Andalucía lo primero, como un fin y no como medio. Por Cornelia Cinna Minor
- “Quien no se entere de que los andaluces hemos querido echar a Susana Díaz y que haya un cambio lo pagará en las próximas elecciones. Andalucía lo primero”.
LA CASA EN LLAMAS
Max Estrella.
Tal vez convenga recordar ahora lo que sucedió hace ocho años, cuando los funcionarios andaluces, hastiados de los abusos del régimen socialista, consiguieron ponerlo contra las cuerdas, hasta el punto de hacer creer a casi todo el mundo que su caída era inminente. Quizás convenga recordar ahora aquellas multitudinarias manifestaciones y la respuesta que ese estado de opinión y ese anhelo de libertad mereció por parte de los dirigentes del Psoe. Habló el sanedrín del régimen por boca de su portacoz, entonces Mario Jiménez -Marito, el niño de Cafrune Griñán-, y esto fue lo que dijo: “Son fascistas enmascarados”.
Ahora, igual que entonces, el régimen contra las cuerdas. Ahora, igual que entonces, el mismo discurso; porque sabido es que los totalitarismos no ofrecen razones sino propaganda, mantras. Mentiras repetidas hasta la saciedad con la pretensión de hacerlas creer verdades. Ahora los señalados no son los funcionarios, sino Vox. Actor clave en el proceso, sin el cual el cambio político –la liquidación del régimen- no es posible. El régimen no se molesta en ocultarlo: si no se cuentan los votos de Vox, la izquierda ha ganado, dicen. Y ahora, como entonces, el mismo mantra: “son fascistas”. Porque, ya se sabe, aquí –donde siempre han calado los mantras de la izquierda- para descalificar radicalmente a alguien no hay nada como llamarle fascista; no se requieren ya más argumentos. Sus voceros, los voceros del régimen: tertulianos y arti-culistas repartidos por todos los medios de comunicación regionales y nacionales, lo repiten como loros: fascistas. Así pues, fascistas......
....De ahí todos los remilgos que manifiesta Ciudadanos respecto a Vox. Porque, no nos engañemos, Vox no es ni de lejos un partido fascista, tampoco totalitario, quien sostenga eso a la luz de su programa político (ya que no acreditan experiencia de gobierno) es un ignorante que no tiene ni idea de teoría política ni qué son los fascismos. Es tan evidente que no merece la pena insistir en ello, si alguno lo desea que consulte, por ejemplo, la Historia de la Teoría Política, volumen 5, obra editada por el profesor Fernando Vallespín, colaborador de El País y otros medios progresistas, nada sospechoso, pues, de derechista.
Los escrúpulos de Ciudadanos, por tanto, más se basan en estrategia partidista o en infundadas elucubraciones que en la realidad de las cosas. La naturaleza nacional-populista que Ciudadanos atribuye a Vox no deja de ser una mera hipótesis no contrastada ni validada por los hechos. Por el contrario, el régimen andaluz –al que Ciudadanos no ha tenido el menor reparo en apoyar esta legislatura- sí es, por desgracia, una realidad contrastada. Un hecho cierto. Un fenómeno político neototalitario. Así que dejémonos de excusas y embelecos. Por el bien de la república, es necesario que los partidos de centro-derecha, que han ganado las elecciones con sobrada mayoría absoluta, se entiendan. Por el bien de la cosa pública, del interés general de los andaluces, es necesario, imprescindible y obligado, que ese entendimiento se plasme en un gobierno que tenga como fin primordial la liquidación de un régimen inicuo, corrupto, liberticida y clientelar.
Lamentablemente, el cambio deseado está en el aire. El interés partidista está poniendo en riesgo la satisfacción del interés general......
Canalsu Adalucía imparable.
Desconecta.
Sonrisa naranja, siempre gracias.
Urticaria
Resumen del enredo andaluz.
Pedro Sánchez culpa a Susana Díaz y ésta a la mare que lo parió. Juanma culpa a VOX por no haberle mangado unos pocos votos más, con otros cientos de miles perdidos frente a VOX, el líder del PP ya sería presidente sin tener que pactar con Ciudadanos que, ahora, culpa al PP de no dar la talla. Echenique, como de costumbre, culpa a los medios de comunicación por informar de todos los partidos ¡esa obsoleta libertad de prensa! El único que ha ido a hacérselo mirar por un profesional ha sido Pablo Iglesias.
Andalucía lo primero, como un fin y no como medio.
Por Cornelia Cinna Minor
- “Quien no se entere de que los andaluces hemos querido echar a Susana Díaz y que haya un cambio lo pagará en las próximas elecciones. Andalucía lo primero”.
