- El auto de la juez sobre Aznalcóllar da un vuelco a la situación política
Las vueltas que da
la vida
VICTORIA PREGO
Es la segunda vez que
la jugada le sale mal a Susana Díaz. La primera fue cuando se lanzó a
adelantar un año las elecciones, convencida de
su capacidad para obtener una mayoría absoluta que la entronizara como la líder
indiscutida del Partido Socialista a nivel nacional y le permitiera gobernar
Andalucía con comodidad. No acertó en sus cálculos y mira cómo se ve ahora.
Y la segunda
vez que ha errado en sus cálculos
ha sido cuando decidió
convocar para hoy una tercera votación de investidura que estaba condenada de
antemano al fracaso porque no había tiempo para
avanzar en nuevas negociaciones pero que, sin embargo, le permitiría ocupar el papel de víctima y
volcar sobre los partidos de la oposición la responsabilidad del bloqueo
institucional. Dejando
a un lado el hecho de que es falso que el Gobierno en funciones quede
paralizado hasta que se resuelva favorablemente la investidura y que no se
pueda gobernar en estas condiciones, que sí se puede y que es, además, su
obligación, el cálculo se le ha vuelto en contra porque le ha estallado en la cara
el asunto de la adjudicación de Aznalcóllar, que es una decisión de su estricta
responsabilidad.
Ya no hay sitio para sus reproches porque los reproches salen
ahora de la boca la de sus adversarios, se dirigen directísimamente a ella y la han sepultado en una
posición de defensa desde la que no dispone de ninguna capacidad de maniobra. La situación hasta hace dos días apuntaba a un acoso creciente a los
líderes del PP -al andaluz y al nacional- a
quienes desde todos los puntos del socialismo se
apuntaba ya como responsables directos de la supuesta, y falsa, paralización de
la acción de gobierno.
Pero el auto de la juez Patricia
Fernández ha dado un vuelco al panorama y ya nadie tiene que justificar su voto
negativo de hoy. Por lo tanto, y mientras se aclara
esta oscura adjudicación, queda claro que la votación
decisiva para la investidura de Díaz no tendrá lugar hasta después de las
elecciones locales y autonómicas del día 24. Más tiempo, por lo tanto, para la negociación
decisiva: la que mantienen el PSOE y el PP. Sigue en el aire, pero ahora con
más fuerza que nunca, la pretensión de los
populares de que los socialistas acepten, al menos en la comunidad andaluza,
que gobierne la lista más votada. Este acuerdo,
que beneficiaría extraordinariamente al PP porque le permitiría conservar
muchas capitales y grandes ciudades, tiene ahora más posibilidad de salir
adelante por una razón: porque la posición de la presidenta de la Junta es
mucho más débil hoy que hace dos días. Y seguirá así durante mucho más tiempo.
Ésa es la baza del PP. Falta saber si el secretario general del PSOE aceptará
un acuerdo que le forzaría a extenderlo a todas las comunidades y ayuntamientos
de España o, en caso contrario, a explicar por qué en Andalucía sí y en Madrid
no. Y esa explicación no sería fácil porque se supone que el sistema elegido
afectaría a los principios sobre los que se asienta el sistema.
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