martes, 23 de mayo de 2017

De lectura recomendada : El Partido Socialista y la España Constitucional, por Luis Marín Sicilia. + El secreto de que Susana Díaz tenga más avales que votos + Jó qué tropa, Susana por Antonio Burgos.


El Partido Socialista y la España Constitucional



  • “Por el bien del país sería deseable que Pedro Sánchez se sometiera a una sesión intensiva de realismo político y recapacitara sobre la enmienda a la totalidad que ha planteado a lo que ha sido el PSOE de la Transición”
  • “Debe elegir entre ser fiel al simbolismo de aquella comparecencia con una gran bandera española detrás, o entre lo que parece que le reclaman quienes lo han encumbrado, enarbolando banderas de la Segunda República”
  • “Si el PSOE sanchista se empeña en disputar la izquierda radical y asamblearia a Podemos, el socialismo español seguirá el camino del griego, del francés o del británico”

El secreto de que Susana Díaz tenga más avales que votos


Fuera de Andalucía, la gente está muy sorprendida de que Susana Díaz haya tenido más avales (con nombres y apellidos) que votos (secretos). A los andaluces, desgraciadamente, no nos sorprende. Se llama caciquismo y produce miedo, a veces hasta pavor, y es el causante de que el silencio sea el idioma oficial de esta tierra bulliciosa en romerías y ferias pero que para hablar de política lo sigue haciendo tímidamente y mirando a los lados a ver si viene alguien.

El PSOE es la única organización andaluza, junto a la Iglesia Católica, que tiene presencia en todos los pueblos y ciudades de Andalucía. Funciona como un partido-empresa, lo controla absolutamente todo. Todo es absolutamente todo. 



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El caciquismo es la sociedad del primo de la tía, del sobrino del hijo, del marido de, de la esposa de, del hijo de, del militante de, del cuñado del hijo del alcalde, del presidente de la Diputación o la hija del director del periódico X y de la empresa Y. El caciquismo es un modelo que pone freno a la igualdad de oportunidades, al talento, al mérito, que castiga con el hambre a quienes ejercen su libertad y que convierte una tierra con talento y de gente trabajadora como Andalucía en un erial de gente con miedo, resignada a menos es nada y que los domingos de votaciones acuden a votar, previo aviso de los dueños del cortijo, porque en el voto se está también votando la cadena de favores que le permiten sobrevivir.


Lo peor del caciquismo no es la sociedad silente que produce, sino que hace creer a quienes se atreven a denunciar esta anomalía democrática que son enfermos mentales, personas poco equilibradas y con niveles de osadía por encima de lo normal. Cuando uno decide plantarse ante el abuso de poder en esta bendita tierra siente en la nuca la respiración de los dueños del cortijo y de la extensa red de telaraña que lo inunda absolutamente todo. Y lo más triste de todo esto, no obstante, es que haya tenido que irse Susana Díaz a Madrid para que los andaluces nos hayamos podido enterar en manos de quién estamos gracias a que el relato mediático sobre la presidenta de la Junta y el PSOE andaluz ha sido escrito desde fuera de Andalucía y sin miedo a perder las ayudas institucionales que dan estabilidad económica a muchos medios de comunicación.

Jó qué tropa, Susana

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ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO

