lunes, 4 de mayo de 2015

C's y el 'Pacto de Montpensier' , por Francisco Rosell = proseguimos con la Andalucía de siempre ; esas amalgamas poselectorales obran esperpentos que no se aproximan, ni de lejos, a lo votado En vez de las urnas, resuelven los despachos, perpetrando estafas

  • Pensar que, por un décalogo rimbombante, el PSOE modificará 30 años de régimen es de una ingenuidad delirante
  •  A este paso, Rivera va camino de vivir rápido, morir joven y dejar un bonito cadáver (político), como James Dean

 



C's y el 'Pacto de Montpensier' , por Francisco Rosell.

 

  • Pensar que, por un décalogo rimbombante, el PSOE modificará 30 años de régimen es de una ingenuidad delirante
  • A este paso, Rivera va camino de vivir rápido, morir joven y dejar un bonito cadáver (político), como James Dean


SI NO fuera porque el Estatuto de Autonomía lo impide y fija imperiosamente dos meses para que acarree los votos precisos para seguir como inquilina del Palacio de San Telmo, si no apetece vérselas con las urnas, Susana Díaz aguantaría como regente, es decir, en funciones, toda la legislatura. Profesaría la estela del director general de la RTVA, Joaquín Durán, que trasiega tres años de interinato por el bloqueo del PSOE a la renovación del Consejo de Administración tras la victoria del PP en 2012. Saltándose clamorosamente la legalidad, como en la conformación de la Mesa del Parlamento, el PSOE se garantizó el férreo control de una cadena pública erigida, desde su origen, en un baluarte socialista. Eso sí que fue un boicot, y no el que esgrime Díaz para que los demás le saquen del atolladero en el que ella sola se ha empotrado.

Lo pasmoso es que, ante tamaña barrabasada, el PP se resignara y no denunciara a la Justicia el atropello. Parece rectificar su pasividad anunciando ahora que recurrirá el pucherazo cocinado por el antiguo edecán de Chaves, Luis Pizarro, como presidente de la Mesa de Edad, y que desprende un olor a podrido que orienta por dónde van los viejos nuevos tiempos de Díaz. Aplicando una aritmética creativa, Pizarro resolvió que a los 33 diputados del PP correspondía un puesto en el órgano de gobierno de la Cámara, mientras que los 47 socialistas, elevando su potencia al cubo, tocaban a tres. Incluida la Jefatura de la Cámara, a donde encaramó a quien personaliza los peores vicios del régimen.

Perpetrada la fechoría, Díaz no se ha ruborizado en apremiar su entronización por parte de ese mismo PP al que el PSOE desplumó la Presidencia merced a su pacto de perdedores con IU. Parafraseando a Borges sobre los peronistas, no es que sean ni buenos ni malos, sencillamente son incorregibles. Mucho más cuando se envejece en el poder hasta perpetuarse. Escrito está que, cuando se pierde la vergüenza, es imposible hallarla. No debe ser de la misma opinión Ciudadanos.

Luego de la arrogancia con la que festejó su triunfo del 24-M, enarbolando que ella no tenía por qué entenderse con nadie porque ya había sido proclamada por «la gente», Díaz ha visto humillada su soberbia al cotejar con los días que su amarga victoria le impone un tributo de vasallaje que no fenecerá con su investidura. Maquinando que cogería con el paso cambiado a sus rivales, fingió una inestabilidad falsa, pues IU fue tan fiel que se hizo indistinguible del PSOE. Díaz se ha debido consolar con un éxito pírrico, fruto más del cataclismo del PP que de su tirón. Arriesgando temerariamente por ser demasiado codiciosa, registró el peor resultado del PSOE en la historia de la autonomía y quedó atrapada en su propia ratonera.

Apeada de la carroza antes de ser calabaza, una vez que los ratones ya no se le figuran corceles como la noche de la ilusión electoral, no le queda otra que prodigar cortesías y cuidados. Hace bueno el proverbio: «Si te hace caricias el que no las acostumbra hacer, o engañar te quiere o te ha menester». Los gatos escaldados de esta mujer nada de fiar pensarán que primero te ha de menester para luego engañarte y dejarte en la estacada como hizo con IU o con sus colegas de partido para auparse al Poder.

