martes, 24 de mayo de 2016

Ayuntamientos bloqueados, por Victoria Prego; mucho ruido y pocas nueces; ninguna modificación capaz de solucionar los problemas reales y verdaderamente importantes de la comunidad + Universidad a la venezolana, por Carlos Cuesta; universidades públicas en las que Podemos medrá ¿¿??? ...Nada importa porque la casta son otros. Ellos son el cambio.: el cambio a que ¿.? + El fin de una ilusión, por Manuel Arias Maldonado; tal es el estado del impulso regeneracionista que quizá nunca fue sino una suma de indignaciones apasionadas. O sea, un espejismo.

  • Ayuntamientos bloqueados, por Victoria Prego


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....Por eso, entre otras cosas, aunque no solamente por eso, las corporaciones municipales de los grandes ayuntamientos españoles no han ofrecido hasta ahora ningún éxito reseñable después de un año de gobierno. Ha habido, eso sí, una sobreabundancia de gestos, de medidas capaces de ocupar puestos de primera línea de la información pero que no tienen trascendencia alguna en la vida diaria de los vecinos. En términos generales, ha sido un año de mucho ruido y pocas nueces, de mucha declaración y medida efectista y poca gestión determinante, de mucha apariencia de cambio en lo irrelevante y ninguna modificación capaz de solucionar los problemas reales y verdaderamente importantes de la comunidad.


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.....La conclusión, un año después de constituidos los ayuntamientos, es que la fórmula recién estrenada deja mucho que desear y que es preferible, si no un gobierno monocolor, porque eso es efecto de una mayoría absoluta, sí al menos los gobiernos salidos de un pacto entre dos partidos. Tres a todo tirar, y ya sería un problema de gestión nada despreciable.

A la hora de gobernar, el bipartidismo sigue pareciendo lo más deseable y no es casualidad que sea lo que se suele hacer en los países de nuestro entorno europeo. En España se ha enterrado demasiado pronto el pacto entre dos.

  • Universidad a la venezolana, por Carlos Cuesta.




….universidades públicas en las que Podemos medrá  ¿¿??? ...Nada importa porque la casta son otros. Ellos son el cambio.: el cambio a que ¿……?


 

  • El fin de una ilusión, por Manuel Arias Maldonado.



.......De manera que Podemos se une a la izquierda comunista y Ciudadanos, castigado cada vez que ha tratado de exponer políticas concretas en detalle, pierde fuelle: tal es el estado del impulso regeneracionista que quizá nunca fue sino una suma de indignaciones apasionadas. O sea, un espejismo. Porque Podemos nunca ha dicho a sus votantes nada que éstos no quieran oír. No se ha alimentado de la inteligencia de los españoles, sino de sus prejuicios y emociones, sacando a pasear una sola idea: la culpa es del sistema y el cambio indoloro, aunque doloroso para los culpables, es viable. Por eso la anterior campaña fue una mera contienda de identidades y ésta amenaza con ser lo mismo. ¿Nueva política? Pudo ser y no será. Mientras no cambien los españoles, nada ha cambiado.







PREGUERÍAS
Ayuntamientos bloqueados

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VICTORIA PREGO@VictoriaPrego


Los ayuntamientos elegidos en mayo del año pasado introdujeron en muchos casos la novedad: el bipartidismo había sido superado y las corporaciones se constituían gracias a la suma de tres, cuatro o cinco partidos. En esta España, en la que la innovación y el desprecio de lo asentado se considera, por sí misma, algo deseable y fuera de toda discusión, se aceptó como un avance democrático esta nueva manera de gestionar los asuntos locales.

Un año después de aquellos comicios, habría que reconsiderar ese convencimiento porque lo que se ha producido en demasiadas ocasiones es una paralización de la gestión municipal toda vez que la herramienta fundamental para acometer las necesidades de un Ayuntamiento -o de una Comunidad, o de un país entero- es la aprobación de los presupuestos para el año que ha de comenzar. Y lo que se ha producido en casi el 25% de localidades de más de 50.000 habitantes es que no ha habido manera de aprobar las cuentas del año 2016, con lo cual muchos ayuntamientos importantes siguen arrastrando los presupuestos de 2015 o han aprobado los de 2016 ya muy entrado el año.

Esta es una consecuencia directa de la fragmentación política que se viene dando en nuestro país desde las elecciones generales de 2011, tras las cuales se empezó a generar un movimiento de descrédito del bipartidismo, idea que se convirtió en dogma contra el que muy pocos se han atrevido a razonar.

