SANTIAGO GONZÁLEZ (El Mundo)
enero 16, 2019
La aún presidenta de Andalucía en funciones, Susana Díaz, mostró ayer unas dotes para
la ubicuidad que puede dejar como un simple
el mismísimo Dios Padre. Estaba dentro del
Parlamento y también fuera, encabezando simbólicamente el escrache que el feminismo de izquierdas planteaba a un Gobierno en
proceso de formación. Eran 2.000 manifestantes, según la Delegación del
Gobierno (socialista) aunque el
corresponsal de TVE 24h expresaba su entusiasmo por una marea morada de 10.000
asistentes.
O asistentas. Ninguna
democracia europea, salvo la española, admitiría una manifestación ante un
Parlamento cuando está en sesión. En teoría,
tampoco el español. Lo dice
el artículo 494 del Código Penal: «Incurrirán en la pena de prisión de seis meses a un año
o multa de 12 a 24 meses los que promuevan, dirijan o presidan manifestaciones
u otra clase de reuniones ante las sedes del
Congreso de los Diputados, del Senado o de una Asamblea Legislativa de Comunidad Autónoma,
cuando estén reunidos, alterando su normal
funcionamiento». Pero la
presidenta en funciones de la Junta no concibe esa razón. Era a ella a quien correspondía la responsabilidad de restaurar el orden conculcado, pero era al mismo tiempo la cabeza de la manifestación.
Y justificó el escrache acreditando su condición de
Platera con un par de roznidos insuperables: era en defensa de las mujeres,
tarea en la que no se puede dar «ni un solo paso atrás». Cuando el candidato de
Vox calificó el plante como kale borroka, ella dijo que eso era querer
justificar la violencia contra las mujeres: “El terrorismo machista se ha
cobrado las vidas de más mujeres que cualquier otro terrorismo”. Terrorismo machista; ella ha repetido varias veces un sintagma que es
probablemente la única estupidez, el único rebuzno que comparte con el
secretario general de su partido.
Ella y el doctor Sánchez deberían leer a Juan Aranzadi y
a Ferlosio para comprender al terrorista y la naturaleza semiótica de la sangre
que derrama. No hay nada personal: un guardia es igual a otro, los asesinan por
el mero hecho de serlo. Los machistas no son genocidas que satisfagan su
pulsión asesinando a cualquier mujer. Siempre matan a las suyas.
Francisco Marhuenda (ABC)
enero 17, 2019
No hay ninguna duda de que estamos ante un acontecimiento histórico que irrita profundamente a la izquierda política y
mediática. Tras más de tres décadas de hegemonía se ha acabado el gobierno
socialista en la Junta de Andalucía. La alternancia política siempre es
positiva, aunque la
izquierda lo lleva mal porque considera que es la única legitimada para
gobernar. Es la idea tan absurda como
inconsistente de su superioridad
moral y su falso progresismo que hace, por
cierto, que una gran mayoría de periodistas abracen las ideas de izquierdas,
incluso las más radicales, porque queda muy mal ser de derechas. No es guay.
Lo mismo sucede con los pijo progres del mundo de arte,
la literatura, la universidad, el cine o la música donde los triunfadores nadan
en la abundancia pero se sienten muy solidarios con las clases trabajadoras
entre las que, que por cierto, un importante sector vota al PP. No hay más que
ver la extracción social de algunos dirigentes socialistas y comunistas que
desde su origen en las clases medias o altas se han sentido siempre muy
revolucionarios.
He de reconocer que siempre he sentido debilidad por este
tipo de revolucionarios que han podido estudiar sin trabajar o a los que sus
“papis” les enviaban a universidades privadas o centros adscritos, porque no
les daba la nota para ir a las públicas. Y qué decir de los tenían la suerte de
hacer sus posgrados en carísimas universidades extranjeras o incluso cruzar el
charco para sufrir los rigores del capitalismo estadounidense. Me encantan los
progres de izquierdas que se enriquecen gracias a la tontería de los ricos
capitalistas. Esa “gauche caviar” es deliciosa. En este caso siempre me viene a
la memoria la mujer de un conocido escritor comprometido con el comunismo que
le preguntó a un familiar si le podía dar el teléfono de su jardinero y le
contestó que era su marido. Era muy de izquierdas pero vivía mucho mejor que
esa clase social a la que criticaba en sus novelas aunque le gustaba mucho
emular en su vida privada.
