De aquellos polvos estos
lodos...
......En 1998 se produjo el
vertido tóxico, la mayor catástrofe medioambiental en España. La Junta
ya era en aquel momento la administración competente. Podemos
sentirnos, pues, seguros.
RETABLO DE PERPLEJIDADES
Podemos sentirnos
seguros
TAL VEZ una de las prerrogativas más importantes
de vivir en países desarrollados como el nuestro sea la sensación de seguridad
general que sus ciudadanos podemos sentir ante situaciones que en la mayor
parte del planeta ni siquiera se contemplan. Estas
realidades son muy diversas, pero todas confluyen en la convicción de que el
Estado vela por nosotros hasta el último detalle. Ese convencimiento se sustenta en la confianza
incuestionable de que todo funciona según los parámetros que ese Estado ha
establecido para que nuestro mundo sea ideal, tipo bosquecito de Bambi, como
diría Arturo Pérez Reverte. Que es el Estado el que te va a preservar la salud,
el trabajo, la cultura y la vida.
De esta manera, todos tenemos la convicción de que
el avión en el que volamos cumple con todas exigencias técnicas de fiabilidad y
seguridad para tener licencia para operar y que está sometido a los severos
controles periódicos también señalados con este fin. Todo el mundo consume los
productos alimenticios en la seguridad de que son aptos para el uso humano... y
así todo. Tan razonablemente exquisitos nos hemos puesto que hemos establecido
niveles de corrección en todos los ámbitos. Y confiamos en ellos, insisto,
en la seguridad de que el Estado vela por nosotros.
De vez en cuando descubrimos que esa seguridad total
en la que sustentamos nuestro mundo idílico no es tal y aparecen las vacas
locas, o la fiebre aviar o fallos en aviones, trenes o sistemas de control que
nos sueltan una bofetada de realidad.
Hay ocasiones que no tienen tanta trascendencia para
el hombre, pero que no dejan de ser importantes. Por ejemplo, el reciente
escándalo de la trampa de Wolkswagen sobre la emisión de gases de que nos
hace preguntarnos cómo es posible que nadie hubiera controlado esto o de para
qué sirven las ITV (creadas por la administración para garantizar la seguridad
de los coches) que inspeccionan esa emisión.
Pero si esto es así con carácter general en nuestro
entorno, en Andalucía somos diferentes. Aquí nos encontramos
con la paradoja de que es
la propia Administración la que trastoca esa seguridad ficticia instalada en
nuestra imaginario. Hace
unos días, EL MUNDO informó de un informe del Instituto Nacional de Toxicología
en el que se concluía que el yacimiento minero de Aznalcóllar era una bomba
medioambiental, que estaba fuera de control y cuyo sistema de depuración no
funciona desde 2013. Como les imagino
informados, la concesión para volver a explotar esta mina está bajo
investigación judicial por sospechas de ilegalidades cometidas por la Junta.
Pues bien, esa administración que
es la obligada a velar por nuestra seguridad es la primera que cuestiona el
informe realizado por un organismo oficial y a instancias judiciales. En un hecho
insólito, la investigada Junta descalifica a los expertos del Instituto de
Toxicología.
En 1998 se produjo el vertido tóxico, la mayor
catástrofe medioambiental en España. La Junta ya era en
aquel momento la administración competente. Podemos sentirnos, pues, seguros.
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