. Una incongruencia especialmente lacerante en quienes agarraron el bastón de mando bajo el mantra populista y falaz del empoderamiento del pueblo.

El desgaste del bipartidismo, los efectos de la crisis y el éxito político de armar las candidaturas alrededor de la confluencia de varios partidos de izquierda -siempre pastoreados por Podemos- son algunas de las principales razones que explican la entronización de los nuevos alcaldes. En cambio, su prioridad no están siendo «las personas», tal como pregonaban, sino recuperar la supremacía cultural, lo que inevitablemente acarrea concentrar la acción política en los símbolos, los gestos, las frases hechas o el exhibicionismo en las redes sociales. Esta estulticia, unida al amateurismo y la falta de seriedad en la dirección política, se hallan en la raíz de espectáculos bochornosos como el del pasado viernes en Madrid, con motivo de la obra infantil de títeres programada por el Ayuntamiento de la capital durante las fiestas de Carnaval. A cargo de la compañía Títeres desde Abajo, la función incluía escenas en las que un personaje acuchillaba a una monja, ahorcaba a un juez y pegaba a un policía y a una embarazada, y concluía con la exhibición de una pancarta en la que se leía «Gora Alka-ETA». Varios padres presentes en la representación denunciaron los hechos y la Policía detuvo a dos actores, acusados de enaltecimiento del terrorismo.

Ayer, el juez de la Audiencia Nacional Ismael Moreno ordenó prisión provisional sin fianza para los dos arrestados, después de que el ministro del Interior calificara de «repugnante» el número de los titiriteros. La gravedad del delito que se les imputa a éstos tendría que haber provocado una reacción contundente del Ayuntamiento de Madrid. Sin embargo, la concejal de Cultura, Celia Mayer, se limitó a destituir a los programadores que contrataron la obra, tras escudarse en que la sinopsis recibida con anterioridad no se correspondía con lo que se puso en escena. Mayer debería dimitir o bien Carmena debería destituirla. Y no sólo por este episodio, sino por su responsabilidad en el error reciente en la retirada de una placa de homenaje a frailes carmelitas -aplicando torticeramente la Ley de Memoria Histórica- y en la polémica alrededor de la Cabalgata de Reyes.

La obsesión de los alcaldes de Podemos por instrumentalizar la cultura se ha convertido en un axioma entre estos munícipes. Un exponente nítido de ello es Kichi, alcalde de Cádiz, con el que EL MUNDO inicia hoy una serie sobre los ayuntamientos que controla la formación de Pablo Iglesias. Rehén de Izquierda Anticapitalista, una de las corrientes internas de Podemos más radicales, el regidor morado ha decidido explotar la popularidad como paroxismo del poder abandonando sus promesas a los colectivos más vulnerables -incluida la plataforma antidesahucios-, contratando asesores a dedo y paralizando grandes proyectos para la ciudad gaditana. La práctica no es exclusiva de Kichi. Revela la ausencia de modelo de ciudad de los ayuntamientos de Podemos y puede extrapolarse a Carmena, quien no ha podido evitar la renuncia del grupo Wanda a rehabilitar el Edificio España; o a Colau, cuyos titubeos a la hora de amarrar la ubicación del Mobile World Congress en la capital catalana se sumaron a la decisión tajante de suspender las licencias hoteleras.

El filósofo Tzvetan Todorov, en una entrevista con 'El Cultural' el pasado viernes, azotaba la profesionalización de la clase dirigente en Francia y simpatizaba «con esa búsqueda española» de nuevos actores políticos. «Claro que soy consciente de que, cuando uno busca, no tiene la seguridad de encontrar algo mejor», apostillaba. El aserto sirve para consignar la frustración generada por los autoproclamados «ayuntamientos del cambio». Porque, en caso de que se hubiera notado tal cambio, pocos dudan ya a estas alturas que ha sido a peor. 

Los 'descuidos' de Podemos, por Carlos Cuesta.


Todo es por descuido. Si aparece una ruta de dinero de Irán o Venezuela, ni sabían de su existencia. Si el teléfono de Iglesias surge en un listado de Herrira o se lo paga una empresa iraní, ni se acordaba. Y si una obra infantil de títeres acaba con un cartel de gora ETA, entre ahorcamientos de jueces y apuñalamientos de monjas, es que desconocían el contenido. Pero las rutas están. Las reuniones con Venezuela están. Los pagos de Irán están. Y sus señas de identidad se suceden en títeres, cabalgatas o retiradas de placas y nombres de calles. Porque, como dijo el concejal madrileño Carlos Sánchez Mato: «No queremos ser los mejores gestores del sistema, hemos venido a derribarlo»

.El espectáculo de títeres La bruja y Don Cristóbal fue promocionado con un cartel en el que se añadía el lema «a cada cerdo le llega su San Martín». En ese cartel aparecían, además, dos obras: Contra la democracia (editada por Grupos Anarquistas Coordinados) y Manifiesto SCUM (enmarcado en el feminismo radical de los años 60). La compañía tenía un vídeo promocional en su web en el que se podía observar parte de las barbaridades que luego fueron expuestas a los niños madrileños. La compañía ensayó el espectáculo en Granada, en un cuarto prestado por la CNT, sindicato que se define como «revolucionario de ideología anarquista». ¿Fue un descuido contratarles?

El cambio del callejero madrileño acabó igualmente en polémica. Los trabajos de asesoría los desarrolló la Cátedra de Memoria Histórica de la Complutense. Mirta Núñez Díaz-Balart es la directora de esa Cátedra. Es periodista y tiene como entidad colaboradora a la Asociación de la Memoria Social y Democrática, fundada por Miguel Núñez González, comisario político en la Guerra Civil del bando republicano. Díaz-Balart es vicepresidenta de esta asociación. Otras asociaciones colaboradoras son la Fundación 1 de Mayo, de CCOO, y la Largo Caballero, de UGT. ¿Le pareció a Carmena la persona más neutral?

La cabalgata de Reyes provocó igualmente la indignación de cientos de padres. Los organizadores designados por Carmena contaban con participantes, como David Fernández, muy activos en redes sociales. Dos días antes escribió: «Esto demuestra el compromiso radical (y aquí hablo en mi nombre) con nuestro trabajo y nuestra idea de una sociedad mejor: aborrecemos a los Reyes Magos y lo que representan».

¿Todo es un descuido? ¿O más bien, como ha repetido Monedero, se trata de que «el miedo cambie de bando»? De una estrategia de ingeniería social donde lo único que importa es reescribir la Historia y reeducar a la gente. Aunque ello implique la vulneración de la verdad y la libertad individual.




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