martes, 17 de mayo de 2016

Iglesias el negocio del 15 M, por Carlos Cuesta + Maduro lleva a Venezuela al borde del estallido social + Canalsu, Andalucía imparable +Más tonto que un obrero de derechas , por Paco Romero+ "Nadalizar España", de lectura imprescindible = Los hechos siguen hablando por si mismos....La corrupción tiene cura; el populismo no....

  • Iglesias el negocio del 15 M, por Carlos Cuesta; ¿Y qué ha cambiado? .......Algunas cosas, como la obstaculización de cientos de proyectos generadores de empleo, como la Operación Chamartín, Campamento, Wanda, hasta 35 hoteles sólo en Barcelona, cruceros turísticos, la Marina Real de Valencia o el Palacio de Exposiciones de Cádiz. Inversiones privadas que habrían generado en conjunto más de 200.000 empleos.......Pero otras cosas no han cambiado. Porque quienes coreaban en el 15-M aquello de «con nuestro dinero, se salva a los banqueros» han visto cómo sus electos, posiblemente no hayan usado el dinero para pagar banqueros, pero sí para pagarse a ellos mismos. Con sueldos como el de Carmena...........Colau......Ignasi Armengol .......Ribó ..... Sueldos que, en su mayoría, superan los 78.966 euros de Rajoy.


  • Maduro lleva a Venezuela al borde del estallido social.En su huida hacia adelante con el único objetivo de perpetuarse en el poder, el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, está sumiendo al país en el caos económico y social y poniéndolo al borde de una guerra civil.



Para los tiempos que corren; imprescindible sonrisa naranja.


Canalsu, Andalucía imparable. 

Aconsejamos un consumo responsable



Hoy, en el programa “Del Rojo Vivo”, ni Gaspar Llamazares se podía creer lo que Pablo Iglesias, en directo, decía de él: ¡hostia, que era uno de los parlamentarios más brillantes de la reciente historia española!

A Llamazares, con la mosca tras la oreja por el pacto repentino con quien hace nada te llamaba perro judío, quizá le vino a la memoria mientras sonreía aquello de Quevedo: “Bien puede haber puñalada sin lisonja, mas pocas veces hay lisonja sin puñalada.”

Ahora bien, si se trata de llenar la ruinosa buchaca de Izquierda Unida con unos cientos de miles de euros del erario público, Alberto Garzón es un lince.


Gracias  ZP, contigo empezó todo.





Más tonto que un obrero de derechas, Artículo de Paco Romero

  • “¿A qué se debe que el ciudadano de a pie, pese a tanta podredumbre, opte mayoritariamente por los partidos 'corruptos' frente a los 'populistas'?”
  •  “¿Qué ha ocurrido para que, con la que está cayendo, Rajoy siga siendo el aspirante más sólido a ocupar La Moncloa?”
  •  “¿Por qué se ataca sin piedad al socorrido obrero de derechas y se besuquea con fruición a un pijo millonario y podemita con cuentas en Panamá, asiento en la primera fila de la gala de Los Goya y residencia por más de 183 días al año en Beverly Hills?”

 

  • Nadalizar España, notas desde Aquiliea. Es un ejemplo importante para nuestros jóvenes  y para todos nosotros, cuando la "trampa es parte de la cultura nacional"; y estamos en el país de exhibición burda del pelotazo y del espectáculo político, de no asumir responsabilidades por nada...... ..... los españoles no votaron blanco o negro el pasado mes de diciembre, sino gris para que los políticos se pusieran de acuerdo. "[El bloqueo] se puede resolver si se deja de mirar por los beneficios personales, y se deja de radicalizar todo", decía.  ......El de Manancor, enseñafortaleza mental y capacidad para aprender, éxito con discreción y esfuerzo y respeto del rival; aceptación de las derrotas sin excusasNadal encarna con autenticidad,  los principios del esfuerzo, de la superación personal y de la  responsabilidad, ese es el camino y no otro, por que ante la adversidad, hay que seguir peleando ....Y como decía Benedetti"No te rindas que la vida es eso, continuar el viaje"; y, por eso compañeros, y como así lo creemos seguimos aqui,  trabajando....





Conclusión:



  


Iglesias el negocio del 15 M, por Carlos Cuesta.


