jueves, 7 de mayo de 2015

El algodón no engaña por J. Caro Romero + El gallinero feroz, por Eva Díaz Pérez.

Política a la andaluza ¿¿??


  • El algodón no engaña por J. Caro Romero. Se trataba de tener paciencia, ..... El calendario político que ella misma se encaprichó en adulterar con la ruptura de su plácido acuerdo de gobierno con Izquierda Unida y la convocatoria anticipada de elecciones ha  dejado la legislatura andaluza al albur de las municipales cuya campaña arranca hoy mismo. ......¿Qué puede esperarse de alguien que la misma noche electoral,... proclamó  «voy a gobernar en solitario»?..... Qué cabe aguardar de una candidata y un partido que dicen encarnar un «nuevo tiempo» y que en la sesión constitutiva del Parlamento.violentan a su antojo el Reglamento de la Cámara? «La Presidencia para mí y el reparto, el que yo diga».......«Quien no la conozca, que la compre».........Tenía que pasar la prueba del algodón. Y el algodón no engaña. Así que, ya que parece no entender otro lenguaje, adelante con los faroles......
  •  El gallinero feroz, por Eva Díaz Pérez. EL PASADO MARTES el Parlamento era un gallinero feroz, un patio de recreo en el que los malos de la clase se cambiaban los cromos..... sólo había una jauría de la que hay que distanciarse, aunque lo que se esté decidiendo sea muy importante........ El barómetro político ha crecido en aventura dejando atrás la atonía gris de otras legislaturas, pero el espectáculo sigue siendo igual de lamentable. Los actores políticos ni entrarán en la gloria de la Historia ni están con la realidad sincera de la calle. Siguen en un limbo absurdo ajeno a la gente.

  


El algodón no engaña por J. Caro Romero.

Se trataba de tener paciencia, pero claro, no es ésa precisamente la mejor virtud de la candidata socialista a la Presidencia de la Junta; más bien, por mor de su ambición desmedida, la impaciencia figura entre sus peores defectos.

El calendario político que ella misma se encaprichó en adulterar con la ruptura de su plácido acuerdo de gobierno con Izquierda Unida y la convocatoria anticipada de elecciones había dejado la legislatura andaluza al albur de las municipales cuya campaña arranca hoy mismo.

Un Parlamento sin mayorías absolutas como se presumía -el que finalmente ha sido- iba a dejar la negociación del gobierno de la comunidad autónoma al socaire del mapa político municipal y autonómico que propicien los comicios del 24 de mayo. Con sus negociaciones, sus pactos, sus do ut des, sus quid pro quo... y su ojo por ojo. Y encima con dos nuevos partidos estrenándose en el panorama electoral, subiendo como la espuma en las encuestas y con grave riesgo, por tanto, de tropezar en Andalucía y quedar en evidencia a las primeras de cambio.

El damero andaluz exigía, pues, altura de miras, cintura política y capacidad de negociación. En definitiva, talante democrático, algo de lo que, como está quedando en evidencia, parece carecer por completo la candidata Susana Díaz y, por extensión y tradición, su partido en Andalucía.

¿Qué puede esperarse de alguien que la misma noche electoral, con el resultado que habían deparado las urnas, proclamó aquello de «voy a gobernar en solitario», sin tener en cuenta que antes debía pasar por un trámite esencial que ahora está siendo incapaz de resolver?

¿Qué cabe aguardar de una candidata y un partido que dicen encarnar un «nuevo tiempo» y que en la sesión constitutiva delParlamento vuelve a utilizar, como antaño, como siempre, no ya el rodillo sino la apisonadora violentando a su antojo el Reglamento de la Cámara? «La Presidencia para mí y el reparto, el que yo diga».

Con esos antecedentes y con el precedente principal, esto es, la ruptura unilateral de su acuerdo de gobierno con IU -un pacto que en su día se rubricó por escrito-, Susana Díaz se presentó en el debate de investidura con la exigencia de que los demás la dejasen ser proclamada presidenta porque ya la había votado «la gente», obviando gravemente las normas fundamentales de un sistema parlamentario como el nuestro.

