sábado, 21 de marzo de 2015

Un alfiler de palo, por Antonio Burgos + A quien votar por Alfonso Lazo = Que esperas del 22M ¿¿???

Que  esperas del 22M ¿¿???





http://www.antonioburgos.com/abc/2015/03/re032115.html

http://www.elmundo.es/andalucia/2015/03/20/550bd83c22601dd76d8b456d.html

Un alfiler de palo

Un alfiler de palo Vengo del supermercado, de comprarles dos bolsas de arena para el cajón sanitario de su cacorra a mis amos y señores los gatos, y una vecina me para por la calle. Dejo las dos bolsas de arena en el suelo, porque pesan lo suyo, y la saludo y escucho mientras me dice:

 -- Que no deje usted de publicar los sábados lo de las palabras nuestras, Burgos, que me encantan. 
¿Las ha reunido usted ya en un libro? Es que me gustaría tenerlo, para que lo leyeran mis hijas y no se pierdan esas palabras, que son un tesoro... 

 Le aclaro ahora a esta amable lectora que ese libro ya existe. Varios. De un lado está el "Vocabulario andaluz" de Antonio Alcalá Venceslada. De otro, el "Diccionario del habla sevillana", de Manuel González Salas, que se escribe Manuel González Salas y se pronuncia "Manolito el de Inca", como se conoce a este veterano publicitario, que también ha reeditado varias veces su repertorio lexicográfico "Así hablamos". Se escribe de una forma y se pronuncia de otra... Es nuestra tesis en defensa de la fonética y del léxico del habla sevillana. Y a ello vamos. Esa ley llega hasta al callejero: se escribe "Mateos Gago", pero se pronuncia "Mateo Jago", curiosísimo caso en que la aspiración de la "s" final como significante de plural hace sorda a la gutural sonora que la sigue, y perdón por la pedantería filológica, pero hay cosas, como montar en bicicleta o como el manual de Tomás Navarro Tomás, que en esta vida no se olvidan. .

 Dijimos hace poco que se escribe "agujero" pero se pronuncia bujero. Como la que nos harán los zapatos que estrenemos el Domingo de Ramos se escribe "sobadura" y se pronuncia sebadura. Y también en cofradiera materia, el nombre de la marcha hímnica de la Semana Santa que compuso Font de Anta la escriben últimamemte como "Amarguras", pero se sigue pronunciando Amargura, que fonéticamente no es ni sorda ni sonora: es Silencio Blanco en forma de hermosura de su Virgen. Y para mañana está muy de actualidad una expresión totalmente de escaparate del Bazar Victoria en Entrecárceles: se escribe "pinza de la ropa", pero en Sevilla se pronuncia "alfiler de palo". Alfileres de palo que estoy repartiendo profusamente entre mis amistades de cara a la jornada electoral de mañana. A la hora de coger la papeleta de voto, nada mejor que un buen alfiler de palo electoral para la nariz, que los venden de todos los tamaños en el mentado Bazar Victoria: S, M, L y hasta XL para los muy narigudos. Llegas al colegio electoral, te pones tu alfiler de palo en la nariz, coges la papeleta que tienes que coger y votas lo que tienes que votar... y te dejas de cuentos, de aventuras y de suicidas votos en forma de venganza contra la blandenguería de Rajoy o contra el Zoido de la mayoría absoluta inédita. 

 Compruebo con alegría que también usa este alfiler de palo, como servidor, mi muy admirado profesor Alfonso Lazo, catedrático de Historia Contemporánea, máximo especialista en Desamortización y régimen de propiedad de la tierra, quien dio la cara por la libertades cuando había que darla, frente a la dictadura de Franco, militando en el PSP de Tierno Galván y que, ya en la democracia, tras la fusión con el PSOE fue diputado a Cortes (1977-1996) y ocupó importantes cargos en el partido de la Foto de la Tortilla. En el que los antiguos seguidores del Viejo Profesor conservaron un talante y una vergüenza que a algunos, como a Lazo, les hizo pronunciar el dignísimo "Ea, señores, ya estoy yo en mi casa". Lo que fizo. Y como siempre leo en la competencia el artículo de Alfonso Lazo, me sorprendió ayer gratamente con su alfiler de palo, titulado "A quién votar". Que remataba diciendo: "El voto a Susana Díaz supone aceptar dos decenios más de un régimen paralítico. El voto a Juan Manuel Moreno es, al menos, el intento y la esperanza de romper el conservadurismo andaluz. Y ya está: no hay más opciones reales de cambio; lo que resta es folklore o una pesadilla. De modo que el domingo votaré al Partido Popular porque, aparte de lo dicho, mientras más votos consiga Moreno Bonilla más quedará de manifiesto en el próximo Parlamento andaluz lo que ya quedó de manifiesto en los debates de televisión: que Susana Díaz era un bluf." 

