- “Los helvéticos -¡gente con suerte!- tuvieron la ocasión de pronunciarse el pasado domingo sobre la posibilidad de implementar una renta básica incondicional”
- “Suena bien. ¿Dónde hay que firmar?”
Mientras los suizos, sensatos para unos, pazguatos para el resto,
rechazaron anteayer el cuento
de la lechera de la RBI, sencillamente
porque no le salían las “innovadoras” cuentas del socialismo del siglo XXI (reparto igualitario
de los ingresos recaudados vía impuestos para que tú te lo gastes, yo ahorre e
invierta y, tras un tiempo, volver a repartir de nuevo), los progres españoles continúan
hablando de pobreza para relacionarla inefablemente con la derecha; largando de
desempleo entretanto la memoria no se remonta más allá que al periodo justo
para imputárselo a Rajoy; criticando los recortes de derechos, el rescate a los
bancos, la amnistía fiscal o la corrupción, a la vez que, para obviar sus
autorías compartidas, imponen su particular límite temporal y, de paso, culpar
a estribor de todos esos males y de los que resten por venir.
¡Malditas cifras, maldita hemeroteca... malditos
suizos que nos han birlado la opción de imitarles! ¿O no?
¡Pobres suizos!
Canalsu, Andalucía imparable.
Para los tiempos que corren; imprescindible.
RBI: España no es Suiza
Artículo de Paco Romero
- “Los helvéticos -¡gente con suerte!- tuvieron la ocasión de pronunciarse el pasado domingo sobre la posibilidad de implementar una renta básica incondicional”
- “Suena bien. ¿Dónde hay que firmar?”
Efectivamente, ni en bancos, ni en renta per cápita, tampoco en
organización de finales europeas, ni en modelos modernos de desarrollo
urbanístico, menos aún en el bronceado de los titulares de sus pasaportes. No,
España no es Suiza, lo que, por otra parte, ni puñetera falta que hace.
Majaderos y espabilados, va de suyo, se reparten casi en idénticas proporciones
en cualquier lugar del mundo.
¿Imaginan el resultado de un referéndum que en
España planteara el pago de un salario básico sin condiciones y vitalicio de
2.250 euros al mes para cada adulto, o de 550 por niño?
Los helvéticos -¡gente con suerte!- tuvieron la ocasión de
pronunciarse el pasado domingo sobre la posibilidad de implementar una
"renta básica incondicional (RBI)". Entre sus promotores -¡qué boda
sin la tía Juana!- se encontraban artistas, cineastas y economistas como
Bernard Kundig, pero también políticos, socialistas entre otros, como Oswald
Sigg. La iniciativa
planteaba, así como suena, un salario mensual para todo quisque de 2.500
francos. Semejante maná contemporáneo llegaría íntegramente a los que
carecen de ingresos; los retribuidos con un sueldo inferior recibirían la
diferencia hasta dicha suma; incluso los que disfrutaran de un salario superior
se verían recompensados también, pues, aunque la soldada seguiría siendo la
misma, proporcionalmente verían incrementado su tiempo libre en la relación
RBI/sueldo. Por ejemplo, un asalariado que percibiera 5.000 francos por el 100
% de trabajo, la RBI le hubiera permitido mantener los ingresos y trabajar la
mitad, disponiendo para ocio y familia del 50 % de su actual jornada laboral.
Suena bien. ¿Dónde hay que firmar? Pues, al final, ¡nuestro
gozo, en un pozo!: al tiempo que el ofrecimiento era rechazado el pasado
domingo por un abrumador 77 % de imbéciles suizos, en su eterna carrera por capitanear la
carrera del populismo, el líder del PSOE se comprometía a “erradicar la pobreza” y a “rescatar al ciudadano”
en su primer año de mandato; a la subida de un 4 % del Salario Mínimo
Interprofesional, actualmente en 655,20 euros y que el anterior gobierno
socialista había dejado en 641,40; a garantizar los suministros básicos de
agua, gas y luz, y -¡ahora sí, palabrita del niño Jesús!- a evitar los
desahucios, escondiendo en la bruma mediática la imagen ufana de Carmen Chacón
celebrando el logro del “desahucio express”, el mismo que puso en liza de la
mano de Zapatero y que “desatascaba” los juzgados, entre aclamaciones, a
idéntica velocidad con la que los inquilinos abandonaban “sus” hogares.
Para colmo, el podemita «Plan 25 de Emergencia Ciudadana» ha sido rebautizado por Snchz
como «Plan de Emergencia Social», cosechando un merecido empate final -equis en
la quiniela de populismo- si, como parece, somos capaces de valorar justamente
su compromiso de implementar un "ingreso mínimo vital" de al menos
426 euros mensuales destinado a los hogares que no reciben prestación y que
podrían elevarse hasta 708 para las familias con tres o más personas a cargo,
anuncio de máxima trascendencia si consideramos que hasta Podemos ha desistido
de “su renta universal” y ha rebajado su actual “renta garantizada” a 600 euros
mensuales.
Sin mencionar un solo ingreso con el que puedan costearse siquiera
parte de estos cantos de sirenas, el
incremento de las pensiones, la mejora de las prestaciones, el boom del gratis
total y del yo más, redondean el programa económico con el que Snchz pretende
sisarle unas docenas de papeletas a los de Pablo Iglesias II, al que,
probablemente, tras el inesperado adelantamiento por la izquierda de los
socialdemócratas del PSOE, solo le reste una
visita a Grecia para que Tsipras le explique en primera persona las bondades de
su “hemoal” y que, a la vista de su sempiterna sonrisa, tan buenos resultados
parece haberle reportado ante los “embates” de la troika.
Mientras los suizos, sensatos para unos, pazguatos para el resto,
rechazaron anteayer el cuento
de la lechera de la RBI, sencillamente
porque no le salían las “innovadoras” cuentas del socialismo del siglo XXI (reparto igualitario
de los ingresos recaudados vía impuestos para que tú te lo gastes, yo ahorre e
invierta y, tras un tiempo, volver a repartir de nuevo), los progres españoles continúan hablando
de pobreza para relacionarla inefablemente con la derecha; largando de
desempleo entretanto la memoria no se remonta más allá que al periodo justo
para imputárselo a Rajoy; criticando los recortes de derechos, el rescate a los
bancos, la amnistía fiscal o la corrupción, a la vez que, para obviar sus
autorías compartidas, imponen su particular límite temporal y, de paso, culpar
a estribor de todos esos males y de los que resten por venir.
¡Malditas cifras, maldita hemeroteca... malditos
suizos que nos han birlado la opción de imitarles! ¿O no?
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