jueves, 9 de abril de 2015

Máxima difusión. Artículos de Gonzalo Guijarro de lectura inexcusable: “Dame pan y dime tonto”; la red clientelar basta para mantener cautivos los votos que aseguran una mayoría suficiente + Artículo “Empleados públicos”; Tras esos términos tan innovadores casi siempre se esconden discriminaciones. que benefician a unos enchufados sin cuya colaboración no podrían sacar adelante sus corruptelas por culpa de los funcionarios.

Los hechos ya han hablado....


  

¿Por qué existe y para que se crea la Administración paralela? = 3 grabaciones:  La Junta colabora con quien colabora; sistema Sabelete- Invercaria: los limites se han roto, no existe estado de Derecho, ni legalidad; esto es jauja, en Andalucía ¿todo vale....? ¿Qué dirá el TS y el TSJA? ¿Las Sentencias sobre la Reordenación del Sector Público,  “son de contenido imposible = sin procesos selectivos no hay Empleados Públicos;  nuestro ordenamiento jurídico- constitucional no permite el “acceso digital” al Empleo público =  “Aunque la mona la vistan de seda, mona se queda”




Tres grabaciones que desenmascaran el clientelismo de la Junta de Andalucía; los hechos han hablado y las piezas ya encajan; no actuar y permitir la continuidad del Régimen; hará cómplice al partido, que lo permita ¿¿???


De lectura inexcusable. 


  • Artículo “Dame pan y dime tonto : A mi entender, si algo demuestran los resultados de las recientes elecciones andaluzas es que la red clientelar tan cuidadosamente construida por el partido en el poder basta para mantener cautivos un tercio de los votos, lo que unido a la ley d'Hont asegura, si no la mayoría absoluta, sí una mayoría suficiente para gobernar con una más o menos disimulada connivencia de cualquier partido que pretenda participar de los beneficios del sistema........ Todo esto no se ha producido por casualidad ....... Habrá que ver lo que sucede en un futuro próximo, cuando la Unión Europea exija el reintegro de los fondos para formación defraudados y empiece a escasear el dinero público con que se engrasa el sistema. Yo preveo.....

 

  • Recordando: Artículo “Empleados Públicos. De un tiempo a esta parte, los responsables políticos de la Junta de Andalucía han dejado de utilizar en sus declaraciones el claro y preciso término «funcionarios» sustituyéndolo por el mucho más vago de «empleados públicos». .......... aclarar el significado de uno y otro y señalar lo que puede haber detrás de esa aparentemente inocente innovación lingüística..... ¿discriminaciones y trato de favor para la administración paralela? ......... Por otra parte, la propia presidenta de la Junta, Susana Díaz, ha aprovechado recientemente la turbiedad del término «empleados públicos» para disimular el trato de favor que reciben los integrantes de la administración paralela. Así, ha declarado que «todos los empleados públicos recuperarán en 2015 parte del dinero congelado en ejercicios presupuestarios anteriores, incluidos los trabajadores de entes instrumentales». La declaración es tendenciosamente inexacta; los «trabajadores de los entes instrumentales», es decir, los nombrados a dedo por los políticos, recuperarán el 5% que les bajó, es decir, que recuperarán la totalidad de los recortes salariales que han sufrido. Y es preciso insistir en que sus sueldos son absolutamente opacos. Los funcionarios, no. Los funcionarios recuperarán tan sólo la parte de sus pagas extraordinarias que, según los tribunales de justicia, la Junta de Andalucía les arrebató de forma ilegal. Es decir, tan sólo un 24,04% de los recortes que han sufrido desde el comienzo de la crisis. .......... Detrás de esos términos tan innovadores, tan inclusivos y tan igualitarios que tanto les gustan, casi siempre se esconden antiquísimas discriminaciones que benefician a unos enchufados sin cuya colaboración no podrían sacar adelante sus corruptelas por culpa de los funcionarios.

http://www.elmundo.es/andalucia/2015/04/09/55262730e2704edf678b456e.html


Dame pan y dime tonto.

GONZALO GUIJARRO. 09/04/2015

La red clientelar basta para mantener cautivos los votos que aseguran una mayoría suficiente

A mi entender, si algo demuestran los resultados de las recientes elecciones andaluzas es que la red clientelar tan cuidadosamente construida por el partido en el poder basta para mantener cautivos un tercio de los votos, lo que unido a la ley d'Hont asegura, si no la mayoría absoluta, sí una mayoría suficiente para gobernar con una más o menos disimulada connivencia de cualquier partido que pretenda participar de los beneficios del sistema.

