jueves, 1 de octubre de 2015

El laborismo andaluz por J. Caro Romero, versus "Peronismo Rociero"; "gogernantes" sin límites = EL CORTIJO DEL CINISMO. En Andalucía el único "Jeremie" que ha empezado a sonar es el que dá nombre al enésimo fraude con fondos millonarios perpetrado desde la Junta.

....En Andalucía prosigue el peronismo rociero (en expresión acuñada por Carlos Marmol); ahí tienen la última denuncia de CCOO, sindicato nada sospechoso, situando a la Junta como lider de los recortes en la sanidad pública con un tijeretazo de  1.400 millones de euros y 7.000 empleos menos en los últimos cinco años. O la reconversión de la atención temprana para niños con discapacidad en un modelo orientado a la privatización que impedirá la asistencia a quienes no puedan pagarla de su bolsillo. O la imposición tramposa de los horarios de Secundaria.



En Andalucía el único "Jeremie" que ha empezado a sonar es el que dá nombre al enésimo fraude con fondos millonarios perpetrado desde la Junta. Otro ejemplo más de una forma de gobernar y de perpetuar un "régimen"; arbitrariedad, ausencia de procedimiento legal, amiguismo. No, en Andalucía es díficil que hagan suyas las ideas de Corby. El partido hegemónico en esta tierra por mucho que se apellide "obrero", no es precisamente laborista. Si acaso, "de profesión, sus labores". De aquella manera.

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TESTIGO DE CARGO

El laborismo andaluz, J. CARO ROMERO


PINTORESCA, INFANTIL y absurda ha sido la reacción de los partidos del espectro de la izquierda, principalmente del PSOE y de Podemos, a la elección de Jeremy Corbyn como nuevo líder del Partido Laborista británico. Pedro Sánchez y Pablo Iglesias se han enzarzado en una carrera por abanderar desde España el triunfo abrumador de un dirigente situado en el ala izquierda del laborismo, más próximo al mundo sindical y al activismo pacifista que a la oligarquía de su formación, aunque, en definitiva, parte del establishment como miembro del Parlamento desde hace más de tres décadas. Pablo Iglesias se apresuró a designarlo como «un nuevo aliado en el Reino Unido», sin importarle, al parecer, que Corbyn lleve la mitad de su vida ocupando un escaño en la Cámara de los Comunes (y tiene ya una edad), o que pertenezca a esa formación que representa al bipartidismo más inamovible y que, entre otras cosas, embarcó al Reino Unido en la Guerra de Irak, si bien es cierto que el nuevo dirigente se opuso abiertamente en su día a aquella decisión.

Pedro Sánchez no le fue a la zaga al líder de Podemos. El secretario general socialista proclamó sin ambages, tras la victoria de Corbyn, que el PartidoLaborista británico y el PSOE son «partidos hermanos». Atrás quedó, a la fuerza ahorcan, el alejamiento de los socialistas españoles respecto de la 'tercera vía' por la que apostó el laborismo en el poder y que quedó cincelado en mármol con aquel micrófono abierto con el que pillaron a José Bono en un comité federal echando pestes del premier británico por haber recibido a Rajoy en Downing Street: «Este Tony Blair es un gilipollas integral».

En realidad, Corbyn no es el primer salvapatrias de la izquierda que aterriza en este mundo. Salvapatrias no porque él mismo o quienes han venido como él pretendan serlo, sino porque a tal categoría acaban siendo elevados por el papanatismo oportunista de quienes los reciben como mesías de conveniencia. Ahí están Tsipras en Grecia, del que ya empiezan a renegar en Podemos; o en su día Hollande en Francia, al que por aquí casi beatifica como gran esperanza de la casa común de la izquierda el ahora prejubilado de oro Diego Valderas.

A quien no habrán oído ni oirán decir una sola palabra de Jeremy Corbyn ni del giro a la izquierda que el nuevo líder laborista representa es a Susana Díaz. En Andalucía, donde al personal le ha molado siempre más el peronismo rociero (en expresión acuñada por Carlos Mármol) que el 'cool Britannia' que en los noventa impulsó el recién llegado Blair, no interesa demasiado teñir de rojo las banderas. Aquí más bien se está en sintonía con la derechización en la que acabó embarcándose el primer ministro británico. Ahí tienen la última denuncia de CCOO, sindicato nada sospechoso, situando a la Junta como líder de los recortes en la sanidad pública con un tijeretazo de 1.400 millones de euros y 7.000 empleos menos en los últimos cinco años. O la reconversión de la atención temprana para niños con discapacidad hacia un modelo orientado a la privatización que impedirá la asistencia a quienes no puedan pagarla de su bolsillo. O la imposición tramposa de horarios a los docentes de Secundaria.


Así que aquí no oirán hablar de Jeremy Corbyn. En Andalucía, el único 'Jeremie' que ha empezado a sonar es el que da nombre al enésimo fraude con fondos millonarios perpetrado desde la Junta. Otro ejemplo más de una forma de gobernar y de perpetuar un 'régimen': arbitrariedad, ausencia de procedimiento legal, amiguismo. No, en Andalucía es difícil que hagan suyas las ideas de Corbyn. El partido hegemónico en esta tierra, por mucho que se apellide 'obrero', no es precisamente laborista. Si acaso, 'de profesión, sus labores'. De aquella manera, claro.

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