domingo, 24 de enero de 2016

El supositorio necesario, por Rafa Gonzalez....


¿España?



El supositorio necesario, por Rafa Gonzalez....

Hace algunos meses, en una de esas acaloradas conversaciones políticas con familiares en las que crees estar arreglando España mientras cenas o acaricias a tu perro, le comenté a mi padre lo que ambos vimos, en principio, como una boutade, pero que este fin de semana cobra mas realismo que nunca: la idea de que, en verdad, lo mas práctico para España sería que gobernara Podemos y los incautos salieran de una vez por todas de dudas sobre la maldad de esta organización. Esa duda expresada ya por Hermann Tertsch en su libro Días de Ira sobre si "podemos estar peor". Resuelta claramente con la convicción de que sí, que evidentemente podemos estar bastante peor, por mucho que una parte escalofriantemente importante de la sociedad española haya interiorizado que ya no tiene nada que perder. No sería maravilloso que los votantes de Podemos recibieran más pronto que tarde su escarmiento?



Escribo esta entrada el viernes por la noche, cuando Rajoy, no se sabe si tirando la toalla o echándola al cesto de la colada estratégica, ha rechazado someterse a la investidura para ceder el marrón a Sánchez, que tendrá que retratarse con su pacto deseado con Podemos. Las redes echan humo. Esa catástrofe tan avisada parece materializarse. Podemos va a tomar las riendas del ejecutivo.

Está asustado? No le voy a mentir, yo al principio sí. Pero luego me he acordado de esa conversación con mi padre y no me importa repetirlo: Lo mejor que le puede pasar a España es que Podemos entre cuanto antes en el Gobierno, antes de que le de tiempo a radicalizarse aún mas. Por qué lo digo?

Pues porque, si se dan cuenta, España es actualmente la única gran potencia europea, quizá junto al Reino Unido, que no ha sufrido aún una ocupación o dictadura totalitaria, sea fascista o comunista. Me equivoco: Inglaterra tuvo que hacer frente, con los horribles bombardeos en Londres y el bloqueo de submarinos a las islas británicas, a la amenaza nazi. En España, ni eso. El franquismo, lo saben todos los historiadores de renombre, como el magnifico Juan Francisco Fuentes, a quien tuve el honor de atender en la carrera de Periodismo en Madrid, fue una dictadura autoritaria donde se permitía la propiedad y cierta manga de libertad (no, desde luego, de prensa). Los españoles, que para más INRI están más atontados que los vecinos europeos con más horas de sol y telebasura de lo normal, no conocen el totalitarismo ni les preocupa demasiado sus consecuencias. Una gran mayoría, como digo al principio, cree que tras el rodillo del PPSOE ya no hay nada más que perder.

Pero sí hay mucho que perder, aunque no necesariamente de golpe. Porque aunque es verdad que vivimos bajo el paraguas de la OTAN, la Unión Europea, la OCDE, la transferencia de soberanía a Bruselas y otros elementos que amortiguarían cualquier desgracia, no me van a negar ustedes que Podemos, este Podemos que en la noche electoral pedía, reclamaba, exigía que una parte del territorio nacional decidiera si podía saltarse o no la ley para despedazar el Estado; este Podemos de vuelos charter a Caracas; este Podemos de ensalzamientos continuos de ETA; este Podemos, digo, es el aperitivo perfecto para un almuerzo totalitario y pantagruélico con sabor a suicidio final como nación. Y lo repito otra vez: todo lo que tengamos que perder no tiene por que ser de golpe. Para captar the picture que les estoy pintando, miren el caso de Argentina. Un país que hace un siglo se situaba entre los 10 países mas desarrollados del planeta pero que, tras una lluvia fina incesante de varias décadas de mismanagement, ahora lucha por ser reconocida como nación de primer mundo.

Sean realistas y acéptenlo: si Podemos no entra en el próximo Gobierno, lo hará fortalecido en el siguiente. Nada indica que vayamos a seguir una senda electoral diferente a la de Grecia. Así que en vez de dudar y quedarse mirando el supositorio con las piernas temblando, proceda a introducírselo sin miedo, acérquese a un amigo podemita (estoy seguro de que todos tenemos uno) y, con una palmadita en el hombro, susúrrele: a ver si es verdad que gobiernan ya, abandonan las tertulias y, cuando todo se vaya a la mierda, la gente escarmienta de una maldita vez.

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