lunes, 15 de enero de 2018

Susana y las 35 horas, por nuestro compañero José Rodriguez Hervella + El 'mindfulness' divide a los funcionarios andaluces + La Junta amarra el control de la Inspección Educativa = Gestión de personal de los "Einsteins psociolistos": desorden público. Ya lo han conseguido nadie esta contento


Susana y las 35 horas. 



El 'mindfulness' divide a los funcionarios andaluces




  • La fórmula de la Junta para sortear el fallo del Tribunal Constitucional contra el decreto de las 35 horas presenta numerosas lagunas
  • Varios sindicatos han lamentado el daño al "prestigio" de los empleados públicos y denunciado que el pacto genera desigualdades

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EDUCACIÓN.La Junta amarra el control de la Inspección educativa





  • El gobierno andaluz se garantiza el nombramiento discrecional de los cargos gracias al apoyo de C's
  • El sindicato de inspectores sí logra apoyo para mejorar formación y medios


FUNCIÓN PÚBLICA
El 'mindfulness' divide a los funcionarios andaluces

  • La fórmula de la Junta para sortear el fallo del Tribunal Constitucional contra el decreto de las 35 horas presenta numerosas lagunas
  • Varios sindicatos han lamentado el daño al "prestigio" de los empleados públicos y denunciado que el pacto genera desigualdades

Muchos funcionarios y muchos andaluces han descubierto esta semana el mindfulness, una técnica de relajación, una suerte de herramienta contra el estrés que utiliza la psicología moderna. No, no es meditación budista, como inicialmente se informó de forma errónea. Al menos no en la forma en que se utiliza el término en el catálogo de actividades hecho público por la Junta de Andalucía para que sus empleados públicos puedan completar su jornada laboral hasta las 37,5 horas semanales. Dos horas y media de esa jornada podrán emplearse en tareas de formación y desarrollo personal. On line y desde casa. Y el curso de mindfulness es una de las opciones ofrecidas a los trabajadores públicos.

Esa oferta formativa les sirve a la Junta y a sus trabajadores para sortear una sentencia que obligaba a la administración andaluza a olvidarse de su jornada reducida y volver a las 37,5 horas semanales que el Gobierno de la Nación impuso en 2012 para todos los empleados públicos y que, según el Tribunal Constitucional (TC), sólo el Gobierno de la Nación podría modificar.

Para la aplicación de esta fórmula singular para justificar horas de trabajo 'no presencial' de los funcionarios, el Gobierno de Susana Díaz ha contado con los sindicatos UGT, CCOO y CSIF, que han bendecido esta salida. Pero, a medida que pasan los días desde que se conocieran los detalles del acuerdo, han comenzado a reproducirse manifestaciones contrarias a la solución dada por la Junta para evitar que la sentencia del TC obligara a ampliar la jornada de trabajo real.

La Asociación de Profesores de Instituto de Andalucía (APIA) y el Sindicato de Médicos de Andalucía (SMA) consideran que docentes y sanitarios se han visto perjudicados de alguna u otra forma, frente a los funcionarios de la administración general. Pero, curiosamente, el sindicato mayoritario en la administración general, el SAF (Sindicato Andaluz de Funcionarios) tampoco parece satisfecho con el acuerdo sino todo lo contrario. Para empezar, porque un cambio en las condiciones de trabajo de esta naturaleza ni siquiera ha pasado por el órgano natural y legal de discusión, la 'mesa sectorial de negociación', donde el SAF ostenta la representación mayoritaria.

Aunque, más allá de las cuestiones formales, el sindicato considera que, con esta aplicación de la nueva jornada 'no presencial', el Gobierno andaluz ha infligido un grave «daño al prestigio» y la imagen de los funcionarios andaluces, que están siendo «objeto de chanzas» en toda España.

El SAF dice estar en contra de «toda acción que tenga por objeto eludir la aplicación de la ley o burlar torticeramente la ejecución de las sentencias, máxime si ello se promueve desde la propia Administración».

Reivindicación.

Hay varias preguntas a las que la Consejería de Hacienda y Administración Pública no ha dado respuesta en los últimos días. Una de esas cuestiones tiene que ver precisamente con el argumento más repetido por la consejera María Jesús Montero, quien subraya que la consideración de las horas de formación como parte de la jornada laboral constituye el reconocimiento de una «reivindicación histórica de los trabajadores». Sin duda, se trata de una declaración solemne. Sin embargo, el propio pacto firmado por la Consejería y los sindicatos admite que las medidas adoptadas para la ampliación de la jornada son «transitorias». O sea, que se reconoce una «reivindicación histórica» pero sólo de forma temporal, lo cual podría resultar incongruente. Y eso es así porque el propio Ejecutivo andaluz confía en que el Gobierno de la Nación levante el veto a la jornada de 35 horas tan pronto como consiga aprobar los Presupuestos Generales del Estado de 2018. ¿Qué pasará entonces con ese 'derecho' a que las horas de formación sean parte de la jornada?

En el caso de los docentes andaluces, la reducción de jornada se aplicó en el cómputo de horas lectivas semanales, que en el curso pasado eran 20, siendo el compromiso reducirlas para este curso a 19 y para el próximo a 18. Y para ello, durante este curso, una (y sólo una) de las horas de guardia semanales se computan dentro del horario lectivo. En el curso próximo se hará lo mismo pero con dos de las horas de guardia.


Redistribución horaria.