Si finalmente C's tragara con la ida de dos políticos amortizados por la corrupción y que ya estaban de salida como Griñán y Chaves para facultar que Díaz sea investida, habría hecho un pan como unas tortas y se plasmaría la paradoja de que antiguos votantes del PP -bien que optaron por ella como voto útil para frenar a Podemos o que migraron a C's por contravenir sus promesas- entronizarían a Díaz, al cabo de los tres años de la gesta del PP. En la práctica, el pacto de investidura solo comprometería a C's que, una vez mordida la fruta prohibida, no sólo habrá perdido su estado de gracia, sino que seguirá los derroteros del PA y de IU. Mucho más una formación de aluvión, cuya tripulación es del desconocimiento pleno de un capitán que contrata detectives para certificar sus buenas conductas.

Pensar que, por un decálogo rimbombante, el PSOE modificará la forma de conducirse de treinta años de régimen es de una ingenuidad delirante. Basta ver la relación de imputados arrecogidos en los beaterios de la administración paralela, tras verse obligados a quitarles de en medio y preservarles la nómina pública. Pongamos que hablamos de Irene Sabalete y sus testigos de Jehová. Dado que el papel lo aguanta todo, más cuando la necesidad apremia, firmarán hasta lo que no hay en los escritos. Incluso, esa cláusula de imposible de cumplir por la que resarcirán de su bolsillo el dinero que los ladrones de lo público saqueen del erario. Que empiecen con los ERE y los cursos de formación.

Remontando Guadalquivir arriba, en el corto trayecto que va desde Sanlúcar de Barrameda, donde el líder andaluz de C's ya gobierna ocho años como independiente con el PSOE, C's ha podido embarrancar su futuro por medio de este pacto de Montpensier, reminisciencias de aquel legendario conspirador que fue Antonio Orleans, ligado a ambas ciudades. Asentó su Corte chica en San Telmo y su residencia de verano en la San Sebastián del Sur. A este paso, Albert Rivera va camino de vivir rápido, morir joven y dejar un bonito cadáver (político), como James Dean, tras franquear la Presidencia a un PSOE que encarna los males de la corrupción y el clientelismo, ejes de su perennidad en el Poder.


Ni la ley ni los códigos frenaron nunca al PSOE-A, como para hacerlo unos advenedizos. Simulando ceder ante estos aparentes garibaldianos que recabaron votos para finiquitar el régimen, el PSOE aplica la máxima de Tomasi di Lampedusa en su novela Il Gattopardo: «Si queremos que todo siga igual, es necesario que todo cambie».

Quizá, después de querer enseñar a pescar a los andaluces, Rivera ha decidido recoger la caña y plegarse al orden reinante. Habrá interiorizado que, en este Mezzogiorno español, como en la Sicilia del Príncipe de Salina, «cada intromisión, si es de extranjeros por su origen, si es de sicilianos por independencia de espíritu, trastorna su delirio de perfección lograda, corre el peligro de turbar su complacida espera de la nada». Perdida la inocencia de los grupos emergentes, el régimen quedará incólume y el palacio de San Telmo tranquilo como un convento.

Frente a enredos y embrollos, convendría un procedimiento de doble vuelta en el que el ciudadano no pierda el sentido de su voto y resuelva por su cuenta quién lo gobierna sin mercadeos ni componendas partidistas. Ya explicó el politólogo Maurice Duverger en La democracia sin el pueblo que esas amalgamas poselectorales obran esperpentos que no se aproximan, ni de lejos, a lo votado. En vez de las urnas, resuelven los despachos, perpetrando estafas. Esta causa despeñó la IV República en Francia y ocasionó que De Gaulle promulgara un sistema mayoritario a dos vueltas.

No se atisba por qué Rajoy reculó, embarcando a los suyos, y el PSOE hizo cuestión de gabinete de una invitación no necesariamente lesiva. Como dice el clásico, «quien, cuando puede, no quiere, bien es que, cuando quiera, no pueda, perdiendo por el mal querer el bien poder». La cerrazón del PSOE al negarse a que los regidores salgan de la lista más votada puede volverse en contra y favorecer de rebote al PP en las municipales por la atomización política.

Si el PP afronta un previsible retroceso (en 2011 recogió la mayor cosecha de su historia), al PSOE no se le presenta mejor, con el añadido de que ahora tendrá comprometido armonizar sus intereses con Podemos, IU y otras candidaturas de izquierda y nacionalistas, además de granjearse a C's, UPyD e independientes. Díaz sólo ha reparado al empantanarse su Presidencia. Vueltas que da la vida. La adaptación de aquella «geometría variable» de Zapatero deberá ser el cañamazo de la legislatura y constreñirá a Díaz, como a la Reina Negra de Lewis Carroll, a correr a todo meter para permanecer donde estaba cuando precipitó las elecciones como un parto programado.

francisco.rosell@elmundo.es


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