lunes, 7 de septiembre de 2015

La crisis de la incompetencia, por Francisco Rosell, sin desperdicio: ¿qué jefe de Gobierno designaría consejero a quien malbarató una ayuda de 16,4 millones con destino a una fallida biblioteca proyectada en un parque público y que hubo de ser demolida por resolución judicial, tras desatender las advertencias de legalidad sobre este espacio verde? Fue la ocurrencia de la presidenta de la Junta, Susana Díaz, nombrando titular de Economía y Conocimiento a Antonio Ramírez de Arellano, causante de tal menoscabo, primero como vicerrector de Infraestructuras y luego como rector de la Hispalense + El Magma Andaluz: El clan de Málaga.

  • Si por malbaratar 16,4 millones a Arellano se le habría caído el birrete en otro lar, aquí Díaz lo promociona a consejero
  • Como nadie puede ser cirujano de sí mismo, la Universidad andaluza se rebela irreformable como la Autonomía a la que imita





,,,,,,Tampoco hay por qué llevarse las manos a la cabeza cuando la Junta extravía 115 millones de euros en una emisión triple de deuda lanzada en yenes sin que nadie asuma el desatino o se sepa dónde han ido a parar 3,2 millones asignados para arreglar colegios en la provincia de Cádiz y que se han evaporado, lo que prueba que todo está mangas por hombros. Y luego dicen que no hay dinero para nada......

 "Einsteíns psociolistos andaluces" = Irresponsables trabajando.




EL MAGMA ANDALUZ .El clan de Málaga 



Nuevo director de la Agencia IDEA: El consejero de Empleo y de Empresa, José Sánchez Maldonado, sigue tirando de compañeros de la Universidad de Málaga para el organigrama que depende de él. Así, Antonio Clavero Barranquero, profesor titular de la Facultad de Económicas, es el nuevo director general de la agencia IDEA. De esta agencia dependen los parques tecnológicos, o sea, será él quien influya sobre el nombramiento del sustituto de Felipe Romera en el PTA cuando se jubile. Los rumores en la UMA insisten en que ese puesto tiene el nombre y los apellidos de Francisco Triguero, ex secretario general de universidades, que ha dejado el cargo imputado por la gestión de una subvención extraordinaria a un edificio que iba a ser el más grande del parque malagueño. El nuevo director general ha sido profesor en un master sobre medicamento en el que también participaba Francisco Martos, amigo del consejero y de Triguero, ex director de la Fundación de la UMA, donde tan bien se acogió a familiares de la ex rectora y del gerente. Todo un clan, ahora mandando en la Junta.

  http://www.elmundo.es/andalucia/2015/09/06/55eb2f4522601d96228b457d.html

http://www.elmundo.es/andalucia/2015/09/06/55eb2bc422601d90228b457e.html

La crisis de la incompetencia


COMO TRASUNTO del provocador cartel contra Nixon de las presidenciales de 1960, en el que el equipo de campaña de Kennedy lo machacó retratándolo con pinta de timador bajo este incitativo epígrafe: «¿Compraría un coche usado a este hombre?», habría que preguntarse ¿qué jefe de Gobierno designaría consejero a quien malbarató una ayuda de 16,4 millones con destino a una fallida biblioteca proyectada en un parque público y que hubo de ser demolida por resolución judicial, tras desatender las advertencias de legalidad sobre este espacio verde? Fue la ocurrencia de la presidenta de la Junta, Susana Díaz, nombrando titular de Economía y Conocimiento a Antonio Ramírez de Arellano, causante de tal menoscabo, primero como vicerrector de Infraestructuras y luego como rector de la Hispalense.

Al revés de los campus norteamericanos, cuyos administradores son reputados gestores, sin importar si son de derechas, de izquierdas o híbridos, aquí a sus rectores no les ocupa tanto alcanzar un nivel que los emparente con los mejores como granjearse el voto del personal y del estudiantado. Cuando el profesor Jesús Fernández-Villaverde se lo refirió a un colega norteamericano, éste se malició que le tomaba el pelo: «Jesús, no puede existir un país sensato que elija a sus rectores así».

Si por su negligencia dolosa a Arellano se le habría caído el birrete en cualquier otro lar en el que no saliera gratis dilapidar lo que es de todos, aquí Díaz lo promocina a consejero y le fía un presupuesto con más dígitos. Ahora, empero, el fichaje-estrella de Díaz, junto a la rectora de Málaga, quien no le va a la zaga en trapisondas, se ve en el brete de que la Intervención de la Junta ha abierto a la Universidad de Sevilla expediente de reintegro de la subvención que no justificó debidamente como rector lo disipado en la obra de la arquitecta israelí Zaha Hadid derribada para levantar otro edificio en suelos distintos a los originarios.

Si por malbaratar 16,4 millones a Arellano se le habría caído el birrete en otro lar, aquí Díaz lo promociona a consejero

Habrá que ver qué se colige del pliego de descargos, pues no es cosa de que, para remendar el descosido, valga cualquier zurcido. Salta a la memoria aquel director general de Presupuestos de la Junta que reclamó a sus compadres de la Cámara de Cuentas, donde había recalado, auditar su gestión con grosera lógica: «Esta paella la he cocinado yo y yo me la comeré». Ni que decir tiene que este Juan Palomo de la muy ilustre villa onubense de Valverde del Camino se autoexoneró, amén de embaularse 6.700 euros por una mudanza que nunca efectuó rumbo a una Caja. Tampoco hay por qué llevarse las manos a la cabeza cuando la Junta extravía 115 millones de euros en una emisión triple de deuda lanzada en yenes sin que nadie asuma el desatino o se sepa dónde han ido a parar 3,2 millones asignados para arreglar colegios en la provincia de Cádiz y que se han evaporado, lo que prueba que todo está mangas por hombros. Y luego dicen que no hay dinero para nada.

