- Estampas totalitarias Andaluzas, por Max Estrella.... nuestra presidenta –que está ahí para corregir, a todos- ha subsanado, por algo se llama Subsana: me refiero al currículo del lenguaraz consejero.
Estoy seguro que, incluso los desmemoriados, la
mayoría recordara el encomiable (para el régimen) trabajo de acoso realizado bajo su dirección sobre la labor de la jueza
Alaya, ebúrnea encarnación de la Justicia. Desde
privarle de los medios necesarios para realizar su
labor en lo que calificó “ese rollo de los Ere”, hasta aquellas irónicas declaraciones públicas
preguntándose de dónde sacaba el
tiempo para estudiar tantos asuntos, o
los machistas cínicos halagos –que no merecieron reproche alguno del feminismo
progresista-: “…trabaja mucho y
encima sigue guapa”.
.......Consta, asimismo, en el currículo del
consejero susánido otro apunte de corte totalitario, que también ha quedado
impune a la crítica: la creación de la Web de la Verdad. Hay cosas que, verdaderamente, resultan difíciles de
creer, pero en este régimen y, más aún en manos de un desertor de la justicia,
todo es posible. En efecto, la Consejería de Justicia e Interior, que dirige
–todavía- el fiscal heterodoxo, tuvo alojada entre las páginas de su Web
oficial una sección (hoy desaparecida) dedicada a la desacreditación, injuria, menosprecio y
estigmatización de los funcionarios que se atrevieron a denunciar las
irregularidades que sucedían en su Consejería.
¿Se refería a esto doña Subsana,
cuando habló del currículo del reprobado? En esta desdichada
tierra, en la que oído, vista, lengua, razón y entendimiento no
sirven a la prosperidad sino al desconsuelo, es
preferible, tal vez, ser ignorante; como sabiamente dejó escrito
Quevedo.
- Sostiene De Llera lo evidente = lo que es evidente: que la Justicia está bajo mínimos, que los jueces y los fiscales están politizados y que muchos no son independientes. Felipe González dijo no hace tanto tiempo lo mismo y con similar sal gorda: «La Justicia está hecha unos zorros por el 'ganao' (sic) que hay dentro».....sirva como boton de muestra lo que ha pasado en el Tribunal Constitucional con la Ley de Reordenación del Sector Público de andalucía, "Ley del Enchufismo", un fallo donde la Justicia consta en el voto particular; versus el mundo al revés.
ESTAMPAS TOTALITARIAS
ANDALUZAS (III)
ÍDOLOS Y LLANTO
"Mas del caballo no os fiéis, troyanos: yo temo
al griego, aunque presente dones..." (Eneida,II,66-67)
Tics totalitarios
Ahora que la Asamblea andaluza –en un insólito ejercicio
de parlamentarismo democrático; que sospecho no volverá a repetirse- ha reprobado a un
consejero del gobierno susanista y que el cuarto poder ha puesto el foco en el
sujeto, creo oportuno el momento para hacer memoria. Me mueve solamente la
intención de llamar la atención del lector sobre algo que la prensa ha obviado
y que, sin embargo, por fortuna, nuestra presidenta –que está ahí para
corregir, a todos- ha subsanado, por algo se llama Subsana: me refiero al
currículo del lenguaraz consejero.
Estoy seguro que, incluso los desmemoriados, la
mayoría recordara el encomiable (para el régimen) trabajo de
acoso realizado bajo su dirección sobre la labor de la jueza Alaya, ebúrnea
encarnación de la Justicia. Desde privarle de los medios necesarios para realizar
su labor en lo que calificó “ese rollo de los Ere”, hasta aquellas irónicas declaraciones públicas
preguntándose de dónde sacaba el
tiempo para estudiar tantos asuntos, o
los machistas cínicos halagos –que no merecieron reproche alguno del feminismo
progresista-: “…trabaja mucho y
encima sigue guapa”.
El lector más memorioso tal vez
recuerde la polémica suscitada por el PSOE a finales del 2014 acerca de la
decisión del Gobierno (del PP, claro) de instalar concertinas en la valla
fronteriza de Melilla. Pedro Estornudo (y no me refiero al escribano de dicho
nombre, ilustre personaje del entremés cervantino “La elección de los alcaldes
de Daganzo”, sino al secretario general del PSOE al que gusta aludirse como
Pedro Snchz, onomatopeya antonomástica del estornudo) se apresuró a cargar
contra dicha decisión gubernamental con toda su artillería demagógica,
disfrazada de filantropía, y con todo su rencor sectario y cainita, enmascarado
de integridad y principios; o sea, como acostumbran en su secta. Olvidó decir
Pedro Estornudo que su partido, en el año 2005 siendo presidente del Gobierno
su correligionario Zapatero Fons Amoris, instaló un sistema aún más agresivo.
Pues bien, al hilo de este escándalo salió a la
luz algo que la Junta ocultaba celosamente: las
dos terceras partes de los centros de menores regentados por la Consejería de
Justicia estaban dotados de concertinas. El inefable
consejero De Llera justificó el hecho
diciendo que las concertinas, puesto
que apuntaban hacia fuera, no estaban puestas para evitar la fuga de los
internados sino para impedir intrusiones (por favor, aguanten la risa; un poco
de seriedad). Olvidó el consejero que, conforme a esa lógica, otro de los
servicios bajo su autoridad, la Escuela de Seguridad Pública de Andalucía,
parecería entonces, más que centro de formación, campo de concentración pues
las alambradas de espino que la circundan, rematadas en un ángulo de 45 grados
de inclinación, apuntan hacia adentro, obviamente no para impedir intrusiones
(pues en tal caso lo harían hacia afuera, según declaró), sino para evitar
fugas. Impepinable.
