jueves, 8 de octubre de 2015

Ciudadanos se suma al rodillo de Susana Díaz que bloquea la regeneración; ¿Ciudadanos sosteniendo a un Régimen donde impera la corrupción institucionalizada y sistémica? + Demasiado lejos = el PSOE andaluz decidido a enterrar definitivamente a Montesquieu -si es que su espíritu apareció alguna vez por esta tierra- y aniquilar el principio básico de la división de poderes que caracteriza al Estado de Derecho.

  • Ciudadanos se suma al rodillo de Susana Díaz que bloquea la regeneración =  ¿Ciudadanos sosteniendo a un Régimen  donde impera la corrupción institucionalizada y sistémica?
  • Demasiado lejosel PSOE andaluz decidido a enterrar definitivamente a Montesquieu -si es que su espíritu apareció alguna vez por esta tierra- y aniquilar el principio básico de la división de poderes que caracteriza al Estado de Derecho.







EDITORIAL

Ciudadanos se suma al rodillo de Susana Díaz que bloquea la regeneración

SUSANA DÍAZ fue investida presidenta de la Junta de Andalucía el pasado 11 de junio, después de cuatro votaciones parlamentarias y gracias a los nueve votos de Ciudadanos. La dirección de este partido aseguró entonces que el acuerdo era sólo de investidura y para evitar la inestabilidad. Sin embargo, la férrea entente formada entre el PSOE y Ciudadanos para bloquear las iniciativas de la oposición evidencia que la formación naranja ha renunciado a la función fiscalizadora inherente a cualquier grupo que no es socio de Gobierno para convertirse en un aliado estable de Díaz. A ello se suma el acuerdo alcanzado entre las dos formaciones para sacar adelante el Presupuesto de 2016, después de que los socialistas aceptaran una rebaja del tramo autonómico del IRPF.

El rodillo del PSOE y de Ciudadanos acumula cuatro meses de bloqueos en la Mesa del Parlamento andaluz de proposiciones de los distintos grupos de la oposición. Ambas formaciones vetaron en julio el proyecto de ley de Podemos de cuentas abiertas de la Junta, que permitiría a los ciudadanos consultar en internet los gastos e ingresos de la Administración casi en tiempo real. Y, tras el verano, paralizaron la iniciativa del PP para la bonificación al 99% del impuesto de sucesiones y donaciones y luego la de Izquierda Unida dirigida a modificar la Cámara de Cuentas.

El bloqueo a la oposición, escasamente democrático, provocó ayer el plante del PP y de Podemos. Incluso el letrado del Parlamento amenazó con dimitir después de que el PSOE y Ciudadanos intentaran borrar de las actas de la Mesa sus votos de rechazo a las propuestas de la oposición, una ilegalidad que podría acarrear una posible responsabilidad jurídica. Los socialistas aseguran que el Reglamento parlamentario impide aceptar proposiciones que modifiquen el presupuesto en vigor. En realidad, se trata de un ardid porque las iniciativas de la oposición andaluza tendrían reflejo en las cuentas del próximo año.

El abuso de la mayoría y la contumacia a la hora de impedir la labor de la oposición no extrañan en el Partido Socialista, que ahora se ve obligado a gobernar en minoría tras ejercer un dominio absoluto de la Administración andaluza desde la recuperación de la democracia. Sin embargo, estas actitudes cuestionan la regeneración abanderada por Ciudadanos, uno de los pilares de su discurso junto a la unidad de España y el pacto educativo. Y contrastan, además, con las exigencias formuladas al PP para sostener a Cristina Cifuentes en la presidencia de la Comunidad de Madrid.

La formación naranja exigió a Cifuentes una auditoría económica externa de los últimos ocho años de gestión del Gobierno regional y la eliminación del Consejo Consultivo, entre otras medidas. En Andalucía, Ciudadanos permitió que los socialistas eludieran responder con su patrimonio por el fraude de los ERE o los cursos de formación, aceptó que Chaves y Griñán siguieran temporalmente de parlamentarios y está pasando de soslayo en algunos de los escándalos que ya salpican al Gobierno de Díaz, como la concesión de ayudas irregulares en el caso Jeremie, destapado por EL MUNDO.

