lunes, 6 de abril de 2015

Post festum, pestum, por Francisco Rosell.... y ya estamos viendo lo de Podemos en la Junta, simil de los postulados de Lenin; Un paso adelante, dos pasos atrás.....

  • Dando un paso haca atrás para andar dos hacia delante, Podemos diluye las líneas rojas que le trazó a Díaz.
  •  Con estos "descastados" se predispone a abrazarse a una casta que frisa los cuarenta años en el poder.




A VUELTA DE PÁGINA

Post festum, pestum...



SI ARENAS LA noche de su victoria de mayo de 2012, asomado al balcón de su partido, hubiera exteriorizado urbi et orbi que, con 50 escaños, no sólo gobernaría, sino que lo haría en solitario, se habría pensado que deliraba. Mutatis mutandis, igual habría debido ocurrir cuando Susana Díaz, tras inseminar artificialmente unos comicios por no atenerse a los plazos que los fijaban en la primavera de 2016, ganó este 22-M con tres escaños menos -47, como Griñán, a 8 de la mayoría absoluta- y pregonó que presidirá la Junta sin apoyos faltando a la más elemental lógica, no ya política, sino aritmética. A las pocas horas, empero, se esfumó el espejismo ratificándose el adagio: Post festum, pestum.

Como algunos sueños se cumplen y la mayoría se roncan, según Jardiel, aquel ruido por una victoria pírrica fue indecoroso. Aliada con el señor D'Hont y con la fragmentación del voto -arañó el último escaño en cinco provincias, lo cual maquilló el desenlace-, Díaz colectó menos mies que ningún otro del PSOE, aunque venda su amarga victoria como los soviéticos multiplicaban los quintales en sus planes quinquenales. Hinchándose como el sapo de la fábula para aparentar ser un buey, casi inscribe «veni, vidi, vici», como César.

No obstante, velis nolis, quiera o no quiera, tendrá que ungirse doblando la cerviz bajo las horcas caudinas de una oposición que, si se allana tácita o explícitamente, se pringa y resbala por el mástil de la cucaña -como en la Velá de Triana- sucumbiendo Guadalquivir abajo. Tras salirle mal las cuentas, reclama -con desparpajo y victimismo- su rescate como un bien de Estado, al modo de la salvación del soldado Ryan de la cinta de Spielberg.

Con sus ínfulas de Antoñita la Fantástica, lo que le lleva a airear sus magros datos cual si fueran los onomatopéyicos de Escuredo en el 82 con 66 escaños (90.000 votos más con dos millones de votantes menos) o con las mayorías absolutas de Borbolla o Chaves, habrá de contender con cuatro grupos -una oposición tan desmigada como al inicio de la autonomía con UCD, AP, PSA y PCA- con un único punto común: saber que quien se avenga al PSOE corre gran riesgo, si es que no fenece, llámese PP, Podemos o Ciudadanos, como antes PA e IU. No ayuda a Díaz no estar hecha a negociar, como notaron los telespectadores de sus debates con Moreno Bonilla.

Aun así, todo sugiere que Podemos pretende, para lavarse la cara de su ligazón y financiación chavistas, así como los abusos que salpican a su nomenclatura, encastar con el PSOE tras denigrar a la casta política cuando sus cabecillas engrosaban otra no menor como la universitaria. Si la indignación moral es la típica estrategia con la que el idiota se dota de dignidad y a ellos les reporta poder, estos descastados se predisponen a abrazarse a una casta que frisa cuarenta años en el poder. Tamaña hipocresía recrea la escena de El proceso en la que el sacerdote replica a K.: «No hay que considerar que todo es verdadero, sólo hay que considerarlo como preciso», lo que hace colegir a Kafka: «Y de este modo la mentira se convierte en orden universal».

Conviene no perder de vista que estos neocomunistas son hijos naturales del bolivarismo chavista, pero también de Zapatero, quien parece querer gobernar nuevamente este país tras dejarlo en la ruina para ver si, por medio de terceros, remata lo dejado a medias. Primero se citó a escondidas con Iglesias y Errejón, a solicitud de Bono -perejil de todas las salsas- y luego monta una diplomacia paralela a la del Gobierno reuniéndose con adalides del «socialismo del siglo XXI» -nuevos odres del viejo comunismo- como Raúl Castro o Evo Morales. Al tiempo, viste a Podemos ante la prensa europea de «socialdemócrata». ¿Acaso Lenin no lo fue formalmente también como líder del Partido Obrero Socialdemócrata Ruso (POSR) que, con la Revolución de Octubre, se refundó comunista bajo el acrónimo PCUS? Por los clavos de Cristo, ¿cómo es posible tanta ignorancia, idiocia o maldad?