Como
ampliamente se ha comentado, la gran sorpresa de las elecciones andaluzas ha
sido Vox. A todos se nos abrieron las oquedades craneales a las 22.00 al ver
los resultados provisionales del pasado 2 de diciembre. No daba crédito. Con
sus 12 diputados ha producido un seísmo político en la esclerotizada sociedad
andaluza sin precedentes. Así, un pacto de investidura a tres entre PP,
Ciudadanos y Vox, que no de gobierno, daría como resultado la salida del PSOE
de la Junta de Andalucía y la limpieza institucional que todos los votantes han
exigido con su voto. Da la impresión de que no se quieren enterar de la
diferencia entre un pacto de gobierno y un pacto de investidura,
interesadamente.
Las
razones de la entrada estelar de Vox son: la indefensión política de la
ciudadanía, el paro -y por ello, salieron en Jaén y Linares a la calle miles de
jienenses-, el caos sanitario -con manifestaciones multitudinarias jamás
conocidas en Jaén, en Granada, en Huelva, en Málaga, en Cádiz, en Sevilla,
etc-, la educación -hubo manifestaciones de Escuelas de Calor con la exigencia
de bioclimatización de las aulas-, la corrupción estructural y el papel de la
Justicia andaluza – la manifestación el 10 de junio en Sevilla liderada por
Jesús Candel-; la emigración con datos muy preocupantes de miles de personas
mensuales con los CIE y centro de menores desbordados; el impuesto de
sucesiones con numerosas concentraciones, la emigración de andaluces -hay unos
250.000 andaluces fuera de Andalucía-, además de otras causas nacionales a las
que apuntan los editorialistas y articulistas de diversos medios, olvidándose
de los problemas propiamente andaluces. Ha habido, en Andalucía, una dejadez
absoluta y una impunidad ofensiva en las materias señaladas y, además, los
sanchistas, mayormente, se quedaron en casa. Los 400.000 votantes de Vox no han
sido poseídos por el catalanismo o el orgullo patrio. No, simplemente están
hartos, hastiados y agotados de la incompetencia de unos y de otros, de todo.
Inmediatamente,
Susana Díaz, tras perder 400.000 votos -la misma cantidad que ha aumentado la
abstención-, se ha aferrado a formar gobierno con Juan Marín, su amable
escudero de estos tres años y medio. Las negociaciones PSOE-C´s pasaban por su
dimisión y la abstención de Adelante Andalucía, que con sus 17 diputados ha
perdido toda capacidad decisoria en las negociaciones. Al principio, pareció
como si Pablo Iglesías le hubiera dicho a Tereschenka:”tú, ahora, te callas y
móntame manifestaciones ilegales en las diferentes capitales, que hay una
comisión en el Senado sobre la financiación podemita y nos conviene distraer la
atención con el frente antifascista” ¿Que ha pasado? Pues que incitó a la
violencia y al odio, además de manifestaciones ilegales. Ante el invento de
Iglesias, su amigo Otegi quiere crear no un frente; sino una alianza
antifascista. Sí, él, como oyen. Asimismo, Tereschenka le ha recordado a
Iglesias su liderazgo al frente de Adelante Andalucía, a pesar de que Monedero
apuntó a la dimisión de la gaditana.
Desde
el Psoe nacional, futuro Pasok, se han podido oír afirmaciones y
rectificaciones que suenan a chantajes y amagos de tirones de mantas, dando una
imagen impropia: preguntado sobre la dimisión de Susana Díaz dijo Ábalos:
“Nuestro papel está subordinado al éxito del proyecto político”. A renglón
seguido, la aún presidenta en funciones se negó rotundamente a dimitir; para
finalmente, recular el portavoz socialista, diciendo que no se pediría la
dimisión de la presidenta provisional. Fue un malentendido, dicen.
Tereschenka
se ha negado hasta/por ahora a que Juan Marín sea presidente con su ayuda para
mantener determinados cuadros de poder en la Junta por parte del PSOE. Veremos
si no cambia de parecer dentro de unas semanas. Dice que bajo ningún concepto
va a facilitar un gobierno a las derechas, donde ella sitúa a Ciudadanos
-cuando Rivera es una bailarín de la Yenka-. Pero Iglesias con el frente
antifascista y Susana con el constitucionalista, le han montado las excusas
para callar a sus votantes. Hilarante es, por parte de Susana Díaz, incluir en
el bloque constitucionalista a los republicanos separatistas antisistema de
Adelante Andalucía. “No vamos a ser parte de la estrategia de ningún candidato
para conseguir apoyos” sentenció la líder podemita.