Ciudadanos es un partido sin una estructura sólida en Andalucía. Carece de cuadros con peso y su responsable, Juan Marín, gobernó ocho años con el PSOE en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz). La formación que preside Albert Rivera, cuyo principal caladero de voto se sitúa en el centro derecha, aspira a ser una pieza clave en la formación del nuevo Gobierno que surja de las elecciones generales del 20-D. Pero, al margen de la política de alianzas, para Ciudadanos lo fundamental debe ser mantener la coherencia y la firmeza en su exigencia de regeneración de la vida política española.Un objetivo de este calibre no admite excepciones






TESTIGO DE CARGO
Demasiado lejos


J. CARO ROMERO

Convencidos desde siempre de que el Parlamento es un mero apéndice en la estrategia del Gobierno y, sobre todo, crecidos ante la bisoñez que al principio de la legislatura mostraron los nuevos inquilinos del antiguo Hospital de las Cinco Llagas, el PSOE andaluz parece más decidido que nunca a enterrar definitivamente a Montesquieu -si es que su espíritu apareció alguna vez por esta tierra- y aniquilar el principio básico de la división de poderes que caracteriza al Estado de Derecho.

Empezaron con la composición de la Mesa al imponer un reparto más que calculado para neutralizar la situación de minoría parlamentaria en la que el PSOE se encuentra habida cuenta de su victoria insuficiente en las urnas. Cuatro grupos parlamentarios como potencial bloque opositor era un riesgo demasiado elevado para poder seguir mandando como siempre, por mucho «tiempo nuevo» que Susana Díaz haya cacareado estos meses.

Ya avisamos desde aquí que aquella distribución tramposa de los puestos en la Mesa del Parlamento iba a marcar toda la legislatura. Sencillamente porque así elPSOE se garantizaría el gobierno absoluto de la Cámara desde el momento en que contase con un único socio estable de entre esos cuatro que tenía enfrente.

Y ese socio apareció. Ciudadanos se prestó a investir a Díaz como presidenta a cambio de nada, simplemente como parte de ese juego de geometría variable con el que su líder nacional, Albert Rivera, pretendía visualizar la «utilidad» de su proyecto para toda España, haciendo notar que es capaz de garantizar estabilidad institucional tanto con el PP, en el caso de Madrid, como con el PSOE, en Andalucía.

Si en eso consistía su apuesta, de acuerdo, conseguido. El problema ha llegado después. Ciudadanos ha interpretado el pacto de investidura -dijeron que sería sólo para eso- como si de una declaración de inquebrantable fidelidad al PSOE se tratase, conformando una coalición -ya va siendo hora de que dejen de disimularlo- que no funciona de manera muy distinta de aquella que Díaz disfrutaba con IU antes de que, tras las elecciones, tuviera que cambiar de pareja de baile.

Así las cosas, el PSOE se ha encontrado con un socio mucho más dócil de lo esperado y que se presta a avalar cualquier fechoría que le venga en gana para reinstaurar el 'rodillo' que ni siquiera se ganó en las urnas en forma de mayoría absoluta. Y lo que es más grave, decidido a traicionar ese mensaje de regeneración democrática del que su líder nacional viene haciendo bandera. Porque, ¿qué regeneración política puede haber en el bloqueo sistemático a las iniciativas legislativas que, de manera legítima y cumpliendo los requisitos reglamentarios, viene planteando la oposición en el Parlamento?

Con el terreno expedito por estos zapadores, el PSOE ha visto el cielo abierto y entonado definitivamente el 'ancha es Castilla' con el cornetín de ese presidente que hasta se permite advertir a los periodistas del camino por el que deben ir. Cave canem.

El colmo del despropósito ha sido ya que esta coalición haya tensado la cuerda en el entorpecimiento del debate democrático hasta el punto de burlar las advertencias de ilegalidad por parte del Letrado Mayor -una figura poco sospechosa de despegarse de los intereses del partido en el poder-, que, en la persona de quien ahora ocupa el cargo, ha llegado a amagar con tirar la toalla habida cuenta del ambiente irrespirable que se vive en el órgano de gobierno de la Cámara.

Tratar ahora incluso de borrar de las actas oficiales de la Mesa las huellas de ese asedio ilegal a la capacidad legislativa de la oposición en prevención de cualquier denuncia futura, es una maniobra que sobrepasa ya una línea jamás rebasada en el Parlamento.

Los diputados del PP y de Podemos estallaron ayer y decidieron salirse del pleno en protesta por la actitud del presidente. «Esto es un Parlamento, no un cortijo», rezaban los carteles que portaban. No se trataba de ninguna astracanada, sino de algo muy serio. Tanto, que es posible que hasta en el PSOE haya quien, con un mínimo de decencia política, entienda que, en efecto, el manijero ha ido esta vez demasiado lejos.

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