El terremoto en Andalucía es enorme, aunque Moreno lo tendrá muy difícil
porque el PSOE tiene muy mal perder. Nada
que nos tenga que sorprender. Los del PP son unos canelos y lo demostraron tras
las victorias de 1996 y 2011. Nada que ver
con lo que hicieron los socialistas cuando ganaron o pasaron a la oposición. Es su imagen de marca. Y pueden actuar con impunidad porque saben que cuentan con la
aquiescencia de los medios de comunicación y dejan infinidad de estómagos
agradecidos en las administraciones, ya que actúan como una eficaz máquina de colocación de
amigos, dispuestos a
dinamitar desde dentro a los tontorrones del PP.
No hay que olvidar que la
izquierda siempre asalta del poder con una voracidad sin límites y sobre todo
sin pudor. Y una vez más una gran parte de
los medios de comunicación aplauden la llegada de los gobiernos bonitos
mientras que aquellos que no están de acuerdo acostumbran a ser complacientes
no sea que les llamen “fachas” o “ultras”. No hay un mejor bálsamo para lograr
la simpatía de un periodista que no sea de izquierdas que decirle que “no
pareces de derechas”.
Lo sucedido en Andalucía es escandaloso
y muy poco democrático. Las manifestaciones estigmatizando a los que han ganado
las elecciones, porque en un régimen
parlamentario gana quien gobierno, o Susana Díaz acusando a Moreno con pactar
con los herederos del franquismo muestran la cara más fanática y sectaria de la
política. Todo vale y lo
están demostrando estos días. Desde que la moción de censura de Sánchez consiguió su
objetivo se puede comprobar cómo se suceden los incumplimientos y los
escándalos, pero
no importa porque no gobierna el PP. No hay
más que preguntarse qué sucedería si los protagonistas fueran populares en
lugar de socialistas.
Hay que recurrir a María Jiménez, a la canción que le
grabó Gonzalo García Pelayo para lanzarla a la fama: "Se acabó". Se acabaron los 37 años triunfales del
Régimen socialista. La elección de Moreno
Bonilla fue ayer como el parte de la victoria de la alternancia política,
consustancial con la democracia, tras muchos años en que nos creíamos que los
puretones no íbamos a conocer más que el Régimen de Franco y el Régimen del
PSOE. Ese parte de la victoria estaba escrito en la luz de las altas palmeras
de las Cinco Llagas. Decía: "A pesar de la manipulación de la mentira
y de los escraches de los manifestantes acarreados
en autobuses, muchos de ellos empleados de la Junta en horas de trabajo, el Régimen
ha terminado. Año
de la victoria de la esperanza en el cambio".
Un guasón ha dicho que han sacado antes al PSOE de la
Junta que a Franco del Valle de los Caídos.
Participo con esta cita del anónimo ingenio de la Corte en el rentable recuerdo
del franquismo, que incomprensiblemente sigue dando juego a muchos, cuando ya
hace 44 años que el dictador murió en la cama y su régimen fue desmontado. Casi los mismos años que ha estado
montado el clientelar del PSOE en Andalucía, que ha demostrado tener tan mal
perder. Cito lo de Franco porque me ha hecho
pensar en ello la propia Susana Díaz, la desalojada del poder con su Régimen
Andaluz, quien, radicalizándose, mirando al tendido del sanchismo triunfante,
distanciándose de lo que hasta ahora había sido su habitual moderación, para
salvar su pellejo y su futuro inmediato en el partido y que no le den a ella la
boleta, en su soflama en forma de "Carta a los andaluces y las
andaluzas" con la que calentó el "¡a las barricadas!" del escrache
al Parlamento Andaluz a cargo de consejeros en funciones, entre otros cargos,
escribió: "Hay
que combatir a la derecha que ha blanqueado y dado protagonismo en las
instituciones al franquismo político". El franquismo... ¡qué antigüedad! Bueno, si bien se mira,
no tanta. Muchos sostienen que el heredero del franquismo sociológico no fue
Alianza Popular, sino el socialismo devenido en felipismo. Que los que estaban
en la calle Bailén en las colas del cadáver de Franco fueron los mismos que
luego las hacían para votar al PSOE y darle la mayoría absoluta. Ahora, que si
es por franquismo, nada más franquista que el escrache contra la investidura de Moreno Bonilla fomentado
por el PSOE, alentando la convocatoria de las feministas rampantes y del SAT de
Cañamero, y acarreando manifestantes en autobuses. Autobuses al Valle de los Caídos: de los caídos del poder
del Régimen Andaluz, que es el Parlamento regional donde ahora el PSOE, por
primera vez, se sienta en la bancada de la oposición. Es urgente y conveniente
para la salud democrática que entre las primeras medidas que el nuevo Gobierno
andaluz tome encargue una auditoría para ver quién y con qué dinero pagó esos autobuses del escrache
con el escudo del PSOE en el parabrisas.