Para última hora había dejado unas negociaciones en las que la candidata y sus emisarios han demostrado una tremenda incapacidad y, sobre todo, una absoluta falta de credibilidad. No es de extrañar que la principal conclusión de ese debate de investidura fuese la expresión que proclamó el portavoz de IU, Antonio Maíllo, desde la tribuna, para, a modo de aviso a navegantes, resumir lo que le espera a quien se acerque a la pretendiente al cetro andaluz: «Quien no la conozca, que la compre».

Sintiéndose amenazada y herida en su orgullo, la candidata decidió ayer que hasta ahí había llegado su limitada paciencia y mandó a hacer gárgaras a quienes podrían haber facilitado su investidura. Dinamitó la negociación con Ciudadanos -partido que, todo hay que decirlo, también ha dudado lo suyo rayando la irresponsabilidad- y utilizó de manera bochornosa nada menos que al cuerpo de letrados de la Junta para desacreditar las propuestas de Podemos. Ahora pretende que el PP acuda al rescate para que la convierta en presidenta gratis et amore. Ese mismo PP al que, dentro de dos semanas, cuando esté dispuesto el nuevo mapa municipal, no dudará un segundo en arrebatarle por lo menos doscientas alcaldías si está en su mano.

A la vez, los amenaza a todos con ir directamente a unas nuevas elecciones sin perder más tiempo en negociar nada más porque, dice, todos menos ella pagarán las consecuencias. De momento, es ella quien está pagando las consecuencias de su propia incapacidad. Tenía que pasar la prueba del algodón. Y el algodón no engaña. Así que, ya que parece no entender otro lenguaje, adelante con los faroles.



El gallinero feroz, por Eva Díaz Pérez. 


EL PASADO MARTES el Parlamento era un gallinero feroz, un patio de recreo en el que los malos de la clase se cambiaban los cromos. Mientras, a esa misma hora, el artista y arquitecto José Ramón Sierra se asomaba a su propia posteridad en el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo con una retrospectiva en la que contemplaba sus creaciones abstractas de hace cuarenta años. Estaba sorprendido de que en un día como ése -en el que se decidía la investidura de Susana Díaz como presidenta de la Junta de Andalucía- hubiera periodistas interesados en su exposición.

Sin embargo, creo que la Historia no estaba ese día en el Parlamento. Allí sólo había una jauría de la que hay que distanciarse, aunque lo que se esté decidiendo sea muy importante. Todo tenía un aire de corral de tragicomedias donde lo que se representaba era una obra trascendental aunque interpretada por actores nefastos.

Es probable que el espíritu destilado de nuestra época no estuviera allí sino simbolizado en las obras de Sierra, uno de nuestros grandes abstractos. Está en sus vanitas reinterpretadas para los sarcasmos de la posmodernidad y en paisajes pintados donde el tiempo se ha aposentado con la templanza que sólo ensaya para los clásicos.

Contemplar un lienzo abstracto de José Ramón Sierra y asomarse a la jaula de grillo del Parlamento da idea de las múltiples versiones de nuestro presente. Un artista que da nombre y pinta la soledad, el miedo, la muerte, los abismos y la felicidad. Y un cuadrilátero lleno de confusión y ruido que nadie recordará dentro de algunos años.

Decía D'Ors que entre las virtudes del periodista está encontrar y narrar el pálpito de su tiempo. En realidad, como en el verso de Machado, diferenciar las voces de los ecos. Lo malo es que los que dependen demasiado de la actualidad corren el riesgo de perecer en ella. Y el presentismo es una trampa que distrae y despista condenando lo escrito a morir al día siguiente.

El barómetro político ha crecido en aventura dejando atrás la atonía gris de otras legislaturas, pero el espectáculo sigue siendo igual de lamentable. Los actores políticos ni entrarán en la gloria de la Historia ni están con la realidad sincera de la calle. Siguen en un limbo absurdo ajeno a la gente.

Ni siquiera la presidenta que lanza disparatados cantos de sirena para conseguir su trono será más que una nota a pie de página en los libros. Un personaje olvidado que habrá que explicar a los lectores del próximo siglo. Y todos los demás, apenas el murmullo que suena de fondo en las crónicas del diario de sesiones.

Sin embargo, no creo que ocurra lo mismo con José Ramón Sierra, porque sé que es un clásico vivo que sí aparecerá en los libros. Por eso me alegro de haber paseado con él contemplando su obra en esa jornada 'histórica' para Andalucía.


@EvaDiazPerez

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