martes, 26 de noviembre de 2013

Otras voces 25-11-2013 ....La Andalucía imparable....

...que mas nos queda por ver.....





  • Susanimidad; Díaz debería considerar seriamente el peligro de empacho, sospechar de tanto abrazo y lisonja.


  • Nuestra Esperanza de Triana.


  • La Salve susanista; desde el sábado ya no hay partido ni socialdemocracia en Andalucía, sólo susanistas y susanismo.
















La salve susanista


El domingo ya no estaba el puestecillo de suvenires, allí en ese espacio con cubiletes de ludoteca, como si el socialismo fuera una piscina de bolas. Pero el sábado había lápices o tazas o no sé si ambientadores, haciendo botica o capilla, y unos curiosos ositos de peluche pequeñitos, medio llaveros medio San Pancracios. Después de ver a Susana en su gloria de carreta, pensé que aquí ya no quieren gobernantes, sino políticos que te digan «te quiero» o «esperanza» al tocarles la tripita. Susana Díaz va a resultar una especie de gusiluz. Muy adecuado para el infantilismo político de nuestra sociedad, que cree en reyes de barba de caramelo y en calabazas con varita mágica.
Susana Díaz ha hecho una Ejecutiva de vecinos, como hizo un Gobierno de vecinos, siguiendo Andalucía en cabotaje, de descansillo en descansillo, igual que un ditero. El gabinete de prensa nos mandó la lista definitiva a las tantas de la madrugada, como una misión de James Bond, pero este PSOE andaluz se ha quedado sin sorpresas y sin acción, sólo queda una nómina de porteadores y una prótesis que saluda con poleas. Susana no es nada nuevo. Hace lo que ha hecho siempre el PSOE andaluz con una coreografía diferente, de bastonera. Tendría que mutar o ser abducida, porque por su historia, talante y capacidad, sabemos que no va a ir más allá del musical y del estilo Toñi Moreno.
Desde el sábado ya no hay partido ni socialdemocracia en Andalucía, sólo susanistas y susanismo
Desde el sábado, ya no hay partido, ya no hay socialdemocracia en Andalucía, sólo susanistas y susanismo, una especie de afición de Se llama copla, una fe de relicario hacia alguien que dice reconocer errores sin especificar cuáles, ni explica la manera en que los va a corregir, a la que aún no se le ha escapado un solo «cómo» de su bolso de Mary Poppins. Y todo apunta a que el susanismo será una moda en política, como el peinado de Letizia en sus primeros tiempos, y saldrán susanas de churrería en todos lados, en una inquietante invasión que ni aquélla del hula hoop.
Pero ayer era el día de los discursos de propina, entre barreduras y copas rotas. Llegaron Rubalcaba y Díaz, tardando en alcanzar el escenario, como boxeadores muy abrazados. Cambiaron el orden del programa y habló primero Rubalcaba. Yo no sabía que se podía hablar con la cabeza cortada, que así todo suena a ruido de cañerías rotas. Pero allí, ante su Reina de Corazones, como Alicia, le puso brío. «Habéis vuelto a acertar. Lleváis mucho tiempo acertando», dijo el pobre. Tenía que sacar al Rajoy membranoso y de dientes triangulares, pero no dejó de alabar a Susana, a la que definió con una palabra: «Poderío». Una rumba de Los Manolos.
A Susana Díaz le sentaban bien las pantallazas estilo Telecinco, que parecían ponerle hombreras a su gloria, y también la rosa estampada en la camiseta, una rosa Candy Candy. Con ella sólo me salen cuentitos y zapatitos de cristal y navidades de Famosa; y a los andaluces, vino alegre por el pelo, indistinguible en realidad de lágrimas. Habló de pasión, orgullo, ilusión, con golpes de tambor en la voz y manos en el pecho, de dolorosa apuñalada, de encaje con postillas. Después de volver a repetir lo de «ponerse en la piel de las familias», de sacar a los que «les están arrancando la casa», a los dependientes, a los que se quedan si beca, el miedo de los jubilados a quedarse sin paguita, se atrevió a decir que no quiere titulares de periódico a costa de los más débiles. La musa de los menesterosos, además, se cree ya una figura para nombrar un «momento histórico». Llegó, con algo de pudor y retruécanos por el medio, a compararse con Felipe, Alfonso Guerra y hasta Adolfo Suárez. Decía «tierra a la que amo» como María del Monte. Decía «cambio» como con arena en la boca. Sonó al final el himno de Andalucía, que parecía tapar con banderas sus palabras como bolitas corcho. Fuera del salón se oían gritos de «presidenta», palmas por bulerías, cánticos como del Betis. Faltó la Salve rociera. La Salve susanista. Salvados estamos. En el Palacio de Congresos, empezaron enseguida a desmontarlo todo. Esto es de quita y pon.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Identifícate para poner comentarios.
Los comentarios solo se podrán poner durante unos días...