Susana Propusieron una vez al Conde de Romanones presentarse a académico de la Española para cubrir una vacante. Aceptó que formalizaran su candidatura, tanteó los votos que podía sacar y se veía ya académico. Pero cuando llegó la votación, los mismos amigos que lo propusieron le dijeron amargamente que, a pesar de las promesas de voto, habían elegido a otro. A lo que Romanones exclamó una frase que se ha hecho histórica, refiriéndose a la falsedad de los académicos que le habían prometido el voto:
-- ¡Jó, qué tropa!
No sé si Romanones pudo echar exactamente las cuentas de los votos prometidos y de los obtenidos. No le pasó como a Susana Díaz, que puede medir exactamente el número de sus falsos agradaores que la avalaron como secretaria general para hacerle la pelota o para no jugarse el pan de sus niños... y luego votaron a Sánchez. No pertenezco a los "yo-yas" de los que se ha llenado España:
-- Yo-ya dije que ganaría Sánchez...
Pertenezco al numerosísimo grupo de los que creíamos que iba a ganar Susana por una sencilla razón que aquí expuse:
-- ¿Cuántos viven y comen de Susana, como colocados por el carné en la Junta o en sus empresas publicas e islas adyacentes? ¿Y cuántos le deben el pan de sus niños a Sánchez? Es que no hay vuelta de hoja. Con que sólo la voten los que viven de ella, gana las primarias de calle.
Así lo pensé, además, cuando terminaron de reunir los avales. Susana sacó más avales que nadie. Porque soy de Letras y se me dan muy mal los números, que, si no, les decía el número exacto de avales que sacó la presidenta de la Junta, en lo que parecía un carrerón hacia Ferraz primero y hacia La Moncloa después. Con los avales, a Susana le pasó exactamente igual que a Romanones con las promesas académicas de elegirlo. Pues con la votación real, le ha ocurrido como a Romanones en su frustrada entrada en la Real Academia Española. Susana ha sacado menos votos que avales había reunido para ser secretaria general del PSOE: unos dicen que 1.000 votos menos que avales; otros, que 6.000. ¿Qué significa esto? Que en el caso de los colocados por Susana Díaz en la Junta o en puestos dependientes del partido o de su Presidencia, se avala con el estómago, pero se vota con el corazón. Nadie colocado gracias al carné del partido quiso negarse a firmar cuando se le acercó el jefe:
-- ¿Te importaría firmarme un aval para Susana en las primarias?
Y, estómagos agradecidos, firmaron. Pero a la hora de la verdad, de ir a la agrupación socialista del barrio convertida en colegio electoral y votar, las salió ese radicalismo que siempre llevan las bases del PSOE frente a la cúpula del poder en el partido, y eligieron la papeleta de Sánchez. Tiene esto de bueno que Susana Díaz puede desde ahora mismo contar el número exacto de agradaores interesados y falsos que tiene en nómina: los que firmaron su aval y luego votaron al otro, a Sánchez. Antes del domingo, un andaluz del PP que sabe tela de política me aventuraba lo que mi dilecto Ignacio Martínez comentaba ayer en la competencia. Y que conste que mi informante no era un "yo ya" de última hora. Me dijo:
-- Mira, en todas las primarias del PSOE, siempre ha ganado el candidato de las bases, más radicales que el aparato de poder de Ferraz, así que no te fíes de lo de Susana. Cuando Ferraz apoyaba a Borrell, salió Almunia; cuando lo hacía por Bono, sacaron a Zapatero; cuando la Chacón, a Rubalcaba. Y ten en cuenta que en Francia han sido los más votados los dos partidos que no hicieron primarias.
Y ahora que el aparato y los que viven de él parece que avalaban a Susana Díaz, eligieron a Sánchez. ¡Jó, qué tropa! Lo único positivo es que Susana sabe ya el número exacto de falsos agradaores que tiene en nómina.
http://www.antonioburgos.com/abc/2017/05/re052317.html


El Partido Socialista y la España Constitucional






  • “Por el bien del país sería deseable que Pedro Sánchez se sometiera a una sesión intensiva de realismo político y recapacitara sobre la enmienda a la totalidad que ha planteado a lo que ha sido el PSOE de la Transición”
  • “Debe elegir entre ser fiel al simbolismo de aquella comparecencia con una gran bandera española detrás, o entre lo que parece que le reclaman quienes lo han encumbrado, enarbolando banderas de la Segunda República”
  • “Si el PSOE sanchista se empeña en disputar la izquierda radical y asamblearia a Podemos, el socialismo español seguirá el camino del griego, del francés o del británico”

74.223 militantes socialistas han decidido que el partido que más tiempo ha gobernado la España democrática de los últimos cuarenta años sea dirigido por Pedro Sánchez, un personaje que, por su zigzagueante trayectoria, despierta innumerables recelos en los sectores más dinámicos e influyentes de la sociedad española.

