lunes, 21 de septiembre de 2015

El submarino naranja, por Francisco Rosell + Video de Eduardo Maestre: Por muy mal camino! = .....y este tiempo de aspirantismos de Díaz, enredados por su demorada investidura y su embarazo. Andalucía puede estar sin gobierno ni perrito que le ladre, obrándose el milagro de que el paro mejore subitáneo.....

El submarino naranja




  • En Andalucía, Ciudadanos no se está revelando ese«voto fiable» que Albert Rivera se reclama en Cataluña 
  • Con el regalo de C's, más el encaje de bolillos de su fiscal-consejero con la Formación, Díaz queda exenta de cargas


Video de Eduardo Maestre: Por muy mal camino!




https://www.youtube.com/watch?v=Wgua6H7PfpQ&feature=youtu.be&app=desktop



El submarino naranja

  • En Andalucía, Ciudadanos no se está revelando ese«voto fiable» que Albert Rivera se reclama en Cataluña 
  • Con el regalo de C's, más el encaje de bolillos de su fiscal-consejero con la Formación, Díaz queda exenta de cargas


HACE UNOS DÍAS no sin razón, el presidente de Ciudadanos (C's), Albert Rivera, le afeaba al líder de Podemos, Pablo Iglesias, su ignorancia de la realidad catalana al plantar al frente de la candidatura de confluencia Catalunya Sí es Pot a un notorio independentista, Lluís (Franco) Rabell, por lo que votarlo era hacerlo en favor de la secesión. Una verdad tan cierta -el propio Rabell confiesa que emitió la papeleta del sí-sí en el sucedáneo de referéndum del 9-N- como que Rivera, si es que Iglesias no lo hizo a sabiendas, puede haber incurrido en parejo error con su cabeza de lista en las elecciones andaluzas últimas, Juan Marín. Desde esa hora, éste ha acreditado desapoderadamente que el sufragio que le fiaron muchos desafectos del PP ha servido, con C's de buque de rescate, de salvavidas del PSOE.

Tras semanas retardando la investidura de Susana Díaz con el fin de no trastocar sus expectativas municipales, la avenencia de C's adquiere caracteres de sonrojo. Primordialmente al consentir una comisión de investigación sobre los Cursos de Formación que se ajusta como un guante a los intereses del PSOE, emplazando en su presidencia a un exmilitante socialista cobijado en el partido naranja. Con su proceder, la nueva escuadra reedita la burla de IU a cuenta del fraude de la comisión sobre los ERE podridos.

Al tiempo, los acólitos de Rivera han elevado un frontón, mano a mano, para que reboten y salgan despedidas las propuestas de la Oposición de modo que ni se debatan. Transponen el Parlamento en panteón. De esta guisa, una agrupación botada para regenerar las pútridas aguas políticas, tras décadas de corrupción y abuso de poder, se sumerge en ellas para ser una especie de submarino socialista. Nada que ver, desde luego, con el tan tarareado Yellow Submarine de The Beatles.




Algo previsible al haber encomendado el timón a un piloto que, tras militar en casi todo el arco político, hizo carrera naval cogobernando el Ayuntamiento de Sanlúcar de Barrameda con el PSOE. Al margen de que se especule sobre la naturaleza del nudo gordiano que le ata al PSOE -ronden o no los Cursos de Formación suscritos en su época de munícipe con el ex consejero Ángel Ojeda e ilustre residente de aquellos pagos privilegiados donde desemboca el Guadalquivir-, parece tener más preeminencia sobre el acogido de Rivera la presidenta de la Junta que su adoptivo padre político. Basta ver con qué seguridad e ínfulas Díaz amonesta a Rivera cada vez que, tratando de salvar el tipo y guardar la compostura, busca enderezar el rumbo de su comisionado. Por más esfuerzos que hace para meterlo en vereda, diríase que, en caso de ultimátum, Rivera podría quedarse compuesto y sin parte de sus diputados emigrando al grupo mixto en socorro de los socialistas.

Apelar para quitarse el mochuelo de encima, como hace Rivera, a que Marín fue votado en unas primarias de pitiminí en una organización de aluvión, hecha deprisa y corriendo, empujada por el viento a favor de las enormes esperanzas generadas por su joven capitán, no es razón bastante. Ello no le librará, a la postre, de coger el toro por los cuernos, si no quiere que se le abra una vía de agua por el flanco sur que le acarree el naufragio. Asaz tiene con los polizones que le aparecen como esa conspicua concejala de Castilleja de la Cuesta que requiere al Ayuntamiento para que abone los viajes desde Chicago, a donde se ha trasladado, y así ejercer su tarea allende los mares.

