domingo, 26 de abril de 2015

A VUELTA DE PÁGINA Las Llagas del Parlamento, por Francisco Rosell. «Para los amigos, todo; a los enemigos, ni justicia»; y así estamos, podemos y ciudadanos, los títeres del nuevo Régimen, serán los que permitirán su continuidad = sin novedad en el frente, la Andalucía de siempre...

  • A medida que ganaba empaque arquitectónico, el Parlamento andaluz se ha degradado y desprestigiadoA medida que cumplía años y ganaba empaque arquitectónico, haciéndose palaciego en el antiguo Hospital de las Cinco Llagas tras trashumar por asientos prestados, el Parlamento se ha degradado y desprestigiado de arriba a abajo. Incluidos sus letrados, cuya ciencia ha trocado en triquiñuelas en pro del PSOE y de las que se valió el presidente de la Mesa de Edad, Luis Pizarro, para saltarse la legalidad reglamentaria en la sesión constitutiva de la nueva legislatura. Más que división de poderes, hay unidad de criterio como concluía un presidente de las Cortes franquistas, Rodríguez Valcárcel: «En las democracias, hay tres poderes independientes; en el Régimen, hay tres funciones y un solo poder: el de Franco». En esta recreación del caciquismo en que se ha pervertido la autonomía, el Parlamento es la extensión del Ejecutivo. La Cámara no fiscaliza, sino que es el Gobierno quien la tutela.


  • Durán ejemplifica lo dicho por Aristófanes, ya en el siglo V antes de Cristo: «Nuestra polis (...) posee hombres honrados y valiosos. Tiene también monedas de oro y plata pura, pero circulan las de cobre y baja ley. Igual acaece con los hombres de vida intachable y buena fama que son arrumbados por los de latón». Con el pretérito que arrastra su presidente, milagroso sería que no fuera el primero obligado a dimitir



Gatopardismo en poítica: "Si queremos que todo siga como está, necesitamos que todo cambie"



Ciudadanos y Podemos se conforman con que deje caer a dos fardos muertos como Griñán y Chaves para fingir que algo cambia. Perdido su privilegio de aforados, éstos volverán al juzgado de Alaya ya sin Alaya. A ésta la relevará una colega apadrinada por el consejero-fiscal Llera con todas las papeletas para extraviarse en el laberinto de los ERE con lo que ha costado coger el hilo en esta maraña y el escándalo dormirá el sueño de los (in)justos.



A VUELTA DE PÁGINA

Las Llagas del Parlamento

Por Francisco Rosell recomendado.



 UNA democracia digna de ese nombre y condición, alguien que hubiera anatemizado a un adversario en los términos deplorables que el nuevo presidente del Parlamento andaluz, Juan Pablo Durán, vilipendió al PP -«la derecha (...) solamente sabe matar»-, al tiempo que acusó a Rajoy de proclamar el estado de excepción en España, estaría inhabilitado para desempeñar tan alta magistratura. En la Andalucía de Susana Díaz, ello no sólo es posible, sino que constituye un mérito acreditativo, pese a que la ejemplaridad debiera ir anexa al mando, siguiendo la máxima orteguiana. Si Calígula proclamó a su caballo Incitatus cónsul, ella designa segunda autoridad de esta autonomía desfalleciente y degradada a quien es representación viviente del guerracivilismo.

Con un perfil y un currículo manifiestamente mejorables, a duras penas ejercitará una tarea que obliga a permanecer apartado de toda actividad y servidumbre partidista. Nada que ver con la apreciación de John Stuart Mill: «Si todos los hombres menos uno fueran de idéntica opinión y sólo uno tuviera la contraria, la humanidad entera no tendría más derecho a hacerle callar del que tendría esa persona disidente a hacer callar a la humanidad». Por contra, Durán ha sido escogido como cancerbero y peón de brega del Ejecutivo a cuya causa se entregará al no deber su cargo a su saber o decoro.

Sabido es que los gobernantes suspicaces promocionan lo más ínfimo con la vana persuasión de que, al depender sólo de su favor, pondrán todo su afecto en su bienhechor. Durán ejemplifica lo dicho por Aristófanes, ya en el siglo V antes de Cristo: «Nuestra polis (...) posee hombres honrados y valiosos. Tiene también monedas de oro y plata pura, pero circulan las de cobre y baja ley. Igual acaece con los hombres de vida intachable y buena fama que son arrumbados por los de latón».

Con el pretérito imperfecto que arrastra Durán, milagroso sería que no fuera el primer presidente obligado a dimitir. Bastaría que alguien retirara la espoleta de algunas de las bombas que almacena bajo sus pies. Lo de Irene Sabalete y los empleados públicos forzados a ser agentes electorales del PSOE si no querían terminar en la calle, podía quedar en una bagatela al lado de otras grabaciones más explosivas aún de este secretario del PSOE cordobés. No es ya que justifique corrupciones doquiera se registren, ya sea en Peñarroya-Pueblo Nuevo o en Baena, sino que ejemplifica el energumenismo de Perón: «Para los amigos, todo; a los enemigos, ni justicia».

