Esto es jauja....
El mundo al revés J. CARO ROMERO
De la política ya lo habíamos visto y oído
prácticamente todo. Pero parece que la realidad, esa verdad tozuda que siempre
supera a la ficción, se obstina en alertarnos de que nunca hay que cerrar la
puerta a un amplio margen para la sorpresa.
El escenario de negociaciones para la investidura
del próximo presidente del Gobierno tras las elecciones generales del 20 de
diciembre está siendo un buen ejemplo de estas piruetas que nos depara el
destino. De manera que aquello de los extraños compañeros de cama atribuido a
los efectos de la política hasta se nos está quedando corto a la vista de los
planteamientos que unos y otros están poniendo encima de la mesa. Ya no son
extraños sólo los compañeros de cama, sino también los argumentos de los que
cada uno echa mano para conseguir el revolcón.
Valga como ejemplo la zarzuela -nunca mejor dicho-
que se traen Pablo, Pedro, Mariano y hasta Felipe entre el dramatis personae, a
cuenta de la búsqueda de un presidente del Gobierno para el país. Un libreto
que lo mismo acaba pasando a los anales de la historia política de España que a
cualquier antología del disparate. O a las dos cosas, la verdad, que lo primero
y lo segundo parecen ir cada vez más de la mano en este país.
Quién nos iba a decir que acabaríamos viendo a los
jóvenes herederos de Julio Anguita dejarse los nudillos llamando a la puerta
del PSOE para repartirse los sillones del próximo Consejo de Ministros. Antes
siquiera de empezar a negociar políticas. Aplíquele cada uno el calificativo
con el que quiera explayarse porque lo de la «casa común» se quedaría ya más
bien corto. Y quién iba a decirnos, igualmente, que el secretario general
delPSOE replicaría a esos demandantes de empleo ministerial con aquel
«programa, programa, programa» que convirtió en leit motiv de su política de
alianzas el califa rojo y que hasta hace tres días era motivo de chanza
recurrente para la progresía de este país, para la pseudo-izquierda del
postureo.
En el otro lado, el presidente del Gobierno, que
aspira a seguir siéndolo y que, aunque con una importante merma de votos, ganó
claramente las elecciones, renuncia a someterse a una sesión de investidura
alegando que todavía no tiene apoyos, sometiendo un proceso capital para el
inicio de la legislatura y el normal funcionamiento de las instituciones
democráticas a un burdo ejercicio de tacticismo a la desesperada. Y hasta el
Rey se presta a proponer la investidura a quien supuestamente acababa de
comunicarle que no tenía el respaldo suficiente para salir investido
presidente.
Para rematar el absurdo, la posición de la
presidenta de la Junta. No quiere que su partido permita que el PP gobierne en
ningún caso; no quiere tampoco que su partido pacte con Podemos un gobierno de coalición;
ni quiere al mismo tiempo que se repitan las elecciones generales (o eso dice)
porque sería un fracaso. Lo que la presidenta no acaba de decir es exactamente
qué es lo que quiere. Y lo que en ningún caso nadie aclara es si el país puede
seguir mucho tiempo esperando a que sus políticos acaben de enterarse de que el
nuevo tiempo exige, antes que nada, acabar definitivamente con los viejos
métodos y no intercambiarse los trucos de siempre.
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