Otro 15-M. Y Errejón volvía al trampolín en el que saltaron él y sus compañeros para convertirse en políticos. En poderosos. Volvía a una Puerta del Sol desde la que, hace ya cinco años, gritó aquello de «el pueblo unido funciona sin partidos». A la misma plaza en la que coreaba entre sonrisas eso de «fantoches que estáis en el poder, dejaros de joder».

Pero esta vez algunas cosas habían cambiado. Porque ese mismo 15-M gritaba ahora «fuera, fuera» a su señoría Errejón elevado a los platós en plena plaza. Gritaba «Errejón, bájate de ahí» al mismo diputado que ha buscado sin desmayo la alianza de poder con aquel PSOE al que antes tachaba de rescatador de bancos.

Y es que cinco años después, su partido, el de Pablo Iglesias, ese que hace purgas sin que ninguno de los cabecillas salga nunca de la bien pagada estructura, tiene poder: poder para controlar, en solitario, con sus marcas blancas o con el PSOE, ayuntamientos como Madrid, Valencia, Barcelona, Cádiz, Pamplona, Zaragoza, Santiago, Coruña o Badalona. Poder para condicionar comunidades como la valenciana, Aragón, Baleares, Castilla-La Mancha, Extremadura o Navarra.

¿Y qué ha cambiado? Algunas cosas, como la obstaculización de cientos de proyectos generadores de empleo, como la Operación Chamartín, Campamento, Wanda, hasta 35 hoteles sólo en Barcelona, cruceros turísticos, la Marina Real de Valencia o el Palacio de Exposiciones de Cádiz. Inversiones privadas que habrían generado en conjunto más de 200.000 empleos.

Pero otras cosas no han cambiado. Porque quienes coreaban en el 15-M aquello de «con nuestro dinero, se salva a los banqueros» han visto cómo sus electos, posiblemente no hayan usado el dinero para pagar banqueros, pero sí para pagarse a ellos mismos. Con sueldos como el de Carmena -101.000 euros-; como el de los 82 cargos directivos del Ayuntamiento de Madrid -entre 90.647,50 y 86.526,70 euros cada uno-; como el de sus 67 eventuales -plagados de asesores de dudoso currículum a 71.216,34, 53.058,48 ó 43.204,72 euros-; como el de Colau -100.000 euros-; como los 98.192 euros de tenientes de alcalde en Barcelona; como los 84.532 euros de sus concejales o los 168.201 del director de Servicios Municipales, Ignasi Armengol; como el de Ribó en Valencia -82.602,94 euros-; o como los de los 16 concejales suyos que cobran más de 70.000 euros y llegan hasta los 79.298,80. Sueldos que, en su mayoría, superan los 78.966 euros de Rajoy.

No figuro yo entre quienes buscan que la gestión pública esté monopolizada por aprendices de bajo sueldo. Todo lo contrario. Pero sí entre quienes piden coherencia y no aprovecharse de la desgracia de la gente. Porque es Podemos quien ha convertido en porteadores a sus impulsores, quien ha convertido al 15-M en su negocio.





Maduro lleva a Venezuela al borde del estallido social


En su huida hacia adelante con el único objetivo de perpetuarse en el poder, el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, está sumiendo al país en el caos económico y social y poniéndolo al borde de una guerra civil. El último despropósito ha sido la prórroga del estado de excepción para "derrotar el golpe de Estado" y "enfrentar amenazas externas". Maduro llama 'golpe de Estado' a la respuesta democrática del pueblo venezolano, que en las últimas elecciones otorgó la mayoría parlamentaria a los partidos de la oposición. Y, como cualquier dictador que se precie, se inventa el enemigo exterior, esas 'amenazas externas', con el único objetivo de seguir engañando a los ciudadanos.

Aunque Maduro no ha concretado qué garantías constitucionales serán suspendidas, el nuevo decreto otorga a militares y policías "mecanismos para garantizar el orden público ante la amenaza de grupos criminales". En la práctica supone la militarización del país y el endurecimiento de las acciones policiales, que con la excusa del mantenimiento del orden público, no tendrán otro objetivo que perseguir a los opositores al régimen, como hemos visto en estos últimos días. Maduro también ha llevado su delirante ofensiva hasta la posibilidad de confiscar empresas y fábricas inactivas -debido al parón económico del país- y de encarcelar a sus directivos.

El presidente venezolano responde así a la presión de las fuerzas opositoras, que se encuentran más cerca que nunca de conseguir el referendo revocatorio. Pero también se puede estar protegiendo ante una posible destitución que venga desde sus propios partidarios, como teme la inteligencia estadounidense, que podría llevar al país a una crisis política y social de consecuencias inimaginables, con pérdidas de vidas humanas incluidas.

