El bien afeitado Sanchez, por Arcadi Espada
HAY QUE tener a mano una buena navaja de
barbero de la marca Ockham, en especial si se trata de una sesión
de investidura. Mariano Rajoy ganó las elecciones, con una ventaja de 33
escaños, 6,7 puntos porcentuales y 1.684.973 votos sobre el candidato
socialista Pedro Sánchez. Para que Rajoy fuera
presidente bastaría que el Partido Socialista y Ciudadanos se abstuvieran en la
votación de investidura. Ciudadanos ya permitió que el Pp
gobernase en Madrid y que el Psoe lo hiciera en Andalucía: no se aprecia con
qué argumentos podría optar ahora por la ingobernabilidad. Es cierto que
el Psoe podría gobernar con el partido Podemos y con los independentistas. Pero sería mucho más
complejo. De una complejidad que conduce a un camino falso. El creacionismo,
es decir, el telepredicador Iglesias, por ejemplo, que llama a eso
"un acuerdo de progreso", argumenta que dios es más fácil
que Darwin para explicar el mundo; sin pararse a pensar cuánto trabajo habría
que tomarse para explicar a dios.
Es fácil explicar por qué el acuerdo
entre Psoe y Podemos resulta de una complejidad que acaba en el error. No ha habido
en todo el cruce de propuestas electorales y postelectorales una condición para
la negociación tan nítida y divisiva como la celebración de un referéndum de
autodeterminación. La ha planteado el partido Podemos y es
natural que lo haya hecho porque sus excelentes resultados en Cataluña y, en
consecuencia, sus apreciables resultados españoles, se deben a esa
condición. Pero es esa condición innegociable lo que divide a la
actual cámara de los diputados en dos bloques. Uno de 253 diputados (Pp, Psoe,
C's) y otro, de 97, del resto de partidos. No hay nada entre Pp,
Psoe y C's, ni en sus propuestas políticas ni en sus propuestas económicas, que
tenga ese grado de innegociabilidad.
Así pues, conviene ir rasurando. Todo el sucio
embarrado del campo postelectoral, incluyendo soluciones cada vez más
amaneradas como la desaparición de la escena de los dos principales candidatos,
es responsabilidad estricta de Sánchez y de su obligada necesidad de
camuflar el único de sus argumentos veraces, que es el de la conquista del
poder. Un argumento que aún resulta más veraz si se piensa que
el poder es el único camino que le ofrecen los hipócritas varones y
baronas del socialismo -indolentemente repantingados en sus taifas, dan un no
simultáneo y sin salida a Rajoy, a Iglesias y a unas nuevas elecciones- para seguir
aceptándolo como líder.
Siete diferencias entre la consulta
de Sánchez a las bases y la que hicieron los socialdemócratas alemanes = ¿Pedro
Sanchez; el órdago "ocurrente" al Comité Federal, la consulta de la que nada se sabía?
Mercedes Rodríguez Martín, de LD,
lo analiza. El líder del PSOE, Pedro Sánchez, se sacó un as de la
manga en elcomplicadísimo Comité Federal del pasado sábado. Con los
barones críticos recelando de sus contactos con Podemos, anunció que preguntaría a
la militancia sobre los posibles pactos de gobierno.
La medida sorprendió a los barones
aunque de cara a la galería dijeron respaldar a su secretario general. Lo hicieron
recordando a su partido hermano en Alemania, el SPD. La frase más
repetida entre socialistas como Susana Díaz, Javier Lambán o Miquel Iceta fue
que "ya lo hizo el SPD", en alusión a la consulta a la militancia de
2013 antes de firmar el pacto para gobernar con Merkel.
Pero por más que lo repitan para
dar imagen de normalidad al órdago de Sánchez, hay bastantes diferencias entre
los dos procesos. El secretario general tendrá que esmerarse mucho
para que su consulta se parezca en algo a la de los socialistas alemanes....Ver mas...
Siete diferencias entre
la consulta de Sánchez a las bases y la que hicieron los socialdemócratas
alemanes
Mercedes Rodríguez Martín, de LD,
lo analiza. El líder del PSOE, Pedro Sánchez, se sacó un as de la manga en
elcomplicadísimo Comité Federal del pasado sábado. Con los barones críticos
recelando de sus contactos con Podemos, anunció que preguntaría a la militancia
sobre los posibles pactos de gobierno.
La medida sorprendió a los barones
aunque de cara a la galería dijeron respaldar a su secretario general. Lo
hicieron recordando a su partido hermano en Alemania, el SPD. La frase más
repetida entre socialistas como Susana Díaz, Javier Lambán o Miquel Iceta fue
que "ya lo hizo el SPD", en alusión a la consulta a la militancia de
2013 antes de firmar el pacto para gobernar con Merkel.