Si hemos de atenernos a lo dicho y hecho hasta ahora por Sánchez, es verdad que no esperan buenos tiempos, ni para el PSOE ni, lo que es más importante, para España. Quien defiende una España plurinacional, sin decir cuántas naciones hay en España, o proclama en Cataluña que esa comunidad es una nación, para después, fuera de Cataluña, aseverar que se trata de una nación cultural, y terminar definiendo el concepto de nación como un sentimiento, es un político de pocas hechuras y claramente oportunista.

Llegar a dirigir un partido tan fundamental para la estructura constitucional de España, sin más alegato de seducción que el haberse opuesto a desbloquear la ingobernabilidad del país, aceptando que gobernara la opción política más votada por los españoles, y elevar tal postura a la categoría única de que "hay que echar a Rajoy", cuyo mensaje a la postre es una copia literal de lo que defienden los de Pablo Iglesias, nos dibuja a un político tan ayuno de programas como enamorado de sí mismo.

Ello no obstante, el envite que esos 74.223 socialistas de base han realizado al conjunto de los españoles puede correr la misma suerte que el socialismo ha tenido en Reino Unido, Francia, Holanda y un largo etcétera, cuando los militantes han acreditado una falta de sintonía palmaria con el conjunto de las inquietudes ciudadanas. Si además esos militantes, sin ser corregidos por su líder, han tachado de traidores, fachas y corruptos a competidores del propio partido, incluso a personajes históricos de inequívoca proyección democrática y progresista, la tarea que tiene el electo para construir una alternativa de gobierno creíble y bien estructurada es gigantesca.

“Por el bien del país sería deseable que Pedro Sánchez se sometiera a una sesión intensiva de realismo político y recapacitara sobre la enmienda a la totalidad que ha planteado a lo que ha sido el PSOE de la Transición”, cuyos servicios a la prosperidad y la justicia social en España han sido indudables. Debe elegir entre ser fiel al simbolismo de aquella comparecencia con una gran bandera española detrás, o entre lo que parece que le reclaman quienes lo han encumbrado, enarbolando banderas de la Segunda República y proclamando eslóganes tan antifranquistas como obsoletos, tal como se pudo oír la noche del domingo entre quienes aplaudían su liderazgo en la sede de Ferraz.

Que quienes han sostenido su candidatura hayan perdido el respeto al político socialista que más ha hecho por el progreso del país, como Felipe González, da muestras de que hay mucho militante desorientado, anclado en el rencor y en la ignorancia. Sobre tales actitudes -ignorancia y rencor- ha edificado Sánchez toda su estrategia para alcanzar la secretaría general de un partido claramente roto por la mitad. El problema es si sabrá administrar la victoria sin que el PSOE deje de ser lo que ha sido. Y cabe mostrar cautela sobre dicha capacidad cuando el propio interesado se proponía construir "un nuevo PSOE". Como un viejo militante aseveraba, "si gana Sánchez, se acaba el PSOE que conocemos". Porque Sánchez, "está en el PSOE pero no es del PSOE, solo es de él mismo".

Como tantos recordaron, en España y fuera de España, jamás se ha dado un nivel tan ínfimo entre los candidatos a dirigir el partido más importante de la izquierda española. Sus currículum dan grima y ello pone de manifiesto la orfandad de una clase política sumergida en la mediocridad y en la demagogia, arma esta que sirve de refugio para tapar sus deficiencias. Que el elegido hiciera ostentación de que "venía del paro" sería causa suficiente, en cualquier país europeo, de incapacidad para gestionar los intereses públicos. Los líderes europeos, desde Macron a Tsipras y desde Merkel a Valls (derechas e izquierdas), todos ellos presumen de una formación habilitante para la gran tarea de dirigir un país.

