viernes, 15 de enero de 2016

Pixelar el Congreso, por Antonio Burgos: ...porque la cara a cuadritos, completamente pixelada, se nos ha puesto a los votantes: un golpe desde las urnas; los únicos bien vestidos y respetuosos, antes en el Ayuntamiento de Cádiz, ahora en la sede de la soberanía nacional, eran los ujieres.... + Ni payaso ni tenor ni jabalí, por Andalucía Libre.

Pixelar el Congreso



Ea, la Bescansa ya ha "bescansado". Ya ha dado el numerito con el niño, pobre criatura, en ese Congreso que con tal panda de perroflautas le hace la competencia desleal al Gran Circo Mundial. Los socios del Club de Fans de Miss Aurori, al que estoy apuntado junto con Paco Robles y Fernando Carrasco, estamos muy preocupados: el numerito de la Bescansa con su bebé ha tenido mucha más repercusión que el de los tigres blancos. Todas las gacetas y televisiones han tenido mucho cuidado en pixelar la carita del chiquillo, que era "La falsa monea" en versión Podemos: de mano en de mano va, de Errejón a Iglesias, y ninguno se lo queda. No se le fuera a mear encima, no por otra cosa. Me estoy imaginando la escena parlamentaria. Ese Francisco Javier López, presidente de la Cámara... (Me niego a escribir Pachi, por el respeto que le tengo a la institución, y mucho menos con el grupo consonántico "tx" propio del vascuence y ajeno al español). Ese presidente anunciando:


-- Vamos a hacer una pausa de quince minutos, porque ese niño se ha cagao y no hay quien soporte el pestazo... A ver si su señoría le cambia los dodotis.

Han pixelado la carita del niño en aplicación de la Ley del Menor. Una chuminá. A quien había que aplicarle la Ley del Menor es a la madre, por maltrato infantil: hacerle a la criatura la perrería de llevarlo a las Cortes para montar el numerito, y dejarnos de pixelerías. Pixelar, saben, es poner la cara a cuadritos de quien no quieren que identifiquemos en la foto: un menor, un agente de la autoridad. Pero la cara a cuadritos, completamente pixelada, se nos ha puesto a los votantes, al ver cómo la mugre, la gentuza, la chusma, las raftas, los Código Tres y las hordas podemitas han tomado en el Congreso. El número ha sido como lo de Pavía, pero sin caballo. O como lo de Tejero, pero desde las urnas. Un golpe. Después del otro golpe de Estado que han perpetrado los separatistas en Cataluña, ante un Gobierno de Madrid con la cobardía en fase creciente y la autoridad en fase menguante. (¿El 155? Bien, gracias.)




Los que rodearon un día el Congreso lo han tomado ahora. Y se han presentado todos con el uniforme del cuerpo al que pertenecen. Con el uniforme de la Castuza. Detentan, además, la exclusividad de la representación "del pueblo". No, miren ustedes: "el pueblo" entró en el Congreso cuando llegaron los primeros diputados de las Cortes Constituyentes. Y sin montar el numerito. ¿Les parece poco "pueblo" el que entró en el Congreso con La Pasionaria de diputada, gracias a la Constitución que aprobamos en referéndum y promulgó el Rey Nuestro Señor? Los que rodearon el Congreso tras el 15-M lo han tomado valiéndose de las leyes que quieren dinamitar. Y haciendo un concurso de a ver quién decía más chorradas al jurarlas en vano. Entraron ya con el perjurio puesto. Todo por culpa de un PP hoy más cobardón que ayer, pero menos que mañana, que no desalojó a tiempo la Puerta del Sol en el 15-M y se crecieron. Aquella tiendas de campaña de Quechua trajeron estos bebés en los escaños, estos delincuentes paseándose ante el presidente del Gobierno, estas raftas, estas camisetas mugrientas, estos puños cerrados (de ingrata memoria histórica) alzados al votar. ¿Qué hubiera pasado si uno del PP vota alzando el brazo con la mano abierta, en plan C.A.F.E., querido Eusebio León? Levantan cerrado el puño del odio que quemó San Julián, montan el numerito, y No Passsa Nada en Madrid. Como tampoco Passssa Nada en Cataluña, aunque se limpien en la Bandera de España antes de quemarla.

¿Pixelar al niño? Al que hay que pixelar es al Congreso entero que permite este espectáculo. Ha ocurrido como cuando la toma de posesión de Kichi de Cai: todos los concejales en mangas de camisa y, mientras, los pobres ordenanzas abrochados hasta el último botón, con corbata y chaqueta con galones. Los únicos bien vestidos y respetuosos, antes en el Ayuntamiento de Cádiz, ahora en la sede de la soberanía nacional, eran los ujieres. ¿Que ha entrado el pueblo? ¿Te-quì-í-ya a la Venta El Nabo, empezando por el llamado Pachi que consintió el lamentable espectáculo? Ha entrado la chusma y la Castuza, que no es lo mismo.




¿¿¿¿Pero hacia  donde vamos.....¿¿???




Ni payaso ni tenor ni jabalí



Texto del fragmento del discurso de José Ortega y Gasset en las Cortes republicanas del día 30 de julio de 1931 en el que advierte que al Parlamento no se va a hacer ni el payaso, ni el tenor ni el jabalí. Ayer se vio otra cosa distinta. No se nos ocurre mejor editorial.

Decía don José: "Pero además de estas razones, que nos afectan sólo a nosotros, hay otras más graves y decisivas que emergen de la condición de los tiempos.

Padecen gravísimo error los que presumen que podemos hacer la democracia que nos venga en gana.

Por eso es preciso evitar toda pérdida de tiempo y de esfuerzo. Al que no es de este tiempo no le importa perderlo; pero nosotros estamos resueltos a que se haga una España infinitamente actual, que se sienta firme, con las garra sobre la línea matinal del horizonte.

Por eso es preciso que no perdamos tiempo; que no se reproduzcan escenas lamentables en el Parlamento que recuerden loa pretéritos: Nada de divagaciones ni de tratar frívolamente problemas que sólo una revelación de técnica difícil puede aclarar; sobre todo, nada de estultos e inútiles vocingleos, violencias en el lenguaje o en el ademán.

Porque es de plena evidencia que hay, sobre todo, tres cosas que no podemos venir a hacer aquí: ni el payaso, ni el tenor ni el jabali. (Grandes y prolongados aplausos.)


Estas son, señores diputados, las razones en que fundamos nuestro programa de sobriedad."






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