Los profesores se quejan, por un lado, de que, en su caso, no hay reducción real de las horas presenciales, sino sólo un cambio en la distribución de las mismas. Pero, además, subrayan la incongruencia de que la Junta utilice ahora de forma flexible el concepto de 'horas lectivas', cuando se ha negado a ello durante todos los años anteriores afirmando que las restricciones impuestas por el Ejecutivo central lo impedían. ¿Por qué ahora sí se puede y antes no, si el criterio del Gobierno de la Nación no ha cambiado en este tiempo?

Con la aplicación de esta fórmula, la Consejería de Educación podría haber evitado o, al menos, atenuado la destrucción de empleo docente (4.500 plazas menos) en los años duros de la crisis. De hecho, así lo hicieron otras comunidades autónomas, como le han venido recordando año tras año los sindicatos al consejero de turno.

Igualmente, los docentes se preguntan si, una vez superado este periodo transitorio, las horas de guardia volverán a salir de la categoría de horas lectivas. El hecho de que la Consejería califique como horas lectivas tan sólo algunas de las horas de guardia y el resto no constituye también una incongruencia desde el punto de vista formal que añade inseguridad jurídica a las condiciones laborales de los docentes. A este respecto conviene recordar que la Justicia ha condenado recientemente a la Consejería por su regulación de los horarios de sus docentes. Así, el TSJA anuló, en una sentencia conocida el pasado mes de julio, una norma que suponía un aumento del número de alumnos por cada profesor de guardia y que tenía por objeto precisamente ahorrar en plantillas.

Para el sector sanitario, resulta una discriminación flagrante que en el catálogo de actividades se incluyan cursos de meditación computables como horas de trabajo y, sin embargo, la asistencia a congresos médicos no signifique para los médicos una ventaja equivalente.




http://www.elmundo.es/andalucia/2018/01/13/5a590b82e2704e6a0c8b45e4.html

EDUCACIÓN

La Junta amarra el control de la Inspección educativa

  • El gobierno andaluz se garantiza el nombramiento discrecional de los cargos gracias al apoyo de C's
  • El sindicato de inspectores sí logra apoyo para mejorar formación y medios
La Inspección Educativa, el cuerpo de funcionarios que se encarga de supervisar la educación en Andalucía -a excepción de la universitaria- y velar por el cumplimiento de las leyes, derechos y obligaciones de alumnos y profesores seguirá estando a las órdenes del gobierno que preside Susana Díaz.

El ejecutivo se ha asegurado el control de la Inspección tras rechazar en el Parlamento el PSOE, con apoyo de Ciudadanos, cualquier reforma que suponga dotar de autonomía y despolitizar a este colectivo profesional.

Fue poco antes de las vacaciones navideñas cuando el pleno de la cámara autonómica debatió un decálogo de reivindicaciones planteado por la Unión Sindical de Inspectores Educativos (USIE). Entre las medidas que puso encima de la mesa estaba contar con voz y voto en el nombramiento de la cúpula de la Inspección. En concreto, que la designación del inspector general y de los jefes de servicio se hiciera a través de una terna presentada por los respectivos Consejos Andaluz y Provinciales. De esta forma, se hubiera garantizado que la Inspección quedaba fuera del control político, a la par que una considerable independencia en su funcionamiento interno.

La propuesta de USIE que el PSOE y Ciudadanos han tumbado se produce además apenas unos meses después del escándalo de los enchufes en la Delegación de Educación en Sevilla, en el que se ha visto implicado, como uno de los grandes protagonistas, precisamente el inspector jefe en esta provincia, Alberto Moreno.

Su hija, Anais Moreno, fue contratada a dedo y de forma irregular para un puesto para el que no reunía los requisitos. El caso forzó a la Consejería de Educación a cesar a tres cargos, entre ellos, al propio inspector jefe provincial. Además, el asunto está en el juzgado.

Evitar que los responsables de la Inspección puedan ser colocados por los cargos políticos y que se produzcan situaciones como la vivida en la Delegación de Educación sevillana es una de las finalidades de esta propuesta.


Como un “cortafuegos”.

La USIE denuncia, de hecho, que los cargos educativos políticos utilizan a los cargos de la propia Inspección como «cortafuegos» frente a la actuación de los profesionales. Son cargos, dice el sindicato, «nombrados a dedo» que, critica la USIE, «actúan más para que quienes los nombraron no se sientan incomodados por las actuaciones inspectoras que para un desarrollo eficaz de la Inspección».

A esto hay que añadir más cargos «a dedo» de los que se rodean los responsables políticos (todos docentes adscritos) «como contrapeso a la Inspección».

«La esencia y la eficacia de la Inspección requieren de autonomía, independencia profesional, sin sujeción política en sus actuaciones técnicas», sostiene el sindicato de inspectores.

Otra de las reivindicaciones del colectivo que la Junta ha desoído es que haya un único sistema de acceso al cuerpo de inspectores y que este sistema sea el de concurso oposición.

En este punto, USIE destaca la «experiencia» del concurso de méritos de directores, que muestran, «las deficiencias de un sistema inapropiado para seleccionar a los mejores para el desarrollo de la función inspectora».

El tercer planteamiento que los inspectores han visto rechazado es la atribución de competencias para resolver asuntos técnicos y potestad disciplinaria para faltas leves.

No obstante, y pese al rechazo de estas cuestiones, la USIE sí logró sacar adelante otras reivindicaciones, entre las que destaca la actualización de la normativa, el refuerzo de las funciones de la Inspección, una apuesta por la formación y mejorar los medios y los recursos. Igualmente, el pleno del Parlamento dio su respaldo a la actualización del complemento específico y limitar el número de inspectores provisionales.

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