lunes, 18 de enero de 2016

Con ustedes, el Gran Circo de España; "Ha bastado una sesión parlamentaria para tener la certeza de que no faltará espectáculo"... = ¿Donde dejan todos los políticos el interés de los ciudadanos?; ¿quienes resuelven los problemas que nos aquejan...?

.......Ocurre que tenemos un 21% de paro, que la crisis nos ha dejado un país con desigualdades inaceptables, que la confianza de los empresarios se deteriora, que los inversores extranjeros están empezando a dejar de llamar, que nuestra economía se enfrenta a desafíos que podrían volver a tumbarla -el Ibex vive el peor arranque del año de su historia-, que el terrorismo islámico golpea ciudades de todo el mundo a su antojo, desde París a Yakarta, y que el Gobierno de Cataluña ha anunciado que piensa hacer todo lo posible por romper España, por citar algunos desafíos que nos esperan en los próximos meses. 




.....Se trata de priorizar el interés de los ciudadanos por encima de carreras políticas perfectamente reemplazables. Y se trata de hacer política en lugar de montar el show y buscar el aplauso de la militancia en las redes sociales.








NOTAS DESDE AQUILEA

Con ustedes, el Gran Circo de España


El otro día me acerqué al Gran Circo Mundial, que ha instalado su carpa en Madrid, y comprendí que la saturación política estaba empezando a afectarme. Allí estaban los trapecistas venidos desde Corea del Norte, pero cuando el anunciador presentó el nunca visto cuádruple salto mortal, yo creía ver a Pedro Sánchez tratando de ser presidente con 90 escaños y el apoyo de partidos que buscan que España se rompa la crisma. Salió un mago y me recordó a Pablo Iglesias, capaz de convertir a un leninista convencido en socialdemócrata en un abracadabra. Un malabarista lanzaba a izquierda y derecha sus diábolos, cual Albert Rivera, y pensé si no sería un mal presagio que se le cayera uno, quizá en un momento de indecisión. Salieron las fieras y me fijé en un león venido a menos que, como Mariano Rajoy, parecía resistirse a la idea de que sus mejores días habían terminado.

"Ha bastado una sesión parlamentaria para tener la certeza de que no faltará espectáculo"

Si la democracia es el arte de "dirigir el circo desde la jaula de los monos", como decía Mencken, en España nos quedan meses de incertidumbre hasta saber quién dirigirá el que se ha montado tras las elecciones. Ha bastado una sesión parlamentaria para tener la certeza, al menos, de que no nos va a faltar el espectáculo. La predicción era que, una vez tuvieran los votos, los nuevos políticos sustituirían el plató de televisión por el Parlamento. Parece que será al revés. Lástima que el país no se lo pueda permitir, con lo divertido que podría ser todo.

Ocurre que tenemos un 21% de paro, que la crisis nos ha dejado un país con desigualdades inaceptables, que la confianza de los empresarios se deteriora, que los inversores extranjeros están empezando a dejar de llamar, que nuestra economía se enfrenta a desafíos que podrían volver a tumbarla -el Ibex vive el peor arranque del año de su historia-, que el terrorismo islámico golpea ciudades de todo el mundo a su antojo, desde París a Yakarta, y que el Gobierno de Cataluña ha anunciado que piensa hacer todo lo posible por romper España, por citar algunos desafíos que nos esperan en los próximos meses. Pero sigamos hablando de la melena del nuevo diputado Rodríguez, como si nuestros intereses fueran a estar mejor "defendidos por un diputado con rastas que por uno con terno y gomina Patrico", que escribía el otro día Jorge Bustos. Como si la conciliación familiar fuera a mejorar llevando a tu bebé a un Parlamento que tiene guardería, privilegio que gustosamente habrían aprovechado miles de madres. O como si un puño en alto y cuatro lemas fáciles fueran a pagar nuestra deuda o mejorar la educación.

"Es hora de hacer política en lugar de buscar el aplauso en las redes sociales"

Aquí de lo que se trata es de aprovechar la mejor oportunidad que ha tenido España en mucho tiempo para que sus políticos se pongan de acuerdo y empujar una verdadera agenda de reformas que enderece el país para una generación. Se trata de priorizar el interés de los ciudadanos por encima de carreras políticas perfectamente reemplazables. Y se trata de hacer política en lugar de montar el show y buscar el aplauso de la militancia en las redes sociales.

Lo del otro día fue la prueba de que Pablo Iglesias ya está en campaña -si es que alguna vez dejó de estarlo-, en previsión de unas nuevas elecciones en las que espera merendarse lo que queda del PSOE. Mientras, Pedro Sánchez, desde la plataforma del trapecio, se lo piensa. ¿Debería ir a por el cuádruple salto mortal, poniéndose en manos de un partido que quiere destruir al suyo y otros que buscan romper España? Un salto sin red. Todo o nada. Moncloa o INEM. Que Sánchez no parece tener vértigo lo demuestra su decisión de esta semana de prestar sus escaños a partidos separatistas en el Senado, un absurdo que, entre otras cosas, pone más fondos del Estado en manos de quienes lo quieren dilapidar.


La alternativa razonable es ese pacto con Partido Popular y Ciudadanos en el que se incorporarían propuestas del programa socialista, se daría estabilidad al país y los populares serían empujados a llevar a cabo su regeneración pendiente. Puestos a elegir entre piruetas arriesgadas, al líder socialista le quedaría el consuelo de haber escogido lo mejor para España y haber impedido el cierre del circo

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Identifícate para poner comentarios.
Los comentarios solo se podrán poner durante unos días...