Esta última vuelta de tuerca de Maduro tampoco se puede separar de los acontecimientos que está viviendo Brasil en los últimos días. El proceso político que ha descabalgado a Dilma Rousseff de la presidencia y al Partido de los Trabajadores de liderar el Gobierno de ese país supone la pérdida de un aliado potente, un escudo tras el que parapetarse ante las dificultades. Si los políticos brasileños han sido capaces de derrotar a la hasta hace poco tiempo indiscutible Rousseff, es más fácil ahora que esa marea llegue a Venezuela. Es lo que Maduro denomina cínicamente "el golpe de Estado que está en marcha".

Lo más penoso de todo este proceso chavista para perpetuarse en el poder es que está llevando a los ciudadanos a una situación de sufrimiento insostenible y absolutamente injusta. Casi sin alimentos y sin medicinas, con la energía y el agua racionados y las fábricas sin materia prima con la que trabajar, el Gobierno es incapaz de garantizar los servicios básicos mientras que la iniciativa privada carece de lo más mínimo para producir y volver a generar riqueza en el país.

Es imprescindible que la comunidad internacional intensifique las presiones diplomáticas y políticas de apoyo a esa oposición ganadora de las últimas elecciones parlamentarias y trate de aislar al régimen de Maduro para obligarle a renunciar o, al menos, para negociar dentro del país una solución a esta crisis social sin precedentes. En caso contrario, existe el riego real de un estallido de la violencia





Más tonto que un obrero de derechas .

Artículo de Paco Romero

  • “¿A qué se debe que el ciudadano de a pie, pese a tanta podredumbre, opte mayoritariamente por los partidos 'corruptos' frente a los 'populistas'?”
  •  “¿Qué ha ocurrido para que, con la que está cayendo, Rajoy siga siendo el aspirante más sólido a ocupar La Moncloa?”
  • “¿Por qué se ataca sin piedad al socorrido obrero de derechas y se besuquea con fruición a un pijo millonario y podemita con cuentas en Panamá, asiento en la primera fila de la gala de Los Goya y residencia por más de 183 días al año en Beverly Hills?”



 Los últimos días han servido para que algunos colaboradores de este diario hayan mostrado su pensamiento político casi en absoluta desnudez: desde los que dejan bien claro su intención de votar sí o sí a los que aseguran que nunca votaron ni votarán, incluso los que anuncian por vez primera su abstención. Causas, justificaciones, alegatos siempre loables, por supuesto respetables y para todos los gustos que han hecho públicos desde su libertad y que revelan el contraste de matices, de ideas, del individuo como eje universal del progreso, incluso cuando la doctrina liberal sea la fuente inspiradora de todos ellos.

Aunque a nadie le interese y ya puestos -disculpen la pedantería- anuncio que yo sí voy a votar. Lo tengo tan claro como los que por tan tangible tienen el sentido de mi elección. Naturalmente que lo haré. Si continúo por aquí el 26J, introduciré mis papeletas en las urnas con análogo y máximo respeto a los que se decidan por otras opciones políticas o hayan preferido finalmente quedarse en casa aunque les “encante votar”. Y todo porque -en palabras de Evelyn Beatrice Halle atribuidas erróneamente a Voltaire y no a su biógrafa-, aunque “no estoy de acuerdo con lo que dices, defendería con mi vida tu derecho a decirlo”. Se llama democracia, algo tan simple que no llegan a entender muchos de los que se autoproclaman sus defensores, eternos refundadores y sempiternos exégetas de la “voluntad popular”.

Al decir de unos cuantos y simplificando a la máxima expresión, pareciera que, hoy por hoy, en las urnas se elige entre corrupción y populismo. Debiera estar claro a estas alturas que la corrupción, como la imaginación, es consustancial al ser humano, sea de izquierdas, de derechas o mediopensionista y todos -¡mea culpa!- “disfrutamos” de ese vergonzoso ingrediente en nuestros genes en mayor o menor proporción, lo que nos permite distinguir a la perfección entre los hijoputas nuestros y los de los otros. ¡Y si no vean cuánto ha tardado el primer alcalde (y/o alcaldesa) podemita en colocar a su cuñado o a su sobrino en la corporación, sin que los adalides de la decencia y del decoro hicieran acto de aparición!

