- “Quienes así actúan, sean profesores universitarios o sin oficio conocido, demuestran su inmadurez cultural, su analfabetismo constitucional y, por ende, político”
- “Acatar la Constitución en su plenitud conlleva lógicamente el sometimiento al título X, pues para casi todo el mundo es cierto que el todo contiene a la parte”
- “La reforma constitucional federal con la que Pdr Snchz quiere atraer a los nacionalistas continuará siendo el sueño de un iluminado con menos fondo que las latas de anchoas con las que anteayer le obsequiaba el presidente cántabro”
http://www.eldemocrataliberal.com/2016/01/el-show-del-juramento-dame-argo.html
El show del juramento: “Dame argo”
martes, 19 de enero de 2016
Artículo de Paco Romero
- “Quienes así actúan, sean profesores universitarios o sin oficio conocido, demuestran su inmadurez cultural, su analfabetismo constitucional y, por ende, político”
- “Acatar la Constitución en su plenitud conlleva lógicamente el sometimiento al título X, pues para casi todo el mundo es cierto que el todo contiene a la parte”
- “La reforma constitucional federal con la que Pdr Snchz quiere atraer a los nacionalistas continuará siendo el sueño de un iluminado con menos fondo que las latas de anchoas con las que anteayer le obsequiaba el presidente cántabro”
El show en el que los
independentistas y antisistemas han convertido las cámaras do mora la soberanía
popular sin que se derive
consecuencia alguna, ha desembocado en un esperpento que solo puede ocurrir en este
“bendito” país.
De telonera, la Carme del Parlament (que no la de
Merimée), cercana al clímax, si no en el punto de no retorno, interrogó al que
instantes después sería proclamado Molt Honorable President de la Generalitat
de Catalunya: “¿Promete cumplir lealmente las obligaciones del cargo de
presidente de la Generalidad con fidelidad a la voluntad del pueblo de Cataluña
representado por el Parlamento?”. A su interlocutor solo le cupo el honor de
responder con un monosílabo, naturalmente en sentido afirmativo y, naturalmente
también, en la lengua del lugar.
No contentos con ello, y en su eterno afán de
superación, los titiriteros en Cortes, amén (con perdón) de buscar retorcidas
fórmulas de compromiso, se permitieron utilizar melodramática y
lacrimógenamente -porque ellos sí que pueden- al bebé de la talludita mamá
Bescansa al estilo -no encuentro diferencias- de las señoras que, en una
esquina de cualquier ciudad de España, pide limosna portando en brazos a un
menor. En definitiva, convirtiendo el consabido e indeterminado “dame argo” en
el más determinante y absolutamente determinado “dame tu voto, miarma”.
Cada uno de los representantes de
la nueva casta prometió “acatar la Constitución y trabajar para cambiarla”, seguido de
apostillas de cosecha propia tales como “nunca más un país sin su gente y sin sus
pueblos”, resaltando la del alambicado Errejón, que se quedó tan pancho tras su
parrafada: “por la soberanía del pueblo, por una España nueva, per la
fraternitat entre els pobres; porque fueron somos, porque somos serán”.
Soflamas de todos los colores que tuvo su contrapartida en
el Senado donde cargos electos del Partido Popular cayeron en la trampa de
revestir con prendas inadecuadas la fórmula legal: “sin imperativo de ningún
tipo, con convicción personal, para defender la Constitución de los que la
utilizan”, afirmó Pedro José Pérez, o el juramento “como catalán y orgulloso
español” del líder del PP en Cataluña, García Albiol.
Quienes así actúan, sean profesores universitarios
o sin oficio conocido, demuestran su inmadurez cultural, su analfabetismo constitucional y, por ende,
político. Su
ignorancia queda reflejada en el uso de la redundancia al margen del recurso
literario: los cuatro últimos artículos de nuestra Constitución
dejan meridianamente claro las mayorías y procedimientos necesarios para su
reforma y
ahí están para su correcto uso. Acatarla en su plenitud conlleva lógicamente el
sometimiento al título X, pues para casi todo el mundo es cierto que el todo
contiene a la parte.
