- Dando un paso haca atrás para andar dos hacia delante, Podemos diluye las líneas rojas que le trazó a Díaz.
- Con estos "descastados" se predispone a abrazarse a una casta que frisa los cuarenta años en el poder.
A VUELTA DE PÁGINA
Post festum, pestum...
SI ARENAS LA noche de su victoria de mayo de 2012, asomado
al balcón de su partido, hubiera exteriorizado urbi et orbi que, con 50
escaños, no sólo gobernaría, sino que lo haría en solitario, se
habría pensado que deliraba. Mutatis mutandis, igual habría debido ocurrir cuando Susana Díaz, tras inseminar artificialmente unos comicios por no atenerse
a los plazos que los fijaban en la primavera de 2016, ganó este 22-M con tres
escaños menos -47, como Griñán, a 8 de la mayoría absoluta- y pregonó que presidirá la Junta sin apoyos faltando a la más
elemental lógica, no ya política, sino aritmética. A las pocas horas, empero, se esfumó el espejismo
ratificándose el adagio: Post festum, pestum.
Como algunos sueños se cumplen y la mayoría se roncan, según
Jardiel, aquel ruido por una victoria pírrica fue indecoroso. Aliada con el señor D'Hont y con la fragmentación del
voto -arañó el último escaño en cinco provincias, lo cual maquilló el
desenlace-, Díaz colectó menos mies que
ningún otro del PSOE, aunque venda su amarga victoria como los soviéticos
multiplicaban los quintales en sus planes quinquenales. Hinchándose como el
sapo de la fábula para aparentar ser un buey, casi inscribe «veni, vidi, vici»,
como César.
No obstante, velis nolis, quiera o no quiera, tendrá que
ungirse doblando la cerviz bajo las horcas caudinas de una oposición que, si se
allana tácita o explícitamente, se pringa y resbala por el mástil de la cucaña
-como en la Velá de Triana- sucumbiendo Guadalquivir abajo. Tras salirle
mal las cuentas, reclama -con desparpajo y victimismo- su rescate como un bien
de Estado, al modo de la salvación del soldado Ryan de la cinta de Spielberg.
Con sus ínfulas de Antoñita la Fantástica, lo que le lleva a
airear sus magros datos cual si fueran los onomatopéyicos de Escuredo en el 82
con 66 escaños (90.000 votos más con dos millones de votantes menos) o con las
mayorías absolutas de Borbolla o Chaves, habrá de contender con cuatro grupos
-una oposición tan desmigada como al inicio de la autonomía con UCD, AP, PSA y
PCA- con un único punto común: saber que quien se avenga al PSOE corre gran
riesgo, si es que no fenece, llámese PP, Podemos o Ciudadanos, como antes PA e
IU. No ayuda a Díaz no estar hecha a negociar, como notaron los telespectadores
de sus debates con Moreno Bonilla.
Aun así, todo sugiere que Podemos
pretende, para lavarse la cara de
su ligazón y financiación chavistas, así como los abusos que salpican a su
nomenclatura, encastar con el PSOE tras denigrar a la casta
política cuando sus cabecillas engrosaban otra no menor como la universitaria.
Si la indignación moral
es la típica estrategia con la que el idiota se dota de dignidad y a ellos les
reporta poder, estos descastados se predisponen a abrazarse a una
casta que frisa cuarenta años en el poder. Tamaña hipocresía recrea la escena de El proceso en la que
el sacerdote replica a K.: «No hay que considerar que todo es verdadero, sólo
hay que considerarlo como preciso», lo que hace colegir a Kafka: «Y de este
modo la mentira se convierte en orden universal».
Conviene no perder de vista que
estos neocomunistas son hijos naturales del bolivarismo chavista, pero también
de Zapatero, quien parece
querer gobernar nuevamente este país tras dejarlo en la ruina para ver si, por
medio de terceros, remata lo dejado a medias. Primero se citó a escondidas con Iglesias y Errejón, a
solicitud de Bono -perejil de todas las salsas-
y luego monta una diplomacia paralela a la del
Gobierno reuniéndose con adalides del
«socialismo del siglo XXI» -nuevos odres del viejo comunismo- como Raúl Castro
o Evo Morales. Al tiempo, viste a Podemos ante la prensa europea de
«socialdemócrata». ¿Acaso Lenin no lo fue
formalmente también como líder del Partido Obrero Socialdemócrata Ruso (POSR)
que, con la Revolución de Octubre, se refundó
comunista bajo el acrónimo PCUS? Por los clavos de Cristo, ¿cómo es posible tanta
ignorancia, idiocia o maldad?
