lunes, 28 de septiembre de 2015

Degenerando que es gerundio, por Francisco Rosell = Símil Jose Antonio Viera;consejero de Empleo y (nada menos) Desarrollo Tecnológico.y Belmonte a su banderillero: ....-«¿Y cómo se llega de subalterno a gobernador?»-, el maestro tartamudeó para los anales de la genialidad: «¿Po... po... po cómo va a sé? De... de... degenerando» + Tango de Alaya y Nuñez y ¿¿Lorenzo del Rio, Presidente del TSJA??

 ......expolio con el dinero de los parados que puede tener como corolario una colosal farsa procesal con choteo de la Justicia incluido y consentido.

 

Así, degenerando que es gerundio, se origina esa gran degeneración en la que los excesos tienen acomodo y en la que los saqueadores públicos son librados por una Justicia de campos vedados. Lo peor es que, al hacerse hábito la podredumbre, nadie dice cuanto a juicio de los biempensantes no se debe decir.




Tango de Alaya y Nuñez ¿¿?? 

Idígoras y Pachi

Ayer,  @abcsevilla tuiteteaba: "El presidente del TSJA frena un acuerdo para mantener a Alaya en el caso de los ERE". Segun la noticia, un resultado de 4 a 2 a favor de Alaya no le habría gustado a Lorenzo del Río, que termino por no incluir el asunto en el orden del día¿Para dar tiempo a recapacitar?. Olviden esa olimpiada de la Justicia que hemos seguido con los ERE. Todo se decidirá en casa, entre pantuflas y cucarachas. Como estaba planeado.




A VUELTA DE PÁGINA
Degenerando que es gerundio

 

DESDE QUE SE echó el periódico a la cara con la foto del gobierno que Chaves formó en abril del 2000, aquel jubilado no había dejado de dar vueltas a la cabeza sobre quien figuraba como consejero de Empleo y (nada menos) Desarrollo Tecnológico, José Antonio Viera. Aunque la política no le suscitaba especial interés a este pensionista que calzó borceguíes de jugador y que luego ascendió a Primera División como entrenador al mismo Real Betis en el que descolló como defensa, aguardaba con premura que se descolgara por su domicilio uno de sus hijos, funcionario autonómico, para despejar su sospecha.

Cuando asomó por la puerta, fuese para él con la intrepidez de antaño para atajar el avance del delantero rival. Casi sin dejarle abrir la boca, le compelió tamborileando la foto cual badana de balón: «Escucha, este Viera al que han hecho consejero de no sé qué, ¿no será el vaina -le salió del alma- que acudía a mis entrenamientos dando la tabarra?». ¡Para qué se lo atestiguó! Circunspecto, lo escrutó de arriba abajo sin decir palabra -pocos silencios le fueron tan elocuentes- hasta que verbalizó su sofoco: «¿Y se puede saber qué coño haces tú en un sitio como ése?». La pregunta retumbó como si acabara de averiguar que su hijo se ganaba la vida, en lugar de como letrado de la Junta, como pianista en casa de putas. No daba crédito a que un sin objeto como Viera desempeñara tal Consejería en la región con más desempleo del continente europeo.

Aquella leyenda del balompié le sobrevino con Viera lo que a Belmonte con un banderillero suyo catapultado como gobernador. Al presidir un festival benéfico al que asistía Juan Belmonte, un amigo del Pasmo de Triana que había oído campanas sobre el ayer rehiletero del poncio le curioseó: «Don Juan, dígame, ¿es verdad que el gobernador fue su banderillero?». Belmonte, con su proverbial laconismo, se lo ratificó con un sí mondo y lirondo. Al volver su acompañante a la carga -«¿Y cómo se llega de subalterno a gobernador?»-, el maestro tartamudeó para los anales de la genialidad: «¿Po... po... po cómo va a sé? De... de... degenerando».

Sin acicate para designar a los mejores, Chaves elevó a Viera a tal rango tras haber pugnado en vano por cosechar laureles como entrenador de fútbol -lo fue del Sevilla Atl., Algeciras y Jerez- hasta verse forzado a colgar su atuendo deportivo y tomar el uniforme del PSOE. Este maestro desertor de la tiza se encaramó primero como concejal de Tocina, luego como delegado de Educación y consejero hasta mandar el PSOE provincial, tras apuñalar a su padrino José Caballos por orden de Chaves, mientras el acuchillado se desangraba acusándole de no tener los bolsillos de cristal.

Sin importarle buscar los cargos para las personas, en vez de las personas para esos menesteres, Chaves fio el pilotaje de la Consejería de Empleo a quien lo ignoraba todo y llegó a ella para aprender el oficio en el cargo. Por ello, no cabe asombrarse de cómo Viera facultó el gatuperio del fondo de reptiles que proveyó subvenciones por valor de 855 millones entre militantes y propincuos del PSOE.

