Varias enfermeras cuentan cómo se vive la precariedad laboral y estar pendientes del móvil
Todas son mujeres. Enfermeras. Vocacionales, como marca la profesión. Todas han tenido contratos basura del Servicio Andaluz de Salud.
SANIDAD. Una vocación a
prueba de los contratos precarios del SAS
- Varias enfermeras cuentan cómo se vive la precariedad laboral y estar pendientes del móvil
Todas son mujeres.
Enfermeras. Vocacionales, como marca la profesión. Todas han tenido contratos
basura del Servicio Andaluz de Salud. Viven pegadas a sus móviles y no
precisamente para estar en las redes sociales o jugando al Candy Crush. La
presidenta, Susana Díaz, anunció el fin de los contratos al 75% pero ellas
siguen viendo contratos de días y, sobre todo, padeciendo el estrés de depender
de una llamada de la bolsa de trabajo que, en una hora, les puede mandar a 50
kilómetros. Dicen estar "hartas" de que los sindicatos miren para
otro lado en Andalucía, donde no ha cuajado nunca una marea. Ni blanca ni
verde.
Pilar ha adquirido
casi un tic nervioso: necesita comprobar varias veces al día que su móvil tiene
batería, que el volumen está al máximo. Es lo primero que hace al levantarse.
"Así empieza el día para los eventuales del SAS, mi caso desde hace 17
años". Casi dos décadas encadenando contratos temporales, algo
inimaginable en una empresa privada. "La bolsa única de empleo del SAS
domina mi vida", explica. Le ha cambiado hasta el carácter, a ella, que se
define como optimista y vitalista. Ya no puede más: "Esto ya no es excusa;
si el sistema funciona así es porque desde la Junta de Andalucía se gestiona
mal, y esto afecta a miles de familias".
Según esta
enfermera, el sistema del SAS premia una productividad que consiste en obedecer
los dictados de la Consejería de Salud: "Si no se contrata personal, el
supervisor gana más. Así de simple". Llegó la crisis y casi todos fueron
eventuales que cubrían vacaciones, bajas, necesidades del servicio. Trabajando
todo el año enganchados a contratos temporales sin vacaciones. Aterrizajes de
la noche a la mañana en servicios complicados. "No les importan los
pacientes", se queja Pilar. Lo último que le ha pasado es surrealista. Le
llaman de la bolsa y preguntan por otra persona. Ella dice que se han
equivocado. Cuelgan y esa persona ha decidido que no ha podido contactar con
Pilar. "En 24 horas han dado todos los contratos. Estoy en paro".
"No les
importan los pacientes", se queja Pilar, una de las enfermeras afectadas
Noemí fue una niña
obsesionada con poder ser enfemera y, luego, una estudiante universitaria
entregada. Recuerda que fue en 2005 cuando se empezó a trabajar con la Bolsa
Única, un método que los sindicatos vendieron como "ágil y
transparente". La Bolsa, según cuenta esta enfermera, les ha enseñado a
vivir pendientes del móvil a base de palos y sanciones. Noemí vive con dos
móviles, por si se rompiera uno. Las enfermeras cuentan que ya no entran en
garajes sin cobertura, se saben los supermercados donde la hay peor y se quejan
de lo lamentable que es estar trabajando, atendiendo a pacientes, pendiente de
la llamada del SAS.
"Ha habido
compañeros que han estado atendiendo una parada cardiorrespiratoria y no han
atendido. Perdieron el contrato", explica. Y, dentro de los hospitales,
hay puntos donde la cobertura es mala. Cuando entran allí, "rezamos a
todos los santos para que no nos llame la Bolsa". Estas condiciones
laborales, dice Noemí, hacen muy difícil el deseable trabajo en equipo simplemente
porque casi nunca están trabajando los mismos. Puntuar para la Bolsa se
convierte en obsesión y, por eso, Noemí ha ido retrasando la maternidad, por
ejemplo. "El sistema sabe que somos vocaciones, que nos encanta cuidar a
los pacientes y por eso nos machaca", añade.
Inma lleva trece
años de eventual. "En el coche llevo tres uniformes: el de quirófano, con
zuecos incluidos, uniforme de la ambulancia por si me llaman de ese servicio y
el uniforme de blanco que es para el resto de servicios de hospitalización o
urgencias con sus correspondientes zuecos". Trata de conciliar la llamada
de la Bolsa con sus dos hijos y su casa. Hay veces que te dan una hora para
incorporarte. Apáñatelas cómo puedas. Eso sí que es conciliación.
Algunas retrasan su
maternidad para puntuar para la bolsa de trabajo
Inma relata el
cansancio que supone ser siempre "la nueva", a la que hay que
enseñar, la mala cara de los fijos pensando que otra vez hay que decir cómo
funcionan las cosas en el servicio. Ella tiene más formación en quirófanos y el
otro día la mandaron a neonatos, con bebés de un kilo de peso. Ella es una de
las que se ha visto perjudicada por la nueva forma de contratación del SAS. No
tenía activada la pestaña de tiempo parcial y, por eso, sin previo aviso, está
de gira por la provincia, con contratos de días, porque ahora no se pueden
revocar los contratos de compañeros con menos puntuación, que sí tenían marcada
la pestaña, y que están ahora en estos servicios de especialidades en los
grandes hospitales. Inma finaliza dirigiéndose a la presidenta de la Junta,
Susana Díez: "Miente porque la mayoría de los eventuales seguimos igual o
peor. Que sepa todo el mundo que la sanidad la mantenemos a flote los
profesionales, eventuales y fijos y no los que cobran productividad".
Raquel, por su
parte, cuenta cómo aceptó su último contrato: "En una sala de sondaje, con
una paciente tumbada en una camilla justo después de realizarle un sondaje
vesical, tuve que disculparme con ella por la falta de respeto que supone hacer
algo así, pero le expliqué que , si no cogía el móvil y aceptaba esa oferta de
trabajo, me quedaba en paro". Calidad asistencial.
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