Habla sobradamente por sí sola
la alocución de la ex delegada de la Consejería de Empleo y candidata
socialista por Jaén en las últimas elecciones Irene Sabalete -detenida por orden de la juez Alaya e imputada por
corrupción- recogida en esa grabación en la que ha sido pillada
ordenando a sus subordinados en la Junta que hicieran campaña en las elecciones
de 2012 por el PSOE so pena de perder sus puestos de trabajo. Expresiones -más bien
habría que decir órdenes- del tipo «si no ganamos las elecciones, no vais a
trabajar en la Junta» o «la gestión dejadla aparte;os quiero en la calle, como
los testigos de Jehová», admiten pocos comentarios adicionales que puedan describir mejor
que por sí solas a quien las pronuncia y lo que representan. Así que merece la pena detenerse, esta vez, en los silencios.
Esos silencios que en política son, casi siempre, más
elocuentes que las palabras y que, en
esta ocasión, han resultado ser también tremendamente significativos.
Empezando por el
silencio del PSOE. Ningún
dirigente socialista hizo el día después de trascender el documento sonoro el
más mínimo comentario al respecto. Es más, el secretario provincial de Jaén
salió en defensa de la ex delegada, pero aludiendo únicamente al episodio de su
detención por la Guardia Civil y negándose a valorar la ignominiosa grabación. De la detenida e imputada Sabalete ensalzó su «honestidad,
honradez y buen hacer». Desde luego, de su «buen
hacer» electoral no hay duda ninguna.
La interesada se apresuró luego a comunicar su baja como
militante delPSOE. Y eso
que el partido había dicho que no pensaba tomar medidas contra ella. Eso sí,
dejando claro que se
trata de una baja temporal «mientras se resuelve el proceso judicial».
Es decir, que abandona temporalmente su militancia
como consecuencia de su detención y posterior imputación en el fraude de los
cursos formativos -que no es poco- pero no
porque también la hayan pillado con las manos en la masa con la grabación de
marras. Así
que habrá
que colegir, al menos por su silencio, que no se arrepiente lo más mínimo de
las órdenes y amenazas dirigidas a sus subordinados. Al fin y al cabo, en eso
debía de consistir su trabajo. «La gestión dejadla aparte», aconsejaba.
Otro silencio muy elocuente es el que mantiene al respecto
de la polémica grabación uno de los señalados en la misma. En un momento de su arenga a sus
empleados, la ex delegada Sabalete afirma que «el consejero» le había dejado
muy claro que el personal tendría garantizada su continuidad en la Junta
«siempre y cuando ganemos las elecciones». Ese
consejero no era otro que Manuel Recio, ahora
preimputado en el caso ERE y refugiado tras el fuero
parlamentario después de haber sido incluido a prisa y con calzador en la
Diputación Permanente de la Cámara andaluza. En la vergonzosa grabación,
Recio aparece
clarísimamente señalado. Y después de haberse conocido, no
ha dicho ni pío. Así que el que calla, otorga. Asiduo como es de las redes sociales, buscamos en el perfil
de Twitter del ex consejero sus últimos comentarios por si había salido al paso
del ominoso testimonio. Pero no. Una de sus más recientes reflexiones, referida a las
elecciones del domingo, dice: «La aritmética está clara en Andalucía. Sólo hace
falta sumar y restar». Muy oportuno para el
caso que nos ocupa. En efecto, el ex consejero
lo tiene claro. Después de conocer sus prácticas y las de los altos cargos que tuvo a su
mando, nosotros también.
Cuando en marzo de 2012 el PP ganó por primera vez las
elecciones autonómicas al PSOE, un destacado portavoz socialista definió aquello como
una «anomalía electoral». Al parecer, la estrategia de los «testigos de Jehová» no
había dado aquel año del todo sus frutos. El domingo pasado sí. Así que se acabó la «anomalía electoral». Ya hemos vuelto,
por tanto, a la normalidad.
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