lunes, 12 de octubre de 2015

De lectura recomendada. Ir por lana. ..por Luis Marín Sicilia. = .Gracias a C's, el PSOE-A ni da cuentas de su pasado ni estimula la eficaz gestión del presente.

En reciente conferencia Luis Garicano, economista de referencia de Ciudadanos, ha reiterado que su formación sólo pactará con quienes acepten la lucha contra la corrupción y las reformas constitucional y laboral, temas, los tres, de indudable interés, pero que necesitan mayor concreción, tanto en la forma de luchar contra la corrupción como hasta dónde y de qué tipo son las reformas que se proponen. En realidad, a estas alturas, a nadie se le escapa que el desafío electoral del 20-D va a girar sobre tres vectores fundamentales: la regeneración, la unidad de España y la economía.

Empezando por esta última, el área económica será el pivote principal sobre el que gire la campaña de los populares, ya que no se puede ignorar la indudable mejoría que ha experimentado. Hace cuatro años al borde del precipicio y la intervención, y hoy presentada por el FMI en su asamblea anual del 6 de los corrientes como la economía avanzada que más crecerá en 2015 y 2016. Y ello, se dice, gracias a la fortaleza de su demanda interna, es decir a su nivel de competitividad y a sus tasas de consumo e inversión. En este aspecto, aparte cegueras o sectarismos, la ventaja del Gobierno y del PP parece clara y rotunda frente a sus principales adversarios.

Otro aspecto básico del debate será lo relacionado con la unidad de España y la soberanía nacional, que algunos parecen relacionarlo con la reforma de la Constitución sin explicar si la misma afectará o no a tales principios e ignorando al parecer, con la verborrea habitual, que la unidad en la diversidad ya la garantiza el sistema constitucional, a través del propio texto de la Constitución y los Estatutos de Autonomía. Y por supuesto, la apelación a la singularidad no puede encubrir ninguna fuente de privilegios.

Esta última cuestión estará muy condicionada por la peculiaridad de Cataluña donde, aparte otras cuestiones de fondo, se ha venido orillando la legalidad de una forma torticera por el separatista converso Artur Mas y sus adláteres, quienes han pretendido investirlo con una vitola democrática prostituida, al olvidar que, en un Estado de Derecho, los actos políticos que no se adecuen a la ley podrán llamarse cualquier cosa menos actos democráticos. Precisamente este principio va a obligar a muchos a definirse ante esa ambigüedad, sostenida en la equidistancia, entre quienes incumplen la ley y quienes exigen su cumplimiento.

Si los andaluces, para acceder a su autonomía, hubieron de superar el 50% del censo electoral en cada provincia, no es de recibo que se pretenda poner en un brete a la soberanía nacional porque el 35% del censo electoral catalán se haya pronunciado por la independencia en un desafío al que el Estado tendrá que enfrentarse sin ambages y desde la fuerza moral de la razón histórica, la lógica democrática y la convivencia de los españoles. Es obvio que, visto lo visto, en este campo de la unidad y la soberanía nacional, PP y Ciudadanos llevan ventaja a sus competidores.

Gracias a C's, el PSOE-A ni da cuentas de su pasado ni estimula la eficaz gestión del presente


Es el tema de la corrupción donde el PP parece tenerlo más crudo, dado el bombardeo de cuestiones que afectan a exmiembros de dicho partido, cuya insistencia y virulencia mediática no es equivalente cuando afecta a otras formaciones. Dado que la existencia de corruptos es consustancial al ser humano, lo importante es acreditar la voluntad regeneradora mediante la adopción de medidas adecuadas para ello. El vulgo suele decir que «todos los hombres tienen un precio» y que, «para corromperse, lo necesario es un poder que nos respalde»; de ahí que en todos los partidos hay, ha habido y habrá corruptos, como lo acreditan recientes casos de los nuevos partidos conocidos tan pronto han tocado poder.

Pero el tema de la corrupción es especialmente sangrante en Andalucía dada la naturaleza institucional del mismo, lo que ha convertido a la autonomía en un régimen político. El pucherazo en la constitución de la Mesa del Parlamento, los sucesivos vetos a debates parlamentarios, los procedimientos a posteriori de expedientes irregulares, la reiterada desobediencia sobre 21 sentencias que afectan a empleados públicos, el descaro con que se eluden responsabilidades sobre el programa europeo Jeremie y un largo etcétera no son sino continuación de la conducta del régimen en el tema de los ERE, los fondos de formación, Invercaria y tantos otros en que nadie sabía nada ni nadie conocía a nadie.




Está bien que Rivera y Garicano hablen de limpieza regeneradora en la oferta de Ciudadanos, pero no estaría de más que su partido dejara de ser no ya el sostén, sino el aliado estable de un PSOE andaluz que, gracias a ellos, ni da cuentas de su pasado ni estimula la eficaz gestión del presente, quizás porque la lideresa del Susanato ya ha dicho que «con la gestión no se ganan elecciones».

Como política de cuna, criada y crecida en el pudridero del partido institucional, Susana Díaz sabe cómo mantener el poder en Andalucía: se desmantela -con sutiles cambios de personas y procedimientos- la operativa judicial, convirtiendo unos delitos piramidales que afectan a la cúpula del poder en una serie de delitos menores para encausar a cuatro chivos expiatorios. Se distribuyen favores puntuales socializando la corrupción, incluso pagando alquileres a miembros del otro poder soberano, el Judicial. Y para controlar al tercer poder, el legislativo, se pone al frente del mismo a un sectario del partido y se busca el apoyo en la sombra de otro grupo, en este caso de uno que venía a regenerar la política.


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Comentaristas de todo tipo no dudan en afirmar que Ciudadanos, caído en las redes socialistas, terminará tan chamuscado como sus antecesores Partido Andalucista e Izquierda Unida, que se creyeron socios virtuales del socialismo andaluz y terminaron como serviles lacayos. Es lo que suele ocurrir cuando se iza la bandera de la regeneración y se termina sosteniendo al régimen más longevo y corrupto de España. El refranero español lo dibuja con meridiana claridad cuando, ironizando, dice: «Ir por lana y salir trasquilado».

Luis Marín Sicilia es notario jubilado y fue vicepresidente del Parlamento de Andalucía con UCD.





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