lunes, 28 de septiembre de 2015

Podemos sentirnos seguros, por Rafael Porras = La Junta no vela por tu seguridad ni por la de los Andaluces; en la Andalucía del Régimen es la propia Administración la que trastoca esa seguridad ficticia instalada en nuestra imaginario. Ejemplo: la investigada Junta descalifica a los expertos del Instituto de Toxicología, en su informe se concluía que el yacimiento minero de Aznalcóllar era una bomba medioambiental, que estaba fuera de control y cuyo sistema de depuración no funciona desde 2013.

De aquellos polvos estos lodos...



......En 1998 se produjo el vertido tóxico, la mayor catástrofe medioambiental en España. La Junta ya era en aquel momento la administración competente. Podemos sentirnos, pues, seguros.



RETABLO DE PERPLEJIDADES

Podemos sentirnos seguros

TAL VEZ una de las prerrogativas más importantes de vivir en países desarrollados como el nuestro sea la sensación de seguridad general que sus ciudadanos podemos sentir ante situaciones que en la mayor parte del planeta ni siquiera se contemplan. Estas realidades son muy diversas, pero todas confluyen en la convicción de que el Estado vela por nosotros hasta el último detalle. Ese convencimiento se sustenta en la confianza incuestionable de que todo funciona según los parámetros que ese Estado ha establecido para que nuestro mundo sea ideal, tipo bosquecito de Bambi, como diría Arturo Pérez Reverte. Que es el Estado el que te va a preservar la salud, el trabajo, la cultura y la vida.

De esta manera, todos tenemos la convicción de que el avión en el que volamos cumple con todas exigencias técnicas de fiabilidad y seguridad para tener licencia para operar y que está sometido a los severos controles periódicos también señalados con este fin. Todo el mundo consume los productos alimenticios en la seguridad de que son aptos para el uso humano... y así todo. Tan razonablemente exquisitos nos hemos puesto que hemos establecido niveles de corrección en todos los ámbitos. Y confiamos en ellos, insisto, en la seguridad de que el Estado vela por nosotros.

De vez en cuando descubrimos que esa seguridad total en la que sustentamos nuestro mundo idílico no es tal y aparecen las vacas locas, o la fiebre aviar o fallos en aviones, trenes o sistemas de control que nos sueltan una bofetada de realidad.

Hay ocasiones que no tienen tanta trascendencia para el hombre, pero que no dejan de ser importantes. Por ejemplo, el reciente escándalo de la trampa de Wolkswagen sobre la emisión de gases de que nos hace preguntarnos cómo es posible que nadie hubiera controlado esto o de para qué sirven las ITV (creadas por la administración para garantizar la seguridad de los coches) que inspeccionan esa emisión.

Pero si esto es así con carácter general en nuestro entorno, en Andalucía somos diferentes. Aquí nos encontramos con la paradoja de que es la propia Administración la que trastoca esa seguridad ficticia instalada en nuestra imaginario. Hace unos días, EL MUNDO informó de un informe del Instituto Nacional de Toxicología en el que se concluía que el yacimiento minero de Aznalcóllar era una bomba medioambiental, que estaba fuera de control y cuyo sistema de depuración no funciona desde 2013. Como les imagino informados, la concesión para volver a explotar esta mina está bajo investigación judicial por sospechas de ilegalidades cometidas por la Junta.

Pues bien, esa administración que es la obligada a velar por nuestra seguridad es la primera que cuestiona el informe realizado por un organismo oficial y a instancias judiciales. En un hecho insólito, la investigada Junta descalifica a los expertos del Instituto de Toxicología.

En 1998 se produjo el vertido tóxico, la mayor catástrofe medioambiental en España. La Junta ya era en aquel momento la administración competente. Podemos sentirnos, pues, seguros.


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