La ley d'Hont, que favorece al partido más votado, tuvo inicialmente el sentido de facilitar la gobernabilidad de un país que comenzaba entre grandes dificultades y riesgos una andadura democrática. Al cabo de más de treinta años, sin embargo, su aplicación en la ley electoral andaluza sólo sirve para mejorar el rendimiento político de la red clientelar de la Junta.

De la eficacia del funcionamiento de esa red no cabe duda, pues resulta sorprendente que, al mismo tiempo que la corrupción aparece en las encuestas como uno de los principales motivos de preocupación de los ciudadanos andaluces, un tercio de los votos de esos mismos ciudadanos vayan a un partido que tiene imputados en gravísimos casos de corrupción a un número escalofriante de sus dirigentes. A un partido que, además, continúa haciendo todo lo posible por dificultar la instrucción de los sumarios y que ha blindado con aforamientos a los máximos responsables de esa corrupción.

La red clientelar basta para mantener cautivos los votos que aseguran una mayoría suficiente

Evidentemente, a buena parte de esos ciudadanos la corrupción no les preocupa más que de boquilla; en realidad, se sienten beneficiados por el tinglado, aunque de forma poco confesable. Los más de treinta mil enchufados de la administración paralela, los seudoempresarios receptores de subvenciones sin control, los beneficiarios de los ERE fraudulentos, los sindicalistas que se gastan el dinero público en comilonas, los organizadores de cursillos inexistentes, los perceptores vitalicios de subsidios y los funcionarios que se pliegan a la arbitrariedad de los políticos a cambio de injustificables ventajas, más buena parte de las familias de todos ellos, son los interesados en mantener el corrupto régimen imperante.

Todo esto no se ha producido por casualidad; al 'cliente' de la red andaluza se le cría desde su más tierna infancia para ese fin, sometiéndolo a un sistema de enseñanza que le impide adquirir, por un lado, la capacidad de pensamiento abstracto necesaria para desarrollar un espíritu crítico, y por otro, los conocimientos precisos para competir con eficacia e independencia en un mercado de trabajo libre. Para lograr esto, previamente se ha colonizado el sistema de enseñanza con una turba de asesores y pedagogos que, blindando sus perniciosas maquinaciones con palabras como 'integración', 'solidaridad' o 'igualitarismo', impiden su normal funcionamiento. El igualitarismo y la supuesta solidaridad con los más incapaces o haraganes son la coartada bajo la que se impide a los capaces y a los voluntariosos desarrollar sus talentos. El acoso a los maestros y profesores que todavía intentan mantener en sus clases los principios constitucionales de mérito y capacidad completa la eficacia del sistema.

El triste fruto de esas políticas perversas es un porcentaje suficiente de individuos convencidos de su derecho a recibir unas titulaciones que, de hecho, no acreditan formación real alguna; un porcentaje suficiente de individuos que, después, acostumbrados como están a recibirlo todo sin mérito ni esfuerzo, ingresarán con naturalidad, sin sombra de remordimiento, en la vasta red de amiguismos, subsidios y fingimientos que mantiene el régimen andaluz. Para eso basta con que hayan aprendido las machaconas y vacías consignas de lo políticamente correcto, que es con lo que se les ha bombardeado en las aulas, y digan públicamente lo correcto al tiempo que votan secretamente a los que los han convertido en 'clientes', a los untuosos defensores de los incapaces titulados que ellos mismos producen.

El sistema clientelar lleva funcionando más de treinta años, pero con rendimientos decrecientes. Estos últimos años ha funcionado gracias a miles de millones de euros dilapidados en las hueras instituciones de la administración paralela y en la fraudulenta subvención de ERE y cursos de formación ilusorios cuya inexistencia no parece haber escandalizado a muchos de sus supuestos beneficiarios. Habrá que ver lo que sucede en un futuro próximo, cuando la Unión Europea exija el reintegro de los fondos para formación defraudados y empiece a escasear el dinero público con que se engrasa el sistema. Yo preveo multitudinarias manifestaciones callejeras, orquestadas desde el poder político y los sindicatos, en las que se clamará contra la cicatería de Bruselas y en defensa de la dignidad de los ciudadanos andaluces.

* Gonzalo Guijarro es profesor jubilado y escritor




Empleados públicos.

Tras esos términos tan innovadores casi siempre se esconden discriminaciones.

