miércoles, 17 de febrero de 2016

El mundanal ruido por Jose Antonio Gomez Marín = Nadie dice la verdad, todos mienten y yo, la verdad, estoy de que me camelen, hasta el gorro.¿como ha podido producirse este debacle en la opinión cualificada, que es la única que aquí sigue los avatares de la vida pública

El mundanal ruido




HACE una temporada que, como quería el poeta, vivo aislado del mundanal ruido. Apenas leo periódicos- salvo los franceses, pero por costumbre- ni veo telediarios más que a retazos. No me ausento de la audiencia porque ande metido en un estudio grave y enojoso sino que -creo yo- estoy medito en ese berenjenal para aislarme de ella. Mi pasión por la política tiene un límite, el politiqueo, el por-aquí-te-quiero-ver, y la retórica cantinflesca que se resuelve en sistemas de ecuaciones orales imposibles por mendaces. Nadie dice la verdad, todos mienten, y yo, la verdad, estoy de que me camelen hasta el gorro. ¿Cómo ha podido producirse esta debacle en la opinión cualificada, que es la única que aquí sigue los avatares de la vida pública? Pues no lo sé ni bien ni mal, a fuer de sociólogo, pero lo cierto es que se ha producido, y que ya no es que la opinión no atienda a la política sino que los propios políticos viven como almejas refugiados en su bivalvo, hablando si escuchar el Otro. Sí, sé de sobra que lo 'in' es mostrar atención a esos bailes, pero para los 'indies' empecinados como yo no caben disimulos. ¡Que asco de política, colegas! ¡Cuánto cuento, cuánta zancadilla, cuánta deslealtad! La patria es ya sólo un vestigio hiper-ético, un sentimiento órfico como la lira o uno cazurro como la gaita, (sí, sé que cito a José Antonio, ¿y qué?), un rescoldo del fuego primordial que civilizó a la horda en torno a un ideal. Qué le vamos a hacer.




No sé si, finalmente, los 'constitucionalistas' podridos o sin pudrir llegarán a un acuerdo con un PSOE que se bambolea en los Juzgados no menos que el PP. Tampoco si el desenlace será un 'frentecillo popular' que nos arruinaría sin duda posible pero podría hacer reinas por unos días a unos cuantos aventureros mientras la patria se desmoronaba por brotes efervescentes. Yo, a lo mío, que me parece que ya cumplí sobradamente mi compromiso colectivo y, además, no es que me dedique a sestear bajo la higuera sino que me enredo en mi estudio. ¿La culpa? Tampoco tengo respuesta para eso, pero no me cortaré un pelo al expresar mi desprecio por los podridos y arrebatacapas que han okupado nuestra democracia durante estos decenios. No descarto mi vuelta al redil, eso sí, porque no hay mal que cien años dure ni trileros que perduren y, además, porque nadie me va a echar de menos. Lo de Asterix y Obelix es una fábula. Y yo, a estas alturas, me siento más dentro que fuera de su aldea.

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