Desde luego, no se trata de defender la idea absurda de que sólo es operativo un sistema que cuente con dos partidos, eso no lo sostiene nadie. Pero una cosa es la existencia de varios partidos con representación en el Consistorio -o en la Cámara autonómica, o en el Congreso de los Diputados- y otra muy distinta es que el gobierno de cualquier nivel esté formado por una multitud de siglas. En este caso, como en los matrimonios, tres son ya una multitud, y no digamos cuatro, cinco o seis, que convierten ya el terreno en directamente ingobernable.

Por eso, entre otras cosas, aunque no solamente por eso, las corporaciones municipales de los grandes ayuntamientos españoles no han ofrecido hasta ahora ningún éxito reseñable después de un año de gobierno. Ha habido, eso sí, una sobreabundancia de gestos, de medidas capaces de ocupar puestos de primera línea de la información pero que no tienen trascendencia alguna en la vida diaria de los vecinos. En términos generales, ha sido un año de mucho ruido y pocas nueces, de mucha declaración y medida efectista y poca gestión determinante, de mucha apariencia de cambio en lo irrelevante y ninguna modificación capaz de solucionar los problemas reales y verdaderamente importantes de la comunidad.

Naturalmente hay excepciones pero convendría fijarse en el efecto que ha producido en muchos ayuntamientos españoles esta fórmula de la «sopa de letras» para no seguir insistiendo ciegamente en la maravilla que supondría para los intereses de la nación que el modelo municipal multipartito se exportase al Gobierno de España. Porque la consecuencia previsible sería exactamente ésa: que corriéramos el riesgo de que no se pudieran aprobar los presupuestos para el 2017. Y no es una posición exagerada ni alarmista, es la consecuencia natural de la dificultad de aunar en una medida única posiciones distintas en un asunto crucial como es cuánto se gasta, dónde se gasta y cuánto se deja de gastar. Las respuestas a esas tres cuestiones forman el grueso de los programas de los distintos partidos y explican la confrontación electoral entre ellos.

La conclusión, un año después de constituidos los ayuntamientos, es que la fórmula recién estrenada deja mucho que desear y que es preferible, si no un gobierno monocolor, porque eso es efecto de una mayoría absoluta, sí al menos los gobiernos salidos de un pacto entre dos partidos. Tres a todo tirar, y ya sería un problema de gestión nada despreciable.

A la hora de gobernar, el bipartidismo sigue pareciendo lo más deseable y no es casualidad
 que sea lo que se suele hacer en los países de nuestro entorno europeo. En España se ha enterrado demasiado pronto el pacto entre dos.


Universidad a la venezolana, por Carlos Cuesta…..= Universidades públicas en las que Podemos medrá  ¡¿¿??? ...Nada importa porque la casta son otros. Ellos son el cambio.: el cambio a que ¿a peor….?


LA ESCOPETA NACIONAL
Universidad a la venezolana

CARLOS CUESTA

Más de 518 millones de euros públicos al año. 5.500 millones en una década. Es el presupuesto de sólo una de las universidades en las que Podemos medra. La Complutense. Una de esas universidades públicas en las que teje sus redes de contactos. Pero sólo una entre una red de centros que han acabado, como la de Zaragoza, siendo escenario de la fabricación del necesario currículum de la presidenta del Tribunal Supremo venezolano. Porque Gladys Gutiérrez no podía encabezar el máximo órgano judicial de Maduro sin un doctorado. Y allí estaban Juan Carlos Monedero y otras dos personas más vinculadas a Podemos para salvar los escollos formativos de la presidenta que hoy bombardea la ley de amnistía a los presos políticos venezolanos. Nada importa que Monedero fuese el que recibía 425.000 euros del mismo régimen venezolano que aupaba a Gutiérrez. A fin de cuentas, la obscenidad en los enchufes y envíos de dinero nunca ha sido un problema para la cúpula de Podemos.

Sus líderes han vivido otra universidad. Española, pero a la venezolana. De protesta caviar. De revolución en chaise longue. Y pública, eso sí.

En su casta universitaria no pasa nada por protestar contra la falta de becas mientras un tal Iglesias se beneficiaba, por aquellas fechas, de más de 70.000 euros en becas que no existían. Becas de postgrado de la Fundación Caja Madrid, de Formación del Profesorado del Ministerio de Educación, como visiting student en Florencia, California o Glasgow, de colaboración en Derecho Constitucional en la Complutense, o de investigador en la Universidad Nacional Autónoma de México. Sin que, por supuesto, tenga ninguna importancia el hecho de que llegase a vicerrector de Relaciones Internacionales Heriberto Cairo, director de tesis de Iglesias y Errejón, aupado a decano de Políticas por organizaciones cercanas a Podemos, como Contrapoder. Incluso es habitual ver cómo la Fundación CEPS, nacida en la Universidad Pública de Valencia, se convierte en rampa de lanzamiento a la Alcaldía de Valencia, Congreso o Cortes Valencianas.

