viernes, 11 de octubre de 2013

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Una juez que actúa en defensa de la ley, de los ciudadanos, al igual que la Guardia Civil...


Los sindicalistas de ayer –probablemente liberados profesionales– no se dieron cuenta, en fin, del simbolismo inverso de su acción de protesta. Carmona ha sido detenido por la Guardia Civil, es decir, por trabajadores públicos con sueldo ridículo, pocos derechos sindicales y abrumadora carga de trabajo. Y lo detuvieron por orden de la juez Alaya, funcionaria cuyos emolumentos no están en absoluto a la altura de su dedicación. Y la juez actuó en defensa de la ley, es decir, en defensa de los ciudadanos, que son, en su mayor parte, currantes de nómina recortada. Es como si un puñado de condes y marqueses se manifestaran ante el Tercer Estado en defensa de sus privilegios estamentales.


http://www.porandalucialibre.es/informativa/opinion/tribuna-libre/item/2588-sindicalistas

Sindicalistas

  • Viernes, 11 de Octubre de 2013 08:31
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Sindicalistas
El profesor de Filosofía Juan Antonio Rodríguez Tous escribe hoy en El MUndo: "AYER SE concentraron doscientos sindicalistas de CCOO a las puertas de los juzgados de Sevilla en protesta por la detención de Roberto Carmona. No sabría decir si la iniciativa es abyecta o estúpida, o ambas cosas a la vez. Supongo que los prebostes y los monaguillos de la cosa sindical española no están acostumbrados a que se los trate en los medios como a presuntos mangantes. La lógica del sindicalismo hispánico exige, por supuesto, que se cruce de vez en cuando la línea roja, pero sólo en caso de conflicto laboral o de happening revolucionario: piquetes informativos, deterioro de mobiliario urbano o zarandeo de pobres cajeras de supermercado.
El fin justifica a veces ciertos medios; es la épica, la estética y la mediática de la lucha de clases posmoderna, porque estas tres cosas van juntas en la era del youtube. Pero la mangancia pura y simple carece de épica, es estéticamente repulsiva y produce una mediática bochornosa: el líder detenido aparece en las fotos flanqueado por la Guardia Civil con cara de culpable absoluto e ingresa en el trullo por orden de la juez Alaya, que es como una Némesis imperturbable. No existe modo de adobar el asunto con palabrería exculpatoria. Así se explican las desaforadas declaraciones de Fernández Toxo: la democracia y las detenciones de sindicalistas son incompatibles. O las de Francisco Carbonero, conducator de CCOO en Andalucía, que ha comparado
la operación Heracles con las actuaciones de la brigada político-social franquista.
Supongo que sienten envidia de tantísimo político parapetado tras el aforamiento. Si Carmona estuviera aforado, no estaría en el talego, sino acusando a la juez de dilación injustificada. Está claro también que hay clases en la patronal político-sindical patria: unos están blindados y otros creían estarlo, pero no lo estaban. Y, dicho sea de paso, estas cosas no ocurrían en la época de Franco: políticos orgánicos y sindicalistas verticales eran intocables. En las dictaduras, como se sabe, los trapos sucios siempre se lavan en casa.

Es obvio que, más que acosar a la juez Alaya, los de CCOO deberían haber organizado una algarada ante la sede andaluza del sindicato. O un escrache en el domicilio de Roberto Carmona. Pero no. Más de uno no se ha enterado aún de que vivimos en una democracia.
 
Los sindicalistas de ayer –probablemente liberados profesionales– no se dieron cuenta, en fin, del simbolismo inverso de su acción de protestaCarmona ha sido detenido por la Guardia Civil, es decir, por trabajadores públicos con sueldo ridículo, pocos derechos sindicales y abrumadora carga de trabajo. Y lo detuvieron por orden de la juez Alaya, funcionaria cuyos emolumentos no están en absoluto a la altura de su dedicación. Y la juez actuó en defensa de la ley, es decir, en defensa de los ciudadanos, que son, en su mayor parte, currantes de nómina recortada. Es como si un puñado de condes y marqueses se manifestaran ante el Tercer Estado en defensa de sus privilegios estamentales.

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