Pucherazos
HAY COINCIDENCIAS ANTE las que uno se resiste a buscar una
explicación basada en la simple casualidad y que, al contrario, invitan a
pensar, como mínimo, en macabras piruetas del destino. O con las que
simplemente se llega a la conclusión de que hay cosas que no pasan porque sí. La madrugada
del 25 de abril de 1998 se produjo la rotura de la balsa de residuos tóxicos de
la mina de Aznalcóllar provocando un vertido que devino en la mayor catástrofe
medioambiental de Andalucía. Apenas horas antes
se habían cerrado las urnas de las primeras elecciones primarias que celebraba
el PSOE para elegir a su candidato a la Presidencia del Gobierno. La contienda era entre Almunia y Borrell y aunque el
vencedor final fue el segundo, su victoria no se produjo precisamente por la
contribución de Andalucía, donde aquellas primarias acabaron siendo
recordadas por un bochornoso pucherazo en favor del entonces secretario general
del PSOE. Desde
entonces, por esa coincidencia de fechas, me ha resultado imposible disociar
los dos episodios. Abril de 1998: vertido
de las minas de Aznalcóllar, pucherazo en elPSOE.
Ahora, diecisiete años después, tras un proyecto de recuperación de la
zona devastada por aquel desastre ecológico, ese Corredor Verde que alcanzó un
coste oficial de 300 millones de euros, la mina de Aznalcóllar, ya rehabilitada para la extracción de mineral, vuelve a verse asociada a un escándalo del PSOE.
Pero esta vez no por un siniestro capricho del calendario sino porque
le pilla completamente de
lleno. Las
prisas, el interés electoral, el apaño.
La Junta de Andalucía
ha llevado a cabo el concurso de adjudicación para la explotación de la mina
«sin observar el más mínimo rigor». Eso dice una juez que investiga si ha habido delitos de tráfico de
influencias, cohecho, prevaricación, negociación ilegal... Todo un cuadro, en
definitiva, para la primera gran
adjudicación pública de Susana Díaz como presidenta de la Junta. Porque esto no es cosa de Chaves o Griñán, defenestrados
ya en la práctica como monedas de cambio para la investidura, por el momento
frustrada, de quien precisamente ahora se ve salpicada por este tremendo
escándalo. Esto es todo suyo.
Una empresa sin
experiencia minera alguna -no debería
haber superado ni la primera fase del concurso, apunta la juez-, un
ex alto cargo de la Junta que hizo de «asesor externo» de la compañía, unas
elecciones autonómicas a la vuelta de la esquina a las que había que concurrir
con alguna bandera. Y una de las banderas elegidas, claro está, era la minería.
Fuese como fuese.
La presidenta en funciones pide
ahora que «cuanto antes se aclare este tema». ¿Que se aclare? ¿quién debe aclararlo si no la máxima
responsable? De momento, su única
respuesta ha sido 'paralizar los efectos de la adjudicación'. Caramba, un gobierno en
funciones que hace tres días amenazaba con los efectos sobre la prestación de
servicios públicos en Andalucía que tendría la no investidura de Susana Díaz porque no podía hacer prácticamente nada resulta que sí puede
paralizar sin ningún tipo de reparo un proceso de adjudicación minera como el
de Aznalcóllar.
«Que esto se aclare porque hay miles de personas esperando»,
repite Díaz. Curioso
argumento. El mismo que emplea para exigir una investidura que hoy mismo
intentará lograr a la tercera. Hoy mismo... Vaya, otra vez el calendario. Dos
procesos viciados que vuelven a confluir en un mismo punto. ¿Ven como hay cosas que no ocurren por casualidad?
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