Con ser un poco "chuleta", como diría el castizo, y bien parecido no es suficiente, ni siquiera necesario, para aspirar a liderar nada. Los analistas más solventes consideran que la victoria de Sánchez supone una radicalización del PSOE. Su obsesión con pactar con quien sea tiene dos condicionantes: que él sea quien lidere el pacto y que la alianza garantice la toma del poder. Son las exigencias que impone para una moción de censura, sabedor de que la misma necesita el apoyo de los separatistas para que prospere. De seguir jugando con esta táctica, Sánchez está poniendo en riesgo la propia idea de la nación española porque busca asociarse con quienes hoy, ya sin tapujos, están protagonizando un intento de golpe de Estado.

Hay que confiar en que personajes como Borrell, que lo ha apoyado, influyan en una corrección del rumbo sanchista, alejándolo de ese afán de convertir al PSOE en un partido asambleario y marcando las distancias con los independentistas con la misma rotundidad que el político leridano ha hecho en varias ocasiones, ridiculizando las pretensiones secesionistas.

Si el PSOE sanchista se empeña en disputar la izquierda radical y asamblearia a Podemos, el socialismo español seguirá el camino del griego, del francés o del británico. Entre el original y la copia siempre se elige el original.

Si el PSOE, por contra, reafirma su liderazgo en el espectro sociológico del centro izquierda, y reafirma su vocación moderada en el Congreso Federal de Junio, las expectativas para volver a gobernar España crecerán exponencialmente. Para ello, entre otras cosas, deberá acreditar su defensa del marco constitucional y su posicionamiento sin ambigüedades ante el reto, cada vez más inminente, del separatismo catalán.


De no actuar en esa línea, de moverse obsesivamente hacia la izquierda radical, el PSOE abandonará el granero de votos que está en el centro y se convertirá en un apósito más del conglomerado podemita. Y ese espacio que deja vacío lo ocuparán otras opciones surgidas de la propia sociedad civil, como ha ocurrido en Francia, si ningún otro partido amplia su base electoral hacia esa zona templada.



Fuera de Andalucía, la gente está muy sorprendida de que Susana Díaz haya tenido más avales (con nombres y apellidos) que votos (secretos). A los andaluces, desgraciadamente, no nos sorprende. Se llama caciquismo y produce miedo, a veces hasta pavor, y es el causante de que el silencio sea el idioma oficial de esta tierra bulliciosa en romerías y ferias pero que para hablar de política lo sigue haciendo tímidamente y mirando a los lados a ver si viene alguien.

El PSOE es la única organización andaluza, junto a la Iglesia Católica, que tiene presencia en todos los pueblos y ciudades de Andalucía. Funciona como un partido-empresa, lo controla absolutamente todo. Todo es absolutamente todo. Desde los clubes deportivos de base, pasando por entidades LGTB y asociaciones de mujeres, hasta medios de comunicación, públicos y privados, a los que la Junta de Andalucía riega con jugosas cantidades de dinero en conceptos varios. Muchas de las noticias positivas que aparecen en los medios de comunicación son en realidad publicidad pagada por la Junta. Con dos cometidos: por un lado, propaganda de las políticas del PSOE; por otro, hacer a los medios de comunicación dependientes económicamente, en una tierra con poca iniciativa privada, de las ayudas institucionales y de esta manera arruinarles las ganas de atreverse a ser más libres de la cuenta. Ni en el Madrid de Esperanza Aguirre los medios eran tan poco libres como lo son en Andalucía.

No es baladí que en Andalucía mucha gente se haya enterado de quién es verdaderamente Susana Díaz cuando ésta ha dado el salto a la política estatal y el relato mediático se ha escrito desde Madrid. Por periodistas andaluces a veces, sí, pero en cabeceras no andaluzas. Aquí hace cuatro años, no se escuchaba ni se leía una sola crítica a Susana Díaz. Al contrario, todo eran loas a una vieja conocida que cuenta en su haber con muchas víctimas a su paso por su manera machirula de entender el poder y la ambición desmedida por controlar hasta el último rincón de su partido y de la sociedad civil.

