jueves, 14 de mayo de 2015

Recomendado. Pucherazos por J. Caro Romero; ahora resulta que en funciones si se puede parar toda una adjudicación. = Las cosas no pasan porque sí.

Pucherazos


HAY COINCIDENCIAS ANTE las que uno se resiste a buscar una explicación basada en la simple casualidad y que, al contrario, invitan a pensar, como mínimo, en macabras piruetas del destino. O con las que simplemente se llega a la conclusión de que hay cosas que no pasan porque sí. La madrugada del 25 de abril de 1998 se produjo la rotura de la balsa de residuos tóxicos de la mina de Aznalcóllar provocando un vertido que devino en la mayor catástrofe medioambiental de Andalucía. Apenas horas antes se habían cerrado las urnas de las primeras elecciones primarias que celebraba el PSOE para elegir a su candidato a la Presidencia del Gobierno. La contienda era entre Almunia y Borrell y aunque el vencedor final fue el segundo, su victoria no se produjo precisamente por la contribución de Andalucía, donde aquellas primarias acabaron siendo recordadas por un bochornoso pucherazo en favor del entonces secretario general del PSOE. Desde entonces, por esa coincidencia de fechas, me ha resultado imposible disociar los dos episodios. Abril de 1998: vertido de las minas de Aznalcóllar, pucherazo en elPSOE.

Ahora, diecisiete años después, tras un proyecto de recuperación de la zona devastada por aquel desastre ecológico, ese Corredor Verde que alcanzó un coste oficial de 300 millones de euros, la mina de Aznalcóllar, ya rehabilitada para la extracción de mineral, vuelve a verse asociada a un escándalo del PSOE. Pero esta vez no por un siniestro capricho del calendario sino porque le pilla completamente de lleno. Las prisas, el interés electoral, el apaño.

La Junta de Andalucía ha llevado a cabo el concurso de adjudicación para la explotación de la mina «sin observar el más mínimo rigor». Eso dice una juez que investiga si ha habido delitos de tráfico de influencias, cohecho, prevaricación, negociación ilegal... Todo un cuadro, en definitiva, para la primera gran adjudicación pública de Susana Díaz como presidenta de la Junta. Porque esto no es cosa de Chaves o Griñán, defenestrados ya en la práctica como monedas de cambio para la investidura, por el momento frustrada, de quien precisamente ahora se ve salpicada por este tremendo escándalo. Esto es todo suyo.

Una empresa sin experiencia minera alguna -no debería haber superado ni la primera fase del concurso, apunta la juez-, un ex alto cargo de la Junta que hizo de «asesor externo» de la compañía, unas elecciones autonómicas a la vuelta de la esquina a las que había que concurrir con alguna bandera. Y una de las banderas elegidas, claro está, era la minería. Fuese como fuese.

La presidenta en funciones pide ahora que «cuanto antes se aclare este tema». ¿Que se aclare? ¿quién debe aclararlo si no la máxima responsable? De momento, su única respuesta ha sido 'paralizar los efectos de la adjudicación'. Caramba, un gobierno en funciones que hace tres días amenazaba con los efectos sobre la prestación de servicios públicos en Andalucía que tendría la no investidura de Susana Díaz porque no podía hacer prácticamente nada resulta que sí puede paralizar sin ningún tipo de reparo un proceso de adjudicación minera como el de Aznalcóllar.

«Que esto se aclare porque hay miles de personas esperando», repite Díaz. Curioso argumento. El mismo que emplea para exigir una investidura que hoy mismo intentará lograr a la tercera. Hoy mismo... Vaya, otra vez el calendario. Dos procesos viciados que vuelven a confluir en un mismo punto. ¿Ven como hay cosas que no ocurren por casualidad?

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