- Lo que son duelos y quebrantos Cristina Cifuentes, tórnanse plácemes y facilidades para Díaz, como si los madrileños merecieran mayor consideración y estima democráticas que los andaluces.
- ¿cómo va a plantear C's una auditoría que, en verdad, sería de infarto, sobre una corrupción institucionalizada que no tiene acabose, al ser un modo de dominio electoral?
...... «Es difícil que un hombre entienda algo cuando su salario depende de que no lo entienda». Las medidas de regeneración no pueden ser una «carta otorgada» del Gobierno. Mucho menos cuando los Regímenes son irreformables por sí mismos. C's, en lugar de ser factor de cambio, ha preferido cobijarse en el régimen como hicieron en su día los andalucistas y más recientemente IU. Es como si la máxima aspiración opositora no fuera tanto derribar el Régimen como vivir a su sombra.
Pendiente de ajustarse a la hora que le marca el PSOE, ¿cómo va a plantear C's una auditoría que, en verdad, sería de infarto, sobre una corrupción institucionalizada que no tiene acabose, al ser un modo de dominio electoral?
......ahora con C's todo es aflojar. Ello permite al PSOE pacer cual vaca sin cencerro. De suerte que Díaz puede gobernar como si gozara de la mayoría absoluta de la que carece el PSOE. En este sentido, con los votos de los decepcionados con el PP, C's ha actuado como avión nodriza que suministra en vuelo el combustible que precisaba el PSOE, con evidentes síntomas de agotamiento, para retomar su velocidad de crucero.
Todo depende y de que depende.; ¿¿Interés de partido, por encima de todo??? = más de lo de siempre, los políticos a lo suyo, ambicionan ensanchar su base electoral, y después que ¿A vivir del erario público y de los impuestos de todos a costa del presupuesto público....¿¿¿Y Quien resuelve los problemas y defiende el interés general de todos....???¿
Hechos no palabras.....
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Aplicándose la máxima del premier
británico Lord Palmerston de que Inglaterra no tiene amigos ni enemigos
permanentes, sino intereses permanentes, Ciudadanos (C's) se ha conducido con
igual pragmatismo en sus pactos, ora con el PSOE, ora con el PP. A la usanza de
un partido «atrapalotodo» (catch-all-party, en terminología anglosajona),
enarbolando las banderas de la regeneración y el rechazo al nacionalismo,
persigue pescar en los caladeros de la derecha y la izquierda. Con una
ambigüedad calculada -«definirse es limitarse», como Óscar Wilde pone en boca
de Lord Henry en El retrato Dorian Gray-, ambiciona ensanchar su base
electoral.
Empero, lo que llama la atención
es que sus apremios y exigencias tornasolan del rosa al amarillo en función de
quienes sean sus aliados en el «campo de Agramante». Sus pactos con el PP están
repletos de apostillas, cláusulas y salvaguardas -lógicas en un grupo de nuevo
cuño que aspira preservar su inmaculada virginidad hasta las generales para que
su líder Albert Rivera porte sin salpicaduras esa camisa blanca de la que hace
uniforme-, llegando incluso a vetos personales de alcaldables o presidenciables
autonómicos. Por contra, su arreglo con el PSOE para investir a Díaz y
facilitar su gobernación cabría haberlo formalizado, dada su insubstancialidad,
en un librillo de papel de aquellos con los que los abuelos de postguerra
liaban picadura de tabaco y que inspiró a Miguel Delibes su delicioso relato de
La hoja roja.
Así, lo que son duelos y
quebrantos para su presidenta madrileña, Cristina Cifuentes, tórnanse plácemes
y facilidades para Díaz, como si los madrileños merecieran mayor consideración
y estima democráticas que los andaluces. De esta guisa, en Madrid, son de
obligado cumplimiento la elaboración de auditorías de los últimos presidentes,
la aminoración de Consejerías, la supresión del Consejo Consultivo como bien
remunerado cementerio de elefantes de expresidentes, la desgubernamentalización
de Telemadrid y destituciones exprés bastando prácticamente con su mera alusión
en sumarios judiciales.
Por contra, de Despeñaperros para
abajo, C's se rinde con armas y bagajes. Así, se engordan con dos Consejerías
más un gabinete al que ya se le sacaron las sisas para albergar a los tres
consejeros de IU del último bipartito, ni se repara en el Consejo Consultivo de
marras, no se toca ese ejército de propagandistas del PSOE que es Canal Sur y
los imputados son cesados, si acaso, temporalmente, a modo de excedencia, como
la directora general de Minas por el gatuperio de Aznalcóllar, o se les
mantiene en el machito mientras no les alumbre el foco de la Prensa. Ahí está
ese repóker, no precisamente de ases, que EL MUNDO ha puesto boca arriba este
semana. Pero, ¿a qué llamarse a engaño si se tomen que presida el Parlamento
Juan Pablo Durán, condenado por la Audiencia Nacional por su negligente gestión
como consejero de Cajasur, y que obligó a la intervención de la caja cordobesa?
Así, difícilmente se mejora la calidad democrática.