El
centro derecha, con su segunda posición, se coloca como probable presidente;
pero Juan Marín no se lo va a poner fácil, ni el Partido Liberal Europeo y
Manuel Valls, menos. El 5 de diciembre espetó: “No puede haber un pacto con
Vox”. Como ven, los de Ciudadanos piensan en Andalucía como medio, no como fin
y menos, en la urgencia de solucionar los gravísimos problemas que nos acucian.
¿No estarán los de Rivera haciendo sus cábalas con los Presupuestos Generales
del Estado a cambio de que Pedro Sánchez les dé la presidencia de la Junta?
Porque los acuerdos no están cerrados. Recuerden que Pablo Iglesias,
presionando a los podemitas con la no dimisión o sí de la lider de Adelante
Andalucia, no ha descartado facilitar un gobierno de Cs en Andalucía para
frenar a Vox ¿Rivera no quiere bajo ningún concepto a los conservadores
¿democristianos? de Vox pero va a negociar con Podemos? Cuanto menos,
interesante.
A
continuación Rivera, sin descartar otras posibilidades, dijo negociar con el
Partido Popular el Gobierno de Andalucía. “Esa es nuestra prioridad absoluta”
-yo añadiría otra vez que por ahora-. Pero la presidencia de la Junta no es
negociable. Cuidado Rivera, que quizás el que decida quién sera el presidente
de la Junta no seas tú, sino Vox.
Susana
Díaz va a intentar limpiar su fracaso haciendo de gran dama conciliadora y
dialogante. Hará que desfilen uno a uno los líderes de los partidos por San
Telmo. Un lavado de imagen, victimismo a raudales y apurar hasta el último
momento su papel institucional. Habría que decirle a Susana Díaz “No, señora,
no. Estas cuestiones deben de tratarse en el Parlamento andaluz”. Al juez
Serrano no lo va a llamar. Ya lo ha dicho. Pero como el líder del PP se preste
a este circo, le van a llover las críticas y algún que otro voto a su partido.
Yo siendo el, no iría porque no está Susana Díaz en el marco de su negociación,
simplemente. Espero que no se meta en esa trampa.
No
creo que, llegado el caso, la mayoría de los partidos se atreva a nuevos
comicios, que es con lo que está amenazando Rivera ahora. Empero, si se le
cierra definitivamente la vía PSOE-Ciudadanos a Susana Díaz, ella hará lo
imposible para que haya nuevas elecciones. No lo duden.Ya hemos visto a dónde
conduce el hartazgo absoluto de los andaluces: a votar a Vox o a una abstención
mayor aún, que deslegitimarían los resultados.
Coda:
si la sorpresa ha sido Vox, el triunfo ha sido la abstención: 2.602.546
personas. Quien no se entere de que los andaluces hemos querido echar a Susana
Díaz y que haya un cambio lo pagará en las próximas elecciones. Andalucía lo
primero.
Tal
vez convenga recordar ahora lo que sucedió hace ocho años, cuando los
funcionarios andaluces, hastiados de los abusos del régimen socialista,
consiguieron ponerlo contra las cuerdas, hasta el punto de hacer creer a casi
todo el mundo que su caída era inminente. Quizás convenga recordar ahora
aquellas multitudinarias manifestaciones y la respuesta que ese estado de
opinión y ese anhelo de libertad mereció por parte de los dirigentes del Psoe.
Habló el sanedrín del régimen por boca de su portacoz, entonces Mario Jiménez
-Marito, el niño de Cafrune Griñán-, y esto fue lo que dijo: “Son fascistas enmascarados”.
Ahora,
igual que entonces, el régimen contra las cuerdas. Ahora, igual que entonces,
el mismo discurso; porque sabido es que los totalitarismos no ofrecen razones
sino propaganda, mantras. Mentiras repetidas hasta la saciedad con la
pretensión de hacerlas creer verdades. Ahora los señalados no son los
funcionarios, sino Vox. Actor clave en el proceso, sin el cual el cambio
político –la liquidación del régimen- no es posible. El régimen no se molesta
en ocultarlo: si no se cuentan los votos de Vox, la izquierda ha ganado, dicen.
Y ahora, como entonces, el mismo mantra: “son fascistas”. Porque, ya se sabe,
aquí –donde siempre han calado los mantras de la izquierda- para descalificar
radicalmente a alguien no hay nada como llamarle fascista; no se requieren ya
más argumentos. Sus voceros, los voceros del régimen: tertulianos y arti-culistas
repartidos por todos los medios de comunicación regionales y nacionales, lo
repiten como loros: fascistas. Así pues, fascistas.