Aunque sea el panem nostrum cotidianum, dado que no está el horno para bollos, por mor de los ERE amañados y los cursos de formación apañados, a la presidenta le convendría tentarse la ropa y estar ojo avizor para no añadir a su culpa in eligendo la de in vigilando. En vez de tanto alarde de transparencia -tramparencia, más bien- o de una regeneración impulsada para meter de matute el abono de cesantías a altos cargos, mejor sería promover la comparecencia previa ante el Parlamento de los aspirantes a consejeros, como en EEUU o la UE, para evaluar su competencia. Ello motivó la remoción del italiano Rocco Buttiglione, propuesto por Berlusconi para eurocomisario, o que otros postulados sudaran tinta, como Arias Cañete.

El trance del rector consejero hace patente que, como sentenció Einstein al ponderar que «no pretendamos que las cosas cambien, si siempre hacemos lo mismo», la genuina crisis es de incompetencia, sobre todo cuando se premian incurias mayúsculas al encumbrar a los amigos del Gobierno para agradecerles los servicios prestados al mando de Universidades. En Andalucía, éstas acostumbran a ser ciudadelas del PSOE en las que sus rectores son disciplinados subordinados, callando las deudas de la administración autonómica y siendo ariete contra los ministros del PP, a modo de «apernadores» del colegio electoral universitario, por usar una expresión querida de Unamuno. De hecho, dos rectores de tales «fortalezas de la ignorancia» han sido ascendidos al grado de consejeros.

Como nadie puede ser cirujano de sí mismo, la Universidad andaluza se rebela irreformable como la Autonomía a la que imita

En lugar de seguir el cursus honorum con el que Roma proveía sus magistraturas, aquí los «incompetentes leales» gozan de ventaja sobre los «competentes sospechosos» para cubrir plazas y obtener regalías fijándose un nexo con un régimen andaluz cuya perdurabilidad avala que la arbitrariedad y el abuso no se depuren. Al repeler el talento y el mérito se prohíja una sociedad apática pastoreada por un gobierno con vocación de inmortalidad electoral.

Dentro de esa trama de poder, las universidades cumplen la función básica, no tanto de fuente de saber, sino asignar privilegios, credenciales y títulos que no valen el papel en que los rubrica una clerecía que, como en el México del PRI, auspicia lo que Gabriel Zaid, el gran intelectual de aquel país, titula Progreso Improductivo. De esa guisa, el interés general se reduce a lo puramente hipotético, por lo que sus gesticuladores no se molestan en comprobar si su misión educativa marcha en orden. Les basta con que la documentación expendida se encuentre en regla.

Por eso, cada vez que se publica la clasificación de las universidades más prestigiosas del mundo, yendo al copo norteamericanas, inglesas y asiáticas, excluyendo a las andaluzas de las cuatrocientas primeras, las autoridades docentes y los rectores escurren el bulto con que esos baremos se cocinan al gusto de quienes descuellan. Profesando el error cuando saben que andan errados, luchan por engañarse a sí mismos para ser convincentes ante los demás. Tratando de escapar a las consecuencias de sus propios actos, estos Jeremías deploran, a veces con razón, la falta de medios, pero la mayoría de las ocasiones teatralizan lo que son cómodas excusas. Para ello colocan sobre sus rostros la máscara de víctimas.

Contra el discurso imperante, nunca se ha gastado en educación tanto como ahora. Pero los multiplicados fondos no se han aplicado en formación, sino en edificios, burocracias y sindicatos. Esa factoría de desconocimiento procrea legiones de ignorantes de su propia ignorancia, por más que se les regale el oído con que son la generación mejor preparada de toda la historia.

De la LOGSE en adelante, la igualación por abajo infantiliza a las nuevas proles. Como el viejo bebe gruñón de Pascal Bruckner en La tentación de la inocencia, ceden a la desidia frente al esfuerzo, al requerimiento constante de derechos sin reparar en sus deberes. Disimularlo es puro panglossismo al preferir, como el tutor del Cándido volteriano, no mirar más allá de las propias narices.

Como nadie puede ser cirujano de sí mismo, debiendo ser el bisturí salvador manejado por terceros, al decir de Ramón y Cajal, la Universidad se revela tan irreformable e incorregible como la Autonomía a la que imita. Sus intereses creados están tan arraigados que impiden un acuerdo para su transformación a fondo y, si la iniciativa la toma algún audaz, ese reformista será la diana de todos los venablos hasta su definitiva claudicación.

De igual modo que la Universidad padece la enfermedad de su sistema de selección, por medio de una cooptación que frustra cualquier renovación, así como la perpetuación de una visión de la realidad que nadie pone en cuestión porque supondría replantear la carrera y la vida entera de quienes la dominan y se enseñorean, otro tanto se corresponde con el funcionamiento de la autonomía andaluza. Por eso nada más cabal, que el matrimonio morganático de ambas. A resultas de ese vínculo conyugal, cuadra la sentencia que Shakespeare puso en labios del bufón de El rey Lear: «Malos tiempos cuando los locos guían a los ciegos».

francisco.rosell@elmundo.es

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