domingo, 18 de octubre de 2015

Máxima difusión. La defenestración de la juez Alaya, por Francisco Rosell, de lectura imprescindible = ¿Corrupción institucionalizada y sistémica de la Junta de Andalucía; eso es lo que hay que tapar, caíga quien caiga? ¿Los andaluces quedan indefensos ante los hijos de la Untá, una peli de bandas?



  • Cuando la política entra por la puerta de la Justicia, el Derecho salta por la ventana como la instructora de los ERE.

  • Presumible epílogo en cuanto constató que no era cosa de 'cuatro golfos' sino implicaba a la cúpula de la Junta



  • ENTRE LAS LEYENDAS que envuelven con una gasa de misterio la belleza de la ciudad de Granada, figura una que tiene asiento en un señorial palacete renacentista enclavado en la carrera del Darro. En la blasonada fachada de la Casa de Castril, antiguo dominio familiar de Hernando de Zafra, secretario de los Reyes Católicos, se distingue un balcón lateral ciego en el que reza: «Esperando la (Justicia) del cielo». Buscando desentrañar el enigma se han compuesto diversas variantes del mito de una dama de blanco que vagaría por el actual Museo Arqueológico con la luz de una vela.Se trataría de una hermosa muchacha que, contraviniendo la admonición paternal, se enamoró de un joven con el que intercambiaba mensajes de amor por medio de un paje. La mala fortuna quiso que fuese sorprendido por el progenitor que lo tomó por su amante, recluyéndolo en el balcón que enladrilló. Por muchas que fueron sus súplicas, el infausto escudero obtuvo este dicterio del colérico caballero: «Pide justicia, que ahí ahorcado podrás quedar esperando la del cielo el tiempo que quieras». Al poco, la desdichada falleció en la estancia aledaña al mirador sin vistas y su espíritu danza como alma en pena.

    Tras emparedar a Alaya y defenestrarla de la instrucción de los ERE y los cursos de Formación, esto es, de las macrocausas que probarían la institucionalización de la corrupción andaluza como sistema socialista para garantizarse su intangible hegemonía, no se sabe si su espectro recorrerá los salones de los órganos de gobierno judiciales y se hará presente a sus togados.



    Cuando la política entra por la puerta de la Justicia, el Derecho salta por la ventana como la instructora de los ERE


    Como estaba cantado por mor de unas maniobras orquestales difícilmente disimulables, el desenlace se ha registrado cuando hasta el instructor de la causa en el Tribunal Supremo, Alberto J. Barreiro, ya había percibido signos inequívocos para imputar a los aforados expresidentes de la Junta como Chaves y Griñán, así como a algunos exconsejeros que gozaban de igual privilegio para burlar a la Justicia. Antes de acreditar que se trataba de una corrupción piramidal y jerárquica, el juez se percató a las claras -y así lo reflejó en un auto- de que sólo ganaban tiempo para escapar de Alaya y luego, si se veían con la soga del Supremo al cuello, renunciar al escaño para retornar a la casilla inicial con la pugnaz instructora fuera si la labor de zapa daba fruto.


    Después de sufrir el acoso socialista intentando su muerte civil como el juez Barbero cuando tiró de la manta de la financiación ilegal socialista a través de Filesa y de ver como la Junta le negaba medios materiales como administración competente, a la par que le dilataba la entrega de pruebas como las actas de los Consejos de Gobierno, Alaya vio cómo se nombraba un consejero específicamente para que se desembarazara de ella: el antiguo fiscal De Llera, quien nunca reparó en la existencia de la corrupción cuando era el encargado de investigar tales delitos. En este sentido, parodiando la frase histórica de Torcuato Fernández Miranda al culminar su estrategia para que el Consejo del Reino designara a Suárez como relevo de Arias Navarro, de modo que impulsara la transición a la democracia como quería don Juan Carlos, Llera le ha podido decir tanto a Griñán que lo escogió como a Susana Díaz que lo refrendó: «Estoy en condiciones de ofrecer lo que me han pedido».

    En pago de sus artimañas, la presidenta de la Junta ha premiado con el número dos de la lista del PSOE por Sevilla al Congreso de los Diputados a la mujer del susodicho, Juana Amalia Rodríguez. Esta se ha visto propulsada su carrera política gracias a la juez Alaya, en la misma proporción que el marido de su sustituta en el juzgado de instrucción número seis de Sevilla, María Nuñez Bolaños, se ha servido del favor socialista. En esas circunstancias, se hacen presentes los versos de Bartolomé Leonardo Argensola, el divino Juvenal aragonés: «Pesquen los magistrados por los charcos/ que hacen más las ranas que las leyes».