Pero
lo malo no es que lo digan éstos, lo malo es que los que no son ellos se lo
crean y lo asuman. Y peor aún es que lo crean aquellos sin cuyo concurso y
entendimiento ningún cambio será posible: el partido Ciudadanos.
Ciudadanos
ha dado motivos más que sobrados para desconfiar de sus intenciones. Después de
haber sido cabestrillo del régimen en esta legislatura, sobran los comentarios.
Ahora, incluso puede haber otros motivos para que no deseen acabar con el
régimen: lo necesitan. Necesitan al Psoe para satisfacer la ambición de Juan
Marín, el infame: ser califa en lugar del califa. No liquidar el régimen sino
heredarlo; es más, ni siquiera heredarlo, sino gestionarlo. La gestión del
régimen, mediante subcontrata. Muy a la moda de los tiempos. Y, aún peor si
cabe, otra razón de partido: lo que yo denomino ‘operación Barcelona’; esto es,
cambiar Andalucía por la alcaldía de Barcelona. Dejar la Junta en manos del
Psoe a cambio de hacer alcalde de Barcelona al candidato de Ciudadanos: el
socialista francés Manuel Valls.
De
ahí todos los remilgos que manifiesta Ciudadanos respecto a Vox. Porque, no nos
engañemos, Vox no es ni de lejos un partido fascista, tampoco totalitario,
quien sostenga eso a la luz de su programa político (ya que no acreditan
experiencia de gobierno) es un ignorante que no tiene ni idea de teoría
política ni qué son los fascismos. Es tan evidente que no merece la pena
insistir en ello, si alguno lo desea que consulte, por ejemplo, la Historia de
la Teoría Política, volumen 5, obra editada por el profesor Fernando Vallespín,
colaborador de El País y otros medios progresistas, nada sospechoso, pues, de
derechista.
Los
escrúpulos de Ciudadanos, por tanto, más se basan en estrategia partidista o en
infundadas elucubraciones que en la realidad de las cosas. La naturaleza
nacional-populista que Ciudadanos atribuye a Vox no deja de ser una mera
hipótesis no contrastada ni validada por los hechos. Por el contrario, el
régimen andaluz –al que Ciudadanos no ha tenido el menor reparo en apoyar esta
legislatura- sí es, por desgracia, una realidad contrastada. Un hecho cierto.
Un fenómeno político neototalitario. Así que dejémonos de excusas y embelecos.
Por el bien de la república, es necesario que los partidos de centro-derecha,
que han ganado las elecciones con sobrada mayoría absoluta, se entiendan. Por
el bien de la cosa pública, del interés general de los andaluces, es necesario,
imprescindible y obligado, que ese entendimiento se plasme en un gobierno que
tenga como fin primordial la liquidación de un régimen inicuo, corrupto,
liberticida y clientelar.
Lamentablemente,
el cambio deseado está en el aire. El interés partidista está poniendo en
riesgo la satisfacción del interés general. La situación recuerda la pieza de
Bertolt Brecht La casa en llamas (parábola de Buda):
“No hace mucho vi una casa que ardía. Su techo era ya pasto de las llamas. Al acercarme advertí que aún había gente en su interior. Fui a la puerta y les grité que el techo estaba ardiendo, incitándoles a que salieran rápidamente. Pero aquella gente no parecía tener prisa. Uno me preguntó mientras el fuego le chamuscaba las cejas qué tiempo hacía fuera, si llovía, sino hacía viento, si existía otra casa, y otras cosas por el estilo. Sin responder volví a salir. Esta gente, pensé, tiene que arder antes de acabar con sus preguntas. Verdaderamente, amigos, a quien el suelo no le queme en los pies hasta el punto de desear gustosamente cambiarse de sitio, nada tengo que decirle.”
“No hace mucho vi una casa que ardía. Su techo era ya pasto de las llamas. Al acercarme advertí que aún había gente en su interior. Fui a la puerta y les grité que el techo estaba ardiendo, incitándoles a que salieran rápidamente. Pero aquella gente no parecía tener prisa. Uno me preguntó mientras el fuego le chamuscaba las cejas qué tiempo hacía fuera, si llovía, sino hacía viento, si existía otra casa, y otras cosas por el estilo. Sin responder volví a salir. Esta gente, pensé, tiene que arder antes de acabar con sus preguntas. Verdaderamente, amigos, a quien el suelo no le queme en los pies hasta el punto de desear gustosamente cambiarse de sitio, nada tengo que decirle.”
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