Cuando quehaceres tan primordiales reclaman personas muy enteras y cabales, Chaves optó, pues, por alistar a quien tenía de los vicios experiencia y haría cualquier iniquidad que se le requiriera. No en vano, al primer tapón, zurrapas: hubo de ser cesado como delegado de Educación en Sevilla al destaparse anomalías económicas en las asignaciones para reparar colegios del tenor de esos 3,2 millones evaporados en obras falsas en Cádiz.

Al no recaer sobre Viera ningún castigo que levantara roncha, fue recolocado en cuanto se apagaron los ecos de la investigación de Diario 16 Andalucía y de la inasequible Rosa María López. En vez de resentirse su carrera, le dio alas y alzó su vuelo gallináceo en una organización que galardona mejor los malos medios que los buenos, como si un gobernante no debiera atenerse a las secuelas de sus actos. Nada que ver con aquello de que «quien tal hace, que tal pagué», según peroraban los pregoneros que escoltaban a los condenados in illo tempore.

Con aquella fechoría iniciática, Viera consumaba su bautizo de sangre allí donde los delitos se tapaban al regir la omertá. Como los vicios son tan fáciles de recibir como dificultosos de dejar, Viera retornó a las andadas. Llamó con sus propias manos a los daños de los ERE, al fijar la transferencia de financiación desde la Consejería a una agencia pública (IFA-IDEA) para que abonara las ayudas que su departamento ventilaba sin publicidad ni fiscalización. Merced a arbitrariedad tan descarnada, se forjó la corrupción institucionalizada que perpetua la hegemonía socialista.

Arrumbando sus deberes, robaron la Hacienda y desollaron la autonomía, como acredita el sumario de la juez Alaya, refrendado por el Tribunal Supremo, instancia de la que se han burlado gradualmente los expresidentes Chaves y Griñán, así como varios exconsejeros, entre ellos Viera. Primero se aforaron como parlamentarios para escapar de la jurisdicción de Alaya y, al aprestarse el Supremo a enjuiciarlos, desisten -el último, Viera para ahorrarse el sonrojo de la votación de su suplicatorio- para que la causa vuelva a Sevilla a la casilla de salida de este privativo juego de la oca.

Chaves y su cuadrilla ilustran cómo este privilegio extemporáneo del aforamiento, que tan generoso cubre a la clase política, es una patente de corso contra jueces «intratables» que guarece la impunidad. Las jeremiadas de estos agraciados, quejándose de que disponen de una instancia menos para recurrir las providencias, evocan un viejo chiste judío en el que el rabino y los acaudalados de su sinagoga se concitan para darse golpes de pecho en Yom Kipur (Día de la Expiación) salmodiando: «¡Soy un gusano, no soy nada, no soy nadie!». Al observarlos un gentil, se conmueve ante tal gesto de humildad y se suma al coro implorante: «¡No soy nadie! ¡No soy nadie!». Perplejos, se revuelven comiéndose con la vista al pobre intruso y un ricacho expide: «¡Miren quién piensa que no es nadie!». Para algunos, indefectiblemente, hay clases ante Dios y ante la Justicia.

En sus autos, el instructor de los ERE en el Supremo, Alberto Jorge Barreiro, ya anticipó la fullería de Chaves y sus sosias, aunque la costumbre pueda ocultar, según Montaigne, la auténtica faz de la vileza. De esta guisa, este expolio con el dinero de los parados puede tener como corolario una colosal farsa procesal con choteo de la Justicia incluido y consentido.

Pasma sobremanera el espectáculo nada edificante que protagonizan a dúo el Consejo General del Poder Judicial y la Sala de Gobierno (dicen) del TSJA peloteándose informes sobre la comisión de servicio recabada hace meses por Alaya para finiquitar el sumario de los ERE, mientras su advenediza sustituta lo desbarata hasta hacerlo irreconocible a la madre que lo parió. Entre dimes y diretes, llevan enfrascados tiempo bastante como para esclarecer el sexo de los ángeles. Al paso (no de tortuga, sino de cangrejo) que van prescribirán los delitos de los ERE enfrascados en bizantinismos sin que resuelvan qué juez (Alaya o Bolaños) deberá finiquitar la instrucción. Estos altos togados emulan aquella otra inagotable discusión que propició la pérdida de Bizancio abatida por los otomanos.

La vergüenza, cuando se extravía, es ilusorio hallarla entre quienes presumen de honra hallándose tan apartados de ella. Así, degenerando que es gerundio, se origina esa gran degeneración en la que los excesos tienen acomodo y en la que los saqueadores públicos son librados por una Justicia de campos vedados. Lo peor es que, al hacerse hábito la podredumbre, nadie dice cuanto a juicio de los biempensantes no se debe decir. Al revés de aquel valladar verdiblanco al aparecérsele Viera en la foto del Gobierno de una comunidad vasta como Portugal y más densa que Bélgica, al igual que a Belmonte se le transfiguró su subalterno en gobernador.


francisco.rosell@elmundo.es

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