¿Cosas Junteras?
Andalucía tiene muchas
peculiaridades. Las sabidas, o sea, la Alhambra, la Giralda, esa Mezquita de Córdoba que la Junta le quiere quitar a la Iglesia por el
procedimiento del tirón, y nunca mejor dicho, porque es para quedarse con el dinero del bolso de la taquilla más
que nada. Andalucía tiene esas peculiaridades, y otras.
Como el mismo partido en el poder hace la tira de años, que la
gente sigue votando por muchos ex presidentes que vayan a pares imputados hacia
el Supremo. Y
otra peculiaridad que no ha sido destacada convenientemente: la subasta de medicamentos por el SAS. Dicen
que salvo la que han puesto junto a San Isidoro, donde el otro día adjudicaron
un murillo, en Sevilla ya no quedan salas de subastas. Mentira. Sevilla tiene una gran sala de subastas. Está en la Consejería de Salud. Sala
de subastas a la baja, para comprar lo más baratitos posibles los medicamentos
que tienen que recetar los médicos de los ambulatorios, a los que les han
puesto de mote Centros de Salud...
Mote muy mal puesto. De
salud, nada. El
que va allí es porque anda chungalé de salud y quiere que lo vea su médico para
que le recete algo y lo cure. ¿Algo? ¡De ninguna manera! El médico de familia del SAS sólo puede recetar
principios activos, ¿qué es eso de poner el nombre de una medicina
en una receta, hombre? ¡Ni que fuera la publicidad de la tele! Tienen que poner
el principio activo, no el nombre de la medicina
que usted necesita. Eso, por
lo que respecta al médico que receta, que como se pase un tanto así mandando lo
que no debe, o
sea, medicinas por su propio nombre, les meten un puro que lo
avían. Y por lo que respecta a las farmacias, no pueden
darte la medicina con ese principio activo que ellos quieran, del
laboratorio que les merezca confianza, sino
estrictamente de un genérico: del que se la haya adjudicado en las subastas del
SAS. Sí,
el SAS subasta sus compras de medicamentos. Como el pescado en la lonja
sanluqueña de Bonanza, algo así. El subastero del SAS se pone ante
los laboratorios y dice:
-- A ver, señores: vamos a comprar siete mil
cajas de chavitinina griñanizada de 50 miligramos, ¿quién me las ofrece
baratitas por 5.000 euros? ¿Nadie? Pues vamos a ir a la baja: 4.900, 4.800,
4.700, 4.600, cuatro mil quinie.... ¡A ver que parece que un laboratorio de la
India levanta la mano allí al fondo!
-- Yo se la doy por 4.500...
Y suena la maza sobre la mesa del subastero
del SAS:
-- ¡Adjudicado!
¿Y qué pasa? Pues que la
chavitinina griñanizada de 50 miligramos de la subasta está fabricada en la
India... y prohibida en Estados Unidos; y la traen en contenedores
hasta Barcelona para envasarla aquí y despistar. Y que esa chavitinina
griñanizada de la India apenas tiene chavitinina, poquísima, y los propios médicos a los que les gustaría recetar lo
mismo, pero
de un laboratorio de confianza, saben que es más mala que la quina, pisando
la yara de picadores del placebo en algunos casos.
Y aunque protestan los enfermos,
y los médicos, y las farmacias, y los laboratorios nacionales, esto sigue
igual. Como
esto nos lo hacen "los nuestros", ¡prontito va a haber aquí una Marea
Blanca contra las medicinas ínfimas de subasta que receta el SAS!
Hay una absoluta falta de
equidad y agravio comparativo entre los pacientes andaluces y los de otras
autonomías, a
los que les dan recetas de todo y de las buenas, no medicinas marca Hacendado o
Bosque Verde. Por eso cuando voy a la botica con mi tarjeta del SAS a por las
medicinas, le digo al mancebo:
-- Esta medicina ¿es
de las chachis o es de los indios?
--- No, es de los indios.
--- Pues entonces me la llevaré el día que venga
con John Wayne, que como es de Estados Unidos, es el que sabe poner a los
indios a raya con su escopeta desde la diligencia de John Ford... Porque los andaluces...
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