El caciquismo no es sólo la forma de actuar del PSOE en la Junta, se extiende a diputaciones, ayuntamientos, mancomunidades, agencias y empresas públicas de gestión del agua, de los residuos, del turismo, del flamenco, de la cultura, fundaciones creadas para la ocasión, ONG’s vinculadas directamente con el partido, poder financiero, medios de comunicación, cooperativas…

Sin ir más lejos, La fotografía de Fitur de Susana Díaz con la reina Leticia Ortiz, publicada en La Vanguardia, nos ha costado a los andaluces 700.000 euros. En una tierra con un 50% de población infantil al borde de la exclusión social y la mitad de esta infancia, el 25%, en pobreza severa. Pornografía política. Hay pueblos que pagan entre 40 y 50.000 euros anuales a las grandes cabeceras de la prensa andaluza para que publiquen un periódico local en la localidad respectiva con diseño de información pero con fondo y forma de propaganda. En esos periódicos pagados, por supuesto, los alcaldes y alcaldesas aparecen como si fueran salvadores y la oposición y la ciudadanía son infamemente silenciados.

Ocurre también, y sobre todo, en las zonas rurales donde, con un paro superior al 40% -a veces hasta supera el 50%- y sin posibilidad de encontrar empleo, los alcaldes meten a trabajar con contratos de tres meses a la gente que mejor saber guardar silencio y que más lealtades muestra a las siglas del puño y la rosa. Muchas de las quejas de los sindicatos de jornaleros es que se hagan públicas las bolsas de empleos en los municipios andaluces para evitar el caciquismo. No han tenido éxito en sus reclamaciones.

Si no tienes ingresos y tienes que ir a Servicios Sociales, ten por seguro que como seas conocido en el pueblo por exigir derechos no vas a tener suerte con algún cheque de comida o alguna ayuda de emergencia. Si formas parte de los 20.000 contratados a dedo en la administración paralela de la Junta de Andalucía, no te atrevas a hablar porque puedes irte al paro. Y estos enchufados tienen parejas, hijos, madres y padres, por lo que la red es infinita. Si tienes una empresa y eres más valiente de lo debido y te da por denunciar que para triunfar tienes que estar vinculado al PSOE, ten por seguro que no firmarás jamás un contrato con alguna de las muchas administraciones que gestiona el PSOE en Andalucía. Si eres periodista y ejerces tu libertad, ten por seguro que no terminarás en ningún gabinete de prensa de la Junta donde Susana Díaz ha metido a muchos de los despedidos por los grandes medios de comunicación en contraprestación a los servicios prestados.

Si tienes una asociación y se te ocurre enemistarte con el PSOE, no recibirás ni un duro de esos convenios que se firman con diputaciones, ayuntamientos y consejerías a cambio de dinero para que puedas desarrollar tu labor asociativa. Por el contrario, si mueves bien la bandera del PSOE y acudes a los mítines a aplaudir, ten por seguro que no te faltarán nunca los recursos para desarrollar la labor asociativa y tener a varios liberados.

Pasa también en las universidades. No hay una sola universidad andaluza que no esté controlada por el PSOE. Ahora mismo, en el Gobierno de Susana Díaz hay dos exrectores, de la Universidad de Sevilla y de la Universidad de Málaga. La exrectora de la Universidad de Málaga, ahora consejera de Educación, fue la que abrió un expediente a Iñigo Errejón por supuesta cobrar por una beca sin estar desarrollándolo, caso que abrió telediarios y periódicos pero que, sin embargo, cuando los tribunales han archivado la denuncia no ha aparecido ni en un breve. Como premio, consejera de Educación.

Sucede igualmente en el ámbito de la cultura. En Andalucía, con una producción cinematográfica extensísima y un talento incuestionable, sólo unas cuantas productoras reciben cada año jugosas subvenciones o derechos de imagen de Canal Sur para que su obra creativa sea rentable. Siempre son las mismas. En la tierra del flamenco, los artistas se tienen que ir fuera de Andalucía para poder vivir de su oficio porque las producciones que se subvencionan son siempre con los mismos nombres y apellidos. El caciquismo no es sólo injusto, además está frenando a una generación que está haciendo cosas realmente interesantes en la orfandad más absoluta.