    Presumible epílogo en cuanto constató que no era cosa de 'cuatro golfos' sino implicaba a la cúpula de la Junta

    Ello no hubiera sido posible, desde luego, sin la anuencia del Consejo General del Poder Judicial y de la Sala de Gobierno del TSJA. Nunca le prestaron apoyo y amparo a Alaya, sino que participaron en maniobras arteras por su empecinamiento en esclarecer estos abusos que afectaban a la columna vertebral del régimen andaluz. Por no recoger la balanza de la Justicia y el mazo, como el cinematográfico juez Mettrick, Alaya se ha quedado sola ante el peligro. Igual que el sheriff Will Kane que encarna Gary Cooper en la oscarizada película de ese título cuando corre como la pólvora la noticia de que un criminal que había atrapado ha salido de la cárcel y llegará al pueblo en el tren del mediodía para vengarse, sin que nadie socorra al representante de la ley.


    Siendo lo más lógico que se le otorgara una comisión de servicio para cerrar estos dos voluminosos sumarios de una complejidad extraordinaria y que ha ido instruyendo a un coste altísimo, incluso en términos de salud personal, si es que realmente se quería servir a la Justicia, las salas de Gobierno dieron largas para que su sustituta, sin experiencia penal alguna, pero apadrinada por De Llera, fuera deconstruyendo la causa. Entretanto, Alaya aguardaba en vano, tras su paso a la Audiencia, un pronunciamiento favorable que no produciría. Dada la trama de intereses a la que se enfrentó, era el presumible epílogo que acontecería en cuanto constató que no era cosa de «cuatro golfos» (Chaves dixit) sino de un calado enorme al implicar a la cúpula de la Junta.




    Por eso, cuando los altos togados dependientes de la política han defenestrado a Alaya, apelando a su incapacidad de entenderse con quien estaba demoliendo su labor de años y presentándola casi como un culebrón con dos mujeres de armas tomar que estaban a la greña, cobra actualidad inevitable la escena final de la célebre comedia de Jacinto Benavente Los intereses creados. Aquella en la que el juez logra, a instancias del sagaz Crispín, dejar libre a su amo Leandro alterando tan sólo unas comas del escrito que le condena, lo que lleva a Crispín a proclamar cínicamente: «Para salir adelante con todo, mejor que crear afectos es crear intereses».


    Justo esa confluencia de intereses es la que arrojado a Alaya de los ERE y los cursos de formación, facultando que su sustituta los trocee y los deje en asuntos de menor cuantía. Al fin y al cabo, «las leyes son como las telarañas: los insectos pequeños quedan prendidos en ellas; los grandes, las rompen», como proveyó aquel sabio príncipe suscita llamado Anarcasis en su controversia con el gran jurista Solón.

    Por desgracia, todo se orienta para que se repita lo acontecido con el aquelarre del cobro de comisiones en la obra de la autovía Las Pedrizas-Salinas. Debido a la anulación por ser anticonstitucionales las escuchas policiales, la Audiencia de Sevilla saldó el caso Ollero con la absolución a Manuel Ollero, ex director general de Carreteras de la Junta; a su hermano, Jorge, y a dos ex directivos de la constructora Ocisa.

    Si la burla llegó al extremo de que los imputados reclamaron incluso la devolución del maletín de los veintitantos millones de la coima, interceptados por la Policía en un control de carretera, la estafa de los ERE y los cursos de formación no sólo puede quedar en agua de borrajas en manos de una juez de la confianza del consejero De Llera, sino que tampoco se reintegre a las arcas públicas lo mucho saqueado



    Cuando la política entra por la puerta de las salas de Justicia y se acomoda en sus estrados, el Derecho salta por la ventana de la manera como la magistrada instructora de los ERE. «Esperando la (Justicia) del cielo», como la leyenda granadina de la Casa de Castril, se hace certeza y pesadumbre lo que Platón escribiera en Las leyes: «Un Estado en que la ley depende del capricho del soberano está, a mi juicio, cerca de la ruina. En cambio, donde la ley es señor sobre los señores, y éstos son sus servidores, allí veo florecer la dicha y la prosperidad».


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