Construcción sostenible....de patrañas
Me lo quedo, por Paco
Romero.
- “Buenas tardes, si
me atiende diez minutos le haré una oferta que no podrá rechazar”.
¿Qué harían ustedes si se le presenta en casa, a eso de la
sobremesa, un ciudadano que le promete el oro y el moro (con perdón), en lo que
parece un claro ejemplo -otro- del timo del tocomocho?
- “Verá, le propongo
renovar los cierres y ventanas de su casa con la mejor cristalería y
carpintería de PVC del momento, lo que le supondrá un ahorro energético
superior al 70 % y pagando sólo el 30 % de su coste?
¿Qué hago, lo despido
amablemente con buenas palabras, o lo escucho con interés a ver la forma que
tengo de pillarlo mientras doy aviso a la policía?
Cual “quijote”,
soslayando el fastidio de la hora, opto por lo segundo y, ¡oh, sorpresa!,
cuando el índice de mi mano derecha se mostraba presto y dispuesto a marcar el
091, se me descubre fehacientemente que de timo nada, al menos en lo que a mí
respecta (de momento, como al final aclararé).
- “Mire, la Resolución de 6 de febrero de 2015, de la
Secretaría General de la Agencia Andaluza de la Energía, ha abierto el plazo
para presentar solicitudes correspondientes a la convocatoria de 2015 de los
incentivos acogidos al Decreto-ley 1/2014, para fomentar la construcción
sostenible”.
¡Mandeee! Efectivamente, me voy
directo al BOJA y leo estupefacto y “entre arcadas” el punto sexto: “El objeto de la presente resolución es lograr un
mayor impacto y optimización de los créditos actualmente disponibles,
extendiendo los beneficios de los incentivos a un mayor número de personas y
entidades beneficiarias, así como de empresas colaboradoras. Para conseguir
dicho objetivo, se requiere que las actuaciones incentivables sean de importe
inferior a 18.000 euros, IVA excluido, dado que estas actuaciones, por su
importe y características, se tramitan por un procedimiento muy simplificado...”.
¡Y tan simplificado! Dice el Decreto-ley (¿por qué no una simple Orden?) de referencia: “El procedimiento de concesión de
incentivos se iniciará a solicitud de la persona o entidad interesada, y se
tramitará y resolverá en régimen de concurrencia no competitiva por orden
cronológico de entrada en el Registro Telemático Único de la Administración de
la Junta de Andalucía, en atención a la mera concurrencia de una determinada
situación en la persona o entidad perceptora, sin que sea necesario establecer
la comparación de solicitudes ni otra prelación entre las mismas (...) El pago
del incentivo se hará por cesión del derecho de cobro a la empresa colaboradora
a través del formulario de representación establecido en el Anexo III.
¡Que sí, que sí, que esa es la fórmula; que sí, que sí, que eso dice
literalmente!, además de otras disposiciones que merecerían no menos de media docena
de tesinas sobre “la bochornosa huida
del Derecho Administrativo”.
Llegaba pues el
momento de atender a la razón (la oportunidad de renovar los ventanales a un
precio cuasi simbólico), o a la conciencia (¿por qué yo, y en las mismas
condiciones que un representante de la Casa de Alba o que otra persona con
mayores necesidades?), o a ambas (¿qué tengo que perder?). Y tras unos minutos
de insensata vacilación, aunque no iba a depender de mí sino de la pericia con
los navegadores de Internet de mi “empresa colaboradora”, opté por lo que
parece racional e irrechazable: ¡me lo quedo!, o mejor ¡apúntame!
Coincidente con mi
atinada decisión y a resultas de la de depurada técnica de mi “contratista a la
fuerza” con el Chrome en detrimento del Firefox, o del Explorer en menoscabo
del primero -genio grabador de presupuestos en el sistema- se ha sabido que en solo ocho horas se
repartieron los casi 75 millones de euros del fondo para 14.500 proyectos que
“ayudarán a fomentar la construcción sostenible en la Comunidad”.
Como dije antes, al
menos de momento nada de fraude en lo que a mí directamente concierne, otra
cosa será el juicio del resto de ciudadanos que, cortés y solícitamente, seguro
que también inconscientemente, van a colaborar conmigo y con otros 14.999
andaluces a hacernos la vida más llevadera, aportando
el 70 % de cada uno de los proyectos. Todo ello dando por
hecho que la actuación llegue a feliz término porque me resisto a creer que en
algunos casos no haya desagradables sorpresas: primero, con una subvención que me conceden a mí pero que no controlo
en momento alguno, ni en su fase
inicial de petición, ni en la de admisión, ni en la de resolución, ni por
supuesto en la de justificación; segundo, con una “empresa colaboradora” a
la que ya he liquidado por adelantado el 30 % del total de la obra y de la que
desconozco su capacidad de cumplimiento
inmediato; y tercero, todo ello en las nada garantes manos de una empresa
pública carente de potestad para la tramitación de subvenciones.
P.S.-
Decía ABC de Sevilla
el pasado 12 de febrero:
Cómo se controlan las
ayudasm. m.
Explica la Junta de
Andalucía que, una vez otorgado el dinero a los solicitantes que antes llegaron
a pedirlo, ahora deben presentar tres documentos que acrediten estar al tanto
con la Hacienda estatal, con la autonómica y con la Seguridad Social. Una vez
ejecutada la obra -colocado el toldo, cambiados los cerramientos de la casa,
aislada la fachada...-, hay que mandar una memoria en la que se recojan las
características de la intervención, que se ajusten a lo que se pidió. ¿Quién
comprueba que el documento presentado es cierto y no solo un papel que firma el
mismo albañil que cobra por hacer la obra? «Tenemos unos inspectores que hacen
revisiones aleatorias», aclaran desde la consejería de Economía, Innovación,
Ciencia y Empleo. Sin embargo es un misterio
cuántos inspectores hay o cuántas de las 14.500 obras se supervisarán. «No tenemos
inspectores en plantilla, se contratan sobre la marcha», explican.
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