 Ea, pues ¡"ahí queó!".


A quién votar







 LO las personas cuentan: su genio, su honradez, la claridad de una moral, gente que diga cosas; no los partidos ni sus programas ni sus discursos. Imposible poner nuestra confianza en las organizaciones políticas, pero sí puede ponerse en figuras con nombre y apellidos. Por lo demás, en la democracia mediática del siglo XXI únicamente el individuo con carisma, rasgo de la personalidad que no se aprende ni se enseña sino que se tiene por nacimiento, puede llegar al poder. A quien lo posee también cabe exigirle una auctoritas virtuosa.

 Es el carisma lo que marca la diferencia entre Susana Díaz y Moreno Bonilla. La persona carismática se presenta con palabras y gestos nuevos capaces de enganchar a la multitud. Díaz encontró el tono preciso en sus primeras apariciones públicas: el PSOE se ha corrompido -vino a decir-, debemos hacer limpieza y ¡viva la unidad de España! Ideas fuertes que muchos españoles estaban deseando escuchar de los socialistas. Fueron suficientes; pero a partir de ese día ya no ha dicho nada nuevo, aunque siga manteniendo su carisma. En cambio, ni una idea sugestiva, ni una frase brillante, ni un gesto novedoso en Juan Manuel Moreno; sus palabras no pasan de repetir lo que denuncia la prensa cada mañana. Eppur...

 Y, sin embargo, el carisma no garantiza el buen gobierno; de hecho el demagogo, ruina de las naciones, tiene carisma por definición: Hitler, Mussolini, Largo Caballero, la Pasionaria... grandes demagogos carismáticos que condujeron al desastre. Nada ha demostrado hasta ahora que Susana Díaz sea capaz de gobernar; ninguna medida tomada de cierto vuelo; sólo palabras, sólo publicidad. Así que, como siempre, a la hora de votar sólo se puede votar lo menos malo. El poco convincente orador que es Moreno Bonilla por fuerza será mejor presidente que su rival en las urnas; por fuerza, porque el carisma deviene mera demagogia sin auctoritas, y Susana ha demostrado carecer de ella: incapaz de sostener la autoridad de las primeras apariciones públicas, su gobernanza queda reducida ahora a la vacuidad canónica del discurso de partido, al vocerío mitinero cada vez más autoritario y a perder los papeles y la cabeza cuando se topa con algo inesperado.

 Juan Manuel Moreno puede ser -y lo es- un mediano candidato, pero su eficacia en los puestos de responsabilidad ejecutiva que ha desempeñado se vuelve garantía de mejor gobierno. Si el carisma no se aprende, la auctoritas se adquiere gobernando. Aquí no se trata de taparse la nariz pasado mañana delante de las urnas; se trata de sentido de la oportunidad para intentar coger al vuelo un nuevo camino que nos saque del estancamiento de casi 40 años.

El voto a Susana Díaz supone aceptar dos decenios más de un régimen paralítico. El voto a Juan Manuel Moreno es, al menos, el intento y la esperanza de romper el conservadurismo andaluz. Y ya está: no hay más opciones reales de cambio; lo que resta es folklore o una pesadilla. De modo que el domingo votaré al Partido Popular porque, aparte de lo dicho, mientras más votos consiga Moreno Bonilla más quedará de manifiesto en el próximo Parlamento andaluz lo que ya quedó de manifiesto en los debates de televisión: que Susana Díaz era un bluf. El carisma se pierde por goteo.

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