Y tampoco es extraño que esas universidades, como la de Málaga, alberguen a doctores como Alberto Montero, que, tras presidir la CEPS, se encargó de avisar a Errejón para que se hiciera con el bien remunerado (1.825 euros al mes) y poco trabajado contrato de investigador.

Nada importa porque la casta son otros. Ellos son el cambio.




MISANTROPÍAS

El fin de una ilusión


MANUEL ARIAS MALDONADO

Según las primeras encuestas, la nueva criatura nacida de la coalición electoral entre Podemos e Izquierda Unida, nostálgicamente denominada Unidos Podemos, podría alcanzar el sueño húmedo de la izquierda radical y adelantar en votos al Partido Socialista en las próximas elecciones generales. Huelga decir que los socialistas andan preocupados por el fin de su hegemonía electoral en el espacio que queda a la izquierda del centro, mientras a su derecha Ciudadanos se desdibuja en cuanto se abandonan los salones de la política institucional y el Partido Popular se beneficia de la polarización que sigue a la consolidación del populismo. Sin duda, esta consolidación es la novedad más relevante de nuestro panorama político y marca melancólicamente el final de la posibilidad regeneracionista abierta tras el estallido de la crisis económica. Aunque aquél sea un populismo que niega, como es natural, ser populismo. De todo este proceso emerge un autorretrato del país más deprimente que esperanzador.

Es significativo el destacado papel que está jugando Andalucía en la redefinición de esta vieja nueva izquierda. Además del malagueño Alberto Garzón, valoradísimo por los españoles según el CIS, Podemos ha incorporado desde Córdoba al veterano Manuel Monereo y coqueteado con Julio Anguita, dando el tiro de gracia a las expectativas de su sector moderantista con el fichaje de Diego Cañamero, sindicalista rural y, según su propia descripción, insumiso judicial. O sea que Podemos se andaluciza, en parte para no catalanizarse demasiado a ojos de los votantes que posee fuera de las comunidades históricas y en parte porque Andalucía es lo más parecido a Argentina que tenemos en España. Con ello, el partido se inserta definitivamente en un espacio ideológico del que parecía huir cuando apostaba por la transversalidad regeneracionista. La sugerencia de que Podemos representa hoy lo que representaba el PSOE a primeros de los 80 es así menos creíble que nunca. Pero sus votantes no parecen castigar esta apuesta: Podemos siempre fue un estado de ánimo antes que un programa electoral.

En una pieza publicada en los albores del ascenso morado, John Müller hacía referencia a un estudio académico que mostraba cómo allí donde un partido populista gana fuerza suficiente, la entera conversación pública resulta contaminada por las soluciones populistas. Es algo visible ahora en Francia, donde las medidas antiterroristas de Hollande y el discurso del partido conservador han tratado de competir en dureza con Marine Le Pen, así como en Estados Unidos, donde Hillary Clinton ha abandonado su tradicional apoyo a la liberalización comercial debido a la presión ejercida por Trump y Sanders. Aquí, el PSOE de Pedro Sánchez ha sabido resistir esa tentación, sabedor de que es una apuesta perdedora; de ahí el suarismo que insinúa su campaña. Su partido sufre las consecuencias de haber maleducado durante años a su electorado en el antifranquismo residual: una parte de él ahora lo abandona en favor del antifranquismo genuino.


De manera que Podemos se une a la izquierda comunista y Ciudadanos, castigado cada vez que ha tratado de exponer políticas concretas en detalle, pierde fuelle: tal es el estado del impulso regeneracionista que quizá nunca fue sino una suma de indignaciones apasionadas. O sea, un espejismo. Porque Podemos nunca ha dicho a sus votantes nada que éstos no quieran oír. No se ha alimentado de la inteligencia de los españoles, sino de sus prejuicios y emociones, sacando a pasear una sola idea: la culpa es del sistema y el cambio indoloro, aunque doloroso para los culpables, es viable. Por eso la anterior campaña fue una mera contienda de identidades y ésta amenaza con ser lo mismo. ¿Nueva política? Pudo ser y no será. Mientras no cambien los españoles, nada ha cambiado.

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