martes, 26 de mayo de 2015

Comentarios breves: Dialogando que es gerundio por Luis Marín Sicilia = cuestiones de sentido común; hay que evitar el abismo. Recomendado + Segunda reflexión, por Antonio Gala; ya se ha producido el cambio.

Hablaron las urnas y toca conocer la verdadera capacidad de la clase política, la de los viejos y la de los emergentes. Porque, en una sociedad tan plural como la surgida del 24-M, o los partidos aprenden a soportar sus diferencias, como hicieron los políticos de la Transición, buscando puntos de encuentro, o cavarán su propia tumba porque este país tolera todo menos una confrontación estéril que arrastre a la sociedad en su conjunto al borde del precipicio.

 

Tres principios debieran inspirar los posibles pactos:

Dialogando que es gerundio

1) La corrupción, sea en beneficio propio o en prebendas para comprar voluntades, no puede volver a ser impune entre nosotros, y la clase política debe dejar de tener privilegios tales como el aforamiento y el uso arbitrario del dinero público.

2) La eficacia en la gestión de los recursos públicos, que son limitados, es la base del progreso. Un gobierno que dilapide alegremente el dinero de todos es un gobierno que, antes o después, aboca a la sociedad que representa al empobrecimiento.

3) Los pactos deben hacerse en positivo. Una componenda contra otros es un pacto negativo que tiene su basamento en criterios deleznables que repelen a una sociedad madura donde, detrás de cada voto, hay un ciudadano con plenitud de derechos cívicos.

Y una premonición: Si los intereses particulares prevalecen sobre el interés general, la situación política a la italiana que ahora se inicia terminará haciendo añorar al vilipendiado bipartidismo, provocando reformas electorales que eviten la ingobernabilidad de las instituciones. Así ocurrió en Francia, donde se impuso la segunda vuelta para garantizar gobiernos estables; así está ocurriendo en Italia, donde se aborda la reforma pertinente, y así ocurrirá en todos los sitios donde la sociedad quede escarmentada de situaciones de inestabilidad política derivadas de un fraccionamiento ingobernable provocado por los múltiples grupos políticos concurrentes incapaces de garantizar el interés general.



Segunda reflexión.  ANTONIO GALA

ME GUSTA la política cuando da una lección: más que cuando provoca una elección. Se trata de una decisión no tomada por ella, sino por el conjunto de los ciudadanos que, sin perseguirlo, se ponen de acuerdo para rechazar a quien los ignora. Ese es el secreto del idioma político: son muchos los que lo hablan y lo entienden a la perfección; es su propio idioma y lo entienden entre ellos solos y es la razón de su victoria. Por ella lo harían todo: lo malo, lo bueno y lo inservible. España entera, accesorios incluidos, piensa así. A pesar de recibir lecciones tan claras como esta última. Y no se explique todo por el hastío provocado a fuerza de repetirse una actitud; no se trata de la busca de un cambio: el cambio se ha provocado ya, se le ve si se tiene costumbre. En política los gestos se repiten alternándose. Quizá la ciencia -si puede llamarse así- de la política es una ciencia exacta, que nos sorprende en ocasiones (Inglaterra o España) porque no conocemos sus verdaderas reglas. Se basan en muy distintas apoyaturas: el hastío moral, el temor al ridículo, el exceso de coste duradero, la resignación exacerbada, las pequeñas pasiones, la confianza excesiva... Todo lo que hemos visto, porque así ha sucedido, es una prueba. Los que ahora llegan, ¿aprenderán a comprenderlo? Si es así, su permanencia será larga. Aun con un enemigo en casa.






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