- A Saber, por Antonio Soler. La semana ha arrancado con el desfile de altos cargos, pasados y presentes, del PSOE andaluz ante la comisión de investigación del Parlamento autonómico.…..Luego resultó que Andalucía no era tan imparable como parecía, …….un sueño. Los pies eran de barro y la cabeza estaba en otra parte.
- Nada de verdad por Teodoro León Grosso
A saber
ANTONIO
SOLER
La semana ha arrancado con el desfile de altos
cargos, pasados y presentes, del PSOE andaluz ante la comisión de investigación
del Parlamento autonómico. El revés de un
desfile nupcial, el negativo de lo que fue un tiempo de aparente esplendor en
el que Andalucía era una California tumbada a orillas del sur de Europa. La
cabeza en el Atlántico y los pies chapoteando en el Mediterráneo. Luego resultó que Andalucía no era tan imparable como
parecía, que la enseñanza bilingüe se
quedaba tartamuda, el ordenador por cabeza infantil se quedaba sin disco duro y
las sucesivas y fulminantes modernizaciones se quedaban -salvo muy honrosas
excepciones- en un sueño. Los
pies eran de barro y la cabeza estaba en otra parte. No hay que exagerar ni hacer pensar que somos tercer
mundo, pero para aquellos que vendían la gran revolución social es necesario
recordar que estamos instalados en el furgón de cola del continente al que
pertenecemos y que los niveles de desempleo, de fracaso escolar y de
preparación académica de nuestros estudiantes pronostican que nos quedaremos en
ese lugar durante una larga temporada.
La comisión de investigación no es otra cosa que un purgante.
Unas cucharadas de ricino que en estos días han
debido engullir los ex presidentes Chaves y Griñán, la presidenta Díaz y
algunos de sus viejos teloneros de lujo. Un purgante que tiene sabor a campaña electoral y que por
eso huele a sobreactuación. El calendario
electoral no ha favorecido en los últimos tiempos al PSOE en sus distintas
comparecencias legales sobre asuntos de corrupción, y aunque es cierto que en
los tiempos de la juez Alaya las coincidencias sonaban a campanadas, con tanta
campaña y tanta presunta corrupción no es difícil que existan estas
coincidencias. Más bien lo contrario, es imposible que no se amontonen. En
cualquier caso, por mucho que en estos días se haya agitado con las presencias
sonoras de los grandes líderes, la comisión parlamentaria huele a defunción y poco o nada
pude esperarse de ella.
El PSOE, como es
lógico la aceptó a regañadientes. Para Ciudadanos era un lavado de cara, la constatación de que ellos no se doblegan
ante el partido hegemónico. Para
Podemos una nueva ocasión de afearle la
conducta a los socialistas y mostrarse en el escaparate público como la
izquierda honrada, la de los quilates callejeros, la única posible. Al PP se le presentaba una renovada oportunidad para que su
líder fuese más líder y volviera a morder en el costado de Susana Díaz. Sin
embargo, la espantada legal de la ministra Fátima Báñez dejó muy mermado su
impulso. Con su fuga dejó a los socialistas la réplica en bandeja y la espada
mellada al niño Bonilla. La comisión lleva tiempo convertida en un escaparate electoral, como si
fuese una herramienta más de campaña, un
espacio publicitario pagado por la comunidad que ha olvidado su origen -la
revelación de la verdad- en beneficio de la propaganda, el ditirambo y el cruce
de reproches. Puro zumbido mediático.
Por desgracia, constituye ya una larga tradición el hecho de que
las comisiones
parlamentarias de investigación sean pólvora mojada. Una parafernalia con la
que cubrir el expediente, tratar de arrinconar al adversario y llegar a la conclusión
de que será la justicia ordinaria quien tenga que resolver los hechos que se
investigan. En este caso concreto tampoco ha ayudado mucho que más de una
docena de los comparecientes hayan optado por no declarar para no perjudicar su
posterior defensa ante los tribunales. El silencio de los corderos. O de los lobos. Vaya usted a
saber. Quizás ese debería ser el lema bajo
el que se tendrían que desarrollar estas comisiones de investigación: Vaya
usted a saber
Nada
de verdad
TEODORO
LEÓN GROSS0. 1/06/2016 09:56
I.nesperadamente, Chaves dijo ante la comisión que no sabía nada. Y sin tiempo para superar esta sorpresa, fumata negra sobre las
esperanzas de los comisionados, llegó Griñán y tampoco sabía nada.
Nadie podría haber sospechado que les sucediera
como a Ana Mato, que no sabía nada de los regalos, nada de los viajes, nada
del Jaguar, nada de nada. O como Francisco
Granados, sobre el volcán de Púnica,
nada. O como la infanta que no sabía nada porque sólo firmaba lo que le daba su
duque empalmando negocios turbios. En eso ella como Isabel Pantoja, que no sabía nada, al albur de Julián Muñoz, que no sabía nada, al albur
de Roca, nada,
al albur de Gil,
que nunca vio nada como Chaves y Griñán, sin motivos para sospechar de nada,
como Rita Barberá, aunque todo su gobierno está imputado, pero ella nada,
como Besteiro, el socialista prevaricador que para más inri se llama Besteiro. Felipe se enteró por la prensa del GAL, pero no sabía nada,
y Rajoy se enteró por la prensa de la Caja B de
Bárcenas, pero tampoco sabía nada. Por
la prensa Chaves y Griñán saben que hay lío, sospechan que menor, pero no
sabían nada desde las estancias palaciegas de San Telmo, como genuinos
Montpensier lejos del mundanal ruido,
sin saber nada como Pujol de Andorra,
nada del 3% en Suiza, o Pujol jr, el rey de
los binladen, nada de Luxemburgo, nada de Liechtenstein, y Oriol Pujol, nada de
las ITV, y Oleguer Pujol, nada del blanqueo, ninguno sabía nada como Mas sobre la cuenta familiar
opaca en Liechtenstein, o Xavier Trías
en Suiza, nada de nada, como Almodovar en Panamá, nada,
los Alcántara de Cuéntame en Panamá,
nada, como el ministro Soria, nada de Panamá. En víspera de Susana, mensaje oficial a los comisionados:
nada. Griñán sabe que Velasco se fue pero nada de sus escándalos; y Chaves, ese factótum que controló dos décadas de Andalucía
con Rasputín Zarrías, dice que
tampoco sabe nada de nada, como
nada de los ERE, nada de Matsa, agitando la
cabeza como un boxeador sonado, y repitiendo nada con la convicción de
Schettino, el capitán que quiso escapar de su naufragio sin ver nada.
Nadie sabe nada, nadie sabía
nada, salvo Aznar, que sabía que en Irak
había armas de destrucción masiva.
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