Consta, asimismo, en el currículo del consejero
susánido otro apunte de corte totalitario, que también ha quedado impune a la
crítica: la creación de la Web de la Verdad. Hay cosas que, verdaderamente, resultan difíciles de
creer, pero en este régimen y, más aún en manos de un desertor de la justicia,
todo es posible. En efecto, la Consejería de Justicia e Interior, que dirige
–todavía- el fiscal heterodoxo, tuvo alojada entre las páginas de su Web
oficial una sección (hoy desaparecida) dedicada a la desacreditación, injuria, menosprecio y
estigmatización de los funcionarios que se atrevieron a denunciar las
irregularidades que sucedían en su Consejería.
¿Se refería a esto doña Subsana,
cuando habló del currículo del reprobado? En esta desdichada
tierra, en la que oído, vista, lengua, razón y entendimiento no
sirven a la prosperidad sino al desconsuelo, es
preferible, tal vez, ser ignorante; como sabiamente dejó escrito
Quevedo.
Sostiene De Llera lo evidente = lo que es
evidente: que la Justicia está bajo mínimos, que los jueces y los fiscales
están politizados y que muchos no son independientes. Felipe González dijo no
hace tanto tiempo lo mismo y con similar sal gorda: «La Justicia está
hecha unos zorros por el 'ganao' (sic) que hay dentro».
FUERA DE GUIÓN
Sostiene De Llera lo
evidente
RAFAEL PORRAS
UNAS DE LAS COSAS que causan mayor asombro en los
últimos tiempos es que parece que a nadie le importe desprestigiarse. Es como si,
preocupados sólo de atender a los incondicionales, no afecte lo que opinan o
piensan los contrarios y que hasta los que aparentan indiferencia o
escepticismo no cuenten para establecer su crédito o prestigio.
Sí, ya sabemos que son tiempos de retórica de
hojalata y que esta tendencia a no preocuparse del prestigio propio
o del trabajo bien hecho se está generalizando. De manera que cada uno va a lo suyo en espera de recibir
el aplauso de sus conmilitones. La cosa está así, y poco nos resta más que
lamentarnos o lanzarnos sin salvavidas a un ominoso océano de silencio. Pero,
en este caso, corremos el riesgo de que nos apliquen el viejo principio
totalitario según el cual de lo que no se habla, no existe. Como aún nos
permiten existir, estamos en la obligación de evitar que se intente negar la
evidencia e impedir, en la medida de nuestras posibilidades y habilidades, que
la opinión pública se convierta en una ciénaga de humo retórico, de mentiras,
de medias verdades o de ocultaciones.
Existe una regla indiscutible que es que no se puede negar la
evidencia porque, si se procede de esa forma, el debate público
degenera inevitablemente en puro ruido. Y algo de esto es lo que ha pasado con
la aparente cruzada política contra el consejero de Justicia, Emilio de Llera,
un consumado boquita pintada, como ha acreditado con suficiencia desde que dejó
la carrera fiscal y se pasó a la política.
De Llera ha logrado el dudoso honor de ser el primer consejero de la Junta reprobado por el Parlamento por
cuestionar con gruesas palabras la independencia judicial y la orientación del
voto hacia Podemos, entre otras lindezas. Para que ello sucediera -la reprobación- han tenido que coincidir
varias circunstancias: que el PSOE no tuviera mayoría parlamentaria; que De Llera
patinara ostensiblemente en su habitual verborrea política y que Susana Díaz no
haya hecho nada para salvar al, en esta ocasión, indefendible consejero. Es
más, en este caso, desde el entorno más cercano a la presidemta se ha actuado
de manera miserable intentando averiguar si las palabras del consejero eran
consecuencia de su charlatanería frecuente o de otras condiciones.
Pero, este artículo no va sobre De Llera, aunque
no lo parezca,y sí de que resulta paradójico que se haya reprobado por primera vez
a un consejero por decir -tal vez de la peor manera y, por supuesto, de forma
inapropiada por el cargo que ostenta- lo que es evidente:
que la Justicia está bajo mínimos, que los jueces y los fiscales están
politizados y que muchos no son independientes. Es decir, la más pura realidad.
Felipe González dijo no hace tanto tiempo lo mismo
y con similar sal gorda: «La Justicia está hecha unos zorros por el 'ganao' (sic) que
hay dentro», sostuvo González en un
congreso de PSOE-A aplaudido por todos los asistentes, hasta por la propia
Susana Díaz.
No se trata de que la afirmación de González como
la De Llera sean incorrectas -creo que somos muchos los que podemos estar de
acuerdo con el fondo y hasta con la forma-, pero sí demuestran ambas la
hipocresía y la impostura con las que los políticos -también de
los que han reprobado al consejero- se manejan ante la Justicia.
Hace bastantes años, el catedrático de Derecho
Constitucional Javier Pérez Royo acuñó un término al que, desde
entonces, le tengo indisimulada devoción. Fue
en un artículo en el diario El País en el que comentaba la decisión del
Tribunal Supremo de levantar el secreto sobre unos documentos de los servicios
secretos referidos a la guerra sucia contra ETA
y que sirvieron al fin, si no mal recuerdo, para condenar a la cúpula del Ministerio de Interior de los
primeros gobiernos de Felipe González. Sí, aquellos
de la cal viva de Pablo Iglesias. Pues bien, según Pérez Royo, con aquella
decisión, los altos
magistrados habían cometido «prevaricación intelectual» al permitir que se
conocieran unos hechos que por su propia naturaleza eran secretos.
A De Llera se le habrá reprobado, pero no se le
podrá acusar de eso al sostener lo evidente.
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