¿A qué se debe, entonces, que el ciudadano de a pie, pese a tanta podredumbre, opte mayoritariamente por los partidos “corruptos” frente a los “populistas”? Básicamente, insisto, por lo inherente de tan indigna cualidad al ser humano y porque -¡sálvese quien pueda!- no hay corruptos, sino corruptibles y corruptores. Pero, sobretodo, porque la gente es consciente de que la corrupción tiene cura, el populismo no. Para combatirla basta con reforzar los mecanismos dentro de los partidos, detectarla precozmente y castigarla con decisión, sin olvidar que la justicia, manifiestamente mejorable también, aunque tarde, acaba llegando. Donde no se la espera es en las repúblicas bananeras y populistas que es la otra opción, la que, a pesar del colosal apoyo en las urnas en época de crisis, continúa mayoritariamente detrás en las aspiraciones de una sociedad democrática moderna e instruida.

¿Qué ha ocurrido pues para que, con la que está cayendo, Rajoy siga siendo el aspirante más sólido a ocupar La Moncloa? ¿La gente se ha vuelto loca? ¿Casi 8 millones de “ricos” hay en España? ¿Todos ellos son malos, mu malos, insolidarios, egoístas, corruptos…? ¿Del resto, de los otros, todos son buenos, mu buenos, altruistas, generosos, íntegros…?

¿Por qué se ataca sin piedad al socorrido obrero de derechas y se besuquea con fruición a un pijo millonario y podemita con cuentas en Panamá, asiento en la primera fila de la gala de Los Goya y residencia por más de 183 días al año en Beverly Hills? C’ est la vie, al menos la que nos muestra la rancia y -a la vez- esnobista sociedad progresista que nos descubre ora La Sexta, ora Cuatro, ora La Ser (cadenas todas propiedad de millonarios que, justo es reconocerlo, suplen nuestras carencias formativas y despiertan la conciencia de clase en una labor tan agotadora como mal retribuida”).


Quizá ocho millones de mentecatos (y unas docenas de ricos) votan al PP, pese a sus múltiples traspiés, porque no creen en los reyes magos, al menos en los de cada 5 de enero; porque recuerdan entre convulsiones el legado en forma de precipicio recibido a finales 2011; porque visualizan como -aunque tarde y mal y no todos de momento- acaban en la trena presidentes y vicepresidentes autonómicos; porque, tirando de principio y valores, se muestran dispuestos a liquidar una deuda en lugar de endosársela acrecida a sus nietos y a los nietos de sus nietos, que ninguna culpan tienen.


Acaso ocho millones de memos voten al PP porque valoran en sus justos términos: un país de oportunidades en comparación con otros de miseria y de beneficencia; la libre iniciativa a las constreñidas regulaciones estatales; unas pensiones aseguradas -aunque muchas veces insuficientes- a promesas incumplidas a la griega… En fin, un abyecto pitufeo de financiación ilegal a 6,7 millones de dólares de una potencia extranjera a los “aliados naturales de la revolución bolivariana” para extender por aquí los desastres caribeños.

Amén de cuestiones morales, quizá a ocho millones de pirados les suene a cuento los manidos discursos de igualdad, gratuidad universal y prorrateo sin límites surgidos otra vez a la luz de la candela de la crisis; quizá no esperen rostros cautivadores y discursos grandilocuentes y se conformen con el tan socorrido “que me quede como estoy”. Podría ser también -Abraham Lincoln, dixit- porque “se puede engañar a algunos todo el tiempo y a todos algún tiempo, pero no se puede engañar a todos todo el tiempo”, y ya ha pasado alguno. Lo trágico, lo siniestro casi, es que haya que explicarlo, por aquello de la superioridad moral de todo el arco de la izquierda, el que va desde la pobreza extrema a la opulencia millonaria de sus telepredicadores.

Y ahora, sin ánimo aleccionador, aunque la perfección no exista y continúe criticando a mis electos todas y cada una de las decisiones que no cuadren con mis percepciones, con mi estado de ánimo en definitiva, ¿tienen claro por qué y a quién voy a seguir votando sin necesidad de taparme la nariz como socorridamente se chasquea?