Tras el contubernio
prenavideño en casa de Bono, donde pudo fraguarse la asistencia al PSOE en
Andalucía y donde menester fuera, Pablo Iglesias templa gaitas, modera su
ímpetu antisistema y comparece, como en el mitin de Dos Hermanas, como un nuevo
Felipe González. Dando un
paso hacia atrás para dar dos adelante -estrategia leninista-, Podemos diluye las
líneas rojas que le trazó a Díaz y echa en saco roto su consulta a afiliados y
simpatizantes, una vez que el soviet domina este
movimiento originariamente asambleario.
En este gatuperio, Díaz, después de negar
que no se concertaría con Podemos, al que repudió
como al PP, podrá argüir que ella no ha pedido su apoyo. Stricto sensu puede
ser cierto, pero significará una media verdad -la peor de las mentiras- porque, en estos esponsales por poderes, firmó por ella
Zapatero, su padrino en su primera toma de posesión como presidenta, y Bono de
testigo.
Este himeneo presupone «las últimas tardes con Teresa»
(Rodríguez), a quien Díaz dejó con la palabra en la boca en su entrevista
exploratoria y a la que su jefe de filas tampoco tiene en mejor estima,
relegando en la negociación a quien fue candidata a
la Junta. Se
trata de una purga que se ajusta a los postulados de Lenin en Un paso adelante,
dos pasos atrás, obra de 1904, donde establece que el bolchevismo como partido
de nuevo cuño exige disciplina férrea y subordinación rigurosa a los organismos
centrales. A este paso, los Círculos de
Podemos van a revertir en argollas. Como
alertó Popper, quien brinda el paraíso en la tierra no produce otra cosa que un
infierno.
Consumado ese
maridaje por el que la suerte de Andalucía se dirime en
cenáculos madrileños, al modo de la política caciquil de la Restauración, Díaz buscará camelarse a
Ciudadanos -no basta con la abstención
de Podemos, salvo voto afirmativo que se antoja excesivo- para, de paso, aislar
al PP, pese a pedirle la cabeza de Chaves y Griñán, o lo que es lo mismo las
actas que los aforan, extremo que no es fácil de obtener, salvo el compromiso
de no presentarlos a la reelección. El
escaño es personal y ninguno querrá dar pábulo con su dimisión a los indicios
que originaron su encausamiento por los ERE. Puro maquillaje, por lo demás,
esto de alancear a moro muerto.
De transigir, Ciudadanos, recipiendario de desencantados del
PP, se entrevería como un Caballo de Troya del PSOE. Ello lastraría su potencialidad para, auspiciado por el
carisma de milhombres Rivera, ser fuerza bisagra
entre los dos grandes partidos nacionales, moviendo al nacionalismo. En contraste con la
fallida operación Roca, que nació con un sesgo nacionalista, ésta otra,
nacida asimismo del
corazón de Cataluña, tiene carácter nacional y de salvaguarda de la
Constitución. Un traspiés en Andalucía
le pondría a los pies de los caballos como se encuentran Rosa Díez y UPyD.
En estos vaivenes, el
PP sufre la presión de quienes apelan a su condición de partido de Gobierno.
Principalmente de presupuestívoros que
viven del Presupuesto y arriman el ascua a Díaz en pro de una estabilidad
ficticia desde la Semana Santa de 2009 cuando Zapatero removió a Chaves y que Díaz ha prorrogado hasta
legitimarse en las urnas para lucir cartas credenciales en Madrid. Como no se zafe de esos intereses creados del
Régimen, el PP se quedará en las raspas como en el País Vasco tras hacer
lehendakari a Patxi López.
La investidura de Díaz
no bastará para garantizar la gobernabilidad, pues la inestabilidad acompaña, como la sombra al cuerpo, a quien, como
verificó el último comité federal del PSOE, es insaciable y hace de la política
un campo abierto a la intriga. Más que
gobernabilidad, lo que los andaluces precisan es una buena gobernación que ni
se la plantean quienes sólo anhelan atesorar más poder.
Habiendo alegado que debía
anticipar la cita electoral para que hablara el pueblo, pronto se verá el caso
omiso que hace a esa voluntad soberana. Toca aguardar a que
cese el cubileteo y el fuego de artificio para ver dónde se empareja cada bola
premiada en el sorteo electoral del 22-M. En
especial, quienes le rindieron su papeleta para frenar a Podemos y sellar una
estabilidad en el aire.
Por Francisco Rosell.
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