miércoles, 17 de febrero de 2016

Opinión pública: Opinión pública: Carta al Director a Podemos se le cae la careta; ha presentado su programa de gobierno, casi 100 páginas donde la formación de Pablo Iglesias demuestra lo que siempre ha sido, UNA ORGANIZACIÓN MARXISTA LENISTA MUY PELIGROSA + Colau muestra su sectarismo con una provocación ridícula: la invitación a la poetisa Dolors Miquel para que leyese una versión grosera y de mal gusto del 'Padre Nuestro' en la ceremonia de entrega de los premios Ciutat de Barcelona organizados por el Ayuntamiento revelan el carácter sectario de la corporación municipal que dirige Colau.

Carta al Director a podemos se le cae la careta; ha presentado su programa de gobierno, casi 100 páginas donde la formación de Pablo Iglesias demuestra lo que siempre ha sido, UNA ORGANIZACIÓN MARXISTA LENISTA MUY PELIGROSA;  

  
  
EDITORIAL
Colau muestra su sectarismo con una provocación ridícula




Lalcaldesa de Barcelona continúa sin ser consciente de que el cargo que ocupa le obliga a una responsabilidad institucional con todos los ciudadanos. Gobernar requiere hacerlo también para quienes no la han votado, porque el Ayuntamiento, como cualquier organismo público, debe estar al servicio de todos, no sólo, como es su caso, de la minoría radical que la catapultó al palacio de la plaza de Sant Jaume. Ada Colau debe abandonar el papel de transgresora y activista política, porque ahora es la representante, le guste o no, de todos los barceloneses.

La invitación a la poetisa Dolors Miquel para que leyese una versión grosera y de mal gusto del 'Padre Nuestro' en la ceremonia de entrega de los premios Ciutat de Barcelona organizados por el Ayuntamiento revelan el carácter sectario de la corporación municipal que dirige Colau. Sin entrar en consideraciones de contenido religioso, a nadie se le escapa que la intención de la alcaldesa y su responsable de Cultura, Berta Sureda, era la de provocar gratuitamente a quienes defienden las convicciones morales cristianas. No se puede pretender ridiculizar con una burda actitud anticlerical, como si estuviéramos en épocas felizmente superadas de nuestra Historia, a quienes no comparten sus ideas y pretender justificar el acto con los argumentos de la libertad de expresión o de creación artística. Porque ni el poema tenía la calidad mínima para ser programado ni era el apropiado para ser recitado públicamente en un acto institucional de la importancia de los premios que otorga el Ayuntamiento con el objetivo de galardonar «la creación, la investigación y la producción de calidad» realizada en Barcelona.

Sin embargo, Colau reconoció sentirse satisfecha por el tono alternativo que había tenido la gala de este año y resaltó el «alto momento creativo» que está viviendo la ciudad, defendiendo un tipo de cultura «comprometida, valiente y que lucha contra las injusticias». Nada tiene de comprometido burlarse de una oración que forma parte de la tradición cultural y religiosa de la gran mayoría de los españoles, ni de valiente hacer una parodia sin demasiada gracia para epatar a los creyentes introduciendo en un texto de composición casi infantil las palabras «coño», «vagina», «útero» o «hijos de puta». Es, por último, una curiosa forma de pretender luchar contra las injusticias utilizar el Ayuntamiento para crear divisiones y enfrentamientos injustificados entre la ciudadanía.

Es decepcionante que formaciones políticas como la que lidera Ada Colau, que se presentaron ante el electorado con un discurso de regeneración de la vida política, hayan abandonado sus aspiraciones reformistas y dediquen sus esfuerzos a la provocación y no a la gestión de los problemas de los habitantes de la ciudad. Buscar el conflicto ideológico sólo es una forma de eludir sus responsabilidades y pretender distraer la atención mediática para evitar un debate sustancial sobre el gobierno municipal.

Su equipo debería preocuparse por los problemas que tienen los barceloneses para encontrar trabajo, las dificultades para acceder a una vivienda digna, las deficiencias del transporte, la baja calidad de los servicios municipales y el deterioro de la ciudad. Colau debería abandonar la forma sectaria y provocadora de hacer política y empezar a gobernar con hechos, no sólo con gestos



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