Ciudadanos sin esperanza
Ya quisiéramos nosotros, los sufridos y decepcionados ciudadanos de a pie, albergar alguna esperanza en este sentido. No sólo respecto al partido de Alberto Rivera, sino respecto a cualquiera de las organizaciones políticas representadas a día de hoy en la sede donde reside la Soberanía popular. Cualquiera de esas cuya portavocía principal está siendo ejercida por esos personajes mediáticos que llevan un mes entreteniendo al personal en su ir y venir infructuoso desde el Congreso a la Zarzuela y vuelta a empezar. Puro teatro, parafernalia, postureo, puesta en escena. Para salir corriendo o echarse a llorar. Tragicomedia moderna, mala, carente de la gracia clásica. Como la gala 2016 de los Goya del cine español. Otra vez pura incongruencia. Divina y mezquina. Radiante y melodramática. Relegando a segundo plano el arte de la cinematografía para erigir en estrella de la noche una figura emergente que parecía reencarnación física de Rubalcaba, -con pajarita-, travestido para el evento de Ceniciento vallecano a Príncipe de la Farándula. Cultura le llaman ellos.
Ciudadanos, el partido
de la Ciudadanía, por Mara Mago.
Ciudadanos, el partido de la Ciudadanía, se dicen.
Perteneciente al Grupo Demócrata-Liberal Europeo, afirman. Un proyecto civil
para transformar este país, no para romperlo, anuncian. Ciudadanos propone la
unión de todos los que defienden la igualdad, la libertad, la unión, la
solidaridad. De entrada, nada nuevo bajo el sol. Una invitación fácil de
seguir. Una apuesta por la regeneración democrática e institucional, por una
reforma fiscal a favor de la clase media y la lucha contra el fraude, por un
pacto nacional por la Educación. Por la innovación, la ciencia, la cultura,
bla,bla,bla,bla,bla,bla…….
Ciudadanos se define mejor por lo que no quiere:
- ‘’No queremos ni inmovilismo ni decadencia,
pero tampoco populismo ni venganza. Queremos Justicia. Queremos un país mejor
para nuestros hijos y para los que viven con nosotros. Ciudadanos es parte de
la ola de cambio que ha arrasado en 2015 para que España sea un país del siglo
XXI’’.
Todo esto y mucho más lo afirma de un tirón su
líder, el joven Alberto Rivera, en el vídeo de presentación que el partido
tiene colgado en su página web oficial.
Asegura Rivera, con su habitual locuacidad, que hace
8 años Ciudadanos fue pionero en diagnosticar que este país empezaba a estar
podrido de corrupción y en defender la unidad de todos los españoles, frente a
la amenaza del independentismo catalán y vasco.
Ciudadanos es hijo de Internet. Nació de una
plataforma civil, de un manifiesto en las redes sociales que empezó a aglutinar
a mucha gente. Hoy, es el único partido que podría articular un gran acuerdo nacional para permitir
restañar las heridas del pasado y abrir la puerta al futuro. Así lo cuenta su
máximo líder y fundador.
Ciudadanos sin esperanza
Ya quisiéramos nosotros, los sufridos y
decepcionados ciudadanos de a pie, albergar alguna esperanza en este sentido. No sólo
respecto al partido de Alberto Rivera, sino respecto a cualquiera de las organizaciones políticas representadas a día
de hoy en la sede donde reside la Soberanía popular. Cualquiera de esas cuya portavocía principal está siendo
ejercida por esos personajes mediáticos que llevan un mes entreteniendo
al personal en su ir y venir infructuoso desde el Congreso a la Zarzuela y
vuelta a empezar. Puro teatro, parafernalia,
postureo, puesta en escena. Para salir corriendo o echarse a llorar. Tragicomedia moderna, mala, carente de la gracia clásica.
Como la gala 2016 de los Goya del cine español. Otra vez pura incongruencia.
Divina y mezquina. Radiante y melodramática. Relegando a segundo plano el arte
de la cinematografía para erigir en estrella de la noche una figura emergente
que parecía reencarnación física de Rubalcaba, -con pajarita-, travestido para
el evento de Ceniciento vallecano a Príncipe de la Farándula. Cultura le llaman
ellos.
Vuelta a la desconfianza
Perdón por la digresión. Retorno al tema principal, el partido de la Ciudadanía y la desconfianza que provoca,
especialmente, por estos lares de la Sicilia española, dada su indefendible
actuación en el Parlamento de Andalucía desde el inicio de la X Legislatura en
junio de 2015. También llamada de la desfachatez más absoluta.
Ciudadanos ha permitido en cada sesión
parlamentaria que se celebra en el edificio del viejo Hospital sevillano de la
Sangre que se le escape a chorros la
coherencia. No les bastó apoyar al partido
de los 40 años de corrupción para investir a Susana Díaz. Si no que, para
prestar un mejor servicio al régimen socialista, los 9 jinetes de la
regeneración democrática ciudadana se han convertido en muleta, comodín,
voceros o quitavergüenzas. Lo que haga falta, según convenga en cada momento, a
quienes sirven. El Ciudadano Marín ejerce de mayordomo perfecto. Limpia, brilla
y da esplendor. Aunque la infección sigue dentro, contaminando todo lo que
toca.
Mientras en Andalucía permite que
marche a ralentí o que permanezca inactiva desde hace dos meses la comisión de
investigación sobre el fraude en los cursos de Formación para los parados,
-3.000 millones de euros extraviados-, en Madrid, el Ciudadano
Aguado exige al Gobierno regional presidido por la popular Cristina Cifuentes,
una auditoría general “para diagnosticar
qué se ha hecho con el dinero de los madrileños”.
Alguna vez el Partido de la Ciudadanía tendrá que
explicar por qué no trata con el mismo respeto a los ciudadanos andaluces y
madrileños. Alguna vez, tendrá que aclarar por qué utiliza distinto rasero en
sus exigencias a gobiernos autonómicos de distinto signo político. ¿Por qué
aplica mano de hierro contra la corrupción popular y guante de seda contra el
expolio andaluz? Que sigue, y sigue, y sigue, lastrando toda posibilidad de progreso. Y su reino no
tiene fin.
Antes de que en los despachos se mercadee nuestro futuro entre cuatro
avispados y dos grupos mediáticos que supieron colocarse cuando vieron venir el
sutnami, la
Ciudadanía debería conocer por qué la explosión mediática sobre la corrupción
popular valenciana en las últimas semanas, mientras se sigue silenciando la fuente
inagotable de malversación de fondos públicos que es la Junta de Andalucía y
las administraciones locales gobernadas por el partido de Pedro Sánchez.
¿Qué pretenden a la par jueces, medios
desinformativos, periodistas de la secta,
políticos y los poderes fácticos que manejan los hilos? ¿A dónde pretenden llevarnos? ¿Por qué sigue esfumado Rajoy y todo su equipo sin presentar
batalla?
P.D.- Tarea
recomendada para obtener alguna respuesta a las cuestiones planteadas:
Visualización de la entrevista a Juan CarlosGirauta, el hombre comisionado por Ciudadanos para negociar la formación del
próximo gobierno de España.
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