PARLAMENTO. La administración paralela abre una brecha entre el PSOE y Ciudadanos
- Susana Díaz ofrece a Juan Marín unos datos sobre los entes instrumentales que no cuadran con los oficiales
No es una mera discrepancia de datos sino una
brecha cierta entre el PSOE y Ciudadanos que tendrá más trascendencia o menos
dependiendo de cómo se gestione en los próximos meses. Pero el tema es clave
porque la llamada administración paralela ha
estado siempre en el punto de mira de Ciudadanos que pactó con los socialistas
una reducción importante de la misma como condición indispensable para
apoyarlos en la Junta. La presidenta de la
Junta, Susana Díaz, dijo ayer en el Pleno del Parlamento a su socio Juan Marín
que la Junta de Andalucía tiene actualmente sólo 82 entes instrumentales, lo que
está por debajo de la media del resto de las comunidades autónomas. «Se ha
hecho usted un lío con los datos, señor Marín, yo se los explico con gusto y,
si no, también puede hacerlo la consejera de Hacienda».
Sin embargo, Marín, con su habitual tono pausado,
no se conformó con las explicaciones. Según los datos oficiales aportados por
la Cámara de Cuentas en un informe que el propio Parlamento ha aprobado en el
mismo Pleno, en 2014, la Junta tenía 284 entidades y agencias en la llamada
administración paralela. Y en el Plan de Ajuste que el Gobierno andaluz ha
presentado al Ministerio de Hacienda se reconocen 223 entidades. Aun eliminando
los 121 en los que la administración tiene una participación inferior al 50%,
no salen los 82 que la presidenta ha dicho a Marín. El asunto traerá cola. O
eso mostraba ayer el enfado de la formación naranja.
La trucada vara de medir
ciudadanita. Artículo de Paco Romero
- “Nadie sabe al sur de Despeñaperros si el naranjito andaluz es oposición o consejero sin cartera, aunque ya nadie duda de su condición -y uso- como rudimentario felpudo”
- “La pretendida estrategia de neutralidad de Albert Rivera entre Madrid y Andalucía cae por su propio peso a la vista de las antitéticas actuaciones de sus líderes regionales”
martes, 10 de mayo de 2016
La trucada vara de
medir ciudadanita
Artículo de Paco Romero
- “Nadie sabe al sur de Despeñaperros si el naranjito andaluz es oposición o consejero sin cartera, aunque ya nadie duda de su condición -y uso- como rudimentario felpudo”
- “La pretendida estrategia de neutralidad de Albert Rivera entre Madrid y Andalucía cae por su propio peso a la vista de las antitéticas actuaciones de sus líderes regionales”
Llegaron autoproclamándose
adalides de la libertad, de la honestidad. Su integridad libre de mácula
anunciaba un futuro de rectitud, de decencia, de moralidad, de dignidad.
Y a fe que -venturosamente- lo cumplieron: el
presidente de Ciudadanos en la Comunidad de Madrid, advirtió desde el principio
la intransigencia de su partido con la corrupción “venga de donde venga y se
llame como se llame”. Bueno, no todos: su homónimo andaluz, tras manifestarse en el mismo sentido,
reculaba al instante y mostraba su patita enharinada nada más ser abrazado por
estapresidenta en San Telmo: “hasta el momento, 'con la información
que el PSOE nos ha facilitado', mi partido no ha visto indicios de corrupción
en Andalucía”. ¡Toma
del frasco, Carrasco!
Pasado el tiempo, tan
contrapuestas conductas siguen fieles a sus respectivos principios: Mientras en Madrid, ratificado el
gobierno popular, se han centrado en su eficaz labor de oposición, en Andalucía el
inquietante flequillo de Juan Marín se ha mimetizado con la cabellera ahora
rubia de la presidente. Nadie sabe al sur de Despeñaperros si el naranjito
andaluz es oposición o consejero sin cartera, aunque tampoco se duda de su
condición -y uso- como rudimentario felpudo. Ciertamente, casi lo mismo ocurre
con los populares; en realidad, justo es reconocerlo, los mayores aprietos que
ha padecido el gobierno han llegado de la mano de Podemos.
Los ciudadanitas se pavonean de haber logrado la
creación de sendas comisiones de investigación sobre la
corrupción en Madrid y en Andalucía; eso sí, con planteamientos
dispares: mientras en Madrid dejaron
claro el deber de comparecer de la presidente, en Andalucía, Marín prefirió
consensuar las comparecencias; tras presiones del resto de grupos, incluso
planteó que Díaz abriera la ronda pero acabó retrocediendo al oír las primeras
y sublimes críticas de la mandamás. Así, la esperada “marcha atrás”, en genial
interpretación evangélica, ha conseguido finalmente que “los primeros sean los
últimos”.
Mientras en La Puerta del Sol se
exigió una auditoría de las cuentas de los populares, que gobiernan desde 1995, los
escándalos de la Andalucía imparablemente socialista desde 1978 están
al margen de la revisión. Entretanto en Madrid apoyan la práctica
exención del impuesto de sucesiones y donaciones, en Andalucía se
limitan a pedir una rebaja al tiempo que el banco azul y la bancada eterna se
carcajean. Mientras que en Madrid se avanza hacia una
nueva ley que pretende poner en manos de los profesionales el consejo de
administración de la televisión pública, en Andalucía los
contenidos de “La Nuestra” no son motivos de discrepancia. Entretanto
en Madrid los riveritas exigen suprimir el Consejo Audiovisual, por aquí les
basta con reducir el número de miembros y... ya veremos cuando.
Y no todo acaba ahí. En su cacareado papel de
adalides en la lucha contra la corrupción y la consecuente exigencia de
responsabilidades, más de lo mismo: aun reconociendo que el asunto no reviste
formas de corrupción política, ofrecen a su diosa en
bandeja de plata la cabeza del alcalde pepero granaíno, mientras
mantienen en su puesto al consejero Arellano, habiendo exigido previamente su
cese. Éste
y no otro es el “modus actuandi” de los que iban a poner orden en el concierto
político, a homogeneizar los modos y a rechazar de plano las desigualdades.
La pretendida estrategia de
neutralidad de Albert Rivera entre Madrid y Andalucía cae por su propio peso a
la vista de las antitéticas actuaciones de sus líderes regionales, atisbándose nítidamente que
Aguado ha establecido una escrupulosa política de control hacia el Gobierno de
Cifuentes, con exigencias que en Andalucía ni se huelen y que dejan vislumbrar
una balsa de aceite que la Popea del Sur aprovecha, a modo de espaciosa alberca
de leche de burra y miel cruda, para lucimiento de su radiante epidermis.
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