Tengo, además, mi teoría sobre el lamentable espectáculo del escrache
contra Moreno Bonilla y contra la alternancia democrática, alentado por el PSOE
y basado en una mentira, ya que bien claro
dejó el nuevo presidente que sacaba la Violencia de Género del debate político.
La movilización estaba orquestada por Susana Díaz para salvarse ella misma ante
el previsible Puerta, Camino y Viti que están deseando darle Sánchez y el
aparato de Ferraz. Su nueva estrategia, y se vio en su intervención de ayer en
el debate, es aparecer como radical de todo radicalismo, roja de toda rojez,
para salvarse de la quema interna de su partido. Susana Díaz quiere llamar a
Sánchez y decirle como el Cardenal Cisneros: "Estos son mis poderes".
Que aunque los haya perdido en las urnas sabe mantenerlos antidemocráticamente
en la calle. Por eso hay que saber urgentemente con qué dinero se pagó ese
lamentable espectáculo montado sobre una mentira, cual el pretexto falso de la
Violencia de Género, al que acarrearon
manifestantes en autobuses pagados no se sabe con qué dinero, y donde vociferaban en horas de trabajo muchos
colocados por el Régimen en
la Junta y su Administración paralela.
RAÚL DEL POZO
Los romanos nos enseñaron a ser ciudadanos. Sin ellos, ni hablaríamos como hablamos ni recordaríamos que para ser libres hay que pasar por el
aro. Santiago Posteguillo (Premio Planeta 2018 con Yo, Julia), autor de la trilogía
sobre Escipión el Africano, está convencido de que la Roma clásica explica lo que
somos y lo que nos pasa hoy.
Aunque la novela histórica es fantasía sobre hechos que
se consideran verdaderos, desde el pasado nos avisa del futuro. Piensa
Posteguillo que lo de Cataluña no se arregla enviando legiones, entre otras
razones porque no las hay. Pero como van a juzgar a los que se rebelaron
creyendo que tenían mejores genes que los casposos españoles, no sólo hay que
deletrearles la Constitución, sino los discursos del Senado romano clásico, que
proclamó tantas veces que no hay nada más
injusto que buscar provecho de la Justicia y que un buen ciudadano es aquél que no tolera un poder que
pretenda hacerse superior a las leyes.
He ahí Escipión el Africano: eligió el ostracismo
voluntario para asegurar la libertad de sus paisanos. Peleó en Hispania contra
los cartagineses, conquistó Cartago Nova (Cartagena) y tuvo que aplacar
levantamientos de sus soldados. Al dirigirse a los rebeldes dijo: "Ni
siquiera sé con qué título dirigirme a vosotros. ¿Os he de llamar 'ciudadanos
romanos', a vosotros que os habéis rebelado contra vuestra patria? [...] En
vuestras ropas reconozco las de mis compatriotas, pero vuestra lengua y
vuestros planes son los de los enemigos".
Séneca
considera a Escipión el Africano (Cartas a
Lucilio) el más grande por su egregia moderación.
Las palabras del general aún suenan en toda la tierra: "No quiero romper en nada nuestras leyes ni nuestras
instituciones. Sea igual el
Derecho para todos; goza, ¡oh Patria!, sin
mí de mis beneficios". Se desterró voluntariamente en Liternum.
Cuentan las leyendas que el general romano que derrotó a Aníbal en
la Batalla de Zama conversó con el cartaginés cuando los dos se encontraban al
final de sus vidas. Al preguntar Escipión quién le parecía el mejor general de
la Historia, Aníbal contestó: "Alejandro". Escipión le preguntó por el segundo y Aníbal respondió:
"Pirro de Epiro". Jodido en su vanidad, Escipión volvió a la carga
pidiendo que eligiese el tercero. Aníbal susurró: "A mí mismo, pues
conquisté Iberia y crucé los Alpes con elefantes y devasté 400 ciudades".
Escipión, con sorna, repreguntó: "¿Dónde te pondrías a ti si yo no te
hubiera derrotado?". "Entonces -replicó- me pondría a mí mismo delante
de Alejandro". Con lo cual el cartaginés honró a Escipión considerándolo
como el mejor. Posteguillo sospecha que esta anécdota es imaginada, pero
merecería ser cierta.
https://www.elmundo.es/opinion/2019/01/16/5c3e3a39fdddffedb88b470a.html
http://lasteles.com/el-fin-del-regimen-socialista-en-andalucia-francisco-marhuenda-abc
http://www.antonioburgos.com/abc/2019/01/re011719.html
https://www.elmundo.es/opinion/2019/01/17/5c3f79f921efa09d418b486c.html
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