domingo, 12 de abril de 2015

El maestro, Liz Taylor y la barbaridad, por Antonio Soler.Seguramente no se beneficiaron de ese engendro, pero tienen mucho que ver = ¿"Diseño Jurídico para hacer lo inadmisible y utilizar el erario público para ganar elecciones un año tras otro con dinero de todos?

¿Ingeniería jurídica, para quitar los controles y  "diseñar un sistema"  que permite el latrocinio generalizado de fondos públicos?


¿Cuando juran sus cargos no prometen guardar la Constitución y las leyes? 

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El desfile ante el Supremo de los altos cargos de la Junta es una especie de carnaval onírico en el que los personajes dicen cosas incongruentes y cobran rasgos de personalidades ajenas con una facilidad pasmosa. Y lo hacen sin que la lógica de los acontecimientos se resienta, tal como ocurre en los sueños. Solo que aquí estamos despiertos, o eso parece. José Antonio Viera, Carmen Martínez Aguayo, José Antonio Griñán, cada uno subvierte la línea racional por lado o por otro, diríase que cada uno en la medida de sus facultades.La parada la inició Viera con una gloriosa frase....«Sólo soy un maestro».....Ahí tenemos la confesión de una sospecha que desde hace lustros viene planeando sobre la política en general y sobre la de la Junta en particular. Nos gobiernan ineptos, es decir, personas que no tienen conocimientos ni preparación para desarrollar las funciones que requieren los puestos a los que llegan por vía partidista.

Martínez Aguayo sí tenía preparación, pero no tenía tiempo. Estaba muy ocupada y le llegaban muchos informes que no podía leer. Estaría haciendo política o cosas importantes. Ella, al ver tantos fotógrafos esperándola en la puerta del tribunal, dijo que se sentía como Elizabeth Taylor.......

Seguramente ni ella ni Viera ni Griñán se beneficiaron directamente de ese engendro, pero tienen algo, o mejor dicho, mucho, que ver ........ e implica responsabilidad, ética, moral, compromiso y velar por la justicia....... Algo que ahora reconoce el tercer imputado, Griñán, y que en su día se negó a hacerlo, acudiendo a mentiras....... cuando pretendió camuflar su dimisión con asuntos familiares y cuestiones privadas que en nada estaban relacionadas con los ERE ni con la corrupción que se había practicado mientras él estuvo en el gobierno....






http://www.elmundo.es/andalucia/2015/04/11/5528dc70ca47410d7c8b456c.html


El maestro, Liz Taylor y la barbaridad 

ANTONIO SOLER  11/04/2015

El desfile ante el Supremo de los altos cargos de la Junta es una especie de carnaval onírico en el que los personajes dicen cosas incongruentes y cobran rasgos de personalidades ajenas con una facilidad pasmosa. Y lo hacen sin que la lógica de los acontecimientos se resienta, tal como ocurre en los sueños. Solo que aquí estamos despiertos, o eso parece. José Antonio Viera, Carmen Martínez Aguayo, José Antonio Griñán, cada uno subvierte la línea racional por lado o por otro, diríase que cada uno en la medida de sus facultades. La parada la inició Viera con una gloriosa frase que, de haber sido legionario o futbolista, se podría tatuar en los bíceps: «Sólo soy un maestro». Magnífico, redondo, lapidario. Ahí tenemos la confesión de una sospecha que desde hace lustros viene planeando sobre la política en general y sobre la de la Junta en particular. Nos gobiernan ineptos, es decir, personas que no tienen conocimientos ni preparación para desarrollar las funciones que requieren los puestos a los que llegan por vía partidista.

Un maestro sin conocimientos jurídicos suficientes como para saber lo que estaba pasando, dijo, con palabras muy parecidas, Viera. Un buen maestro probablemente, un pésimo consejero que, en el mejor de los casos, no se enteraba de lo que estaba pasando delante de sus narices, un incompetente para desarrollar el trabajo que debía hacer. Él estaba allí para hacer política, afirma. Dejar que entre los dedos se le escurran cientos de millones de euros de los andaluces también es hacer política. ¿O qué es hacer política? ¿Preparar las pistas de despegue para ganar y volver a ganar elecciones? Eso es fútbol, como bien lo definió el gran Luis Aragonés. Ganar y ganar y ganar y volver a ganar. Darle patadas al erario público para meterlo en la portería y poder seguir ganando, jugando con nosotros. Es un concepto rastrero de la política.



Martínez Aguayo sí tenía preparación, pero no tenía tiempo. Estaba muy ocupada y le llegaban muchos informes que no podía leer. Estaría haciendo política o cosas importantes. Ella, al ver tantos fotógrafos esperándola en la puerta del tribunal, dijo que se sentía como Elizabeth Taylor. Pues sí. Más le habría valido estar harta de whisky, vodka, ron o lo que sea que tomara la señora de los ojos violeta -seguramente un revuelto de todo eso y algo más-, borracha como una cuba o casándose y descasándose una y otra vez antes que permitiendo consciente o inconscientemente este vergonzoso fraude que tiene en entredicho a toda una región, a la honestidad de un pueblo demasiadas veces vilipendiado y tachado de truhán por culpa de gente como la que organizó y se enriqueció con los EREs falsos. Seguramente ni ella ni Viera ni Griñán se beneficiaron directamente de ese engendro, pero tienen algo, o mejor dicho, mucho, que ver. Políticamente. Eso es mucho más que la coletilla de Aragonés e implica responsabilidad, ética, moral, compromiso y velar por la justicia. Algo que ahora reconoce el tercer imputado, Griñán, y que en su día se negó a hacerlo, acudiendo a mentiras de niño que no quiere ir al colegio cuando pretendió camuflar su dimisión con asuntos familiares y cuestiones privadas que en nada estaban relacionadas con los ERE ni con la corrupción que se había practicado mientras él estuvo en el gobierno. Pueriles estrategias para no reconocer una responsabilidad política que ahora, entre la espada y la pared del Supremo, asume como un mal menor. Aquello que no era nada, falsas acusaciones, maniobras de la oposición para ensuciar la honorabilidad de un gobierno decentísimo, ahora le parece a Griñán una «barbaridad». Lo mismo que siempre nos ha parecido a todos.

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