Pero por más que lo repitan para
dar imagen de normalidad al órdago de Sánchez, hay bastantes diferencias entre
los dos procesos. El secretario general tendrá que esmerarse mucho para que su
consulta se parezca en algo a la de los socialistas alemanes:
1. La pregunta: el SPD
planteó enseguida la posibilidad de preguntar a los militantes sobre si
debían apoyar a la CDU de Angela Merkel, el partido más votado
en las elecciones, para formar una gran coalición. El objetivo
era cuestionar a los afiliados sobre la pertinencia de prestar los votos a su
rival directo para formar un gobierno de consenso como el que gobernó hasta
2009 y al que muchos responsabilizaban de la imparable caída electoral del
partido.
En el caso del PSOE,
Sánchez ha prometido genéricamente que preguntará a los militantes sobre los
pactos sin concretar la estrategia. Lo que sí está
claro es que no preguntarán a quién apoyar para que gobierne, sino cuál es el
mejor aliado para tratar de formar gobierno. El paralelismo sólo
sería real si los socialistas preguntaran sobre la posibilidad de apoyar a un
gobierno con Rajoy como presidente, un escenario que ni
siquiera se plantea.
2. La planificación: la
dirección del SPD prometió la consulta pocos días después de las elecciones, cuando ya
estaba claro cuál sería su estrategia de pactos y como respuesta a las dudas en
algunos sectores del partido.
En el PSOE, la oferta de
una consulta ha llegado por sorpresa. Pedro Sánchez lo
anunció en el seno de un Comité Federal muy tenso y, aunque en los días previos
se había reunido con los dirigentes más relevantes de su partido, no destapó a
casi ninguno la propuesta, que pilló desprevenidos a los barones.
3. Los plazos: las
elecciones en Alemania se celebraron el 22 de septiembre y pocos días después
se hablaba ya del que sería el futuro pacto de gobierno. No hubo tiempo
de otras cábalas porque, entre otras cosas, no salían las cuentas, y los dos
partidos se pusieron enseguida manos a la obra sin que la promesa de la
consulta fuera un obstáculo.
La votación tras cerrarse el
acuerdo se abrió el 6 de diciembre y se cerró el día 12. El día 15 concluyó el
recuento y el 17, tres meses después de las elecciones, Merkel fue
investida canciller.
En el PSOE, la estrategia con los
pactos dista mucho de estar clara cuando ya ha pasado mes y medio desde los
comicios. Tras verse con Rajoy, Pedro Sánchez rechazó cualquier
alianza con el PP y ahora el partido se debate entre el pacto con Podemos y los
contactos con Ciudadanos. La negociación no está abierta con ninguno, que se
sepa.
4. El debate
interno: la opción de ayudar a la derecha no fue bien
recibida por parte de la militancia del SPD y hubo protestas desde el
primer momento -incluso alguna concentración de simpatizantes- que desembocaron
en el rápido anuncio de la consulta a las bases, unos días
después de las elecciones.
En cualquier caso, la guerra no
fue, en ningún caso, tan cruenta como la que se está librando en el PSOE. Había acuerdo
en la dirección sobre la pertinencia de entrar en el gobierno en lugar de
quedarse en la oposición "para cambiar las cosas" y las semanas
siguientes estuvieron encaminadas a cerrar los flecos del pacto, por un lado, y
a convencer a las bases, por otro. Aunque el temor a un "no" de la
militancia no se disipó hasta el final.
Entre los socialistas, la cuestión
de los pactos ha sumido al partido en una guerra en la que todo vale, como ha
demostrado este lunes la filtración de lo que ocurrió en el Comité Federal. La crisis
interna lo abarca todo: el futuro del partido, el liderazgo,
los pésimos resultados electorales, la postura ante los independentistas…
5. Las reglas: la votación
del SPD se planteó como el último paso tras unas intensas negociaciones que
involucraron a decenas de personas de uno y otro partido. Para la
consulta final, se envió una carta a los 470.000 afiliados pidiéndoles que
entregaran su voto en un periodo de seis días. El resultado sólo sería
vinculante si votaba el 20 por ciento de los militantes. Una vez depositados
los votos, el recuento se efectuaría durante los dos días siguientes, ante
notario.
En el caso del PSOE aún no se sabe
casi nada. Ni qué ocurrirá con la participación, ni cómo será el
proceso.
6. La
transparencia: el SPD se comprometió a enviar a cada afiliado,
antes de la votación, el texto del acuerdo, de casi 200 páginas, con todos los
detalles. Está por ver si el PSOE logra un acuerdo tan definido
con algún partido antes de la consulta.
Además, el fin de semana antes de
la votación, el SPD estuvo dedicado a la discusión interna en cada territorio,
con actos y foros centrados en los detalles del pacto una vez que éste estuvo
prácticamente cerrado. ¿Se atreverá a hacer lo mismo Sánchez ante la crispación
en que vive su partido?
7. ¿Vinculante?: la consulta del
SPD era vinculante. El partido se jugó mucho con la
promesa: en caso de un "no", el acuerdo quedaría abortado horas antes
de la investidura y el líder, Sigmar Gabriel, quedaría tocado para siempre.
En el caso de la
consulta de Sánchez, sí se sabe que la votación no será
vinculante. Servirá para "escuchar" a las bases, según
dijo el líder socialista. Sí tendrá un efecto claro en el Comité Federal que se
reunirá después y que deberá avalar, o no, el acuerdo.
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