Sánchez ignora el 'caso Rienda'
Pedro
Sánchez accedió al poder sobre la promesa de la regeneración. Justificó el
desalojo de Rajoy con un argumento: su negativa a asumir responsabilidades tras
la sentencia del caso Gürtel. Pero poco ha tardado en imitar esa actitud el hoy
presidente del Gobierno, cínicamente emancipado de las exigencias que él mismo
planteaba como líder de la oposición. Sánchez ha sacrificado por completo su
coherencia para aferrarse al poder. Solo así se entiende que este Gobierno pase
de ofrecer como ejemplo de reflejos
éticos los ceses de Màxim Huerta y Carmen Montón al sordo atrincheramiento con
que ha sostenido a Pedro Duque y sobre todo a Dolores Delgado, complicada en turbios contactos con las cloacas del
Estado que ya se han cobrado la carrera política de María Dolores de Cospedal.
Y solo así se entiende que persista en la sordera ante el caso Rienda.
Recordemos
los hechos desvelados en exclusiva por EL MUNDO. La secretaria de Estado de
Educación, Cultura y Deporte y presidenta del Consejo Superior de Deportes
montó una sociedad instrumental para cobrar derechos de imagen durante los
últimos ocho años de su etapa como deportista: una práctica prohibida por la Agencia Tributaria y reprobada por
Sánchez en febrero de 2015, cuando ante el
fraude de Juan Carlos Monedero declaró: «Si una persona creara una sociedad
interpuesta para tributar la mitad de lo que le correspondería, esa persona al
día siguiente estaría fuera de mi Ejecutiva». Pues bien, Rienda creó una
sociedad pantalla como la que criticaba Sánchez el 26 de febrero de 2004. Su
objeto social es la gestión de derechos de imagen, pero Rienda también usó la
sociedad para gestionar su patrimonio inmobiliario. A nombre de María José
Rienda Contreras, S. L. figuran dos viviendas: un chalé en Otura y un ático en
la playa de Motril. De esta manera tributaba a través del Impuesto de
Sociedades y no del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas. Esta fórmula le permitió pagar un porcentaje
considerablemente inferior por las ganancias
ligadas a su trabajo. La entidad, hoy sin actividad, no presenta cuentas desde
que se retiró del esquí. Mediante esta artimaña fiscal declaró ingresos por
valor de al menos 1,4 millones de euros.
La
demanda de explicaciones de PP y Cs ha chocado contra un muro de desfachatez.
El ministro de Cultura y Deportes, José Guirao, reafirma su confianza en Rienda
y el Gobierno evita responder a la
exclusiva de este periódico, que coloca a la secretaria de Estado en la
tesitura que llevó a dimitir a Huerta, quien
hoy debe de sentirse engañado. Entonces a Sánchez aún le importaba aparentar
músculo regenerador; ahora la consigna es aguantar, cerrar los ojos a las
noticias inconvenientes, alejar las urnas todo lo posible y mantenerse como sea
en el poder. Pero los ciudadanos tomarán nota de la abismal diferencia entre el
Sánchez opositor y el Sánchez presidente.
Reconocer a Kosovo es amenazar a España
El
Gobierno provocó ayer un grave caos y demostró una gran incompetencia en un
asunto estratégico como es Kosovo ante el que hay que moverse con pies de plomo
para no echar por tierra una política
de Estado respaldada por los principales partidos desde 2008. Exteriores trasladó a los Comités Olímpicos Internacional
y Español que los deportistas de este territorio -que se separó unilateral e
ilegalmente de Serbia- tendrán visados y "podrán usar sus símbolos
nacionales" (himno y bandera) en las competiciones que se disputen en
nuestro país. Ello supone un reconocimiento de facto de la independencia
kosovar. Y traslada a otros movimientos
soberanistas -léase los catalanes- que la secesión es posible para cualquier territorio aunque viole todas las leyes.
Exteriores
salió al paso señalando que "no hay cambios" en la posición española
y alegando que ya hubo participación kosovar en los Juegos del Mediterráneo.
Pero entonces se aplicó una solución ad hoc, y quienes compitieron lo hicieron
con visado especial y bajo bandera del Comité Olímpico de Kosovo, y no del
Estado de Kosovo, que son cosas bien distintas. Moncloa debe rectificar y asumir su responsabilidad por este error
que abre una vía a las aspiraciones del
independentismo.
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