Cada vez que salta un episodio de
corrupción o se conoce la permanencia en sus puestos de altos cargos imputados,
C's se la coge con papel de fumar y le pide al PSOE un pliego de descargos que
le sirva de justificante de su complicidad. Como colige Upton Sinclair,
escritor estadounidense, en una memorable frase de su novela The Jungle (1905),
en la que describía aquella jungla de horribles condiciones laborales y hórrida
higiene en los mataderos de Chicago: «Es difícil que un hombre entienda algo
cuando su salario depende de que no lo entienda». Las medidas de regeneración
no pueden ser una «carta otorgada» del Gobierno. Mucho menos cuando los
Regímenes son irreformables por sí mismos. C's, en lugar de ser factor de
cambio, ha preferido cobijarse en el régimen como hicieron en su día los
andalucistas y más recientemente IU. Es como si la máxima aspiración opositora
no fuera tanto derribar el Régimen como vivir a su sombra.
Paradójicamente, el líder andaluz
de C's, Juan Marín, como si fuera de facto vicepresidente sin cartera de Díaz,
se jacta de que, en menos de cien días, su partido ha finiquitado el Régimen
imperante los últimos 33 años. Más bien habría que decir que, como replicó la
presidenta de la Junta a Rivera, nunca ha apreciado la existencia de tal
régimen, pues viene de gobernar siete años con el PSOE en Sanlúcar de
Barrameda. Al regalarle el oído a Díaz, el relojero sanluqueño recrea el
diálogo que el ingenio popular atribuía a Héctor Cámpora con Perón: «Camporita,
ché. ¿Qué hora tenés?», le preguntaba el general, y le respondía su «delegado
personal»: «La que vos querés, mi general».
Pendiente de ajustarse a la hora
que le marca el PSOE, ¿cómo va a plantear C's una auditoría que, en verdad,
sería de infarto, sobre una corrupción institucionalizada que no tiene acabose,
al ser un modo de dominio electoral? Sin depurar las responsabilidades penales
en los ERE y los cursos de formación, la saga de corrupciones suma nuevos
capítulos con la adjudicación de la mina de Aznalcóllar a un grupo mexicano que
tiene fama de pudrir lo que toca, valiéndose para la ocasión de un conseguidor
bien avenido con el PSOE, pero sin experiencia alguna en el sector.
Si Izquierda Unida, cuando tenía
que mostrarle sus dientes de fieras amaestradas a sus socios del PSOE en el
circo del Parlamento, se disculpaba sermoneando que apretaba, pero no ahogaba,
ahora con C's todo es aflojar. Ello permite al PSOE pacer cual vaca sin
cencerro. De suerte que Díaz puede gobernar como si gozara de la mayoría
absoluta de la que carece el PSOE. En este sentido, con los votos de los
decepcionados con el PP, C's ha actuado como avión nodriza que suministra en
vuelo el combustible que precisaba el PSOE, con evidentes síntomas de
agotamiento, para retomar su velocidad de crucero.
Con toda probabilidad, en las
elecciones generales, el PP puede encontrarse con que C's puede repetir la maniobra
de despistar encendiendo el intermitente a la derecha y girar a la izquierda,
por más que haya tenido que transigir y dar su votos a algunos alcaldes del PP
para que su estrategia no se fuera al garete antes de tiempo. C's viene a
quedarse con los sufragios del PP y dárselos al PSOE con la excusa de que Pedro
Sánchez no caiga en manos de Podemos. De esta manera, sacando al PP del
Gobierno, Rivera precipitaría su descomposición y sobre sus ruinas Ciudadanos
se conformaría como partido clave de la nueva situación.
El PSOE aviva esas pretensiones
hablando de una derecha más moderna como hizo con el CDS de Suárez para usarlo
como ariete contra el PP de Aznar, después de haber perpetrado contra aquel la
campaña más dura emprendida jamás contra un Presidente. Habiendo facilitado la
llegada de la democracia y conjurando procesos desestabilizadores de primer
nivel, Guerra acusó al duque de Cebreros de que irrumpiría en el Congreso a
lomos de caballo como el golpista general Pavía. Al no disponer de otro socio
posible que C's, el PP no puede denunciar esa estrategia de «caballo de Troya»
a las puertas de su sitiada fortaleza.
Mariano Rajoy, aun ganando,
debiera poner sus barbas a remojar, después de ver pelar las de su
correligionario y expresidente riojano, Pedro Sanz, al que C's vetó tras vencer
con mayoría relativa sus comicios. Ello dejaría al PP en un aislamiento, no
cabalmente espléndido, como aquel Splendid isolation del Imperio Británico que
le llevaba a evitar alianzas perennes como forma más segura de preservar sus
intereses.
En todo caso, cualquier hipótesis
queda a expensas del devenir de los comicios catalanes y los derroteros que
tome un PSOE que no sabe a qué carta quedarse con respecto al desafío
independentista, más allá de mostrar una sorprendente equidistancia entre Rajoy
y los independentistas, como si fueran platillos diferentes de una balanza en
la que ellos tratarían de ser el fiel con una propuesta federal que,
paradójicamente, supedita los derechos de los españoles en función de donde moren.
En esa encrucijada, si Rivera no atina, los dos intermitentes del auto de C's
podían encenderse a la vez como señal de que se ha averiado al darse de bruces
con la abrupta realidad.
francisco.rosell@elmundo.es
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