De lectura recomendada. "Nadalizar" España


......Recordaba Javier Martínez en la misma entrevista que hay incluso quienes simbólicamente proponen al tenista para presidente, una buena idea si quisiéramos llevar a lo surrealista el concepto de que cualquiera puede dirigir nuestro país y una garantía de que lo hundiríamos del todo. En realidad bastaría con Nadalizar España un poco, empezando por inculcar desde la infancia los principios del esfuerzo, la superación personal y la responsabilidad que nuestro abanderado en Río 2016 recibió desde pequeño.


Cuando Rafa Nadal ganó el campeonato de España infantil, siendo todavía un niño, su tío le enseñó una lista con los vencedores de las ediciones anteriores y le preguntó quiénes habían llegado a algo. La mayoría se habían quedado en el camino. La lección de Toni Nadal a su pupilo era doble: jugar bien a un deporte no te hace más importante y vuelve mañana para entrenar como si fueras un donnadie, o tampoco a ti te recordarán dentro de unos años. La forma en la que se educó el mejor deportista que ha tenido España fue una de las claves de su éxito y explica también por qué cada vez que hacemos una predicción sobre su final -"esta vez no se recupera"-, terminamos tragándonos nuestras palabras.

Hay jugadores decenas de puestos por debajo de Nadal en el ránking de la ATP que son mejores técnicamente. Pero no hay ninguno, ni por encima ni por debajo, que tenga su fortaleza mental o su capacidad para aprender, mantenida en el tiempo incluso después de alcanzar lo que para muchos habría sido la cima.

A los españoles nos gusta Nadal porque gana, pero quizá aún más porque lo hace sin mostrar los defectos que nos rodean a diario. En una España donde la trampa es parte de la cultura nacional, el de Manacor representa el premio al esfuerzo; en el país de la exhibición burda del pelotazo, el éxito llevado con discreción; frente al espectáculo diario de los políticos y periodistas insultándose en público, el respeto al rival; y ante esa tradición cada vez más española de no asumir responsabilidades por nada, la aceptación de las derrotas sin excusas.

Nadal tendrá sus defectos, pero hay en su forma de competir en la pista y de comportarse fuera de ella una coherencia que transmite autenticidad. Cuando le preguntamos por la situación política en la entrevista que publicamos ayer, su respuesta fue razonablemente simple: los españoles no votaron blanco o negro el pasado mes de diciembre, sino gris para que los políticos se pusieran de acuerdo. "[El bloqueo] se puede resolver si se deja de mirar por los beneficios personales, y se deja de radicalizar todo", decía.

Recordaba Javier Martínez en la misma entrevista que hay incluso quienes simbólicamente proponen al tenista para presidente, una buena idea si quisiéramos llevar a lo surrealista el concepto de que cualquiera puede dirigir nuestro país y una garantía de que lo hundiríamos del todo. En realidad bastaría con Nadalizar España un poco, empezando por inculcar desde la infancia los principios del esfuerzo, la superación personal y la responsabilidad que nuestro abanderado en Río 2016 recibió desde pequeño.

Sus triunfos no fueron celebrados como bodas ni sus derrotas como funerales. No se le consintieron rabietas o faltas de respeto, ni a sus mayores ni a los rivales. Y desde el principio se le transmitió la idea, en ocasiones con extrema dureza, de que nadie haría las cosas por él: cuentan que en una ocasión se olvidó llevar agua a la pista y que su tío le dejó todo el partido sin beber, para que en adelante se acordara de preparar sus partidos. Después, ya millonario e idolatrado, en esos torneos donde se ve a entrenadores cargar con las bolsas y raquetas de sus jugadores, Rafa Nadal siguió llevando la suya, cargando con su responsabilidad.

Fue así como se construyó una personalidad que, ante la adversidad de una lesión o una mala racha como la que ha pasado hasta su reciente victoria en Montecarlo, permite a Nadal reaccionar peleando. Tras la derrota de ayer no será distinto. Un día nos anunciarán su final deportivo y será verdad. Es fácil apostar a que se retirará a su manera y que no será ese invitado de boda ebrio que sigue bailando cuando se ha apagado la música o el político que se aferra a su decadencia, incapaz de renunciar a lo que fue.

Nadal probablemente se marchará, como cuando ganaba sus torneos infantiles o perdía en los Grand Slams, sin hacer demasiado ruido o darse excesiva importancia. Mientras llega ese día, la única certeza es que seguirá aferrado a la cita de Benedetti que acompañaba la cabecera de EL MUNDO el pasado jueves, sacada de un poema para tiempos difíciles: "No te rindas que la vida es eso, continuar el viaje".


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