CRÓNICAS INDÍGENAS.
La mayoría comparsa.
Carlos
Mármol.
La Reina (de la Marisma) camina
hacia el adelanto electoral como el cura Javierre iba a ver las cofradías en
Sevilla: en biscúter. A toda mecha y diciéndole guapa hasta a la Canina
para ver si logra convencerla de que merece seguir en
el Quirinale de San Telmo toda la eternidad. Por supuesto, esto no es ninguna
noticia. Es lo natural. La única novedad estriba en que para ir preparando el
inevitable instante de la crisis con los naranjitos de Cs ha elegido como
nuevos compañeros del viaje -sorpréndanse, indígenas- a los diputados de la
oposición con los que en su momento mantuvo un pacto de gobierno -las
menguantes huestes del Argonauta. Maíllo- y a los jacobinos (ma
non troppo) de Podemos. Ambos (dos) no han dudado en desdecirse de sus
discursos parlamentarios para negociar con los susánidas -que de socialistas
sólo conservan ya la chapa del abuelo- una propuesta de financiación de la que,
¡oh maravilla!, han excluido al Adelantado
Marín, que queda orillado, como toda la vida han dicho los
escritores argentinos y, tras nuestra estela, copian los pequeños monaguillos.
Su Peronísima quiere
distanciarse (un poco) de Cs sin romper (por completo). Y para escenificarlo se
inventa una mayoría comparsa -con Unidos Podemos (decir lo contrario de lo que
veníamos diciendo)- que le permite explorar otras alianzas en caso de que la
aritmética electoral le sea hostil. Es lo que parece que sucede. Incluso el
sondeo del Egopa, cocinado a conciencia, evidencia el desgaste de la Reina. El descenso del avión es un hecho. Ella sólo está probando
un buen paracaídas para tomar tierra sin hacerse daño. Cs le ha consentido su
absolutismo genético sin mucha resistencia, pero en el fondo ni comulgan con el
victimismo regional -que sí comparten Maíllo y Rodríguez- ni están dispuestos a que la ley electoral siga como está.
El Adelantado Marín ha hecho muy bien
de socio útil todo el tiempo que ha sido necesario. Pero las optimistas
expectativas nacionales de Cs, que nada tienen que ver con su labor de bisagra
en Andalucía, permiten que se plante. Si quiere.
La Reina
lo sabe. Y está buscando muletas alternativas. Aunque
esto suponga saltarse el foro institucional creado en las Cinco Llagas con la
milonga de la falta de financiación regional. Un cuento tan bonito como
incierto: si la autonomía necesita dinero no es porque carezca de recursos. Es
porque con el peronismo rociero es un
absoluto dispendio clientelar. Algo que aceptan como mal menor IU y Podemos,
cuyos próceres comulgan con esta forma de entender lo público que sólo
beneficia a sus asalariados -llamarlos trabajadores no es exacto- en perjuicio
del resto de ciudadanos. El PP también se suma a la nueva mayoría comparsa. Tienen miedo. Descontando el trasvase de votos y
militantes en favor de Cs, no creen poder resistir otra campaña oficial
acusándoles de no remar en favor de Andalucía.
Muy mal deben pintar las cosas en la calle San Fernando para que
sacrifiquen la obediencia (debida) a Rajoy
y se merienden los discursos. Pero es lo que hay: Bonilla (Moreno) prefiere
seguir ocho años de cola de elefante a ser cabeza de ratón. Todos juntos le
están dando a la Reina
la coartada perfecta para atenuar su desgaste gracias a
un plebiscito adelantado sobre su persona. En eso consiste votar en la Marisma. Lo que tiene gracia
es que quienes piden más dinero para mantener la estafa autonómica no le digan
a los andaluces -incluidos los pensionistas- que si la mayoría
comparsa se consolida volverán a subir los impuestos, los dejarán sin
(in)dependencia, regresará el impuesto de las herencias y los saquearán con una
sonrisa. No por su bienestar, sino
para que sus
infinitos enchufados y pesebristas trabajen 35 horas, mediten a gusto y se
acuesten temprano. Como Ella manda.
http://www.elmundo.es/andalucia/2018/03/03/5a99b564ca474121648b4600.html
http://www.elmundo.es/andalucia/2018/03/03/5a99b564ca474121648b4600.html
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