Paradigmático es el caso de las productoras de televisión. Personajes del mundo de la farándula en línea con el PSOE, montaron productoras privadas para, por el mismo programa que se producía directamente por Canal Sur, pasar a cobrar el doble cuando se producía en productoras privadas de su propiedad creadas para forrarse a costa de saquear las arcas públicas. Todo legal, pero éticamente pornográfico en una tierra que cuenta en su haber con los 9 de los 10 barrios más pobres de España y niveles de desigualdad y pobreza que infames en un país que es la cuarta economía de la Eurozona.

En 2012 se cerró Canal Sur 2, el canal más cultural de la televisión pública, y descubrimos que Joaquín Petit, vinculado sentimentalmente a una de las periodistas señeras del PSOE andaluz, María Esperanza Sánchez –baluarte de la SER Andalucía y tertuliana en múltiples tertulias de Canal Sur-, había estado produciendo programas a través de una productora privada a precios millonarios, Itaca se llamaba la productora y despidió a más de la mitad de la plantilla cuando la crisis obligó a Canal Sur a dejar de comprar producciones privadas y éstas pasaron a producirse por los empleados de la casa, grandes profesionales infrautilizados porque con ellos el control político es más complicado que a través de productoras privadas. Por si aún no sabéis qué es el caciquismo, Quino Petit, hijo de Joaquín Petit y María Esperanza Sánchez, también es periodista. Trabaja en El País, dónde si no.

Las grandes industrias instaladas en Andalucía, que recibieron dinero público a mansalva, deciden en la década anterior que se deslocalizan y abandonan la comunidad autónoma dejando a cientos de personas desempleadas. La Junta de Andalucía, en lugar de defender del modelo productivo y la permanencia de las empresas y sus puestos de trabajo, se dedica a dar jubilaciones pagadas con dinero público para evitar que los trabajadores se movilicen y organicen una revuelta. Este modelo caciquil de compra de voluntades es el conocido caso de los ERES que han abierto en canal a la Junta de Andalucía.

Es la misma lógica que el PER, dar limosna a cambio de mantener las zonas rurales silenciadas y la protesta social controlada. Ningún jornalero quiere cobrar el PER, lo que quiere la gente del campo es trabajar y que se lleve a cabo la reforma agraria, para que tierras improductivas en manos de gente de apellidos largos se pusieran en manos de cooperativas y ayuntamientos para producir riqueza y crear empleo. Pero al PSOE le sería menos útil dar derechos que subsidios.

El caciquismo es la sociedad del primo de la tía, del sobrino del hijo, del marido de, de la esposa de, del hijo de, del militante de, del cuñado del hijo del alcalde, del presidente de la Diputación o la hija del director del periódico X y de la empresa Y. El caciquismo es un modelo que pone freno a la igualdad de oportunidades, al talento, al mérito, que castiga con el hambre a quienes ejercen su libertad y que convierte una tierra con talento y de gente trabajadora como Andalucía en un erial de gente con miedo, resignada a menos es nada y que los domingos de votaciones acuden a votar, previo aviso de los dueños del cortijo, porque en el voto se está también votando la cadena de favores que le permiten sobrevivir.


Lo peor del caciquismo no es la sociedad silente que produce, sino que hace creer a quienes se atreven a denunciar esta anomalía democrática que son enfermos mentales, personas poco equilibradas y con niveles de osadía por encima de lo normal. Cuando uno decide plantarse ante el abuso de poder en esta bendita tierra siente en la nuca la respiración de los dueños del cortijo y de la extensa red de telaraña que lo inunda absolutamente todo. Y lo más triste de todo esto, no obstante, es que haya tenido que irse Susana Díaz a Madrid para que los andaluces nos hayamos podido enterar en manos de quién estamos gracias a que el relato mediático sobre la presidenta de la Junta y el PSOE andaluz ha sido escrito desde fuera de Andalucía y sin miedo a perder las ayudas institucionales que dan estabilidad económica a muchos medios de comunicación.

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