A medida que ganaba empaque arquitectónico, el Parlamento andaluz se ha degradado y desprestigiado

Dado que su postulación es cosa de Díaz, ello prueba que ésta no puede desmarcarse de un ayer que la atrapa. Conociendo el paño, confecciona con ese género su nuevo manto presidencial. Mientras, Ciudadanos y Podemos se conforman con que deje caer a dos fardos muertos como Griñán y Chaves para fingir que algo cambia. Perdido su privilegio de aforados, éstos volverán al juzgado de Alaya ya sin Alaya. A ésta la relevará una colega apadrinada por el consejero-fiscal Llera con todas las papeletas para extraviarse en el laberinto de los ERE con lo que ha costado coger el hilo en esta maraña. Y el escándalo dormirá el sueño de los (in)justos.

A medida que cumplía años y ganaba empaque arquitectónico, haciéndose palaciego en el antiguo Hospital de las Cinco Llagas tras trashumar por asientos prestados, el Parlamento se ha degradado y desprestigiado de arriba a abajo. Incluidos sus letrados, cuya ciencia ha trocado en triquiñuelas en pro del PSOE y de las que se valió el presidente de la Mesa de Edad, Luis Pizarro, para saltarse la legalidad reglamentaria en la sesión constitutiva de la nueva legislatura. Más que división de poderes, hay unidad de criterio como concluía un presidente de las Cortes franquistas, Rodríguez Valcárcel: «En las democracias, hay tres poderes independientes; en el Régimen, hay tres funciones y un solo poder: el de Franco».

En esta recreación del caciquismo en que se ha pervertido la autonomía, el Parlamento es la extensión del Ejecutivo. La Cámara no fiscaliza, sino que es el Gobierno quien la tutela. Lejos del Parlamento británico donde los diputados descubiertos abusando de los medios a su servicio devuelven hasta el último penique y el bochorno les fuerza a poner fin a sus carreras, incluido el speaker(presidente). Por contra, en la asamblea andaluza, se apañan una subida clandestina de emolumentos. Entre tanto, su presidente, Manuel Gracia, permanecía impávido en su sitial y se jactaba de una transparencia que, a la vista de esta trapacería, resulta tramparencia. Periclitada la «luz y taquígrafos», luce la más absoluta penumbra y opacidad.

Como en un régimen democrático es esencial que se puedan discutir todos los asuntos, sin más límite que el respeto a las reglas, no se entiende que Podemos y Ciudadanos desdeñaran la conformación de la Mesa de la Cámara. De esta guisa, el PSOE tendrá práctica capacidad de veto sobre aquellas tramas corruptas que le incomoden bajo los argumentos peregrinos que convengan para la ocasión. Por sistema, frente a cualquier tema escabroso, el PSOE ha contravenido la doctrina del Tribunal Constitucional, vigente desde 2006, de que las Mesas han de limitarse a calificar y admitir a trámite las peticiones para no obstaculizar ni cercenar el debate parlamentario, en vez de cerrarse a cal y canto a las pesquisas de la oposición.

Por miedo a responder de sus actos, se merma la calidad de la democracia y se judicializa la política con la consiguiente politización de la Justicia. Por mor de ello, los gobernantes se escudan -como la cúpula de los ERE, con Chaves y Griñán a la cabeza- en los altos tribunales, donde es visible la mano de los políticos que deben ser juzgados. Esto explica el marasmo institucional. Arrasando la separación de poderes, el Parlamento parece una «escribanía del gobierno», expresión argentina que alude a como sus congresistas subscriben en un abrir y cerrar de ojos lo que les manufactura el Ejecutivo.

Si el speaker, tras ser elegido, finge que forcejea para no ser encaramado a su silla, no se trata de una zalema. Evoca que el cargo lleva consigo honores, pero también cargas. Aun sin llegar a los peligros de los siglos XV y XVI, en pleno cenit de la lucha entre los Comunes y el monarca. Seis speakers murieron en la horca o bajo cuchilla. De hecho, ningún rey puede penetrar en la Cámara desde que Carlos I lo hizo resuelto a apresar a unos diputados. Desató una contienda saldada con su decapitación. En su seno, el speaker es como el rey y goza de preeminencia sobre el primer ministro.

Con el pretérito que arrastra su presidente, milagroso sería que no fuera el primero obligado a dimitir

Los Comunes no requieren un ostentoso salón de plenos, sino el rehecho tras devastarlo una bomba nazi. Se desechó erigir un palacio a las afueras de Londres donde «hallen el solemne y grandioso acomodo que requiere su importancia». Su traza de coro catedralicio impone un estilo sin fatuidad ni afectación. Sus deliberaciones, al carecer de reglamento, se rigen por la costumbre. Al fin y al cabo, su Constitución tampoco está escrita, sino grabada en el sentimiento. A nadie se le ocurriría jurar o prometer del modo que lo hicieron algunos diputados de Podemos e IU al constituirse el Parlamento, como si figuraran en una charlotada. Si no se toman en serio su deber, no querrán que los demás lo hagan.

Remisos a introducir la utopía en su legislación, los ingleses sí tienen el hábito de decir lo que les parece sin trabas. Es frecuente el miembro de un partido que critica a su jefe o el diputado de la mayoría que ataca al primer ministro. Por eso, ni siquiera Churchill, héroe de su tiempo, se libró de la invectiva afrontando en plena guerra dos votos de censura. Algo consustancial a un país que, en el despacho del ministro del Tesoro, figura un busto de un canciller proscrito por meter los dedos en la caja y que se topó con esta escueta nota del primer ministro: «Su Majestad ha estimado oportuno nombrar una nueva Junta de la Tesorería; en ella no veo su nombre». ¡Cuántos saqueos se habrían evitado en este Puerto de Arrebatacapas donde su Parlamento sangra por sus llagas!

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