Una cosa es la parafernalia de la política y otra
bien distinta son “las cosas de comer”, ésas con las que -tenemos
claro- no se juega. Seguro
estoy, por ejemplo, que en los expedientes administrativos de nuestros (ex)
compañeros y ahora diputados, Sergio Pascual y Auxiliadora Honorato, tras la toma de posesión como
funcionarios de carrera, no consta añadido alguno a su rubricada promesa de
guardar y hacer guardar la Constitución; seguro estoy,
reitero, que no se permitieron licencia alguna y que ni aún hoy se la
permitirían.
Son los artículos 108.8 de la Ley Orgánica 5/1985,
de 19 de junio, del Régimen Electoral General, y 1 del Real Decreto 707/1979,
de 5 de abril, los que establecen los requisitos, contenidos, modos y fórmulas
de juramento o promesa de acatamiento a la Constitución.
El Tribunal Constitucional ha
señalado
(STC 119/1990) que “para tener por cumplido el requisito legal de
prestación de juramento o promesa de acatamiento a la Constitución no bastaría solo con emplear la fórmula ritual, sino emplearla, además, sin acompañarla de cláusulas o
expresiones que de una u otra forma, vacíen, limiten o condicionen su sentido
propio, sea cual fuese la justificación invocada para ello”.
En este sentido, el Alto Tribunal ha
destacado que “tal doctrina no permite colegir cualquier añadido, quedando taxativamente prohibidos
aquellos que desnaturalicen o vacíen de contenido el acatamiento, mediante fórmulas que
supongan un fraude de ley o priven de sentido al propio acatamiento”. Sin embargo, “la fórmula de juramento o
promesa no es incompatible con adiciones que no supongan su incumplimiento”. Por ello, la STC 119/1990 ha
distinguido que añadidos del tipo “por imperativo
legal” denotan simplemente, “que el acatamiento no es una decisión espontánea sino
simple voluntad de cumplir un requisito que la ley impone para
obtener un resultado querido que es alcanzar un cargo”.
La solución a la cuestión solo puede llegar de la
mano de una reforma legal que establezca una fórmula definitiva
para adquirir la condición de servidor público perseguida, de tal manera que, hasta que no
se consume, el nombramiento no generará efectos legales. Así no será suficiente con formar parte de unas
listas, ni siquiera con el apoyo del electorado, si no va
inmediatamente seguido del acatamiento de la Constitución y del resto de normas
que, para más inri, son las que le permiten optar al cargo. En caso contrario, la opción
decaería en favor del siguiente miembro de la lista.
Claro que tenemos un gran
problema: la LOREG, como
ley orgánica, igual que ocurre con la cacareada derogación de la LOMCE, solo puede ser modificada por
unas mayorías que ningún grupo posee en el Congreso de los Diputados. Actualmente, solo con el
acuerdo de los dos grandes partidos, al parecer imposible, o de uno ellos con
las otras dos alternativas, puede iniciarse un procedimiento en ese sentido.
Por el mismo motivo, lo otro, lo de la reforma constitucional federal con la
que Pdr Snchz quiere atraer a los nacionalistas continuará siendo el sueño de
un iluminado con menos fondo que las latas de anchoas con las que anteayer le
obsequiaba el presidente cántabro.
Eso sí, todos, los de la casta
los primeros, le echaron mano al maletín de piel, algunos intentando ocultarlo sin éxito
bajo el abrigo, mientras anunciaban mochilas tras las próximas elecciones.
Y casi todos
recurrieron a la guardería de la cámara, a excepción de la potentada señora
Bescansa que prefirió el arrope de la “chacha” en los momentos en que la mamá se
disponía al “sacrificio” por la hente. Igualico, igualico al que se sometían
los comunistas de los 70, descendientes en su mayoría de los jerarcas del
régimen -como bien sabemos los de pueblo- y que, “sorpresivamente”, han acabado
heredando la fortuna de sus progenitores huyendo de aquellos pensamientos
“malsanos” de la juventud.
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