Dado que la sustancia vitamínica de esta naranja política se sustenta en afirmar la soberanía nacional española frente al desafío independentista y la regeneración política, si aquella no se cuestiona en Andalucía y se dimite de la segunda del modo en que obra desde que se abrió la legislatura, qué razón política tendría C's en Andalucía. No se está revelando ese «voto fiable» que se reclama en Cataluña (y en España para los venideros comicios generales) con la venusta y agraciada pareja Albert Rivera-Inés Arrimadas.





Lejos de contribuir a desmontar el régimen andaluz, como blandió Rivera, C's ha cedido demasiado pronto a la tentación y exterioriza no estar a la altura de las circunstancias, lo que le conducirá a ser fagocitados. En una legislatura marcada por la designación de un presidente del Parlamento condenado por la quiebra de Cajasur, C's imita el triste sino de andalucistas, cuyas exequias fúnebres se oficiaron la semana pasada en la Málaga de Blas Infante, y de IU, quien negocia ahora una decorosa capitulación con Podemos que le permita a sus gerifaltes pillar cacho en las listas al Congreso. Ambos dispusieron de oportunidades de oro que, cual nuevos ricos, derrocharon con nula maña.

Con ese regalo de C's, más el encaje fino de bolillos de su fiscal-consejero, Emilio Llera, sobre los ERE y los Cursos de Formación poniendo en la plaza de la juez Alaya a una magistrada de su gusto para que desteja lo hecho por aquella, con las altas magistraturas de los Tribunales Supremo y Superior de Andalucía dilatando meses la comisión de servicio solicitada por Alaya para cerrar el sumario, Díaz queda exenta de cargas. Tras la cuarentena de su feliz natalicio, puede evocar el sarcasmo de Nicole Kidman cuando se divorció, con su 1,80 de estatura, su relación con Tom Cruise en 2001: «¡Tenía muchas ganas de volver a ponerme zapatos de tacón!». Si la actriz recuperó los tacones colocando a su «ex» en su sitio y se puso las botas pasando de estar nominada al Oscar a la mejor actriz por Moulin Rouge a obtenerlo finalmente por su interpretación de la escritora Virginia Wolf en Las horas, la presidenta de la Junta se apresta a jugar sus bazas nacionales.

Mucho más con el desahogo añadido de verificar como Andalucía puede estar sin gobierno el tiempo que fuere menester. No en vano ha encadenado el parón motivado por el final de la hégira de Chaves hasta su remoción por imperativo de Zapatero, el inane mandato de Griñán hasta que escapó por piernas a causa de la imputación por los ERE y este tiempo de aspirantismos de Díaz, enredados por su demorada investidura y su embarazo. Andalucía puede estar sin gobierno ni perrito que le ladre, obrándose el milagro de que el paro mejore subitáneo.

Libre para volar, Díaz se arroga el protagonismo de retomar la renacionalización del PSOE fijando distancias con los coqueteos de Pedro Sánchez con los nacionalistas y Podemos, en su afán por tomar cualquier atajo que le aloje en La Moncloa. A duras penas, se discierne qué hay de auténtico sentir y qué de oportunismo en Díaz. Pero Rajoy y ella parecen hacer bueno aquello de que «la política hace extraños compañeros de cama», si bien «no tanto como el matrimonio», según matizó Groucho Marx.

Si Sánchez no arma un todos contra todos, a lo que se resistirían federaciones como la andaluza, qué justificaría su mando del PSOE. Una cosa es gobernar Ayuntamientos y Autonomías con extravagantes coyundas, y otra el Reino de España. Se columbra tras lo sobrevenido en Grecia al chocar Syriza contra el farallón de la UE y doblegarse su furia, como la ola altiva y clamorosa se amansa en la playa.

En sus cavilaciones, una victoria de Rajoy le reportaría una segunda ocasión para sacar a Sánchez de la pista y poner rumbo a La Moncloa. Tras devorar a C's sin abrir la boca, sitúa en una liosa tesitura al PP andaluz, después de capitalizar cierto voto útil de la derecha para espantar el fantasma de Podemos. Si Juan Manuel Moreno no puede emplearse a fondo contra C's, por si a Rajoy le urgen los escaños de Rivera, asimismo debe nadar entre dos aguas con Díaz. No en vano, se ofrece como aliado fáctico para sortear cualquier tentación zapateril de Sánchez con esas singularidades que, para alzarse con el santo y la peana, no aclara, pero de las que su correligionaria hace deliberado desaire. Todo menos mejorar las instituciones, cuyo deterioro invita a alzar la voz al glorioso grito sesentayochista que destronó a Isabel II: «¡Viva España con honra!». Esa sí que sería una singularidad loable y digna de encomio.

francisco.rosell@elmundo.es

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