Tras el contubernio prenavideño en casa de Bono, donde pudo fraguarse la asistencia al PSOE en Andalucía y donde menester fuera, Pablo Iglesias templa gaitas, modera su ímpetu antisistema y comparece, como en el mitin de Dos Hermanas, como un nuevo Felipe González. Dando un paso hacia atrás para dar dos adelante -estrategia leninista-, Podemos diluye las líneas rojas que le trazó a Díaz y echa en saco roto su consulta a afiliados y simpatizantes, una vez que el soviet domina este movimiento originariamente asambleario.

En este gatuperio, Díaz, después de negar que no se concertaría con Podemos, al que repudió como al PP, podrá argüir que ella no ha pedido su apoyo. Stricto sensu puede ser cierto, pero significará una media verdad -la peor de las mentiras- porque, en estos esponsales por poderes, firmó por ella Zapatero, su padrino en su primera toma de posesión como presidenta, y Bono de testigo.

Este himeneo presupone «las últimas tardes con Teresa» (Rodríguez), a quien Díaz dejó con la palabra en la boca en su entrevista exploratoria y a la que su jefe de filas tampoco tiene en mejor estima, relegando en la negociación a quien fue candidata a la Junta. Se trata de una purga que se ajusta a los postulados de Lenin en Un paso adelante, dos pasos atrás, obra de 1904, donde establece que el bolchevismo como partido de nuevo cuño exige disciplina férrea y subordinación rigurosa a los organismos centrales. A este paso, los Círculos de Podemos van a revertir en argollas. Como alertó Popper, quien brinda el paraíso en la tierra no produce otra cosa que un infierno.

Consumado ese maridaje por el que la suerte de Andalucía se dirime en cenáculos madrileños, al modo de la política caciquil de la Restauración, Díaz buscará camelarse a Ciudadanos -no basta con la abstención de Podemos, salvo voto afirmativo que se antoja excesivo- para, de paso, aislar al PP, pese a pedirle la cabeza de Chaves y Griñán, o lo que es lo mismo las actas que los aforan, extremo que no es fácil de obtener, salvo el compromiso de no presentarlos a la reelección. El escaño es personal y ninguno querrá dar pábulo con su dimisión a los indicios que originaron su encausamiento por los ERE. Puro maquillaje, por lo demás, esto de alancear a moro muerto.

De transigir, Ciudadanos, recipiendario de desencantados del PP, se entrevería como un Caballo de Troya del PSOE. Ello lastraría su potencialidad para, auspiciado por el carisma de milhombres Rivera, ser fuerza bisagra entre los dos grandes partidos nacionales, moviendo al nacionalismo. En contraste con la fallida operación Roca, que nació con un sesgo nacionalista, ésta otra, nacida asimismo del corazón de Cataluña, tiene carácter nacional y de salvaguarda de la Constitución. Un traspiés en Andalucía le pondría a los pies de los caballos como se encuentran Rosa Díez y UPyD.

En estos vaivenes, el PP sufre la presión de quienes apelan a su condición de partido de Gobierno. Principalmente de presupuestívoros que viven del Presupuesto y arriman el ascua a Díaz en pro de una estabilidad ficticia desde la Semana Santa de 2009 cuando Zapatero removió a Chaves y que Díaz ha prorrogado hasta legitimarse en las urnas para lucir cartas credenciales en Madrid. Como no se zafe de esos intereses creados del Régimen, el PP se quedará en las raspas como en el País Vasco tras hacer lehendakari a Patxi López.

La investidura de Díaz no bastará para garantizar la gobernabilidad, pues la inestabilidad acompaña, como la sombra al cuerpo, a quien, como verificó el último comité federal del PSOE, es insaciable y hace de la política un campo abierto a la intriga. Más que gobernabilidad, lo que los andaluces precisan es una buena gobernación que ni se la plantean quienes sólo anhelan atesorar más poder.

Habiendo alegado que debía anticipar la cita electoral para que hablara el pueblo, pronto se verá el caso omiso que hace a esa voluntad soberana. Toca aguardar a que cese el cubileteo y el fuego de artificio para ver dónde se empareja cada bola premiada en el sorteo electoral del 22-M. En especial, quienes le rindieron su papeleta para frenar a Podemos y sellar una estabilidad en el aire.


Por Francisco Rosell.

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