GONZALO GUIJARRO . 22/11/2014


De un tiempo a esta parte, los responsables políticos de la Junta de Andalucía han dejado de utilizar en sus declaraciones el claro y preciso término «funcionarios» sustituyéndolo por el mucho más vago de «empleados públicos». La finalidad del presente artículo es aclarar el significado de uno y otro y señalar lo que puede haber detrás de esa aparentemente inocente innovación lingüística.

Los funcionarios acceden a sus puestos mediante un proceso de selección pública, abierta a todos los ciudadanos y basada en los principios constitucionales de igualdad, mérito y capacidad. Es decir, mediante un proceso de selección igualitario y transparente. Sus atribuciones y sueldos están claramente regulados y aparecen cada año reflejados en el BOE. Los funcionarios están al servicio de los ciudadanos y su independencia de los responsables políticos de turno (a los que no deben nada) garantiza su escrupuloso cumplimiento de la ley, al margen de los intereses partidarios.

El borroso concepto de «empleados públicos» incluye a los funcionarios, pero también a todo aquél que perciba un sueldo del Estado, sea cual sea el procedimiento por el que ha llegado a percibirlo. Es decir que, con este turbio concepto, se pretende disimular el hecho de que los asesores, cargos de confianza y demás integrantes de la llamada administración paralela han sido contratados a dedo por los políticos intentando así asimilarlos de matute a la transparente condición de los funcionarios. Sin embargo, nada más lejos de la realidad: todos esos «empleados públicos» han sido contratados de manera absolutamente opaca, sin concurso público alguno, con lo que sólo aquéllos que forman parte de los círculos más próximos a los políticos pueden acceder a esos puestos. Debido precisamente a esa opacidad, no existe control alguno sobre los sueldos que perciben ni sobre sus actuaciones. Unas actuaciones en las que, dada su directa dependencia del político de turno, nada garantiza la sujeción a la ley.

Así las cosas, la predilección de los políticos andaluces por la expresión «empleados públicos» resulta de lo más sospechosa, sobre todo si tenemos en cuenta el acoso laboral sufrido a lo largo de años por el funcionario jefe del departamento de gestión de Formación Profesional Ocupacional, Teodoro Montes, ahora testigo clave en el presunto fraude de los cursos de formación. Y es necesario recordar que los responsables políticos del control del dinero público destinado a formación impidieron presuntamente la labor de este funcionario, traspasando el trabajo que le correspondía a algunos de esos «empleados públicos» de los entes instrumentales de la Junta. Unos «empleados públicos» que, al parecer, no se ciñeron en lo más mínimo a la legalidad vigente permitiendo con ello la subvención de cursos inexistentes.

Por otra parte, la propia presidenta de la Junta, Susana Díaz, ha aprovechado recientemente la turbiedad del término «empleados públicos» para disimular el trato de favor que reciben los integrantes de la administración paralela. Así, ha declarado que «todos los empleados públicos recuperarán en 2015 parte del dinero congelado en ejercicios presupuestarios anteriores, incluidos los trabajadores de entes instrumentales». La declaración es tendenciosamente inexacta; los «trabajadores de los entes instrumentales», es decir, los nombrados a dedo por los políticos, recuperarán el 5% que les bajó, es decir, que recuperarán la totalidad de los recortes salariales que han sufrido. Y es preciso insistir en que sus sueldos son absolutamente opacos. Los funcionarios, no. Los funcionarios recuperarán tan sólo la parte de sus pagas extraordinarias que, según los tribunales de justicia, la Junta de Andalucía les arrebató de forma ilegal. Es decir, tan sólo un 24,04% de los recortes que han sufrido desde el comienzo de la crisis.

Además, dentro de la ya habitual postura favorable de los llamados sindicatos mayoritarios a la opacidad de los entes instrumentales de la Junta, resulta de lo más significativo que la máxima dirigente del sindicato UGT en Andalucía (sí, el sindicato de los ERE y los cursillos de formación ilusorios y demás) se haya mostrado públicamente satisfecha por esta supuesta igualdad de trato a todos los «empleados públicos».

En resumen, la lección útil que podemos extraer de esto es que las innovaciones lingüísticas de los políticos prácticamente nunca son inocentes. Detrás de esos términos tan innovadores, tan inclusivos y tan igualitarios que tanto les gustan, casi siempre se esconden antiquísimas discriminaciones que benefician a unos enchufados sin cuya colaboración no podrían sacar adelante sus corruptelas por culpa de los funcionarios.

Gonzalo Guijarro es miembro de la Asociación de Profesores de Instituto de Andalucía (APIA)



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Identifícate para poner comentarios.
Los comentarios solo se podrán poner durante unos días...