TESTIGO DE CARGO
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UN SÓLO DÍA basta
para definir los noventa y nueve restantes. Los primeros cien días, la cifra
simbólica que marca el momento a partir del cual parece razonable poner nota al
gobierno surgido de las elecciones, coincidieron con una jornada que simbolizaba
la gestión que presenta el Ejecutivo de Susana Díaz desde que tomó posesión a
mediados de junio. Un intendente y un portavoz ponían rostro a un balance
invendible por inane e inapreciable. Con el verano de por medio y la máxima
responsable de la Junta ausente por permiso de maternidad durante cuarenta y
cinco días -casi la mitad del período a examen-, se podrían haber ahorrado la
pirueta de poner colorines a lo que no es por ahora más que un folio en blanco.
Dadas las circunstancias -el descanso estival y la maternidad de la
presidenta-, incluso habríamos podido perdonar, en cierto modo, el conjunto
vacío que por ahora ofrece la gestión en la Junta; y hasta conceder una
prórroga para someterles a escrutinio un poco más adelante. Pero no. Quisieron
hacer balance dando pie a la imagen que va a definir la legislatura: un
gobierno al ralentí, sin ningún logro apreciable, sin un gran proyecto definido
y con su máxima responsable pensando en otra cosa; esto es, haciendo prácticas
en la campaña electoral catalana para retomar su principal aspiración: la
política nacional.
Cuando el PSOE
certificó la candidatura de Pedro Sánchez para las generales, el debate en
torno al asalto a Ferraz de Susana Díaz quedó aplacado. Sus problemas para
resultar investida presidenta de la Junta y su inminente maternidad obligaron a
la dirigente andaluza a planificar una retirada a sus cuarteles de invierno (en
este caso de verano). Un repliegue calculado y para tomar impulso, claro. A la
vista está lo que ha tardado la presidenta andaluza, una vez ha puesto fin a su
permiso de maternidad, en volver a sus quehaceres. Ya veremos cómo reacciona
tras los resultados del PSC el domingo en Cataluña y, sobre todo, según se den
en diciembre las generales para Pedro Sánchez. Cierto es que las circunstancias
han cambiado. Su cartel en Madrid no presenta ya el lustre que tenía hace unos
meses; ni tampoco es ya, después de las municipales y autonómicas de mayo, la
única baronesa y referente de poder institucional del PSOE. Pero no parece que
las aspiraciones de Susana Díaz vayan a agotarse en la administración de un
Gobierno andaluz que le motiva más bien poco.De momento, ya tiene garantizada
la primera condición para futuras apetencias: estabilidad política en la Junta
pese a su precaria mayoría parlamentaria. Ese ha sido el verdadero logro que
Susana Díaz puede presentar en estos cien primeros días: haber atornillado a
Ciudadanos como un socio más fiable, si cabe, que IU sin ni siquiera estar (de
momento) en el Gobierno. Llegarán tensiones e imprevistos, como esa inesperada
derrota en el Parlamento a cuenta de los interinos, pero la docilidad que está
mostrando el partido de Rivera en Andalucía, asumiendo un compromiso de
fidelidad muy por encima de lo que puede marcar su pacto de investidura, hace
presagiar una legislatura sin sobresaltos para Díaz. La negociación del
Presupuesto, dentro de unas semanas, será la prueba del algodón definitiva. A
partir de ahí, si no hay fisuras en ese trance, todo será coser y cantar para
el PSOE. Pablo Iglesias, 'Coleta Morada', se ha inspirado en Javier Crahe para
rebautizar a Rivera como 'Pájaro Naranja'. Para Susana Díaz, Ciudadanos es de
momento 'Pájaro en mano'. Y ella volando.
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